sábado, 30 de marzo de 2013

Esta playa


Sé que mucha gente, por no decir toda, va a leer este poema y van a interpretarlo pensando que es imposible entenderlo de otra manera. Sólo diré que sí es posible, porque la que es tan aparente, no es la correcta.



Esta playa



Sentado en la arena en la noche perdida,
mirando con los ojos cerrados al mar.
Sacando de un suspiro la melodía mordida
de tus susurros que siento no volverán.


La luna refleja en el agua tranquila,
la mirada de una sombra que quedó dormida,
los caminos andados, la historia nacida,
que alma no pasa, que el alma no olvida.


Reflejos de plata en la arena vestidos
con cada lágrima que muere conmigo,
con cada promesa que me hice a mí mismo
con cada mentira que roza el delirio.


Si no fuera por la brisa que sabe libre
y la lluvia que huele a nuevo...
las estrellas que me empujan
cuando yo solo me encuentro.


Si no fuera por que veo onzas de ilusión,
en cada llama que nace del fuego...
por saber escuchar gritando,
al corazón sellado dentro.


Si no fuera porque no duermo
por no dejar de soñar contigo,
esta arena y esta playa...

ya no serían lo mismo.





Yo solo sigo el camino para ser feliz.

viernes, 29 de marzo de 2013

Tan tan deprisa

El tiempo es lo único con lo que estamos obligados a convivir.



Por recientes acontecimientos vividos he reflexionado sobre el tiempo y la vida. Es curioso como muchas veces necesitamos un bofetón para plantearnos ciertas cosas y reaccionar.

No voy a entrar mucho en detalle, pero quiero remarcar la importancia que tiene o tendrá para vosotros en algún momento el poder mirar atrás y pensar que no habéis desperdiciado ni un sólo momento de vuestras vidas. Lo que estáis haciendo hoy que pensáis "buah, todavía queda mucho por delante" dentro de unos años sentiréis el coletazo de esas palabras en la cara. 
Haced cosas, chicos y chicas, cread, componed, salid a bailar hasta que no podáis más, cocinad, practicad algún deporte, conoced gente e intentar aprovechar cada instante con esas personas que os hacen sonreír. No importa si es vuestra pareja, vuestro amor platónico, vuestro amigo o vuestro perro... disfrutad de los momentos en los que podáis sonreír, porque el tiempo ya se encarga de traernos lágrimas en determinadas ocasiones.

En serio, no esperéis a que sea tarde, empezad a vivir YA.


Y una vez más, aprendí de ti.

martes, 26 de marzo de 2013

Jardín


Caminaba inquieto por un enorme jardín de flores. Las había de todos los colores, las había de todas clases y formas. Ni una sola de las flores estaba mustia o parecía tener ningún defecto, se notaba que alguien se había esforzado por mantenerlas así, en perfecto estado. Miraba a los lados mientras caminaba, pero no siempre veía, a veces sólo miraba. No parecía contento, no parecía estar disfrutando del paseo y no era porque no le gustaran las flores. Le encantaban las flores. 

-¿Qué pasa? ¿No te gusta ninguna?- le preguntó. Debía haber notado que estaba inquieto, que no parecía decidirse en posar su mirada en ningún sitio en particular, algo bastante raro en él. –Son todas muy bonitas, pero …- no terminó la frase, no estaba seguro de cómo terminarla y siguieron caminando. Había flores realmente hermosas. Durante un momento pareció posar su mirada sobre unas rosas blancas con pétalos tan finos y preciosos que emanaban una sensación de pureza indescriptible. Pero enseguida desvió la mirada de nuevo. –Va, en serio… ¿Ni siquiera esas?- volvió a insistir. –Es imposible que ninguna te sirva, es imposible porque aquí están todas las flores del mundo, todos los tipos, todas las clases con todos los colores y fragancias que puedas imaginar- esperó la respuesta de él. Se quedó pensativo, miró de nuevo al rosal blanco, luego al rojo, luego a los tulipanes y luego a los jazmines y las orquídeas.  Suspiró . – Son todas iguales, aunque sean diferentes tipos, son todas iguales entre ellas. Y más aún, ya se ve lo que son- caminó un poco más adelante, acelerando el paso hacia la valla que separaba el jardín con el resto del mundo. Se agachó y extendió la mano por el hueco entre barrote y barrote y la acarició con suavidad. A penas había empezado a abrirse, a penas se podía distinguir qué tipo de flor era aquella. Se podía ver un algo de color rojizo intentando abrirse paso fuera del capullo. Una de las hojas del tallo estaba resquebrajada y las bifurcaciones del tallo se desplegaban de forma que desafiaba a la lógica. No era más bonita que las otras flores, no era más grande que las otras flores. Simplemente no sabía aún que era. – yo quiero esta-

Eterno baile de dos

Y ahí va el segundo, así de pum y en mitad de clase. Puede que aún caiga alguno más.



Es locura permanente,
sátira de una triste felicidad,
es el hielo en el desierto
bajo tormenta de soledad.

Cien palabras como caricias,
y una sola como un puñal
borra rauda cada verso
de un poema sin final.

Es un miedo enajenado,
castigo de la honestidad,
en el silencio de un pentagrama
que no atino a hacer sonar.

Late algo más que sangre,
y sangra hoy algo más,
firme rompe contra la roca
como fútil ola de mar.

Son mis sueños e ilusiones
que me invitan a reír,
es la flor bajo la piedra,
la que intento descubrir.

Son mis lágrimas robadas
que no quiero compartir,
es la magia que aún suena
para para el que la quiera aún oír.

Es hablar de colores a un ciego,
es robar la luna al sol,
es un todo que no es nada
eterno baile de dos.

Entre flores de terciopelo

Despertarse por la mañana y sentir unas ganas irrefrenables de escribir algo. Coger un papel y un lápiz y descubrir que todo fluye sin necesidad de pensar, que todo fluye como si estuvieras en trance, como si llevaras tiempo queriendo dejar salir esas palabras.



Entre flores de terciopelo
encuentro un mar de espinas
que se clava en mis entrañas,
que me va quitando la vida.

Entre sueños de ilusión
tropiezo al caminar dormido,
se rompe la magia latente
por soñar con lo prohibido.

Imposible no caer 
en el embrujo de estas flores malditas,
de estos sueños de tonto,
de estas horas perdidas.

Imposible no sentir el dolor
de la espada que me atraviesa
cada vez que alzo el vuelo
para caer de nuevo a tierra.

Porque no sé no intentar alcanzar
la cima de mi montaña,
donde creo que tu mirada espera,
donde espero que tu mirada...crea.


lunes, 25 de marzo de 2013

Y en Madrid...



Esta historia es 100% real. Sucedió un 9 de Marzo, un día que tenía que llover, y no llovió.

Le dedico esta historia a un puzzle al que siempre le faltan piezas. =)



“Puedes venir a la estación de suances a por mí a las 12.20 o te puedes esperar hasta la 13.00 y quedamos en Sol” le escribió ella por whatsapp. El sonrió para sus adentros y contestó de manera automática. “Yo soy más de lo primero, iré a por ti”.
Nunca le habían gustado los metros, en su ciudad los evitaba a toda costa, prefería andar 30 minutos a  subirse a un metro que tardara tan sólo 10 minutos. Pero esta ocasión era diferente, y no sólo porque estuviera en una ciudad nueva dónde no conocía las calles y direcciones, ni tampoco porque la distancia a recorrer era de unos 7km. No, en esta ocasión era diferente porque no quería llegar ni un segundo tarde. Es más, quería llegar antes. Bajó las escaleras de la boca del metro mirando detenidamente a todos los carteles e indicaciones. Tenía pavor a perderse y por eso andaba con mil ojos, leyendo y releyendo cada nombre e indicación que aparecía en su camino. Lo encontró sin problemas, ese era el metro. Una, dos, tres, cuatro… hasta 13 paradas tenía por delante, menudo suplicio. Miró su reloj, faltaba aún más de una hora para las 12.20, se relajó y se perdió en sus pensamientos.

