lunes, 30 de diciembre de 2013

Tonto, ven

Estaba sentada en el sofá de casa, observando tranquilamente la colección ingente de CD's que había en la estantería del salón. Siempre le había gustado perder la mirada en aquella hilera de títulos musicales varios. Había tantas canciones en esos CD's que le traían tantos recuerdos. Su mente se perdió en la música de su cabeza, comenzó a imaginar notas y melodías en su mente, como quien piensa en cualquier cosa. Y de pronto... el móvil la despertó de su ensueño.

"Creo que tienes una carta en el buzón, deberías mirar" decía el mensaje que acaba de recibir. Sonrió y negó con la cabeza, le había pillado por sorpresa, pero realmente, tratándose de él... ¿Cómo podía estar verdaderamente sorprendida? Se abrigó y se recogió el pelo en una rápida coleta, bajó las escaleras hacia el portal de su casa y caminó despacio hacia la entrada donde se encontraban los buzones. Al deslizar la mano en el buzón pudo notar el papel, y notó que ni siquiera había sobre. Era simplemente un folio doblado con una carita sonriente como única señal del remitente.

No sé hasta qué punto puedo sorprenderte con algo así, pero de igual manera tenía que hacer esto, no podía venir a tu ciudad y no dejar un recuerdo. Como ves, no hay sobre, así que ya sabes que he sido yo mismo el que ha puesto la carta ahí. La cosa es...¿La he puesto hace rato, o la acabo de poner y sigo por ahí cerca esperando a que quizás te ablandes y me escribas para decirme "Tonto, ven, pero sólo un rato"? Quién sabe, ¡soy tan impredecible como un papel empujado por el viento!
O en verdad no.

Sé que esto es hacer trampas, que tú tenías tus cosas y compromisos y que yo estoy aquí robándote tiempo haciéndote leer mis tonterías y con mis ideas de última hora. Pero no puedes culpar a un tonto por hacer tonterías, somos así.

En cualquier caso, el año termina, y no podía dejar que acabara sin decirte lo mucho que agradezco el haber podido conocerte y formar parte de tu vida...

Y continuó leyendo, con paciencia, saboreando cada una de las palabras que él se había tomado la molestia de dibujar en aquel papel, un papel que había hecho 400km para ser leído. Y a medida que iba leyendo, la sonrisa de sus labios fue acompañada con la sonrisa de su mirada, y no porque aquel chico escribiera como nadie, ni porque aquel chico le escribiera las cosas más bellas que había leído jamás. Simplemente sabía que de la primera a la última palabra que él escribía, era tan sentida y tan sincera como la vida misma.
Terminó de leer la carta, ahí de pie al lado de su buzón, mordiéndose el labio inferior y negando con la cabeza, pensando en la sublime paliza que le daría ahora mismo si lo tuviera delante. Y aún con todo, cogió de su bolsillo el teléfono y escribió "Tonto, ven, pero sólo un rato". Y esperó.

Escuchó una voz proveniente de detrás del pilar. -Tienes razón, soy tonto, pero aquí estoy-. Y saliendo de su cercano escondite se acercó a ella intentando no sonreír demasiado, intentando no emocionarse en exceso, intentando no irradiar felicidad como si fuera un árbol de navidad lleno de lucecitas. No pudo conseguirlo.
Sus ojos le atravesaron sin querer, de una manera firme pero suave, haciéndole vacilar en los últimos pasos que les separaban. Y entonces... ella se acercó veloz y le asestó un puñetazo en el hombro. -Coche amarillo- dijo señalando hacia la carretera.
Él se giró por instinto, ella aprovechó la distracción, y cuando se dio la vuelta después de identificar aquel coche que había motivado el amistoso ataque, se encontró con un abrazo de esos que se sienten como quien lleva una vida esperando, de esos que no se dan mejor ni con 100 brazos. Un abrazo de esos que deja salir un suspiro del alma, como el que encuentra algo después de buscarlo durante mucho tiempo.
-Pero recuerda, tengo compromisos, así que sólo será un rato- dijo ella agitando el índice en señal de aviso...

Y según a quién le preguntes, aquel rato fue una pequeña hora, o una eternidad; fue un pequeño encuentro o un sin fin de recuerdos llenos de risa y felicidad; fue tan sólo un rato... o fue el mejor regalo de navidad hecho tiempo.


  

sábado, 28 de diciembre de 2013

Y despertó

Se dejó caer en el sofá como el que llega a casa después de un largo día, extenuada, desganada. No sabía cómo había llegado a aquella situación, en teoría las cosas le iban bien, tenía un trabajo, tenía un buen sitio donde vivir, contaba con la compañía de su gran amiga Elle, y  estaba aprendiendo mucho. 
Se abrazó al almohadón solitario del sofá y flexionó las rodillas para poder apoyar la cabeza en ella. Mirando al infinito, mirando a ningún sitio, a cualquier punto en blanco de la pared o del amueblado.

Pensó que estas últimas semanas había estado con mucha gente que le había hecho reír, que le había hecho pasar momentos divertidos. Pensó que había tenido tiempo de ver películas y series tranquilamente tumbada en su cama, un placer sin duda. Pensó también que había salido por ahí, a divertirse, que mucha gente le había mirado, que mucha gente le habría seguido. Pensó que había estado viviendo una vida nueva y que la estaba disfrutando, que las cosas le estaban yendo bien. Y era verdad.
Entonces ¿Por qué de repente se sentía así?

"Será un día tonto" pensó para sí misma. "Mira que rallarme ahora por eso". Y se mordió el labio inferior. Y al hacerlo, de golpe, acudieron a ella mil sensaciones diferentes. Y recordó que con él la risa era una risa distinta, que los momentos divertidos calaban aún más, que las películas parecían mejores en su compañía, y que su manera de mirarle no la tenía nadie más. Recordó la sensación de tenerle cerca y no poder besarle, esa mirada cómplice y ese morderse para ahogar un beso. Recordó la sensación de sus manos en su espalda dibujando sinsentidos, en su pelo jugando a enredarlo sin más, en su cara deslizándose justo antes de volverla a besar. Recordó el calor de su cuerpo en pleno invierno, la sonrisa que deletreaba felicidad. Recordó aquello que hace que la vida sea un poco más vida... y quiso poder volver atrás. Cogió su teléfono, decidida, y mientras volvía a morderse el labio escribió: "ojalá estuvieras aquí".


Sonó el despertador, y entre sábanas vacías, él despertó.

martes, 24 de diciembre de 2013

2013 is over


Este año ha sido un año muy completo y lleno de grandes cosas. Este año es un año en el que he aprendido mucho y he ganado aún más. El 2013 ha sido posiblemente uno de los años más importantes de mi vida por todas estas cosas, y sólo me cabe esperar que para todos vosotros también lo haya sido...y que el 2014 sea aún mejor. =)

Feliz Navidad a todos, a mis amigos, a mis amigas, a mi familia e incluso a aquellas personas que sólo he visto una vez en mi vida. ¿Y por qué no? Feliz navidad también a todas aquellas que no he conocido ni visto y no veré jamás. 
Es una pena que tengamos que esperar a la navidad para tener noticias de algunas personas que nos importan, es una pena que tenga que ser en estas fechas cuando muchos se atrevan a abrir su corazón y decir a sus personas más cercanas todos los sentimientos de cariño y amor que han estado sintiendo durante todo el año. ¿Tan difícil es decir lo que se siente de vez en cuando? ¿Hace falta esperar a que sea navidad, momento en el que todo el mundo dice esas mismas palabras y terminan por sonar un poco huecas? Yo creo que no.

Y es por eso que no estoy escribiendo esto porque sea navidad, sino porque termina el año, este 2013 maravilloso. Este 2013 en el que por fin terminé la carrera al completo, y nada menos que con una media de notable y un trabajo de final de grado de 9. Este 2013 en el que mi hermano, mi muy querido hermano, se casaba con Lucía, y yo tenía la oportunidad de exponer delante de toda la familia todo lo que mi hermano significa para mi. Un momento irrepetible y que quedará grabado en mi cabeza por siempre.
Un 2013 en el que he aprendido a vivir sin depender de una sola persona, a distanciarme del sufrimiento por amor de una manera más que saludable. Un año en el que he estrechado fuertemente los lazos con algunas amistades y he compartido grandísimos momentos con ellas.
Sin duda ha sido un año tremendamente especial. Un año en el que he escrito más poemas de los que había escrito nunca, y he compuesto canciones como no habría soñado jamás que llegaría a componer, y un año en el que he he podido compartir todo eso y mucho más con mucha gente gracias a este blog.
Pero sin duda alguna, lo que más me ha llegado de este año, lo que más riqueza ha llevado a mi ser... ha sido la gente nueva que he conocido. He conocido gente estupenda en sitios y de maneras que no me habría imaginado jamás.
He conocido a una chica estupenda que me hace reír como pocas personas, que es un trozo de pan, que desde el primer momento supo ayudarme a sonreír.
He conocido a un grupo de personas que son mucho más que una querida panda de frikis, que saben como hacerme pasar unos ratos geniales, que siempre me reciben con los brazos abiertos y siempre hacen que me quede con ganas de más en cada viaje.
He conocido, mejor dicho, re-conocido a una chica que ha compartido conmigo momentos tan especiales y únicos que está prohibido para las palabras el intentar contarlo. Que ha sabido, a pesar de mil dificultades, tener paciencia infinita conmigo y, honestamente, brindarme algunas de las mejores noches de mi vida. Una chica que me ha hecho reír y llorar, temblar y soñar. Una chica que creó ilusión en mi sonrisa, y a la que echo de menos hoy y cada día.
Y por último, por último...
Te conocí a ti, por arte de magia, por fruto de mil casualidades y mucha suerte. Te conocí a ti, capaz de transmitirme sentimientos a través de tu voz y tu expresión, capaz de hacerme crear textos tan cargados de sentimiento y tan geniales que soy incapaz de volver a leer sin que se me ponga la piel de gallina. Te conocí a ti, rara como ninguna, distinta e impredecible, un puzzle de infinitas piezas que no quiero terminar de montar jamás.
Te conocí a ti, amanecer.


