miércoles, 28 de enero de 2015

Es difícil

Es difícil entender cómo una hoja
que despacio surca los cielos,
mecida con suavidad por el viento,
puede causar una herida
que no cicatriza en el tiempo.


Es difícil entender cómo destruye
por dentro y sin miramientos,
haciendo eco en el pasado
avivando la llama del miedo
el sonido fuerte de un débil silencio.

Es difícil, yo lo sé
encontrarse uno mismo.
Perder el miedo a cambiar
y a crear un buen camino.

Es difícil, tú lo sabes
olvidar lo aprendido.
Confiar en el cambio
que lleva a un incierto futuro.

Es difícil, sí lo es
que las lágrimas no sean saladas,
pero te aseguro que cuando me miras
las lágrimas sólo saben a calma.

domingo, 11 de enero de 2015

Camino


Se sentó a un lado, sobre una roca que parecía descansar a la sombra de un pino. Su cara no reflejaba cansancio alguno, sus movimientos no eran los de alguien que llevara mucho tiempo caminando. Y sin embargo sus ojos daban una sensación distinta mientras miraba al horizonte del camino. Una mirada que estaba cargada de tantas sensaciones diferentes, de tantos matices que las palabras a penas podrían empezar a describir... pero ahí estaba él, sin decir una palabra, sin vacilar ni un momento en su camino. ¿Por qué?.

- Hmm... parece que aún te queda mucho camino, ¿no es cierto?- le dijo una voz de hombre mayor desde atrás de él. 

Carraspeó para aclararse la garganta, como si hiciera demasiado tiempo que no hablara y las palabras se aglomeraran atragantándolo. Pero no se giró ni llegó a apartar la mirada del horizonte, sabía perfectamente quién era. 

- No lo sé. Dímelo tú, ¿no? - contestó esbozando una diminuta sonrisa en su boca. El hombre no pudo evitar reír. 

- No puedo decírtelo, es algo que no sé. ¿Por qué no lo dejas estar? ¿Por qué no dejas de caminar este camino? ¿Sabes a caso a dónde va?- el tono del hombre no era de reprimenda, ni de enfado. Era el tono de un hombre que quiere saber, de un hombre que espera para escuchar y entender. 

El viento sopló tranquilo por entre las hojas del árbol debajo del cual se encontraban, emitiendo un pequeño silbido de silencio que dejó flotar las preguntas en el aire durante unos segundos inapreciables. 


- La verdad es que no. El final de un camino no se sabe hasta que no llegas al final. Tiene sentido así, ¿no te parece?- suspiró un instante- Pero no lo puedo dejar estar. No sé hacerlo, quizá no quiero - ahora el que suspiró fue el hombre mayor y negó con la cabeza. Casi se podría haber dicho que esperaba esa contestación. O más que esperarla, la había temido.

Pasaron unos segundos sin decirse nada. El sol había avanzado hacia el atardecer y rasgaba a las nubes dejando pinceladas de color dorado por todo el cielo. El hombre volvió a preguntar: 

-¿Entonces por qué? No consigo entenderlo. Explícame por qué no puedes ir por cualquier otro camino- parecía como si le estuviera suplicando, como si necesitara escuchar una respuesta, como si no estuviera contento con el hecho de que él estuviera caminando ese camino. 

- Es fácil. No se trata de si sé o no lo que me espera al final del camino. Se trata, únicamente, de que lo que yo quiero conseguir, sólo puede ser conseguido haciendo esta misma travesía. No hay otra manera, no hay atajos, no hay más caminos que tengan la posibilidad de llevarme a donde yo quiero ir. No tengo más remedio y... - hizo una pausa, dejando de mirar al horizonte para volver la cara y mirar al hombre, sonriendo ampliamente con la boca, aunque sus ojos estuvieran bañados en melancolía. - y aunque lo tuviera, tampoco lo querría de otra manera -. 

El hombre suspiró y frunció el ceño.

- ¿Y si llegas al final después de años de caminar y no encuentras lo que querías? ¿Y si todo ha sido para nada?

Él rió aun con más fuerza. 

- Al final de esta vida, todo termina siendo para nada, pues todos morimos y dejamos de ser- le brillaron los ojos por un momento, casi como si el sol mismo se hubiera reflejado en ellos -. Pero al menos yo podré decir que viví soñando, que viví para lo que yo quería ser y tener. No puedo aspirar a nada más- terminó de decir, levantándose lentamente de la roca y ajustando sus ropas para retomar el camino.

El hombre apretó los dientes y bufó. 

- Maldito, me arrastrarás contigo a ningún sitio.

Él contestó comenzando a caminar, saludando con la mano sin girarse. 

- Entonces en "ningún sitio" la encontraremos.

Y se marchó.