De repente le vibró el móvil “¿Dónde estás?”. Miró alrededor esperando encontrarla en algún sitio, pero sólo vio gente. Gente, demasiado general, el no estaba ahí por gente. “Estoy ahí ya, qué viaje más laaaargo” le contestó “en un banco al lado de la entrada al metro”. No tuvo que esperar más de unos segundos. “Ok, ya voy”. Pasaron unos minutos, pocos pero largos, escasos pero pesados. Le pasaba siempre que esperaba a alguien.
Al principio su instinto le hizo ponerse a controlar la calle, de derecha a izquierda para verla venir, y luego respiró hondo y simplemente sonrío, entendiendo, y se puso a cantar en aquel banco, en mitad de la calle, en mitad de ningún lado. Sólo pasaron 5 minutos y él se giró. La vio al otro lado de la calle, ella le vio y le saludo con la mano. El sonrió y devolvió el saludo, bajaron al metro cada uno por su lado de la calle y se encontraron dentro. Dos besos. “No la recordaba así del todo”, se dijo a sí mismo. Intentó pensar en qué se diferenciaba, pero no supo identificar esa sensación, ese motivo de por qué no era lo que él esperaba. Viaje de vuelta a Sol, en el mismo metro, la misma línea, el mismo número de paradas pero distinta dirección. - Estarás cansada, supongo, y tendrás hambre- dijo él, entonando la oración con un leve tono de pregunta, o de inseguridad más bien. –Pues sí, la verdad es que me estoy muriendo de hambre- reconoció ella -  y estoy cansadísima. El sonrió, contento. No es que se alegrara de que ella estuviera en ese estado, pero es que le había salido bien el plan. – Espero que te gusten- dijo él, sacando de debajo de la chaqueta un paquete de galletas con trocitos de chocolate y ofreciéndoselo. – ¡Me encantan! – exclamó ella subiendo al metro.

Un viaje estúpido a suances, diréis algunos. Ir para volver. Yo diría más bien que 40 minutos ganados. Y cuando se trata de sonreír, de ser feliz, 40 minutos es mucho. Y ¿cómo no iba a ser feliz ahí, compartiendo risas con una persona a la que admiraba? El viaje de vuelta pareció infinitamente más corto que el de ida y hasta tuvieron algo de música. Él lo vio por fin de nuevo, aquel rojo que se formaba alrededor de su pupila, con esas lenguas de fuego amarillas que ondulaban simétricamente formando ese dibujo en su iris que el llamaba sol. Qué más cosas vio en esos ojos es algo que sólo él sabe, una historia entera, se atrevería a decir. Se bajaron en Sol y él le dejó claro que ella mandaba, que ella era la guía y él realmente no tenía ni idea de cómo ir a ningún lado, ni tampoco a qué lado ir. Se plantearon durante un rato dónde ir a comer, y aunque él estaba intentando por todos los medios quitarse responsabilidades, ella seguía preguntándole. Finalmente ella sugirió un sitio donde según ella hacían las mejores hamburguesas del mundo. –Perfecto- dijo él. Tomaron el camino largo porque aún era temprano, pero no muy largo… porque ella estaba cansada. – ¿Quieres ver el jardín botánico? Le preguntó ella tras pasar un semáforo. –Sí, si es bonito sí- respondió él. – Pues yo no – soltó ella. Y siguió caminando. Él se rió, ella también. Siguieron caminando y llegaron al lugar. Realmente no parecía gran cosa, un local muy pequeño y estrecho con una decoración muy típica de un bar de carretera para camioneros. Pidieron su comida para llevar y les informaron que tardarían 30 minutos en tenerla lista. “¿30 minutos? Tendrán que cazar las vacas para hacer las hamburguesas” pensó él. Salieron fuera para esperar y comenzaron a caminar en busca de un sitio donde comprar bebida. No encontraron nada, vaya par. Finalmente se sentaron en un banco, y aunque mucha gente sigue creyendo que es porque ella estaba cansada… la verdad es que fue porque él necesitaba reposar un momento la espalda.

-Cuéntame algo- le pidió ella. Él la miró un momento, se rió por dentro. “La típica pregunta” pensó. – Está bien, pregúntame algo en concreto. O no concreto… o bueno, simplemente dime una palabra- contestó él dispuesto a hablar, pero sin saber qué decir. –Patata- dijo ella. Sí, dijo patata. Podría haber dicho pasado, futuro, amor, amistad, trabajo, familia, infancia, valencia y mil cosas más… pero dijo patata. Cruzó su mente como un rayo. “Patata. Lo tengo” – pues resulta que el otro día escribí una historia donde narro cómo un chico y una chica que están enamorados están mirando las nubes esperando y él le dice a ella que una nube parece un corazón, pero ella le contradice diciendo que eso parece más bien una patata, y él le contesta ingeniosamente que vale, que es una patata, pero que esa patata tiene sabor a ella.- contó él. Ella empezó a reír, a carcajadas, sin pausa. Parecía que le hubiera dado un ataque. Él realmente no se molestó en absoluto, pero le recriminó entre risas que dejara de reírse de él. Ella no paró y a él no le importó. “Si ríe, está feliz” pensó. Cuando por fin ella dejó de reír, siguieron hablando, aunque de temas más serios. Es curioso, porque hablaron de heridas de esas que no curan, hablaron de cicatrices que aun no han cerrado, y aún así… no dolió.

-Tienes razón- dijo él mientras les daba un bocado – estas hamburguesas están riquísimas-. Ella no comía, ella devoraba. O quizá es que él comía tan despacio que daba esa impresión. Estaban constantemente hablando y riendo, ya empezaba a doler el abdomen de tanto reír de hecho. – No tires las patatas, dáselas a las palomas- le dijo ella cuando él se disponía a tirar los restos a la papelera. Él la miró, primero curioso, luego divertido, y empezó a coger una a una las patatas fritas y tirarlas hacia las palomas que vigilaban el parque del retiro. – piiitas, pitas. Piiiitas, pitas- decía mientras las tiraba. Las palomas se lanzaron sobre las patatas como si no hubiera mañana para ellas. Ella, por su lado, se reía otra vez. Casi me atrevería a decir que ese día estuvo más tiempo riendo que sin reír. Casi.

Se dirigieron hacia la salida del parque, pero él protestó alegando que ya que estaba ahí quería verlo un poco. Ella cedió y se internaron en el parque. El parque era tremendamente ancho y colorido, ya no solo por la diversidad de la gente que lo recorría, sino también por los diferentes tipos de árboles y plantas, estatuas, fuentes y demás construcciones que lo habitaban. Llegaron a una especia de lago artificial donde además de patos y peces (y algún gato gordo de color blanco y negro) había botes. Él le pidió subir, ella se negó en rotundo. Él insistió, nunca había subido en uno y realmente le apetecía. A ella le supo mal negarse, pero se volvió a negar. Pudo haber insistido, pudo haber hecho chantaje emocional, pudo haber sido el más persuasivo, pero cedió. “así no tendría sentido” pensó. Se sentaron al borde del lago artificial a mirar los peces y los patos, la verdad es que era algo digno de ver. Era algo tranquilo y a la vez vivo. – Cógeme y yo cojo el pato- dijo ella de repente. Él la miró extrañado, la observó durante unos segundos mientras ella miraba fijamente al anseriforme. No lo decía en broma. Para cuando él reaccionó, el pato ya estaba demasiado alejado, y ella ya parecía habérselo pensado mejor. –Es igual- dijo ella sentándose. Él se encogió de hombros y se levantó, ofreciéndole la mano. – venga, andando-. Agarró la mano con cuidado cuando ella la ofreció también y estiró levemente, pero ella no se movió del sitio y él se sorprendió por un momento. – Todo el mundo da la mano y después espera que el otro se levante solo- dijo ella sonriente. Él rió y tiró con firmeza pero suavemente y la levantó sin problema. –Es cierto- dijo. “Pero yo no soy todo el mundo” pensó para sus adentros. Caminaron pues hacia la salida, aunque de nuevo no de manera directa, seguía siendo pronto y no había ninguna prisa. Mientras alcanzaban la salida del parque hablaron de muchas cosas, la mayoría anecdóticas y de poca relevancia, saltaron alguna que otra valla y dijeron más tonterías y bromas de las que cualquiera de los dos se atreve a recordar.