Y por eso.. despido el 2013 con una lágrima en la mejilla y una sonrisa en la boca.. y espero que el 2014 sea como mínimo, la mitad de especial.






sábado, 21 de diciembre de 2013

Only know you love her...


Llevo tiempo sin escribir, y el motivo es incierto incluso para mi. Quizá sea que mi alma ha perdido la pluma y  mi corazón el tintero; quizá la inspiración haya huido de mis manos para buscar nuevos lugares; o quizá aquello que siento para escribir está rodeado de una capa de oscuridad tan profunda que inconscientemente lo aíslo en lo más profundo de mi ser para jamás vea la luz del sol. ¿Quién sabe? En esta vida ocurren tantas cosas, muchas de las cuales ni siquiera formaban parte del plan, muchas de las cuales no tenían carta en nuestra baraja...pero en explicablemente ahí están.

Pero en fin, llegados a este punto, lo mejor será explotar, dejar sangrar las heridas para que salga la ponzoña que encerraron las prematuras cicatrices. He querido, mucho y muchas veces, he querido tanto y tantas veces que hasta a mi me resulta graciosa la noción de que tanto sentimiento haya cabido en un sólo corazón... y no sería la primera vez que me he llegado a preguntar si eso era posible, si realmente podía haber amado tanto y tantas veces... o si realmente es que no he amado nunca.
Son cosas que uno se pregunta, pero cuya respuesta no se encuentra en ningún sitio que no sea uno mismo, en el corazón.

Yo he buscado ahí adentro.
Yo me he armado de valor y me he adentrado en sus profundidades.
Yo me he lanzado al vacío de sus abismos.
Yo he navegado hasta la más oscura de sus simas. 
Yo he atravesado hasta la última de sus murallas...
y he dejado todo explotar en mí una  vez más.

He sentido de nuevo el dolor de cada hasta luego, el amargor final de cada beso de despedida. He sentido como mi garganta me ahogaba en un vacío suspiro por cada noche que deseé con todas mis fuerzas que amaneciera a mi lado. He sentido un gran agujero en el pecho como el que sentía con cada evocación de su recuerdo y he sentido como rodaban mis lágrimas por la arena de mis mejillas con cada paso que se daba en dirección opuesta el uno al otro...
Pero también he saboreado la dulzura y pasión de cada beso de reencuentro, el fuego interior de cada momento de locura y desenfreno. También he dibujado sonrisas que creía olvidadas, que sólo tenían por motivación el tenerla sentada al lado. He oído a mis ojos hablar de ilusión y ganas de luchar, les he oído gritar canciones que salían del alma, segundos en los que se erizaba mi piel.

Y si todo eso es lo que he sido capaz de sentir con tan sólo los resquicios de lo que un día fuera o no fuera amor... entonces perdonadme si afirmo ya sin dudarlo, que querer he querido tanto como amar un hombre puede. Fuera a quién fuera, y tantas veces como mi corazón haya decidido que tocaba.

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Y nunca se borra. Porque en mí vive algo más que el recuerdo, en mí subsiste algo más que unos ojos en la memoria, más que unas palabras o un beso en un tobogán, más que una esclava con el mote más absurdo del mundo, más que una canción que nunca volvió a sonar igual para mí, más que una luna o unas estrellas, más que una escena final de una película que ahora mataría por volver a ver. Es mucho más... más que unas cenizas que con cada bocanada de viento se esparcen más y más lejos. 
Es un cálido fuego azul que nunca se extingue, es algo tan único en mí que se aferra a mi vida eternamente, dispuesto a quedarse ahí hasta que quizá algún día alguien quiera rescatar lo que nunca terminó.
¿Que por qué? Muy sencillo... porque todas esas personas han marcado en mi un antes y un después de alguna manera, porque he cogido de ellas algo que me ha hecho ser diferente, han escrito a -fuego- en mi piel y mi alma cosas que nadie más podría haber escrito.
Y por eso siempre estarán ahí, latentes, de una u otra forma.

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No tengo que dar explicaciones a nadie. Pero me apetece decir... QUE ME ENCANTA QUERER. Lo adoro con todas mis fuerzas, me encanta pensar en alguien de esa manera distinta, idear mil y una maneras de conseguir hacerle sonreír y romper mi cabeza en puzzles complejos sólo para elegir qué sorpresa le podría gustar más hoy. Simplemente, me encanta, porque eso es lo que soy, y es como mejor me siento. Y eso, eso no lo voy a cambiar por nadie jamás, y si por alguna razón alguna vez fuera distinto.. que se sepa ya, que será simplemente porque me deje a MI de encantar.

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"Y si estuviera condenado a eternamente vivir en un perseguir y no conseguir... que sea porque simplemente no pudo ser, y nunca porque no perseguí bastante aquello que quería."

domingo, 1 de diciembre de 2013

Frío

Muchos decís que hace frío, frío de ese que te cala en los huesos sin importar cuántas capas de ropa lleves. Decís que estando en casa, aún abrigados con el batín y una manta, tenéis las manos congeladas y os cuesta hasta teclear correctamente.

Oigo también a otros hablar sobre un frío que te hiela las ideas, que te enfría las ganas de salir a la calle por miedo a que el frío se abra paso a mordiscos hasta lo más profundo de uno mismo. De un frío tan profundo que no se salva de él ni el fuego, que tiembla y tirita de frío en los rincones más helados del país.

También he escuchado algo de un frío más poético, de ese que nace en las escarchas heladas de un corazón que no quiere sentir, o de un frío de un invierno eterno que sólo anida en vuestros corazones. Alguno ha ido un poco más lejos, y le he visto comentar sobre el frío que quema, un frío tan voraz y agresivo que hasta los témpanos lo temen.

Basta ya. No es que no os crea. No es que dude de vuestra palabra y de lo que vosotros llamáis frío. Todos tienen frío, lo sé. Pero a mi no me lo digáis, no se os ocurra hablar del frío delante de mi. No se os ocurra, porque realmente no sabéis de qué habláis. Y no lo sabréis... porque no habéis pasado una noche con ella y sufrís ahora su ausencia.


~Always

jueves, 21 de noviembre de 2013

Aprender

"Aprender se aprende todos los días. Otra cosa es que a la hora de la vedad recuerdes lo que un día aprendiste"

Ésto es lo que he escrito este mediodía en mi estado de Facebook. No sé si venía a algo en concreto o simplemente lo he puesto porque se me ha ocurrido así, el caso es que parece a bastantes personas les ha gustado la frase. Y entonces me he dado cuenta de que quizá la frase sea más certera de lo que imaginaba...y me he puesto a pensar, a divagar.

¿Cuántas veces volvemos a caer en la misma piedra? ¿Significa eso que no hemos aprendido nada esa vez que caemos? No, significa que lo aprendemos en el momento, pero que cuando vuelve a ocurrir una situación similar... simplemente no recordamos (o no queremos recordar) lo que aprendimos en su día... y así volvemos a caer.
O ¿quién sabe?, quizá sea simplemente que nos negamos a admitir que la situación es similar o la misma. Quizá nos negamos a recordar ciertas cosas que aprendimos, simplemente porque queremos con todas nuestras fuerzas que el resultado de la operación sea distinto esta vez. Porque tenemos ilusión y esperanzas de que sea así.

Lo que me hace replantearme lo de que "el ser humano es el único ser que tropieza dos veces con la misma piedra". Yo ahora diría más bien.. "El ser humano es el único ser capaz de luchar y pelear contra todas las probabilidades y estadísticas simplemente porque tiene la capacidad de ilusionarse, de soñar, de tener esperanza" Y sinceramente, si lo ves así, ya no te sabe tan mal que estén esas piedras, que vuelvas a caer, que seas tan humano, ¿verdad?.

