martes, 28 de enero de 2014

Ese momento

Había pensado en escribir un poema, había pensado en escribir una historia. No podía hacer las dos cosas a la vez, y las dos cosas me apetecía escribirlas. Así pues, he pensado. ¿Por qué quiero escribir ese poema, por qué quiero escribir esa historia? Y la respuesta no podía ser más simple: Quiero expresar una sensación y un sentimiento que está vivo ahora dentro de mi.
Así que ni poema ni historia, simplemente... mi sentimiento:


Ese momento en el que realmente necesitas concentrarte para contener tus ganas de escribir a otra persona, que por dentro sólo quieres que pasen los segundos, los minutos, la hora que ha tenido que ausentarse para dedicarla a quehaceres y obligaciones. Ese momento en el que tienes hambre, de conocer un poco más, y que cuanto más conoces, más hambre te da; que hablas y escuchas con detenimiento cada una palabras que salen de su boca, y te preguntas si no será únicamente porque te gusta esa chica. Entonces te detienes un segundo en el pensamiento, sonríes para ti mismo, y te das cuenta de que no, no escuchas con detenimiento e interés sus palabras porque te gusta, sino que porque escuchas con detenimiento e interés sus palabras, te gusta.
Ese momento en el que te despistas, y para cuando quieres darte cuenta estás sonriendo estúpidamente, otra vez más; que te despistas, y para cuando quieres darte cuenta ya no son la 1, ni las 2, ni las 3... 
Ese momento en el que su sonrisa va transformándose en tu sonrisa, en el que una pizca de miedo se acuna en tu pecho, porque sientes que tienes algo que no quieres perder.

Ese momento, es cada momento desde que te conozco. 

sábado, 25 de enero de 2014

Caja de cristal

Con cuidado y despacito
abro la caja de cristal
donde guardo mis tesoros,
donde quiero dejarte entrar.

Tengo miedo, nada entiendo
de lo que pueda pasar.
Muchas grietas, poco tiempo
para poderla reparar.

Cuántas veces, confiado,
he dejado una gota entrar
para después, sin remedio
en un mar llegarme a ahogar.

Cuántas veces, olvidando
ciertos golpes de verdad,
han entrado, sin saberlo
oscos cortes de metal,
y han rasgado cada esquina
de mi caja de cristal
y han matado cada luna
que yo he querido plantar.

Cuántas veces he soñado
y por soñar me he despertado.
Cuántas veces, cuántas...
me ha dolido haber amado.

Y aún así, a pesar de todo
sin mi caja de cristal
no me encuentro, no soy todo,
soy la sombra de un error,
soy el tiempo que no existe
soy de todo menos yo.

Y es por eso que aún te ansío,
que me atrevo a soñar,
que te pido que te quedes
en mi caja de cristal.

Barrera



Hay palabras que terminan siendo lágrimas. Pero ya no depende únicamente de qué palabras sean, sino de quién las pronuncie y de la forma en que lo haga. Si unas palabras te hacen llorar, no sólo significa que su significado te haya afectado, sino que la persona que las ha dicho es una persona que te importa y tiene el poder para desequilibrar tus emociones. ¿De quién es la culpa? Se podría decir que es tuya, por dar semejante poder y a alguien que no eres tú.

Supongo que entonces es mi culpa, por creer en las personas, por confiarme a ellas y dejarles asentarse en un trozo de mi, abriendo mis puertas para dejarme conocer, entender, ayudar. Pero no concibo la vida de otra manera, honestamente, no concibo el vivir aislado del resto de gente, el crearme una barrera artificial para no ser victima de desengaños. Me parece una vida falsa e incompleta, me imagino en esa situación, y tengo la sensación de que siempre estaría sintiendo que me falta algo. Me aterra, de hecho, imaginarme el estar en esa situación, sin poder llamar "amigo" a alguien, porque nadie estaría lo suficientemente dentro de mi vida, porque no habría compartido con nadie lo suficiente de mi como para crear ese vínculo tan fuerte que es la amistad de verdad. Qué horror, pensar que tendría mucha gente cerca, pero ninguna realmente sabría quién soy, qué artificial, que fútil. Una sensación de parálisis se apodera de mi sólo de imaginar que de repente mi mundo se rompiera por alguna esquina, y me encontrara con que realmente no tengo a quién acudir, a quién llamar, a quién llorar.