Comenzaron a caminar de vuelta hacia Sol, pero de nuevo despacio y sin prisa. Todavía había tiempo y seguía sin llover. Como debía de ser. Al cabo de un rato caminando todavía y cuesta arriba volvieron a cansarse de andar. Él tuvo incluso que empujarla un poquito para que siguiera caminando. Vaya dos. Finalmente llegaron a otro banco donde se sentaron a hablar. En verdad se sentaron a matar el tiempo y a descansar, pero estuvieron hablando sin parar, el tiempo pasaba a veces volando y otras corriendo, a veces parecía incluso que iba demasiado rápido. Suele pasar cuando ríes tanto y estás disfrutando tanto de la conversación. No todo fueron risas, no todo fueron gracias, no.
– Entonces, ¿tú por qué quieres que te conozcan? – preguntó él medio sonriendo. Él sabía la respuesta, bueno, saber no, más bien la intuía, la sentía. Aún así, quería oírle a ella decirlo, quizá para estar seguro, quizá para que ella estuviera segura, qué más da. – Hmm... por mi manera de hacer lo que hago, mi estilo, por ser yo- dijo ella con convicción.  Él sonrió – Entonces no te preocupes... que llegarás.- añadió y no pudo decir más (aunque le pareció ver que le creía) porque una chica les interrumpió para hacerse una foto con ella. La famosa. – ¡Soy famosa!- le dijo mientras me dejaba sus cosas al lado. Resultaba gracioso ver cómo ella estaba más ilusionada que la propia chica que le había pedido la foto. No pudo más que sonreír. Y lo único que se le ocurrió decir cuando volvió fue un sincero y nada molesto – qué envidia me das-.

Siguieron hablando durante un rato, hablaron de sus “cualidades especiales” y también de la música, cómo no. Hablaron y hablaron, hasta que se hizo la hora. – Deberíamos ir yendo ya hacia Sol- dijo ella mirando en esa dirección. Él no se lo pensó dos veces y se puso de pie casi en un salto. Esta vez no pensaba ayudarla a levantarse, pero ella le extendió la mano y por acto reflejo la cogió. En el primer momento del intento notó que había cierta resistencia, pero esta vez no estaba del todo desprevenido y rápidamente incrementó la fuerza del tirón, quizá demasiado, levantándola de golpe y teniendo que sujetarla un poco para que no chocaran. Rieron. Caminaron hacia Sol tranquilamente, quizá porque no tenían prisa, o quizá porque los dos estaban cansados de caminar. Cuando ya estaban llegando sonó el móvil. “Ya llegáis o qué?”. Ni cinco minutos y ya estaban allí. Él nunca había visto a ninguno cara a cara, de hecho ni siquiera a ella la había visto más de una vez, pero sería estúpido negar que esa gente le inspirara algo diferente, algo familiar y sencillo, confianza. Se saludaron como si se conocieran de toda la vida, y realmente nadie que los hubiera visto caminar juntos por las calles de Madrid se habría atrevido a decir lo contrario. Risas, comentarios de broma, y muchas, muchas tonterías...

-Cuidado, fisura en la formación a la derecha, ¡rápido, rápido!- advirtió uno de los chicos con una mano en la oreja simulando llevar un pinganillo. Rápidamente los 7 chicos reajustaron la formación para crear un pentágono perfecto cuyo epicentro era la chica. –Venga chicos, la famosa necesita una escolta competente- dijo otro. Así caminaban por Madrid, todo un espectáculo para los viandantes que se percataran de aquello, seguro. Por cosas de la vida, parece ser que tanto a él como a ella, que habían caminado durante horas, se les olvidó que estaban cansados. Ni una queja ni comentario al respecto, simplemente estaban divirtiéndose y ni caían en la cuenta. – Cuidado, abre el paracaídas que viene bordillo- le dijo él con cara seria. Los demás rieron, ella le arreó un manotazo en el brazo, riendo también.
No tardaron mucho en llegar al sitio donde pasarían el resto del día. Primero unos refrescos en “el burger” y luego a cenar al Ginos. Un sitio de pasta y pizzas... él no tuvo que pensarlo mucho, posiblemente de todos las opciones que presentaba la carta sólo había una que estaba seguro le iba a gustar. Espagueti a la carbonara. –No puedo creer que no te guste la pizza- dijo ella sorprendida- hazme un favor, y pruébala de nuevo cuando puedas... y me llamas y me dices si te ha gustado-. El se rió y accedió de buena gana. – Lo haré- dijo sin más. Realmente no hizo falta, pues ella se había pedido a compartir una pizza con uno de sus amigos y le dio un trozo, no uno muy generoso, todo hay que decirlo, pero un trozo. – Pues no está mal del todo- admitió él después de bromear fingiendo un ahogo con el trozo de pizza. La cena transcurrió sin ningún tipo de percances, entre risas, acertijos numéricos de fonética resolución y bromas, muchas bromas. Fue una grandísima cena. Hablaba con todos y cada uno de ellos, en su cabeza no paso ni un sólo momento que aquel no era su lugar, que él allí no debería estar o que se debería sentir extraño. Ni un sólo momento. Sólo se preocupaba de reír y disfrutar bromeando. Hasta 15 golpes se llevó en total de la chica, pequeña pero matona. Entonces en un momento de silencio él aprovechó para hablar y que todos le escucharan. - ¿Sabéis una cosa? me acabo de dar cuenta de que os voy a echar de menos, de verdad- y su voz y su mirada no daba lugar a dudas, iba a echar de menos a todas y cada una de las personas que había en esa mesa. Esas 7 personas que le habían acogido ese día, a él, un extraño cualquiera. Y se sintió afortunado, de estar con ellos, de estar con ella, de estar ahí. – Pues vente a vivir a Madrid- dijo ella riendo. El rió de buena gana y contestó – quién sabe-. Y realmente pensó, “¿por qué no?”.
En ese punto la conversación desvarió en diferentes tonterías y bromas sin mucha relevancia. La cena había sido copiosa y aunque realmente a nadie le apetecía irse, era la hora. Pidieron la cuenta y salieron fuera, acompañaron al chico todo el camino prácticamente hasta el hostal, aún a sabiendas que tendrían que retroceder lo andando. Se despidió de ellos, y para su sorpresa, fue con un abrazo a cada uno. A él, que apenas conocían, a él que sólo habían visto una vez, a él que acaba de encontrar a 7 personas maravillosas en el lugar y forma menos esperados. Por motivos desconocidos, sólo hubo una persona que se quedó sin abrazo. Ella.

Más tarde, en el hostal, ya cambiado y a punto de entrar en la cama se acordó de lo que le había dicho y le escribió rápidamente. “Libroooooooooo”. Al poco tiempo ella se conectó al skype, aunque para la decepción de él, acabó por no poder dejarle ningún libro porque parecía ser que estaban todos en un pen desaparecido. “Bah, maldición” pensó él. Un emoticón con forma de osito dando un abrazo al aire. “Bueno, pues buenas noches. Este es el abrazo que te debo, que se me ha olvidado” le puso él contento. Esperó cualquier contestación, creía que la conocía bastante bien, creía que el entendimiento era suficiente... pues no.  “Si te sirve de algo, he abrazado la pantalla” puso ella. Y entonces entendió todo, entendió por qué le había parecido diferente al verla, por qué no había esperado esa respuesta y por qué no valía la pena intentar entenderlo, sólo es así. “Es un puzzle que cada día tiene más piezas”.

Y así acabó el día. Ella y ellos en Madrid, y él en un largo tren a Valencia. En su cabeza surgió una pregunta. “¿Hasta cuándo?” y el mismo se contestó. “Hasta pronto”.

jueves, 21 de marzo de 2013

poesía

Hoy es el día mundial de la poesía, o eso dicen. Tampoco puedo decir que esté muy interesado en eso de "hoy es el día de tal y de cual". Las cosas no se miden por días, se miden por momentos.

En cualquier caso, mi pequeña contribución al día de la poesía no es siquiera mía, sino de Gustavo Adolfo Beqcuer, el cuál con una de sus poesías reflejó el significado puro y absoluto de lo que para mí hoy es poesía:

¿Qué es poesía? dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.