En fin, aprender es algo que va con nosotros, así como lo es olvidar. Hay cosas que nunca olvidamos, lecciones que marcan tanto que no hace falta volverlas a repetir. De 10 cosas que aprendes, quizá no vuelvas a caer en 1.

Yo de ti he aprendido, de esas que no olvido. Gracias.


domingo, 10 de noviembre de 2013

Mi gran tesoro


Me gustaría dedicar hoy mi entrada a todos y todas las personas que día a día están ahí, aunque no les pregunte, aunque no les oiga, aunque ni siquiera hablemos de continuo... pero que a la hora de la verdad, sea cual sea esa hora, siempre responden a mi llamada, incluso si no llego a hacerla.
A todos ellos, gracias.


No todos los amigos son iguales, y con esto quiero decir, que no todas las relaciones de amistad se crean y sustentan de la misma manera. Hay amigos con los que te hablas casi a diario o cada poco tiempo al menos, y otros con los que hablas sólo de vez en cuando. Hay amigos con los que siempre estás riendo y siempre (o casi siempre) estáis de acuerdo, y otros con los que tienes roces y discusiones en ocasiones. 
No es más fuerte una amistad que otra sólo porque haya más días al mes en los que os veáis. Hay amistades que son de otra forma, que perduran en el silencio y la distancia durante mucho tiempo, meses incluso, hasta años... y que en un momento dado, si lo necesitas, esa persona estará ahí para ti como si no hubiera pasado ni un día desde que os disteis el último abrazo. Porque eso es la amistad.
No es más fuerte una amistad que otra sólo porque no haya roces ni discusiones. Hay amistades con las que a veces chocas, porque existen las opiniones diferentes. A veces incluso se puede llegar en el calor de una discusión a alzar la voz, a decir alguna tontería, pero igualmente, incluso si acabáis de tener una de esas discusiones, si lo necesitas, esa persona se tragará su orgullo, ni siquiera pensará en él, y estará ahí para lo que sea. Porque eso es la amistad.

Hay amistades que se forjan en cuestión de días, y amistades que se forjan en cuestión de años. Ninguna es mejor que la otra. Simplemente a veces pasa que conoces a alguien que en seguida se gana tu confianza y tú la suya, y otras veces necesitas que ocurra algo para darte cuenta de que una persona realmente debería ser tu amiga, que puedes confiar. Lo que realmente importa es que desde que el momento en el que se crea, esa amistad sea fuerte y dure.
Hay amistades, como ya he dicho, de muchos tipos. Hay amistades que rebosan cariño, amistades que se centran más en el respeto y la admiración, amistades que basan sus cimientos en la confianza, amistades que se apoyan más en la continuidad. Y hay amistades que mezclan todos o algunos de estos aspectos, e incluso las hay que a mi se me escapan ahora mismo.

Hay muchas personas que pasan por la vida de uno. Algunas lo hacen para quedarse y otras están de paso. No todas las que se quedan son amigos, y no todas las que se van tienen por qué no haberlo sido. Simplemente a veces dos caminos se separan demasiado, y muy pocas veces se vuelven a unir. 
Yo doy gracias por lo que me ha tocado, doy gracias por los amigos y la amigas que tengo, porque realmente siento que puedo contar con ellos en cualquier momento. Y no sólo lo siento, sino que en este último mes me lo han demostrado como nunca, superando incluso mis expectativas.

Sois mi gran tesoro, mi mayor tesoro. Más que mi música, más que cualquier amor que pueda haber sentido, más que mis historias y poemas. Sois lo que sois, y espero poder devolveros todo esto que me estáis demostrando, cuando llegue el momento. Prometo que estaré ahí.

Gracias


~Always

jueves, 7 de noviembre de 2013

Sin más



Si al anochecer de un día dormido
encuentras soledad en tu cama,
sabe que yo quisiera ser el brazo
que cálido abrace tu espalda.

Si al caminar por las calles perdida
del otoño ves las hojas caer,
sabe que yo quisiera ser el viento
que las haga volar donde estés.

Si al cerrar los ojos cansada
no sabes bien en qué creer...
sabe que yo quisiera ser aquello
que por dentro te haga crecer.

Y si en algún maldito momento
una lágrima te quisiera salir,
sabe que yo seré un intento tras otro
de conseguir hacerte reír.

Y si en algún ahogado momento
no sabes dónde poder huir,
sabe que no te irás sola
sabe que yo estaré ahí.
sabe que ya no habrá mundo
en el que me aleje de ti.


A veces un poema no necesita de metáforas ni de enrevesadas ideas y versos. A veces un poema es simplemente decir sin más lo que se lleva dentro.


~Always


lunes, 4 de noviembre de 2013

Árboles

Es una comparación un tanto extraña, pero todos somos árboles. Todos tenemos unas raíces, todos tenemos un tronco, la base de lo que somos; y todos tenemos ramas, que a veces se rompen o simplemente se caen, y otras salen nuevas y fuertes.



Yo soy como soy, y puedo cambiar pequeñas cosas, puedo dejar crecer ramas nuevas y dejar salir más flores y hojas de las que nunca había tenido, puedo dejar caer las ramas viejas o las ramas que ya no me sirven, pero al final del día, lo que no puedo cambiar es el tipo de árbol que soy.

¿Y qué si te echo de menos más de lo que sería normal pensar? ¿Y qué si todos los días pienso en ti y recuerdo esos días de verano? ¿Y qué si no quiero dejarlo ir, si sólo quiero que esto crezca para ti y para mi?
¿Y qué... si lo único que le pediría ahora a un deseo es poder pasar una noche más abrazado a ti?

No puedo evitar sentir lo que siento, porque no puedo evitar ser quien soy. Pero sí que quiero cambiar algunas cosas de este árbol, y no se me ocurre a nadie mejor para que me ayude que tú.
Has tenido paciencia conmigo, y te pido que tengas aún un poco más, que esperes aún un poco más. Para mi es algo muy difícil y es una batalla que en un día normal preferiría no tener, que preferiría dejar pasar, que preferiría perder para poder descansar. Pero si tú estás aún ahí, entonces cada cicatriz valdrá la pena. Estoy seguro. Muy seguro.


Las veces que una persona lucha no es lo que determina si es un buen luchador. Lo que determina si ha sabido luchar, es el motivo por el que un día decidió que valía la pena lanzarse al ring. Siempre, en toda lucha, hay momentos en los que vas perdiendo, en los que encajas algún golpe que no esperabas, en los que se te nubla la vista y se ve todo oscuro. Y es ahí cuando se descubre quién ha sabido luchar, es ahí cuando recuerdas y te repites a ti mismo el motivo por el que luchas... y si es lo suficientemente bueno, entonces te volverás a levantar, las veces que haga falta, y sacarás fuerzas de donde nunca tuviste.


~Always

sábado, 2 de noviembre de 2013

Ese algo

A veces no entiendes una cosa, te cuesta siquiera hacerte la idea de que pueda tener sentido, de que realmente pueda ser así... esto no tiene por qué ser un problema de entrada, pero se convierte en algo complicado cuando eso que no entiendes choca contigo, con tu manera de ser, con aquello en lo que tú crees. Y sin embargo, hay veces que hay un algo que te empuja a seguir ahí, que no te ayuda a entender, pero sí a aceptar y mantenerte ahí. ¿Ese algo qué es? Quién sabe.


He entrado en el blog convencido de que lo que necesitaba hacer era escribir, desahogarme otro día más dejando plasmado en estas páginas cómo y qué siento. Suponía que como muchas otras veces, al hacer esto me sentiría mejor y podría continuar. Pero me he sentado aquí, delante del ordenador, y la verdad no he sabido sobre qué escribir, porque podría repetir una y otra vez lo que he dicho otras veces, lo que ya he dicho que siento. Pero por muchas veces que lo diga, eso no lo va a hacer más real ni más profundo ni más sentido. 

Supongo que no soy bueno para luchar contra el tiempo, ni tampoco para controlar bien las emociones y sentimientos que me azotan cada día. Supongo que no sirvo mucho para vencer mis miedos, ni para dejar de ser lo sensible que vengo siendo. Supongo que hay muchas cosas para las que no soy bueno y esas cosas cuestan de cambiar. Pero sí que hay una cosa que se me da como a nadie, que siempre acaba saliendo a la luz. 
No importa si cruzo ríos de lava o sendas de zarzas. No importa si camino sobre puñales o si mi dramático yo cree sentir que se me parte el alma. Da igual, porque si realmente tengo ilusión y creo que en la meta hay algo grande, voy a seguir adelante. Hasta el final, hasta que no haya nada más que hacer, hasta que no quede nada más por lo que luchar. Y eso, tampoco lo puedo cambiar.

Hoy ha sido un día extraño, sí. Mi guitarra ha sufrido un percance, y algo se ha roto. Ya no suena igual, ya no suena bien... y la verdad eso me ha dejado tocado. La guitarra, mi guitarra, significa mucho para mi, más que por el hecho de ser un instrumento musical. Pero bueno, estas cosas pasan... y como dicen los psicólogos y filósofos de la vida...

