jueves, 24 de abril de 2014

Un pequeño regalo (16)

Mientras cogía algunas prendas del armario la idea rondaba por su cabeza una y otra vez. Maleta de emergencia...¿por qué ahora? A Ayrun no le hacía ninguna gracia la idea, sabía perfectamente lo que aquello significaba y no quería tener que marcharse así de aquella casa. Se preguntó si no habría otra solución, pero sabia perfectamente que si él lo había dicho, era porque consideraba que era lo mejor. Nunca pensó que aquel momento llegaría. Suspiró mientras guardaba un par de zapatos en la mediana maleta, contemplando el resto de cosas que iba a tener que dejar atrás.

Cuando llegó el momento, Ayrun todavía no se había hecho a la idea de lo que iba a ocurrir, pero ya era tarde para expresar su preocupación. Se revolvió incómoda en las sábanas y se incorporó en la cama cuando escuchó el primer clic. Ya estaban forzando la cerradura por fuera.
Él entró en su cuarto con lo puesto y una pequeña bandolera colgando del hombro, no parecía tampoco contento de tener que abandonar la casa, pero sus ojos seguían reflejando la determinación que lo movía. ''Estás lista'' le dijo a Ayrun señalando al fondo de la habitación con tranquilidad. ''Lamento mucho que tengamos que irnos, de verdad'' añadió un segundo después. Ayrun suspiró levemente y devolvió la mirada a su compañero y asintió. ''Solo te llevas eso...'' ni siquiera lo formuló como una pregunta, simplemente pensaba que llevaba poca cosa. Él sonrió un poco ''Me sobra la mitad, además tú vienes conmigo, no necesito más'' concluyó acercándose a la pared y golpeándola por debajo de la lámpara. ''Tenemos que irnos ya'' dijo mientras una trampilla se abría en el suelo, y el olor a humo empezaba a inundar la casa. Ayrun parpadeó un par de veces, no tenía claro en qué sentido había dicho aquello. ¿Le había querido insinuar algo? No, no... qué tontería, él no... pero no tuvo tiempo de seguir con sus cavilaciones, la puerta de la entrada se abrió de par en par acompañada de gritos ininteligibles y se escuchó la primera explosión en el pasillo. Ayrun y su compañero se deslizaron por el pasadizo, cerrándola por el interior y dejando ningún rastro de lo que había ocurrido. Estaba oscuro, pero Ayrun, que siempre iba preparada, sacó una pequeña linterna de su bolso e iluminó el túnel.

''Podrías haberlo decorado al menos'' musitó mientras se acostumbraban sus ojos a la luz de la linterna. Él se encogió de hombros aunque ella no pudo verlo. ''No les quedaban cortinas rosas en la tienda, lo lamento'' dijo mientras la cogía de la mano y la guiaba por el túnel subterráneo.
Mientras, en la casa, cuatro hombres habían irrumpido de manera estrepitosa, activando de inmediato un mecanismo sin retorno que prendería fuego a absolutamente toda la casa. El fuego comenzó en el salón y en la entrada, y estaba todo planeado para que se juntaran ambos focos en la puerta que daba al cuarto de Ayrun. Para impedir que los hombres del MFM pudieran avanzar con total libertad, Ayrun había colocado unos pequeños explosivos en puntos estratégicos, suficientemente fuertes para causar llamaradas, pero no tanto como para dañar la estructura de la casa, un derrumbe podía ser peligroso para los transeúntes.
 Lo de los explosivos no había estado incluido en el plan original, pero Ayrun lo había propuesto y él había admitido que era una perfecta idea. Así no tendrían posibilidad alguna de llegar a las habitaciones antes de que el fuego hubiera devorado las estancias.
Uno de los hombres del MFM, sin embargo, había pasado a través de las llamas y se había asomado al cuarto de Ayrun, donde pudo ver su cuerpo inherte y chamuscado sobre la cama. Era tan sólo un cadáver prestado de la universidad, pero eso él, no podía saberlo, y contento con lo que había visto, gritó unas ordenes y todos abandonaron la vivienda en llamas...los bomberos o tardaron en llegar.

Y mientras, en algún lugar del subsuelo, Ayrun y su compañero llegaban a la salida secreta. ''Espero que los bomberos no se hayan dado mucha prisa, sino no habrán descubierto a Ruperta en tu cama'' comentó él palpando tentativamente la pared que se alzaba frente a ellos. ''No me digas que le habías puesto nombre al cadáver...'' dijonAyrun frunciendo el ceño y alumbrándole a la cara como en un interrogatorio. Él carraspeó. ''Claro que no... se lo pregunté a su hermano Ramón''.

Y en ese momento, Ramón ardía tranquilamente sobre la cama de él. Aunque poco le importaba, pues llevaba 5 años muerto.

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