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A parte de esa pequeña contribución hay más que quiero compartir con todos. No es nada que vaya a cambiar la vida de nadie, no es nada que realmente vaya a suponer un punto de inflexión para nadie... excepto quizá para mí. 
"Oh, falto de amor me hallo y vacía queda mi alma al no poder respirar del mismo aire que lo haces tú, vacía queda mi mente cuando no pienso en ti, y vació queda mi pecho cuando te marchas... pues mi corazón queda contigo allá donde estés"  típico de Raúl, ¿verdad que sí? Supongo que sí. 

Mucha gente me critica mi facilidad y estúpida habilidad para el enamoramiento, para hacerme ilusiones, para sentir cosas que mueven mundos y que son casi imposibles de contener. Poca gente ha reconocido que en parte les gustaría poder sentir esas cosas más a menudo, porque al final del día, la verdad es que es un sentimiento precioso.
Lo que nadie se plantea o nadie parece tener en cuenta es que esa facilidad y estúpida habilidad para el enamoramiento soy yo, es parte de mí, y es la causa de mi creatividad y mis ganas de hacer cosas. Es la causa de cada poema y cada canción que compongo, en muchos casos incluso de cada historia o texto que escribo. Y si no somos lo que escribimos y lo que sentimos, ¿entonces qué somos?.

Antes me molestaba que la gente me dijera que era imposible que sintiera esas cosas de verdad, que no era posible que en tan poco tiempo pudiera sentir esas cosas que ellos llamaban "tontería" mientras yo lo llamaba "algo más". Ahora simplemente no les hago caso, porque realmente no saben de lo que hablan. No pueden saberlo porque no son yo, porque no pueden meterse dentro de mí y saber las sensaciones y hormigueos que me produce escuchar a ese alguien, estar con ese alguien, o simplemente saber que existe ese alguien.
Más de una vez se ha utilizado en mi contra el argumento de "si hace X tiempo estabas por esta, es imposible que ahora ya sientas eso por aquella". Bueno, será imposible para ti, soñar/a metomentodo. Yo a ti no te digo cuándo puedas estar triste o amargado/a, ni con cuanta frecuencia tienes que ir al baño. Iras cuando sientas que tienes que ir, y punto.
Sí, ahora los que más me conocen están pensando. "Pero es verdad que te pasa eso".
Lo sé, y por eso mismo que me pasa, sé que es real. 

A muchos les costará entender esto, pero soy adicto a los sentimientos, estoy constantemente buscando de manera inconsciente el sentir cosas, porque eso me hace sentir vivo. 
Lo que quiero que os planteéis hoy es lo siguiente: ¿No es acaso normal el querer más cuando quién quieres te quiere a ti también? ¿No es más fácil mantener la llama encendida con alguien que también está interesado en compartir la hoguera? 
Por mucho que uno quiera, si lo único que recibe por su fuego son bocanadas de gélido viento, al final la llama se apaga, esperando a volver a ser encendida con otra sonrisa, otra mirada u otra ilusión.

Y me despido con algo que se me acaba de ocurrir y que debería al menos sonreír un poco.

Hoy es el día mundial de la poesía. ¡Sonreid! pues no sabéis para quién podéis ser poesía. =)

martes, 19 de marzo de 2013

Aprendí de ti

He aprendido de ti que las cosas no siempre van a ir bien, que en efecto, tal y como pongo en la entrada anterior, a veces sentimos que todo el universo está en nuestra contra. He aprendido de ti, que no por ello tenemos que dejar nuestra vida de lado y dejarnos consumir por la tristeza y la soledad. 

Esto no quiere decir que nunca haya que sentirse triste o solo, esto no quiere decir que no debamos de admitir y asumir lo que sentimos en cada momento de nuestra vida. Esto simplemente quiere decir que aunque todo vaya mal seguimos teniendo cosas que hacer, metas que alcanzar, caminos que seguir... y que si dejamos de hacerlos porque tenemos un mal momento, entonces nos estamos haciendo más daño gratuitamente. 


Y esto lo aprendí de ti.


Todas las veces

Cuando cae la noche en el cielo
y ocultas quedan las flores,
renaces del cálido aliento
de un sueño de mil colores.

Forjando un camino
entre estrella y estrella,
camino que queda oculto
tras el miedo que espera,
el dolor que te gana,
la ilusión que no cesa.

Igual que volar sin alas,
intentando alcanzar el sol,
y quedarme en tu mirada
que me calma con su calor.

Igual que correr en verano,
buscando el frescor de la lluvia
y quedarme amarrado en tus besos
que buscan inundarme con furia.

Igual que todas la veces
que soñé y soñé que venías,
que sentada me dabas la mano,
que por fin llegaba ese día
en que el miedo se hacía mentira,
el dolor marchaba al olvido,
tu presencia borraba heridas.

Igual que todas las veces
que lloré al amor por tenerte...
y aún guardo las lágrimas
que nunca llegaron a verte.

Está sonando: El hada y la luna de Saurom - Cover Alba Rico Barrio 




domingo, 17 de marzo de 2013

Nada bien



Hay veces que tienes esa sensación de que las cosas no salen como tú querrías, pero no en algo puntual, sino en general. Es algo que puede llegar a ser realmente desesperante porque va minando tu positividad con cada pequeña decepción, hasta llegar a convertirse en una sensación oprimente que crea una visión en tu mente de que el mundo está contra ti, de que nada de lo que hagas va a servir de nada porque la situación no va cambiar. En ese punto se convierte en una pescadilla que se muerde la cola... haciéndote a ti mismo menos eficiente o eficaz a la hora de afrontar las diversas actividades o acciones que pretendes emprender. Ésto causa que te salgan peor, o directamente que no salgan y hace que caigamos aun más profundamente en el desasosiego de la desesperación, lo que de nuevo hará que lo que intentemos hacer nos salga peor, etc...

No tengo ninguna fórmula mágica para salir de ahí, pero está claro que sí se puede. Se puede porque todos hemos estado ahí alguna vez, algunos más de una, pero todos hemos salido en algún momento. ¿Es el problema real el hecho de que las cosas salgan mal? Si lo piensas detenidamente, no. El problema es intentar encontrar una explicación, una razón, intentar entender el por qué y que por mucho que lo intentes no encuentres un motivo racional para esas cosas. Si no encuentras el por qué, no puedes creer que tengas una manera fiable de volver a intentarlo y que salga bien, porque no has aprendido nada del error que te ha llevado a la decepción o el fracaso en algo. Ese es el problema entonces, y no que las cosas vayan diferente a como uno esperaba.

Yo estaba vez no lo entiendo, o quizá sea que no quiera entenderlo, ya no lo sé. En cualquier caso había conseguido dejar de lado esa sensación con un fuerte alarde de voluntad, pero igual que siempre, sólo ha durado por unas horas y la verdad las circunstancias tampoco me lo han puesto nada fácil.

Así que ahora mismo pienso que todo me sale mal, que el mundo está en contra de mí, que la felicidad no quiere tener nada que ver conmigo, que no encuentro mi camino o éste se cierra ante mí.

Mi peor defecto es también mi mayor virtud.

jueves, 14 de marzo de 2013

Por ti


-No, no voy a ir, es mucho camino y no me apetece nada. Además no me gustan nada los hospitales, ya iré cuando vuelva a casa-.