Siempre hay motivos para sonreír. Yo tengo aún uno muy bueno, está lejos, pero lo tengo.

Buenas noches a todos y todas.




martes, 29 de octubre de 2013

Puzzle de puta madre

((Boyce Avenue - Thousand Years: Me encanta esta versión. Mucho))

¿Por qué la gente se empeña en decir que las cosas buenas nunca son fáciles? Son frases hechas que quizá se puedan aplicar en la mayoría de las ocasiones, pero yo he visto a gente que le ha pasado cosas muy buenas, y de manera muy fácil y sin esfuerzo. ¿Que si tengo envidia de ello? Supongo que sí, cuando parece que siempre consigues lo que quieres, pero en verdad simplemente quieres lo que consigues...


Poco a poco, día a día, las cosas están un poquito más cerca, o un poquito más lejos. Lo ideal sería pensar que lo uno o lo otro depende de las cosas que hagamos cada día, pero eso no sería cierto, no. La cosa es que en la vida hay millones de cosas que se escapan a nuestro control, y que a veces sirven para acercarnos sin que nos demos cuenta... o para que pasen los días y llegue un momento en el que ni recordemos a qué nos queríamos acercar.
Yo me propuse controlar mis emociones y no dejar que ellas me controlaran a mi. A veces eso es fácil, y otras es condenadamente difícil, pero hay que intentarlo, como sea, porque es una cosa que sí puedo intentar controlar y que creo que me acerca un pasito más cada día.



Desde hace tiempo, y sobretodo en los últimos años he tenido que oír comentarios sobre lo "picaflor" y "veleta" que soy. Que no quiero de verdad, que no me enamoro de verdad...sólo porque cuando no es una, es otra la chica que me gusta. Pero esto no es así, no.

Soy de corazón fácil. Ser "de corazón fácil" NO significa que cada semana me enamore de una persona diferente, ni mucho menos. Soy mucho más simple que eso. Significa que mi corazón se activa en seguida para cualquier cosa, ya sea ver una película, leer un libro, escuchar música; significa que le gusta sentir, que le gusta sentir que está vivo, que necesita sentirlo.
Significa que puedo querer a alguien de aquí al día que me muera, y que todo lo que necesito a cambio es que esa persona me deje quererle libremente y esté conmigo día a día. No necesito nada más, porque así él se siente vivo.

Y ahí es donde estoy ahora, y donde espero que la paciencia y los esfuerzos que se hacen me mantengan. Quizá esta vez quiera que sea así más que nunca, y no porque le quiera más de lo que he querido antes, eso aún no es verdad. Pero sí porque, y aunque suene a tópico, tiene algo que la hace diferente al resto. Es, simplemente, nada como yo. Es diferente a mi, pero no hasta tal punto que no tengamos nada en común. Es como si siempre hubiera estado caminando hacia la derecha, y ahora tuviera mi contrapeso para caminar recto. Tal y como leí de una buena amiga mía:
"Los puzzles no están hechos de piezas iguales". Eso, y que aunque ella lo vaya a negar hasta morir, es bonita hasta hartar.

Sinceramente, nadie sabe qué pasará el día de mañana, pero depende de nosotros inclinar la balanza hacia un lado u otro. Yo, como siempre, voy a hacer todo lo que pueda...sólo que esta vez lo voy a hacer de verdad.

Porque yo creo que este puzzle...nos va a quedar de puta madre.


~Always~
 

viernes, 25 de octubre de 2013

Corazón que late, corazón que siente.


Es indiscutible, un corazón que late, es un corazón que siente. Porque sentir va de la mano con ser humano, con estar vivo. Y aunque una persona sólo deja de sentir cuando su corazón deja de latir... aún me atrevería a decir que cuando una persona deja de sentir... también deja de vivir.


A quién vamos a engañar a estas alturas, ¿verdad? Soy muy sentimental, y siempre he creído que no había nada de malo en sentir sin límite, en sentir al extremo. 
Siempre he defendido que yo era como era, creyendo que no había nada de malo y que seguro que así es como yo debía ser...pero ayer, después de 25 años, -alguien- y -algo- me abrieron por fin los ojos.
Como con cualquier cosa para la que no estás preparado, me costó asimilarlo, me costó aceptar que aquello era una realidad. Era tan parte de mi, de quién soy, que realmente nunca me había parado a pensar que pudiera estar haciéndome mal. Pero sí que lo hace, y aunque llego un poco tarde, nunca es demasiado tarde para cambiar.

Hay ocasiones en las que hay que dejarse llevar, eso no lo negaré jamás, hay veces en las que hay que arriesgar, dejarte guiar por tus sentidos y tus emociones... pero "dejarse llevar", "dejarse guiar", no significa lo mismo que "dejarse controlar".
No te hace menos humano controlar un poco lo que sientes. Simplemente me hará vivir en el mundo real, que es el mundo en el que vive la gente que me importa y que quiero, que es el mundo en el que vives tú, y es en ese mundo en el que quiero estar.

No espero que ocurra un gran cambio, voy a seguir queriendo, voy a seguir emocionándome con las canciones bonitas, voy a seguir queriendo arrancar canciones de mi guitarra y voy a seguir escribiendo y haciendo las cosas que me gustan hacer...pero ahora sabré que el que lleva las riendas de mi vida soy, y no lo que siento.


Buenas noches a todos y todas, y no dejéis nunca de sentir, ni tampoco de vivir en el mundo real.

~Always~

sábado, 19 de octubre de 2013

Todo atrás



Eran la 13.15 y acababa de llegar a la terminal 1 del aeropuerto de Madrid. Llevaba varias horas de viaje desde su ciudad y estaba cansada, cansada y triste. Caminó conduciendo su maleta por la amplia terminal sin a penas reparar en la gente, sin apenas reparar ni en el mismísimo suelo que estaba pisando. Caminaba como camina un muñeco al que le han dado cuerda y sólo puede seguir avanzando, sin mirar atrás, sin volver atrás... Llevaba una maleta grande,de colores naranja y rojo. Rojo, uno de sus colores favoritos. Otra maleta más, ésta de color morado, sería enviada por correo a su nueva dirección, tal era la cantidad de ropa que se llevaba. Pero aún así no podía evitar sentir que las maletas estaban vacías, que lo que realmente podría llenarlas, se quedaba en tierra. No sé si alguna vez vosotros habéis tenido esa sensación. Es una sensación horrible y voraz, que va carcomiendo tus pensamientos a cada paso que das, ahogando tus recuerdos en desesperación, y cargando de ansiedad cada trago de saliva que discurre por tu garganta. Pero a veces hay que vivir estas cosas, a veces es parte de nuestras decisiones más importantes y valiosas, y es de valientes y personas con fuerza el ser capaz de sobreponerse a todo ello. Por eso, él la admiraba.

Recorrió pues los pasillos, ausente, al margen del mundo, y llegó a los mostradores de facturación de Air Europa. Aún quedaba una hora y media para que saliera su vuelo, eso sin contar el retraso que es de esperar en un aeropuerto, especialmente a mediodía. Los nervios explotaron dentro su cuerpo al ver la gente cruzar la linea, una vez facturara sus cosas y pasara por ahí, ya no habría vuelta atrás ninguna. Decidió sentarse unos minutos, necesitaba sentarse y respirar, necesitaba sentir que aún estaba en casa, aún sin estarlo realmente, durante unos minutos más. Estaba sentada con el billete en la mano, y las manos sujetándole la cabeza mientras sentada se miraba las piernas o al suelo. O más bien podría decirse que no miraba a ningún lado, simplemente tenía los ojos abiertos. Quizá por eso no notó que alguien se acercara a ella hasta que no se dirigió a ella por su nombre. "¿Alex? Esto es para ti". Un chico joven, más joven que ella incluso, de poco más de 1.80 y vestido con unos vaqueros y una camiseta negra se alzaba ante ella. No estaba serio, tampoco sonreía, simplemente mantenía una cara totalmente neutra y sostenía una carta entre sus dedos. Un sobre en el que sólo ponía el nombre de una chica. El suyo. El chico no se despidió ni dijo nada más, tan pronto como ella sostuvo la carta entre sus finos dedos, se alejó sin más, sin siquiera mirar que la carta la abría o la leía. 
Ella estaba sentada, todavía perpleja y sin entender qué acababa de pasar ahí. Estaba segura de que a ese chico no lo había visto nunca antes, así que...¿Cómo podía saber su nombre? ¿Por qué tenía una carta para ella en la mano? En ningún momento sintió miedo, sólo desconcierto y confusión... y quizá fueron los únicos segundos en las últimas horas en los que no sintió agobio, ni pena, en los que olvidó para qué estaba allí y la angustia cesó de atormentarla. Unos segundos, muy pocos, pero quizá los suficientes para que los nervios no terminaran de destrozarle por completo. Si quería descubrir más sobre la carta y sobre quién era el chico ese no tenía más remedio que abrirla. Lentamente abrió el sobre sin romperlo y deslizó los dedos en su interior, sacando acto seguido un folio plegado en dos movimientos. Desplegó con cuidado la hoja, y sus ojos velozmente escudriñaron de arriba a bajo lo que había en ella. Con tan veloz vistazo no puedo más que ver que era una carta, y que estaba escrita a mano. Y comenzaron a nublarse sus ojos, comenzaron a llenarse de lágrimas, pero no pudo llorar, porque lo primero que leyó, destacado en lo alto de la hoja, en negro y casi con relieve fue "Prohibido llorar si no estoy para llorar contigo".

Se secó los ojos con las mangas de su sudadera y respiró hondo. Pensó repetidas veces que no iba a llorar, que no iba a llorar, que no iba a llorar. Y continuó leyendo.
Sé que a muchos o muchas os gustaría saber que ponía en la carta, leer qué es lo que alguien que se había tomado tantas molestias por entregarla, tenía que decir. Algunos pensaréis que estaba cargada de sentimiento, de cosas bonitas y metáforas preciosas que no hacían más que ensalzar los sentimientos que él le profería. La verdad es que eso habría sido lo normal en él. Él que era capaz de escribir un poema en cuestión de segundos, que era capaz de transformar un beso en una historia de amor o una palabra más fría en una desgarradora descripción. Pero no, esta vez no fue así. Lo único que hizo fue escribir una carta, una carta de despedida. Y ella la leyó sin perder detalle, ella la leyó para sí, como si cada palabra que había escrita estuviera siendo susurrada en sus oídos con la voz de él, como si cada palabra encerrara un regalo que sólo ella podía abrir.
Terminó de leer y se quedó en silencio, incapaz de doblar de nuevo la carta, incapaz de decir nada, incapaz de contener ya sus lágrimas que se deslizaban por su mejilla en silencio, desafiando con el frescor de su agua la calidez de lo que su corazón latía.
Finalmente echó la cara hacia delante, tapándose la cara con la hoja mientras rompía a llorar sin ningún tipo de remordimiento por haber incumplido la primera línea de la carta. Y entre sollozo y sollozo, entre respiración y respiración le salió un "ojalá estuvieras aquí". Un "ojalá estuvieras aquí" que salió más de su corazón y sus ojos que de su garganta y su boca. Un "ojalá estuvieras aquí" tan bajito y tembloroso que apenas lo podría haber escuchado alguien que hubiera estado sentado al lado de ella, pero que hizo eco en el aire, en el espacio y el tiempo, y retumbó en el alma de él como retumbaría una campana golpeada con un mazo de metal. 

Intentó calmarse, aunque le había parecido una eternidad, a penas habían pasado 20 minutos, pero tenía que moverse ya de allí. Se volvió a secar las lágrimas con la sudadera y plegó la carta, devolviéndola al sobre y guardándola en su bolso de mano. Era improbable que volviera a querer leerla durante el vuelo, ciertamente, pero por alguna extraña razón, quería tenerla cerca.
Extendió el brazo para alcanzar el asa elevada de su maleta naranja y roja, y tomando aire se dispuso a caminar hacia el mostrador de facturación. Pero algo la detuvo en seco, algo le hizo que la sangre se le helara en un instante y que en menos de un segundo le ardiera como el fuego de un volcán.
"Hola, creí que llegaría tarde" escuchó detrás de ella. Se quedó en silencio lo que le parecieron horas, y realmente no fueron más que dos segundos de silencio, un silencio que no dejó ni un sólo ruido en pie, que lo arrasó todo. Se giró dispuesta a verle, a saltar sobre sus brazos y echarse a llorar de nuevo, a besarle y besarle hasta que no le quedaran labios.
"Sí, yo también lo pensaba" dijo una chica estirando de la mano del chico.

El corazón se rompió en mil pedazos, el silenció se rompió en mil más y de pronto todo lo que había alrededor era un ruido ensordecedor, era otra vez la angustia y los nervios, otra vez el agobio y la sensación de pesar. Se agarró fuertemente a su maleta y la hizo deslizar por aquella estúpida terminal. Facturó su equipaje y caminó cabizbaja hacia "la línea", esa que no tenía vuelta atrás. Se paró delante y miró hacia atrás, como si esperara que hubiera alguien allí, que alguien la detuviera en ese momento, que le impidiera continuar... pero nadie lo hizo. Tomó aire y dio el paso que faltaba, cruzó la línea, cruzó, sola, sin poder volver atrás...

Y así, sin final feliz, termina la historia. Así, sin un momento mágico de última hora que llene la sala de aplausos, sin ese momento que todos esperan que termina en un beso.
Así, tal y como lo habéis leído, termina la historia.


...¿O quizá no? 

lunes, 14 de octubre de 2013

Aunque duela

Muchas veces las cosas que hacemos no siguen un motivo racional, muchas veces hacemos cosas sin pensarlo bien, o por pensarlo demasiado. A veces hacemos las cosas simplemente por un impulso, o porque creemos que no podemos evitarlo, a veces hacemos o no hacemos las cosas por miedo.

A veces lo que hacemos... es saltar al vacío del todo, sin mirar atrás, sin ningún tipo de lógica y sin ningún tipo de cuerda que nos ate y nos salve de una buena hostia. Simplemente saltamos, porque tenemos aunque sea una mínima luz de esperanza de que todo va a salir bien.


Desde el primer momento supe que era algo más que difícil, supe que era realmente complicado. Personalidades diferentes, poco tiempo para compartir al principio y distancia de por medio. 
Pero no es lo único que supe desde el primer momento, también supe que estar contigo me gustaba, que compartir tiempo contigo me hacía sentir bien, me hacía sonreír, estar feliz.

A medida que voy escribiendo me va invadiendo una extraña sensación de rabia que no sabría como describir, y que posiblemente vaya a ser la causante del vocabulario que viene a continuación y de lo que voy a decir en general también:

Me importa una mierda que tengamos personalidades diferentes, me importa una mierda que sea complicado hasta morir, y me importa una mierda que haya más distancia de la que he tenido que sufrir nunca. Yo voy a confiar en esto, voy a confiar en nosotros, y voy a darlo todo hasta que esto acabe o hasta que yo muera, y aún un poquito más. Porque me niego a rendirme sin haber llegado a la mejor parte, me niego en rotundo a dejar que los nervios, el miedo o cualquier cosa sin sentido me impida luchar por algo que quiero para mi, para ti. 
Porque sé que tenemos una historia que escribir juntos, y empezar un libro siempre es la parte más complicada, pero si se pone empeño es cuando salen las obras maestras. ¿Quién dice que no podamos ser un Best Seller?.

Yo soy como soy, y tú lo sabes. Y tú eres como eres, y yo lo sé. Y aunque somos polos distintos, cuando estamos juntos, de verdad juntos, yo sé que todo va bien, y que puede llegar a ser genial para los dos. Va a ser una mierda muy grande que no estés, y que en la distancia no funcione. Va a ser una mierda muy grande... pero no puedo dejarlo ir, simplemente no puedo.

Y yo voy a seguir ahí, y voy a seguir de pie, caminando hacia ti, dando los pasos que haya quedar, aunque duela. Aunque duela a rabiar...

Porque... joder. Me cago en la puta, quiero estar contigo. 

Primera vez

"Siempre hay una primera vez para todo". Eso dice el refrán. 


Lo he dicho tantas veces. Lo he pensado otras tantas, y posiblemente hasta lo haya querido hacer varias de las veces que lo he pensado. Pero nunca lo he llegado a hacer.
No me fui a Denia, ni a Alemania, ni a Zaragoza, ni a Madrid, y Dios sabe cuántas veces quise irme, y por qué motivos. 
Pero el caso, es que hay veces que la intención no es lo que cuenta, porque nunca llegué a ir.
Es fácil pensar que si no lo hice fue porque no estaba del todo convencido, o más probable porque no tenía medios. Es cierto, no los tenía, pero el problema es que no hice tampoco nada por llegar a tenerlos.
Yo creo que era más bien miedo, y el miedo es un pequeño hijo de puta que se agarra a cada pensamiento que surca tu mente y lo deforma, lo hace más siniestro, y acaba por deteriorarlo tanto que se desecha. Y va pasando el tiempo, y al final aquellos motivos que tenías para ir se pierden, o se van,  y se terminan reemplazando por otras cosas.

Esta vez también hay miedo, también hay pánico, y quizá mucho mayor que en las ocasiones anteriores. Tampoco tengo medios, y tampoco hay  nada que me asegure que todo irá bien.
Lo que cambia esta vez, es que sí voy a hacer algo por lograrlo, sí que voy a salir a dar la cara contra mi miedo, y sí que voy a arriesgar y darlo todo.
Es absurdo pretender tener algo si no eres capaz de dar el 100% por ello. Aunque luego acabes dando sólo el 50%, no importa, tienes que estar dispuesto a darlo todo.