Se acercó al sofá para sentarse a su lado apartando los cojines y poniéndose cómodo mientras le golpeaba la mano con suavidad, casi como caricias. - Hacía ya tiempo que no me sentaba a hablar contigo, ¿verdad abuelo?- dijo él mientras ponía sus propias manos sobre sus rodillas. - Supongo que lo sabes igualmente, aunque no te lo diga a menudo, aunque muchas veces te haga rabiar... pero sabes que te quiero mucho - hizo una pequeña pausa, carraspeó un pensó durante unos segundos. Después continuó con una pequeña sonrisa en la cara - Te acuerdas de aquella vez que me senté en tus rodillas por primera vez para pedirte que me contaras un cuento? Tú nunca has contado un cuento, y te reíste, y me dijiste que tú no sabías contar cuentos. Te dije que al menos podrías intentarlo... y me dijiste que no, que tú ya hacías otras cosas. Es verdad. - tomo aire de manera profunda y dejó que sus pulmones se hincharan del todo antes de empezar a exhalar el aire lentamente. - Recuerdo que cuando éramos pequeños te ibas al bosque a conseguir troncos largos tan sólo para poder montar porterías de fútbol para tus nietos en el monte. Te tirabas un buen rato por ahí con los demás abueletes para encontrar los pinos apropiados, "ni muy gordos ni muy finos", decías. Luego construíais una portería sorprendentemente firme ahí en La Piedra, enfrente de corralizas y nos veíais jugar a todos los primos. ¡Qué tiempos aquellos!- se incorporó mejor en el sofá y miró al techo, intentando recordar. Muchas de las cosas que le pasaban por la cabeza hacía ya tiempo que las había vivido, cuando él era apenas un niño pequeño de no más de 6 o 7 años. - jajajaja - rió - me acabo de acordar de aquella vez que, por estar jugando dentro de casa con una pelota, nos amenazaste con pincharla si no dejábamos de jugar. Nos reímos porque era de gomaespuma y eso no se puede pinchar, pero eso tú ya lo sabías, ¿verdad, yayo? Sí, debías de saberlo - reflexionó en voz alta- porque esperaste a que continuáramos jugando para levantarte del sofá, de este mismo sofá, y cogerla. Seguíamos riendo... ¿Qué le podías hacer tú a una pelota de gomaespuma? ¡Menuda cara se nos quedó cuando cogiste la sierra y la partiste en dos!- soltó una buena carcajada, aunque aquel día no le había hecho ni pizca de gracia ahora tenía que reconocer que había sido una buena jugada. Nunca más jugaron con pelotas dentro de la casa.

Algo incómodo y nervioso se rascó la cabeza, mirándole y cambiando la carcajada por una expresión algo más seria. Miró al suelo después, con la mirada perdida, y bajando el tono de voz comenzó a hablar de nuevo. - Yo... sé que nunca has sido de mostrar mucho tus sentimientos, yayo, pero nunca he tenido dudas de que harías cualquier cosa por tus nietos, por mí. En el fondo yo sé que aun con nuestras travesuras y nuestras rabietas te hacíamos de lo más feliz... ¿a que sí, abuelo? Y yo... yo quiero decirte que te quiero muchísimo, aunque nunca hasta hoy creo habértelo dicho. Posiblemente eso tampoco te sorprenda, siempre has sido muy listo e inteligente. Sí, aunque tú nunca alardeas de nada-.
Entrelazo sus propias manos y las puso sobre su tripa, como hacía siempre su abuelo. Observó durante unos segundos la habitación, la mesa donde tantas partidas de cartas habían tenido lugar, la tele que tantas horas había entretenido a la familia, el estante con la vajilla y el teléfono, una combinación algo curiosa. Y entre copa y copa, una foto, una foto de la familia, yayo, yaya y sus nietos. Un largo silencio se apoderó del ambiente y de pronto...

- Te quiero yayo- dijo justo antes de echarse a llorar. Pero él ya no estaba ahí. No desde aquel día. La misma frase sonaba una y otra vez en su cabeza, una y otra vez, desde aquel día y aún hoy: "No, no voy a ir, es mucho camino y no me apetece nada. Además no me gustan nada los hospitales, ya iré cuando vuelva a casa" pero él nunca volvió.



Quiero dedicarle la entrada de hoy a mi yayo. Hace ya casi 7 años que se fue, pero el recuerdo sigue firme en mi cabeza y en mi corazón, tanto que parece que fue ayer cuando lo vi por última vez. Esté donde esté yo sé que me escucha y me mira, y que vela por mí. Gracias yayo, te echo de menos.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Decisiones, sentimientos y otras cosas.


Todos en algún momento de nuestras vidas tenemos que tomar decisiones. Algunas son más difíciles de tomar que otras, pero normalmente esto no se debe a lo complicado que sea elegir racionalmente una decisión, no. Normalmente la dificultad está más presente cuando se trata de elegir algo que, o bien niega otra cosa de manera absoluta, o simplemente va en contra de cosas que piensas que deberían ser "sagradas". Supongo que una de las decisiones más difíciles es aquella en la que tienes que elegir entre lo que te dice la cabeza y lo que te dice el corazón, porque rara vez van por el mismo camino.

La mayoría de la gente que lee este blog me conoce de sobra y sabe que soy una persona que tiene mucha facilidad para los sentimientos y que suelo intensificarlos hasta límites estúpidos en muchas ocasiones. Para Raúl es siempre todo sobre los sentimientos, sentimientos por aquí, sentimientos por allá, que si no puede evitarlo, que si siempre está igual. Sí, lo sé. Perdonadme, pero no es algo que yo pueda controlar o cambiar. Ya es algo que consiga descargar una ínfima parte de esos sentimientos cuando escribo, cuando toco o cuando canto. Si no fuera por eso, muchas veces pienso que no podría soportarlo. Y no es que sólo haya sentimientos, muchas veces uso la cabeza, sólo que vosotros no podéis ver esas decisiones y esas trifulcas mentales que acontecen dentro de ella. Aún así tenéis mucha razón. Soy un adicto a los sentimientos para bien y para mal.

Hoy ha sido uno de esos días en los que me siento bastante bipolar. Conforme iba avanzando el día me iba encontrando peor, más gris, más atrapado en mi propia infelicidad y mi propio vacío. He intentado sobreponerme, siendo objetivo ante la situación y auto-animándome a mantenerme arriba. Ha funcionado... durante no más de un minuto. He lanzado una "sutil" llamada de auxilio, y gente que sin problemas consigue hacerme sonreír con tan sólo su presencia ha acudido en mi ayuda... y no ha cambiado nada. Por que hoy me asolaba esa soledad maldita, esa soledad que no se llena, esa soledad que persigue a todos aquellos que una vez vivieron una gran historia y hoy no tienen más que recuerdos manchados de nostalgia.
Hoy ha sido tan patético que hasta he dado pena. Pena... qué horrible me siento por haber dado pena.


Y aquí estoy a estas intempestivas horas de la madrugada escribiendo, y no precisamente para deciros lo que nadie esperaba, sino más bien lo que todos ya sabíais. Hoy ha vuelto a pelear dentro de mí la razón y el corazón, hoy he vuelto a pensar contra mis sentimientos y a sentir contra mi pensamiento... y como casi siempre han ganado mis ganas locas de sentir, de ilusionarme, de (¿por qué no?) enamorarme. ¿Por qué? Siempre que mi mente y mi corazón discuten y están casi empatados mi propia mente me traiciona. Mi propia cabeza trae a mi mente el argumento ganador, el motivo porque el que siempre tropiezo con la misma piedra. Una y otra vez, la misma piedra: Ese maldito "¿Y si...?".

Porque el que no lo intenta no puede conseguirlo, y para intentarlo a medias, es mejor no intentarlo. Y por eso mejor ilusionarse y sentir y querer hasta con el último de los poros de la piel... porque sólo así estarás seguro de que vas a darlo todo, de que luego nunca mirarás atrás arrepentido por algo que no llegaste a hacer porque no atreviste, porque pensaste que era inútil, porque no sabías dónde acabaría todo. Y eso precisamente es lo que decidí yo. 
Yo que no sé rendirme, yo que no sé usar el corazón de piedra, porque hasta la piedra cobra vida y siente cuando se acerca a mí. Yo que creo en la ilusión y en la magia, que creo que sentir es lo más bonito y lo más maravilloso que tiene una persona. Yo que adoro mis locuras, mis disparatadas ideas llenas de romanticismo y cariño. Yo, sí yo, aquel que siempre acaba herido y rasgado... pero se levanta porque aunque no sabe dónde le llevará su batalla, sabe que sólo le espera la victoria. Porque luchar por aquello que quieres y sabes que vale la pena, es siempre una victoria.

Yo. Que me convenzo a mí mismo para levantar mi ánimo, que soy capaz de darme alas incluso cuando me las acaban de arrancar. Yo, que odio las mentiras especialmente a uno mismo, que tengo más miedo a la incertidumbre de no intentarlo que al fracaso en sí mismo. Yo, que soy como soy porque alguien será como es y será ideal para mí.
Yo y "me rindo", no somos de la misma familia.