Nadie me obliga, lo hago porque quiero. Y porque para todo hay una primera vez. Y esta será la mía. Y espero que por ti...

sea la última.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Emociones y Sentimientos.

Las emociones y los sentimientos forman parte de la vida de todas las personas. Son poderosos y pueden causar más de un problema... pero en ningún lado nos enseñan a controlarlos. En el colegio deberían dejar de inventar asignaturas inútiles y enseñar cosas que sirven de verdad. Quizá muchos de los problemas de los niños y adolescentes (incluso adultos) se podrían evitar de esta manera.


Yo soy muy sentimental, en el sentido más vital de la palabra. Esto quiere decir que tengo siempre las emociones y los sentimientos a flor de piel, y que me afectan a mi día a día más que a una persona normal. 
Tiene su lado positivo, claro que sí, me permite crear un arte diferente, un arte más sentido que el de otros, precisamente por eso, porque siento más intenso.
Creo que si me hubieran enseñado en su día a controlar mis emociones y dosificarlas, hoy por hoy me sería todo un poco más fácil. No es algo fácil de aprender, y mucho menos de enseñar, pero soy consciente de que sí se puede pasar este "saber hacer" de maestro a alumno ( o simplemente del que sabe al que quiere aprender).

Como no puedo depender de que nadie me enseñe, y dudo mucho que esto me lo cubra la seguridad social, voy a tener que ir aprendiendo solo. Poco a poco y posiblemente fracasando en muchos intentos, pero estoy dispuesto a sudar por cambiar en este aspecto, porque lo necesito para conservar las cosas que quiero.
Por suerte, cuento con alguien especial que me pone las cosas un poco más fáciles y que me ayuda a recordar, constantemente...

que "la belleza subsiste en el recuerdo"

lunes, 7 de octubre de 2013

Nunca es fácil

Imagino que por el título sería fácil pensar que lo que sea que voy a escribir a continuación se basa en la idea de que nunca nada de lo que realmente vale la pena es sencillo de alcanzar. Supongo que esto tiene cierto grado de veracidad, aunque no siempre es así. En este caso... tan sólo roza el tema si lo entiendes bien.



No podía creerse que el tiempo hubiera pasado tan rápido. Ahí estaba él, cogido de sus manos, mirándola a los ojos y diciendo con éstos lo que la sonrisa de sus labios intentaba ocultar. Se besaron repetidas veces, se abrazaron también, y caricias no faltaron tampoco para una ocasión que lo merecía. 
Inconscientemente, a medida que pasaban los segundos, la sonrisa de la cara iba perdiendo fuerza y la forma en la que le sujetaba las manos era distinta. Quizá sólo fue un comentario afortunado, o quizá ella se dio cuenta de la expresión de él y quiso hacer algo. Era más perspicaz de lo que se molestaba en aparentar. 

"Aquí no puedo darte un nivel 4" dijo ella mirándole a los ojos después de besarle. Sonrió un poco, como intentando tentarle a él a sonreír también. Y lo consiguió. Sonrió con un suspiro, y de pronto mucha de la tensión del momento se desvaneció, temporalmente, sí, pero se desvaneció.
Él se soltó las manos para rodearla en un abrazo, pero un abrazo de los de verdad, con una mano en la espalda y la otra en la cabeza, apretándola contra sí mismo como si estuviera protegiéndola de algo, acariciándola con los ojos cerrados, como sintiendo cada latido que diera su corazón.

"Tengo que irme" dijo él despegándose poco a poco y cogiéndola por las manos de nuevo. Se miraron a los ojos y ella asintió. "Lo sé" y le besó una vez más. Con los ojos cerrados también, como se sientes los mejores besos, los que se dan cuando las palabras no bastan, cuando los abrazos no llegan, cuando una mirada no abarca.
Con un gran esfuerzo separó sus labios de los suyos, se inclinó hacia atrás e intentando mantenerse firme, se intentó girar lentamente para marcharse. Pero no pudo, porque ella todavía le sujetaba por las manos, mirándole, resistiéndose a dejarle ir.

En ese momento le tembló todo el cuerpo, se olvidó de todo lo que existe, existió y existirá y sólo fue capaz de reconocer su propia existencia y la de ella. Tiró de sus manos hacia él firmemente haciendo que ella cayera en sus brazos, la volvió a besar, la volvió a abrazar, y sintió cosas que no recordaba ya, sintió cosas que no se pueden escribir ni contar... y de sus labios se escapó un susurro, un susurro que sonaba como un grito en sus adentros. Un te quiero.



Y mientras la veía alejarse desde la ventana del autobús entendió... que uno nunca se acostumbra a las despedidas.
Y quiso llorar, sus ojos se nublaron como un día de otoño, pero no lo hizo, no. Porque el no era una nenaza, y sobretodo porque tenía más motivos para ser feliz.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Y al final...reventó en la soledad.


Llevaba tiempo sin escribir nada, llevaba tiempo sin escribir, reprimiendo en mi interior cosas que no sé reprimir. Quizá otros pueda, quizá para otros ni siquiera consideren que lo están reprimiendo... pero yo soy diferente, yo soy así.

Sé perfectamente que más de una vez armo dramas por culpa de mis emociones y mis sentimientos, y esto es posiblemente causado porque soy demasiado sensible o sentimental. Sé que aunque tenga sus cosas positivas, también me crea problemas, y no problemas sencillos...
Reprimiéndome no llego a ningún lado.


Como decía, he estado sin escribir aquí, pero tampoco escribía en ningún lado, tampoco componía canciones ni me perdía en las cuerdas de mi guitarra buscando melodías que expresaran lo que sentía dentro. No lo he hecho, y aunque ya iba notando poco a poco como esa carga se apoderaba de mi, no ha sido hasta ahora que me he roto. Me he roto, sí, y ahora estoy aquí escribiendo esta entrada para poder sobrevivir a esto. Y digo sobrevivir porque realmente tengo un nudo en el estómago, uno como no he tenido en mucho tiempo. Y estoy llorando, angustiado. Así que sin más que hacer que explotar y manchar todo de mis entrañas.... ahí voy:


Aunque sea un chico de sentimientos, y piense firmemente que por mis venas no corre sangre sino chorros de emociones y sentimientos, la verdad es que no siempre consigo expresar bien lo que siento. Quizá porque los sentimientos son complicados, quizá porque no se expresarme... o quizá porque lo sentimientos están en continuo movimiento y es imposible hacerles detenerse para tomar una foto.
Yo sé que hay algo, un motivo por el que te elegí. Lo sé, porque lo siento cada vez que te recuerdo, cada vez que te imagino, cada vez que te pienso. 
Voy a cerrar los ojos, porque no me llego a explicar.

Sé que muchas veces la palabra querer se dice pronto, se dice cuando todavía no está dentro, cuando sólo la ves a lo lejos y ya la haces tuya... aunque todavía no lo sea. Lo sé. Pero yo ya no la veo, y la sigo sintiendo, así que eso es porque está ya dentro de mi. Me gustaría, como a todos, que fuera fácil y que la felicidad llamara a mi puerta. Pero sé que las cosas no van así. Pero me da igual, me da igual porque yo confío en mi,y ahora, por extensión, en ti. Y sé que si te eligió mi cabeza, si te eligió mi corazón, es por algo, aunque ahora parezca que hay mucha oscuridad, sintiendo esto en el fondo de mi sólo puede significar que después hay luz. Nuestra luz.
He estado contigo de día, he estado contigo de noche... y he sentido cada poro de tu piel en los míos. He oído tu sonrisa, he sentido tu mirada, y me he alimentado de tus besos y tu cariño.
Después de escribir todo esto, yo me siento más determinado, me siento más decidido, y siento que dentro de mi aún crece más las ganas de ti.
He decidido que estás allí, pero también aquí, y que voy a tirarme una vez más al vacío, porque ahí estás tú.

Te quiero.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Porque me apetecía escribir


Los sentimientos no son racionales, por definición. Y por lo tanto es inútil intentar racionalizarlos e intentar adelantarse a sus cambios. Simplemente no se puede, porque son incontrolables, y eso es lo que los convierte precisamente en sentimientos, en algo humano y mágico.


Pues bien. Aquí me encuentro yo, medio tumbado en la cama con el rostro ausente. Esto es, sin sonrisa ni mueca, sin ninguna desviación de mis rasgos que desvele mi estado de ánimo.
Estoy en un estado de concentración bastante inusual en mi. Podrías decirme que el amor de mi vida está llamando a mi puerta, y yo me limitaría a decirle a mi madre que le dejara pasar y se sentara en algún lado mientras yo continuo con lo mio. Escribiendo.
¿Por qué me encuentro así ahora mismo? Para poder ser objetivo. Una cosa es no poder racionalizar los sentimientos y otra no poder objetivarlos. 

Todos conocemos la sensación que se siente cuando pierdes algo que quieres. Aunque no fueras consciente que lo querías hasta el momento en el que lo pierdes, es igual, la sensación es exactamente la misma. Y es horrible, es una angustia profunda que se esconde detrás de cada recuerdo, detrás de cada pensamiento. 
Y cuando tienes miedo de llegar a sentir esa sensación, es que algo te importa.

Y por qué no decirlo sin rodeos. Y por qué no decirlo sin tanta tontería y tanto palabrerío. Pues que así sea:
Me he dado cuenta de que sí que me importas más de lo que yo en un principio pretendía. Me he dado cuenta de que pensar que te puedo perder, que esto se puede terminar, me da miedo. 
Cierro los ojos y puedo verlo, veo que somos dos personas muy diferentes, que venimos casi de mundos opuestos... pero que ahora mismo, a día de hoy, yo no quiero vivir sin saber que estás ahí. 


Donde menos lo esperaba lo encontré, una flor en el desierto, un vacío que se fue.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Celos de mí mismo.



Es curioso, porque los dos pequeños poemas (por llamarlos de alguna forma) que hay aquí debajo son dos pequeños textos que escribí hace un par de meses, que encontré ayer y no reconocí como míos, hasta tal punto que me dio rabia y celos que no fueran míos y que a la persona a quien se los habían dedicado les hubiera gustado.

Esto que a simple vista puede parecer una chorrada, para mí significa mucho. Significa que hubo un momento en el que sentí algo que me llevo a escribir esas cosas, y significa que al leerlo y no identificarlo como mio... dejé de sentirlas también.



1- Un paisaje borroso, un camino sin final, una noche sin estrellas ni luna que ver en el mar. Escondido tras el viento de las palabras, queda oculto el orar de mi corazón. Tras las trincheras del miedo, tras los latidos de tu canción. Donde sueño que un día me adentro, donde un día perdí la razón.





2- Si una lágrima en tu rostro se posara, y temblorosa por tus mejillas rodara, alcanzando así la comisura de tus tristes labios... no habría distancia suficiente para impedirme llegar a ti y secar tus penas con la sonrisa de mis palabras.



Pero cuando hace viento, es fácil remontar el vuelo de nuevo.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Un mes maravilloso.

Era media tarde, hacía exactamente un año que no se veían, aunque sí que mantenían el contacto durante el resto del año con mensajes y redes sociales. Estaba claro que se tenían mucho cariño, la sonrisa de felicidad de ambos cuando se cruzaron sus miradas lo delataba así. Se dieron un abrazo y un sonoro beso en la mejilla, pero no dijeron nada hasta que no estuvieron sentados en un banco. Hablaron del curso, de la familia, recordaron cosas que se habían dicho y estuvieron hablando de mil y ninguna cosa durante casi una hora. Hacía un día muy bueno, el sol se filtraba suave por entre las hojas de los pinos que los rodeaban y había una pequeña corriente de viento que refrescaba lo justo para no sentir calor. Y además la compañía no podía ser mejor. Parecía que la conversación había llegado a su fin, ella tenía cosas que hacer en casa, y el había quedado para jugar al frontón, pero entonces ella se mordió el labio, y con la mirada perdida en el suelo lo dijo, dijo algo que iba a cambiar su verano de una forma inesperada.
“¿Sabes?  Me gustaría de alguna manera tener a alguien este verano, alguien con quien compartir un mes maravilloso. No quiero liarme con 2 o 3 chicos un par de días, yo soy más de compartir cariño, de vivir una gran pequeña aventura con alguien… es lo que realmente me apetece antes de irme a Francia” lo dijo y se quedo callada,  todavía mirando el suelo. No estaba avergonzada de lo que había dicho, al fin y al cabo ella sabía perfectamente que él le entendería. Él se quedó pensativo mirándola unos segundos, y finalmente deslizó su mano a su barbilla y con suavidad levantó su cabeza para que le mirara a los ojos y respondió: “Si es lo que quieres, estoy seguro que lo tendrás, sólo tienes que ser tú misma, porque tal y como eres y con tu sonrisa, estoy seguro que lo tendrás”. Ella sonrió y se lanzó a su cuello para abrazarle. Él sonrió todavía más ampliamente mientras le escuchaba susurrar en su oído. “Gracias, en serio, siempre consigues que esté animada y feliz” y dicho esto, le plantó un beso en la mejilla y se levantó. Se despidieron contentos, y cada uno se fue por su lado… sólo que él decidió, que quizá era mejor no jugar al frontón ese día, tenía otros planes.



“Sí, claro que sé dónde vives. ¿Qué pasa? Ok, sí sí, tranquilo, voy para allá” su cara reflejaba entre preocupación y curiosidad. Le había dicho que la necesitaba, que por favor fuera a su casa, que estaba esperándola en el corral. Era la hora de cenar, y tuvo que ser muy cuidadosa para explicarle a su madre que la comida que había preparado no se la iba a poder tomar ahora. La madre, sorprendentemente pareció no disgustarse lo más mínimo, de hecho contestó así: “Tranquila, hija, si no he hecho cena para ti”. Ella pensó que era una broma, pero se alegró igualmente de que se lo hubiera tomado con buen humor. Caminando calle abajo iba pensando en que podría pasar para que él le sacara de casa a esas horas. Tendría que ser importante. A penas vivían a 3 o 4 minutos andando el uno del otro, era un pueblo al fin y al cabo, y en seguida se plantó en la puerta. Estaba abierta. Entró en el corral y vio luz en el cenador. En la parte interior del corral había una especie de mini-carpa, con sábanas por paredes para que fuera un lugar un poco menos visible. Había un sofá, sillas, y una mesa de madera redonda donde más de una vez iban a merendar los amigos. Ella vio una luz dentro de la carpa, y se acercó cautelosa mientras preguntaba en voz alta “¿Estás ahí?”. Se veía la sombra a través de la sábana, era una pregunta retórica, aunque educada, y el respondió igualmente. “Sí, sí. Pasa por favor”.
Él estaba allí, con vaqueros y una camisa de verano, arreglado y sonriente, sentado en una silla. En cada esquina del cenador había una vela grande, y en la mesa redonda había 3 velas más, de menor tamaño, entre las rosas esparcidas por el mantel. Cubiertos para dos, una jarra de agua, platos y una bandeja con la cena. “Siéntate” le dijo él tranquilamente “espero que te guste la cena”. Ella estaba todavía con la boca abierta, no se esperaba aquello de ninguna manera. Se miró a sí misma y respiró tranquila, al menos ella iba decentemente arreglada con vaqueros y una camiseta de tirantes gris, hasta le había dado tiempo de hacerse el pelo antes de salir. Qué suerte. Se sentó sin decir palabra, mirando alrededor, a las velas, a las rosas, a él. No terminaba de entenderlo. “Y esto… ¿por qué?” preguntó ella mientras cogía un pétalo de rosa de la mesa. Él se encogió de hombros, sin dejar de sonreír y apoyando los codos en la mesa estiró sus manos hacía la suya que sostenía el pétalo. “Si quieres un mes que no olvidarás jamás…” empezó a decir mientras abría su mano con suavidad y recuperaba el pétalo con la mano izquierda. “…yo puedo darte eso y mucho más” continuó, mientras con la mano derecha ponía en su mano una rosa entera. “no te conformes con un pétalo cuando puedes tener la rosa entera. Tú vales eso y más.” Concluyó por fin.
Ella estaba descolocada, no se lo había esperado de ninguna manera. Aún así, se puso colorada, mucho, y no podía dejar de sonreír. Consiguió dar las gracias, pero estaba tan avergonzada de estar colorada que urgentemente se dispuso a servirse de cenar. La cena, todo sea dicho, no era precisamente un manjar de dioses. Tortilla de patata de primero, y jamón serrano y queso tierno de segundo, además de almendras y aceitunas para picar. Aunque al principio parecía que iba a ser una noche un poco incómoda, la verdad es que enseguida estaban hablando y riendo como siempre. Si algo estaba claro entre esos dos, era que juntos siempre estaban a gusto. La cena se alargó casi una hora, con postre incluido, un trozo de pastel de chocolate que había estado preparando por la tarde. “Está riquísimo. ¡Sabes que este pastel me encanta!” dijo ella mientras degustaba una cucharada. Él tan sólo asintió, pues tenía la boca llena de pastel. Una vez se terminaron sus trozos, se levantaron de la silla, ella iba a recoger su plato, pero él se adelanto y casi con un salto se acercó para poner la mano encima, casi por acto reflejo. El tiempo pareció detenerse unos segundos mientras sus manos estaban en contacto. “No, no” dijo él “ya lo recojo yo, tú eres la invitada”. Ella alzó la vista para verle, estaba realmente cerca. Por un momento dejó de ver, aun con los ojos abiertos. Sintió el calor de la mano que sujetaba la suya, sintió hasta los latidos de su corazón a través de ella, sintió el calor de las velas , el aroma de las rosas que había cogido por ella; sintió su mirada en sus ojos, y sintió paz. Entonces tiró de la mano de él, hacia ella, y le dijo: “Oye, dame ese maravilloso mes que me has prometido”… no tuvo tiempo ni de sentir como se le helaba la sangre al oír aquello, porque ella le besó, le besó y del hielo no quedo ni agua.