Feliz día a todos. Y cuidado con las piedras si queréis. Yo he tropezado de nuevo, y por alguien así volvería a tropezar una y otra vez.

martes, 12 de marzo de 2013

Llama


Sopla el viento en la montaña,
frío y fuerte, después con pena.
Lloran con rabia las nubes,
grises y opacas, en forma de cruz.
Camina un hombre, reflejo de un niño,
sin rumbo fijo, perdido,
buscando una roca, un árbol, un respiro.
Cualquier lugar que sea un refugio.
Despacio levanta la vista hacia el mundo
y no ve más que un helado desierto
sin más árboles que espejismos,
sin más compañía que sus propios latidos.
Entre sus manos, cortadas del frío,
da impasible cobijo a un tesoro.
Una llama que no quema,
que no cree en el olvido.
Mecidos por el triste viento
caen estrellas de fina nieve,
la llama tiembla, mengua
y a duras penas se mantiene.
Un escalofrío recorre su cuerpo,
cierra los ojos y susurra un segundo
palabras que fueron y ya no son,
palabras que nunca dijo aunque pudo.
La llama no aguanta, la llama se pierde.
Y entonces no lloran las nubes,
lloran los ojos de un niño perdido,
y al chocar el agua con sus manos,
explota en la llama y ésta otra vez prende,
otra vez quema, otra vez siente.
La nieve se ahoga,
el viento enmudece.
El chico camina
jamás se detiene.

lunes, 11 de marzo de 2013

Las malas personas: Alba

Las malas personas existen. Yo conozco una... se llama Alba.

Es mala porque las cosas que hace las piensa, las siente, y sabe perfectamente el efecto que van a tener en los demás. Es más, cuenta con ello, es lo que espera, lo que pretende.
No se preocupa por nadie ni nada, sólo por sí misma. Disfruta del sufrimiento ajeno, y jamás daría un buen consejo aunque le fuera la vida en ello... eso de ayudar a los demás no está en su libro de reglas, eso de tener un corazón no va con ella.

Es mala porque nunca ríe con la gente, sólo de ellos. Destroza personas, destroza ilusiones y sueños, destroza música y mundos... y lo hace sólo por diversión, no tiene un motivo, no tiene un impulso.  Así se siente mejor.
Aunque quizá decir "sentir" es equivocado, porque es tan fría como el hielo, es tan inerte como una roca, tan vacía como su buena fe. 

Esa es Alba y es una mala persona....
Y hoy es el mundo al revés.



Quiero creer.


Quiero Creer

Silencio, y de pronto un grito desgarrado,
una plegaria perdida, un ruego inacabado.
Un puñal de lágrimas que se hiende,
un retorcido hierro candente.
Una oculta verdad a medias
una vida que ya no siente.

Y es que cuando intento olvidar
es cuando más te clavas en mí, 
es cuando más añoro tu voz
es cuando busco qué no te di.

Ruido, y de pronto aparece el vacío,
el querer y no poder, el nacer del triste hastío.
De ideas tres laberintos,
encerrados en sentimientos,
pero ninguno tiene salida
sin el color de tus gestos.

Y es que cuando más pienso
es cuando más siento tu ausencia,
es cuando más falto tu risa
es cuando él late y te ansía.

Yo quiero creer en la magia,
en cosas que no se han visto jamás.
Quiero creer en historias
que con palabras no pueda contar.
Quiero creer en ese día
en que la rosa se abrirá al sol
y al cogerla, suave, del tallo,
no sienta ya su dolor.

Yo quiero creer y creo
que hay un lugar donde ir.
Lo que no puedo imaginar
es que pueda alcanzarlo sin ti.

--;@

viernes, 8 de marzo de 2013

Música

Hoy estaba en clase y entre unas cosas y otras alguien me ha preguntado sobre qué iba a escribir hoy en el blog. Le he dicho que no lo sabía, que de hecho ni siquiera sabía si hoy iba a escribir algo o no. Me han sugerido varios temas, pero es que realmente no se trata de escribir por escribir. Si no hay razones para hablar, si no se siente de lo que se va a escribir, es mejor dejarlo todo en blanco.

Finalmente alguien que ni tan sólo estaba metido en la conversación (o eso pensaba yo) ha sugerido que por qué no hablaba de la música. Música.

¿Cómo podría explicar en unas palabras aquí lo que significa la música para mi? Es tal la cantidad de cosas que para mí engloba la música que veo muy complicado el poder decir con exactitud el valor y el significado que para mí tiene. La música es motivo de ilusión y de tristeza, de sonrisas y de llantos; la música es tensión y tranquilidad, motivación y exaltación... porque por encima de todo, la música son sentimientos. Así es como entiendo yo la música, como una manera de transmitir emociones y sentimientos, de hacer que otras personas se puedan sentir identificadas con esa música, que reconozcan en esas notas estados de ánimos, que encuentren en cada letra un pequeño reflejo de sí mismos. Al fin y al cabo, todos somos personas, y la mayoría de nosotros pasamos todos por cosas muy similares a lo largo de nuestra vida.

La música une, la música crea lazos que de otra manera no se podrían crear, la música recorre el cuerpo sin dejar indiferente a ninguno de tus sentidos. Para mí la música se escucha, se palpa, se saborea, se ve, se huele: La música se vive.

Para mí la música no es beyoncé o el gagnamstyle. Para mí es mucho más música algo así:


Porque cuando alguien canta más con el corazón que con la voz... se nota.

jueves, 7 de marzo de 2013

Una canción


Hay millones de canciones en el mundo, pero sólo hay cientos de miles que sean bonitas.
Hay cientos de miles de canciones que sean bonitas, pero sólo miles te hacen sentir.
Hay miles de canciones que te hacen sentir, pero sólo cientos te llegan al corazón.
Hay cientos de canciones que te llegan al corazón, pero sólo unas poquitas, te hacen llorar, vibrar, y crearte un mundo aparte en el que todos tus sentidos se hacen uno.
Hay sólo unas poquitas canciones que te hacen llorar, vibrar y que crean un mundo aparte en el que todos tus sentidos se hacen uno, pero sólo hay una canción que te hace llorar y reir al mismo tiempo, que te hace vibrar y te crea un hormigueo, que crea un mundo aparte donde todos tus sentidos se hacen uno, que la puedes oir hasta cuando no suena, que la puedes cantar en silencio, que siempre está en el subconsciente de tu cabeza y cuando sale te llena... y tú eres esa canción.

Un metro cuadrado


Otra historia que al parecer escribí hace tiempo. Esta quiero decir que es 100% real. Y así lo conté yo:




Llegó ilusionado, nervioso y un poco cansado. 302km son muchos, pero el los hacia encantado y 300 más que habría hecho si hubiera sido necesario. Se acercó a su puerta, pero no llamó. Ella se estaba duchando y justo cuando terminó le sonó el móvil. "Me muero por abrazarte...puedes salir para que pueda hacerlo?"
Así empezó el día.
Un tranquilo paseo por los parques, caminando juntos. Él, nervioso, le mira la mano fugazmente y ella, que le conoce como nadie, la extiende un poco y comienza a jugar con sus dedos. Caminan un rato, hace un día bonito...o eso le parece a él. Se paran en un parque y se sientan, se abrazan. Fuerte y con un cariño inmensurable. Hay mucha gente paseando o jugando con niños, ninguna persona conocida, pero nadie lo duda ni un instante: Esos dos se quieren.
Una comida tranquila con la familia de ella, una comida sabrosa. "Como sus labios", piensa él. Nada más terminar ella se va a cambiar, van a ir a la ciudad a cambiar un jersey azul y no quieren perder el autobús de las 16.30.
Impaciente y tranquilo al mismo tiempo él la espera en la cocina, de pie, únicamente pensando e intentando imaginar qué se habrá puesto.
Se oye el ruido de los botines al bajar las escalera, se gira hacia la puerta y la ve. Por un momento se le nubla la mente, mira pero no ve, oye pero no escucha.
No es capaz de articular palabra, está preciosa, es perfecto, es impresionante. Se mira a si mismo, él con su camisa y vaqueros, con su jersey negro. Y ella...ella...
No puede pensar, no puede acabar la frase en su cabeza.
"vamos, perderemos el autobús"
"s-si.."
Salen a la calle, a penas han dado unos pasos y él tan sólo puede decir "estás increíble, preciosa.".
Se quiere morir, tiene delante de si la chica de su vida, la persona a la que ama, la que más quiere, la que más le importa, está vestida con el mejor traje del mundo, está radiante, preciosa, espléndida...y él sólo es capaz de decir "estás increíble, preciosa."
Quizá porque caminan lento, quizá porque él no tiene prisa por caminar, o quizá porque él está totalmente perdido...en ella, llegan tarde a la parada del autobús. Lo pierden, pero se quedan en la parada esperando pacientemente. Se abrazan de nuevo, es indescriptiblemente agradable la sensación que eso les produce, se besan, mejor aún.
El autobús pasa, se suben y viajan a la ciudad. Un trayecto corto, aparentemente intrascendente. Para él es simplemente ideal. Está a su lado, eso es lo que importa y sólo así él es feliz.
Llegan a la ciudad y se apean, se cogen de la mano por instinto y caminan hablando hacia la tienda. Ya ha atardecido y la ciudad, pese a estar bien iluminada, deja ese toque de nocturnidad y oscuridad que hace que ella todavía brille más. Él la mira mucho, ella o no se da cuenta o hace que no lo nota. Van caminando, hablando de cosas alegres y casi sin darse cuenta llegan a la tienda. Es grande, muchos pisos y ellos van al cuarto. Sólo al cuarto.
Coge ella un par de jerseys azules y se va al probador. Él, inocente, se espera fuera. Pasan unos minutos. "Está tardando mucho.." mumura él. Se acerca al probador donde ella se ha metido y espera delante, mirando a la puerta. Ella abre un poco la puerta y se asoma un poco. "Pasa, si no no podrás decirme cuál me queda mejor.
Él entra y cierra la puerta. Se gira y se vuelve a perder...en ella. Sólo un metro cuadrado, no hay nada más allá. Sólo ese pequeño cuarto, sólo ese metro cuadrado. Está totalmente absorto. Él sigue perdido y ella sonríe y se lanza sobre él.
Nadie sabe como fue exactamente. Fue bonito, fue mágico, fue genial y puro. Besos y caricias, seguro. Pero nadie sabe cuanto duró. Ella no quiso contar el tiempo, él simplemente no lo vio. Quizá fue porque no pudieron verlo, quizá...porque no había en ese momento.
El camino de vuelta pasó rápido o quizá eso le pareció a él. Estaba "dolorido" de la espalda. Esa maldita altura y tanto tiempo caminando y en el coche lo habían destrozado.
Llegaron a casa y se puso a reposar la espalda con una almohadilla. Se hizo algo tarde y se quedó a cenar.
Dicen que el siempre come así de lento, yo tengo mis dudas, pero el caso es que para cuando acabó él de cenar era tan tarde...que se tuvo que quedar a dormir...una noche...una noche en que dejó de ser el chico a 302km, una noche que le convirtió por un día en el chico del cuarto de al lado.Y por primera vez tuvo un beso de buenas noches diferente, real, especial.
Pero no adelantemos acontecimientos, que algo queda aún por contar.
Una noche sin luna, digo, sin más luna que su mirada, sin más estrellas que sus ojos. Salen a dar un pequeño paseo. No hace frío. Y si lo hacía, él no lo sentía.
Se paran cerca del coche de él, tiene que coger algunas cosas. Se miran, se abrazan, se besan.
"bailas?"
Sonríe ampliamente, le mira enamorado.
"por supuesto" responde ella, devolviendo la sonrisa.
Juro por todo lo que conozco que no había ningún ruido, o al menos ninguno que pudiera él oír. Nada. Un metro cuadrado, sólo uno..donde estaban él y ella, donde estaba comprimido todo su amor, el suyo y todo el que flotaba, que se veía atraído.
De pronto, comienza él a tararear mientras bailan.
"tarararará, tata, tata...tarararará ,tata, tata...."
Ella le sigue. Ya no hay nada en el mundo...nada, sólo ese metro cuadrado, sólo ellos dos, y no necesitan nada más. Son uno, unidos por cada uno de los sentidos. Se miran, se sienten, se respiran, se saben, se escuchan sus corazones....se aman.
No hay nada, sólo ese metro cuadrado, donde están ellos, sólo ellos, y su amor. ¿No hay tiempo? Sí...todo el del mundo.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Sorpresa


Esta historia la escribí el 19 de Noviembre de 2009 y hoy por casualidad me he cruzado con ella y la he leído. Me ha gustado, quizá porque es mía, porque fue trozo de mí. Aquí os la dejo.



"Ya voy, ya voy..." dice él, mientras deja la taza del desayuno y se dirige al telefonillo. Son las 11.00 de la mañana y se acaba de levantar. "¿Quién será? joder..."
Descuelga el telefonillo, pone voz de sueño con intención de hacer sentirse culpable a cualquiera que lo esté molestando
"¿Sí?"
"Raúl, tio. Soy Carlos, ábreme que tenemos que hablar, es importante" Es su mejor amigo, es raro que venga a verle, será algo muy importante.
"Claro, tete, te abro. No subas muy rápido, tengo que taparme, no quiero que te enamores de mi."
le oye reir, y cuelga el telefonillo.
Abre la puerta, la deja entornada, y se dirige al baño a lavarse los dientes. Después busca unos vaqueros cualquiera y se embute en ellos. El torso al descubierto, hace calor.
Llaman a la puerta.
"Está abierto, tio, no lo ves?"
Vuelven a llamar.
"Carlos, en serio, estás tontito, eh? Pasa que estoy acabando el desayuno".
Y de nuevo, llaman a la puerta.
Él, por un momento, se queda inmóvil. Se queda petrificado. Y de pronto, como si le hubiera dado una descarga, se levanta a gran velocidad y corre hacia la puerta. Sí, no hay duda, sino le abren no entra....
Es ella.
Está ahí, en la puerta, con una sonrisa que ilumina, con una mirada que brilla. Él, abosorto en ella no puede decir nada, siempre le pasa igual. Una lágrima empieza a caer por su mejilla, y la abraza con fuerza. "¡Hola mi vida!" Es lo único que acierta a decir.
Levanta la cabeza un poco, lo justo para ver a su amigo Carlos pasar por el corredor de la escalera hacia el siguiente piso, guiñándole un ojo y levantándole un pulgar.
Él sonrie. Él es feliz.
Le ensaña la casa. Ella nunca, nunca ha estado allí. Ella está radiante, sonriente. Él nervioso, va explicándole las cosas de la casa. Deja su habitación para el final.
Entran en su cuarto. Está ordenado, para variar. Dos estanterias con libros, un sinfonier, y un armario. Y pegado a la pared, una litera.
"Yo duermo arriba..."
Señala con el dedo al trozo de pared que está justo encima de su cama. Señala al anillo que le cogio aquel único día que ella estuvo en Valencia, cuando todavía no estaban juntos. Señala los dibujos que ella le ha hecho, las cartas que le ha escrito, señala el poster gigante de los dos...y señala la rosa de peluche que le regaló un San Valentín y ella pregunta "Y eso? porque lo cuelgas también de la pared? se puede caer"
Él la mira, se pone un poco colorado, y mirando a la rosa, sonrie por dentro, y por fuera. "Todas las noches, cuando me voy a dormir, está ahí, y la beso, quiero pensar que es besar una parte de ti". Se sonrien, se miran, se hablan sin ningún sonido, se sienten, se quieren.....se aman.
Después de la comida, se la lleva a dar un paseo, van cogidos de la mano por el cauce viejo del rio, ríen y se abrazan, de vez en cuando se besan, hay un montón de gente, y todos quisieran ser ellos. Se tumbán en el césped, mirando al cielo.
"Eso de ahí es un corazón" dice él señalando a las nubes
"no es cierto, cariño, es una patata..." dice ella entre risas.
Él la mira, un poco perplejo, vuelve a mirar hacia el cielo, se pone las manos detras de la cabeza y dice: "Está bien, es una patata. Y yo tengo una en el pecho que sabe a ti".
Se miran de nuevo, se sonrien, se sienten, se besan.
Hay poco tiempo. Ella ha hecho un viaje a su ciudad, pero sólo es un día y el tiempo no se detiene por ellos.
La coge de la mano y la levanta. "Nos vamos, ya casi es la hora" dice él mirando hacia la izquierda.
" La hora de qué?" pregunta extrañada.
"Ya lo verás"
Sin más palabra, se la lleva.
Le hace parar, le venda los ojos. "No puedes mirar. Espera, pararé un taxi"
La mete en el coche al cabo de 10 minutos,
"A donde?" pregunta el conductor
Él le coge a ella de la mano, la acaricia suavemente y responde "A donde el tiempo deje de correr".
Ella se queda confundida, pero se tranquiliza un poco al oir al taxista decir "Como mande, señor". Parece divertido.
Quizá sea casualidad del destino, pero en cuanto el coche se pone en marcha, comienza a sonar su canción. El camino es corto, poco más de quince minutos. Se acarician, se besan, se miman...él la mira...y ella...le imagina.
Se apean del coche, y él le ayuda a caminar. Al poco le frena. "Quítate los zapatos"
"Que qué? Ni hablar, que los pierdo" Protesta ella entre risas.
"Si no te los quitas, tendré que hacerlo yo..." Dice él mientras mueve su mano desde el costado de ella hacia abajo, caminando por su cuerpo.
"Vale, vale...voy" Se los quita.
Él la coge en brazos, ella no protesta. ¿De qué le iba a servir ya? Pasan unos segundos, avanzan despacito.
"Ya es la hora, cielo" dice él.
"Ahá...la hora...¿de qué?" pregunta ella mordiéndose un poco el labio, sin saber que esperar.
"Del más bonito atardecer de nuestra vida" dice él, mientras le retira la venda despacito.
El sol a lo lejos, cayendo casi del todo, tan tan tan cerca de caer, que su reflejo en el mar hace casi de espejo. El cielo antes azulado, ahora está oscureciendo, dejando tonos anaranjados en las nubes que se ven desgarradas suavemente por los rayos del sol. La deja sobre la arena, estan al borde del agua...las pequeñas olas van y vienen, besando sus pies. No hace ni frio ni calor, pero la suave brisa que viene deja una agradable sensación en la piel.
Ella no dice nada, él tampoco. Sólo contemplan la inmensidad del mar y del cielo, mirando donde se juntan, donde se mezclan.
De pronto, el se agacha hasta el suelo, y con su dedo dibuja un corazón en la arena, "pRoMetidoS" escribe él dentro.
Se levanta y se miran, se sonrien, y de pronto una ola golpea sus pies, y borra el mensaje en la arena. Ella pone cara triste. " jolín, se ha borrado".
Él sonríe, la mira, y contesta: "no lo ha borrado, se lo ha llevado el mar...donde el tiempo no lo pueda encontrar.".
Se miran de nuevo, se acercan, ella le acaricia la cara. Le besa, la besa, se besan....Y se vuelven a amar....y se amarán...más allá del tiempo.

martes, 5 de marzo de 2013

No hay más

Estaba convencido de que iba a escribir un poema, de que todas esas cosas  que no alcanzo a entender pero que siento iban a ayudarme a crear algo especial, algo digno de ti. Pero me hallo frente a una página en blanco, incapaz de encontrar las notas que hagan sonar tú música, incapaz de pintar los trazos que semejen tu figura, incapaz de encontrar las palabras que escriban la historia de lo que sólo tú me inspiras.

Es complicado, me siento como en un mar de rosas, donde mires donde mires ves belleza, pero al intentar tocarla te pinchas con sus infranqueables espinas. Pero yo no puedo conformarme con mirarte. Simplemente no puedo.


Eres mi último sueño,
el amanecer que deseo.
Eres paseo nocturno
bajo un manto de estrellas,
esa canción marcada
por un silencio que suena.

Eres paloma blanca
que en mi alma reposa,
la hiedra que poco a poco
en mis cimientos se enrosca.
Eres lluvia en el desierto,
roca candente del volcán
y tu mirada es el fuego
que hace mi corazón palpitar.

El reflejo de mi propio ser
en dos finas esmeraldas.
La sal que hace distinto
el agua del mar y mis lágrimas.
Eres aquello que existe
y que nadie ha visto jamás,
el secreto mejor guardado
de la magia que no quiero olvidar.

Siendo tú tanto y yo tan poco,
siento que por fin llegué al final.
Has llegado sin yo buscarte.
Has llegado y no te irás.

No hay más camino que el que a ti me ha llevado,
ni más fracasos que los que me han empujado aquí.
No hay más razones que las que mi corazón grita
no hay más razones... porque no hay un sin ti.

¿No es curioso? Al final has acabado por meterte tanto en mí, te has filtrado tanto en mis ideas y mis sentimientos que incluso cuando yo creo que no voy a ser capaz de hacer algo, llegas tú y rasgas mi miedo, disipas mis dudas y tomas el control de mis sentimientos, recordándome porque eres tú y no otra. Porque no hay otra. Y después agarras con suavidad mi mano, y apoyas dedo con dedo, para hacer de mis confusas ideas, un poema que sólo tú yo entenderemos.

Impresionante.

--;@

lunes, 4 de marzo de 2013

Sentimientos - Desvaríos

Ahora mismo y pese a la hora que es tengo esa sensación dentro de mi cuerpo que me da ganas de escribir. Es una sensación muy extraña, me siento como si estuviera lleno de algo, pero vacío al mismo tiempo porque eso que siento necesita de una tercera cosa para poder transformar esta ansiedad en tranquilidad, este miedo en valor, esta indecisión en seguridad.
Son muchos sentimientos arremolinados en mi interior, que aunque en base son en su mayoría sentimientos poco positivos, tienen el potencial de convertirse en algo inmensamente mágico y sin igual.
Con el tiempo he llegado a entenderme un poco más a mí mismo y ya he aprendido a convivir con la idea de que soy una persona que siente todo multiplicado por diez. Por eso me enamoro tan rápidamente, por eso en poco tiempo soy capaz de sentir por alguien lo que quizá muchas personas serían incapaces de sentir en años.
Sí, lo sé... todo el mundo piensa que lo que ellos sienten/hacen/dicen es lo mejor y lo más grande. En verdad yo no opino que mi "manera de sentir" sea la mejor, aunque estoy orgulloso de ser como soy. 
¿Por qué digo entonces que que soy capaz de sentir por alguien cosas que otros no podrían jamás? Posiblemente porque tengo la sensación de que sentir algo más fuerte que lo que yo siento, por pequeño que fuera ese incremento, significaría superar los límites de la realidad.

Es increíble la velocidad y la sensibilidad que tiene mi corazón para cambiar de estado.
Cuando he empezado a escribir esto me sentía abatido y ansioso. Mi corazón estaba gris, o más bien no estaba, pues a penas me había percatado de él. No han pasado ni cinco minutos y tan sólo de escuchar tu voz una vez más he podido sentir como de repente toda la atención de mi cerebro se dirigía al corazón porque de repente había dado un vuelco, había latido con una fuerza inusual durante unos segundos, se había encogido al escucharte y ahora se dedica a ignorar las leyes de la biología para ponerse a bailar al compás de tu melodía en lugar de latir a su propio son. Creo que le gustas tú más.

Y aquí estoy, ya sonriente y pensando que es mágica esa sensación que tú causas en mi, capaz de hacerme volar cuando creía que había perdido las alas, capaz de hacerme soñar cuando camino despierto, capaz de transformar mi ansiedad en ilusión. 
Sé muy bien que puede sonar a tópico, pero no me importa. No me importa porque yo sé cuánta verdad hay en estas palabras cuando digo que aunque es cierto que soy enamoradizo y que he sentido cosas parecidas antes... ninguna había sido igual que esta. Tú llegas a mí de una manera que no había conocido hasta ahora, tú me transmites grandes cosas cuando hablas, cuando callas, e incluso cuando no sé nada de ti. 
Por ti creeré una vez más en los cuentos de hadas, por ti creeré más en un final feliz. Por ti... todo.

Puedes tener ganas de comerte el mundo, puedes estar dispuesto a cualquier cosa, a vivir la aventura de tu vida, a liberarte de todas tus ataduras y enloquecer de libertad, lo que sea.... y para algunos puede que sea diferente, pero para mí no vale la pena hacerlo solo. Yo quiero que >Tú< estés ahí conmigo.