Esa fue la primera noche de una pequeña gran aventura. Todavía había mucho tiempo por delante, y todavía se podía pasar mucho tiempo juntos, había todavía mucho cariño que compartir. Al cabo de unos días ella fue a su casa a las 12 del medio día, a despertarle, la noche anterior habían salido a dar un paseo que se había alargado hasta bastante tarde. Subió a su cuarto y lo vio tirado boca abajo en la cama, durmiendo a pierna suelta y con sólo un pantalón como pijama. Le llamó varias veces desde la puerta del cuarto, pero no parecía funcionar. Se acercó y le empujó por el hombro, él simplemente se quejó en murmullos y se giró hacia el otro lado. ¡Cuánto le gustaba dormir! “Te vas a enterar” dijo ella con suficiente tono para que el le oyera. Cogió el vaso con agua de la mesita de noche y, poniéndose de rodillas en la cama, lo levantó con el brazo extendido y empezó a girarlo poco a poco. El agua estaba a punto de caer sobre su cabeza, pero él llevaba despierto ya un rato y estaba justamente esperando el momento de contraatacar. Con un rápido movimiento se lanzó contra el vaso con las manos por delante. Ella se asustó, soltando un chillido y perdiendo el control del vaso que quedó en las manos de él. No se lo pensó ni un segundó y le vació el vaso por encima, empapándole la camiseta de arriba a bajo. “¡Serás!” dijo ella riendo “ahora sí la has hecho buena”. Se lanzó contra él, con intenciones claras de abrazarle y mojarle con su camiseta empapada. El intentó resistirse, y estuvieron peleando sobre la cama, dando vueltas de un lado a otro. Finalmente ella consiguió pegar su pecho al suyo y de la impresión tremenda del frío él no pudo hacer más que apretarla contra sí con fuerza, para evitar que se moviera. Se miraron, primero a los ojos, luego a los labios, luego de nuevo a los ojos… y se fundieron en un beso. Pero el beso se fundió en caricias, y las caricias en más besos… y al final no sabías donde empezaba uno, y donde terminaba el otro. Lo que sí se supo, es dónde terminó el vaso de agua… roto en el suelo. Aunque de eso no se enteraron… hasta que no pasó bastante rato.



Los días iban pasando, y cada día era diferente. Cada día a alguno se le ocurría algo para hacer, a veces empezaba como una tontería, pero cuando estas a gusto con alguien, hasta las tonterías se pueden volver grandes historias. Esa es la magia de la que la gente habla… la mayoría de las veces no importa lo que hagas, sino con quién lo hagas…porque es esa persona la que va a hacer que lo que hagas sea algo grande y memorable. Y con ella, era todo siempre así. Hicieron muchas cosas juntos, desde tiro con arco en el corral de la casa de él, hasta cocinar postres en casa de ella, postres que nadie tuvo valor de probar, salvo ellos dos. Objetivamente estaban malísimos, pero para ellos no, había un ingrediente secreto que sólo ellos podía detectar: cariño.  También se fueron al monte de merienda, a pasear y ver lugares escondidos que ella no había visto nunca, a ver películas juntos, o simplemente hasta estar tirados en la cama, uno al lado del otro, acariciándose el cabello y el brazo, sin hacer nada. Ni dormir, ni el amor, ni hablar. Sólo estar ahí, uno al lado del otro, con los ojos cerrados, sintiendo y disfrutando el momento que sólo existía para ellos dos.
Llegaron las fiestas del pueblo, y como es natural cada uno se iba con sus amigos por la noche. De vez en cuando se cruzaban en la plaza del pueblo, y aprovechaban para tener un pequeño baile, de vez en cuando se cruzaban en alguna callejuela del pueblo, y aprovechaban para tener un pequeño desliz el uno con el otro. Era simplemente como tenía que ser. Las fiestas duraron 5 días, y cada noche se “encontraban casualmente” 3 o 4 veces en algún callejón, y luego siempre volvían con sus amigos de fiesta. Las fiestas llegaron a su fin, y la gente comenzó pronto a marcharse del pueblo, fue quedándose vacío, pero ellos seguían teniéndose el uno al otro, y continuaron con la misma rutina de antes de fiestas. Excursiones, películas y alguna que otra tontería nueva, como intentar hacer el castillo de naipes más grande juntos, ¡con 10 barajas de cartas nada menos!, intentar competir al ajedrez y las damas, o los intentos de ella por enseñarle a él como bailar ciertos bailes. Los días iban pasando, y siempre había cosas que hacer, cosas que decir y caricias y besos que dar. Pero como todo bueno, esto también tenía que tener un fin.
“Me voy mañana…” dijo ella con la voz débil. Él asintió, estaba cogiéndole las manos con delicadeza y le miraba a los ojos, entre contento y triste. Respiró hondo y asintió. “Lo sé, cielo. Y me apena tanto como a ti. Pero… no me arrepiento ni un segundo” Ella sonrió un poco y le besó con ternura. “Yo tampoco. Muchas gracias, has cumplido tu promesa de darme un mes maravilloso”. Él sonrió ampliamente y negó con la cabeza. “yo no he cumplido. Hemos sido los dos, porque sin ti, yo no habría logrado nada. Tú eres la que me ha dado ganas de hacer todo lo que he hecho”. Ambos se miraron, y sonrieron, y se fundieron en un beso. En ese momento, en esa noche, explotó el tiempo. No sé sabe si pasó rápido o lento, entre tanta caricia y tanto beso el tiempo pareció perderse y nadie supo de él. Hicieron el amor, derrochando cariño en cada movimiento, en cada caricia, derrochando ternura en cada mirada, en cada beso. Hicieron el amor durante horas, lentamente y sin pensar en el tiempo, ni en mañana, ni en ayer. Hicieron el amor con una sonrisa en los ojos, con chispas en los labios, hicieron de aquella noche un recuerdo imborrable… “Te quiero” le dijo él mientras ella ponía la cabeza sobre su pecho, cansada, y él acariciaba su larga melena con cuidado. Ella sólo pudo sonreír y murmurar algo… justo antes de caer dormida. Fue una de las noches más especiales que han vivido jamás.


Al día siguiente, cuando él despertó, ella ya no estaba. Se había marchado de su cama sin despertarle y le había dejado sólo una notita. “Lo siento, no puedo despedirme de ti… te quiero”. Él sonrió un poco, y suspiró con resignación. Beso la nota y volvió a dormirse. “Dormido la echaré menos de menos.” Pensó él. Ella estaba ya en el coche de camino a Valencia, y no dejaba de mirar melancólica por la ventanilla. Le habría gustado quedarse allí unos días más, con él. Qué digo unos días… unas semanas, o meses… Pararon para comer a mitad de camino, ella dijo que no tenía hambre, pero sus padres insistieron en que algo tenía que comer. Resignada salió del coche y abrió el maletero para buscar su bolsa. Estaba nublado el cielo y hacía más frió del que esperaba fuera del coche y necesitaba una chaqueta. Y cuando abrió su bolsa lo vio.  Un pétalo de Rosa, y una nota:
“Sé que te vas a ir sin despedirte. Sé que despertaré y no estarás. Pero me llevarás contigo allá donde vayas, porque cuando no puedas llevarte la rosa contigo, llévate al menos uno de sus pétalos. Te quiero, mi niña”

Y se abrió el sol entre las nubes, y entendió que quizá, sólo quizá, aquello no había sido un adiós, sino un hasta luego.


Porque no todas las historias que nos hacen sonreír tienen por qué ser reales. A veces simplemente necesitas hacerla tuya, y sentirla como tal.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Siempre se vuelve a querer.

Hacía ya tiempo que no escribía, principalmente porque no tenía acceso a internet... pero ya estoy de vuelta, y definitivamente tengo mil cosas sobre las que escribir. Historias reales, semi-reales y ficticias; poemas, reflexiones... de todo. Para que sea leve la vuelta, empezaré con este poema que escribí a mitad de Agosto y que tiene mucho significado.


Cuando estremece en golpes de fuego,
las ganas de saltar al vacío.
Cuando desgarran las alas del cuerpo,
a mitad del vuelo medido.
Cuando llueve en el sol de mis recuerdos...
es cuando más caigo perdido.

Cuando las luces del alba se apagan,
dejando aquel beso a oscuras.
Cuando ahogados renacen los gritos,
de cada momento más frío.
Cuando las lágrimas rasgan los ojos...
es cuando quisiera ser niño.

¿Y cuándo no queda más que desierto,
laguna de tierra y sal?
¿Y cuándo no queda más que inhóspita luna
para las noches que están por llegar?
Es entonces cuando el fénix vuela,
es entonces cuando arde sin quemar,
es entonces cuando amo y
por fin vuelvo a soñar.