No gracias, prefiero seguir siendo como soy, dejándome conocer y conociendo, compartiendo grandes cosas con otras personas, tanto efímeras como interminables. Prefiero saber que en algún momento, fuera cuando fuera, ha habido personas que han estado ahí, compartiendo su vida conmigo, y yo con ellas, que he tenido el placer de ser algo para alguien, algo real, y que yo también lo he sido. Sí, puede que por ser así, por no alzar barreras y dejar que algunas personas puedan jugar con las cuerdas que envuelven mi corazón, me esté arriesgando a que algunas de esas personas toquen acordes equivocados o rasguen alguna que otra cuerda. Pero al mismo tiempo, sé que es la única manera de poder escuchar una bonita melodía de vez en cuando, de poder sentir que las cosas que hago y digo importan de verdad a alguien.

Y quizá esté totalmente equivocado. No sería la primera vez, ni sería la última. Pero miro atrás, y recuerdo tantas cosas especiales que no cambiaría por nada...tanta gente que ha tocado bonitas canciones...que no existe quien pueda rasgar cuerdas suficientes, para que yo piense que no ha valido la pena.


Buenas tardes a todos. Y que con barreras o sin barreras, seáis felices.

Buh


I was walking down that long street, I had only once walked that same street before, but was in such a rush back that day that I did never stop to look at the different shops and structures that could be found in it. Buildings were somewhat antique looking, and the shops' contents varied so much that I seriously wondered if that street would have everything one could be looking for. That thought made me smile, like no other thought would, as the image of Ayrun settled in my mind. "That's one thing I wouldn't find here, and is the one I'm looking for the most"
It was a cloudy day, but not enough that one would expect rain, the weather had been crazy lately though, and it would've not surprised me much if by the end of the day some raining happened. Not that I would've minded in any case.

It was still 4.45pm, and I knew I still had 15 minutes to reach the square to make it in time. To make it in time, eventhough no one was waiting for me. I walked at a slow pace, eyeing every shop and person that crossed my path, absent-mindedly, as if nothing of what was happening around me would have any effect on me in any way, thinking on how would things go, trying to imagine the many things that could happen that day. Once Ayrun's image settled in my mind, it was very unlikely that it would just go away. I liked that.
You see, I had never seen Ayrun in person, so for me, thinking about her was as real as it could get.
I kept walking towards the square, reminiscing some of the best moments we had together, hearing the sweet tone of her voice again inside of my head, as if she was right next to me. Her laughter, always so easy for me to cause, always so easy to let it invade my own body with a feeling of cozziness. Her cunningness, which was often hiden behind her sense of humour, was one of the most appealing things to me. I was sure she knew well how to find her way with words, how to understand anything I always wanted to say even before I had finished my sentences. We had connected since the very beginning, and we both knew. We both felt it.

I woke up from my deaydreaming when I reached the square, so wide and ample that for a moment I feared I would not be able to spot her, specialy if it kept crowding as it was at that moment. 5pm, right in time. I knew she liked that park, that she would go for a walk and linger purposedly on that spot, simply because she liked it. "What more of a reason would she need?" I asked myself in thoughts "I like her, and that's only reason I'd need to linger around her" I answered to myself, again in thoughts, at the same time a stupid smile built up on my face. Her charm was not dispeled yet, that witch.

I wandered around the park, casualy, and It took me a while to find her amongst the crowd, but there she was, dressed with jeans and a brown jacket. Her hair, almost tamed, was waving softly because of the wind that had just started to pick up. I froze on the spot, I felt the tickles inside of my tummy, I felt how suddenly my frozen body erupted into a hot volcano, my blood being bumped fast and strong by my now fully functional heart. And I say now, because usualy my heart bumps only blood, but I'm certain at that very moment it bumped more than just that. How else would it be possible that all the pores of my body would suddenly sigh for her presence? My heart was bumping feelings, and some ejoyable ones I must say.

I approached her, knowing she was absentminded, as she always would be when walking around the park, daydreaming. I softly bumped into her, on purpose, making her wobble and grabbing her from the shoulder to prevent her fall. "-I'm sorry, I just saw you and couldn't resist the urge to ask you for a hug-" I said, without really knowing what I was saying, it just came out like that. She looked up, hastly, as if she was in a hurry to see who was the boy that had said those words to her. Her expression changed in a heartbeat, her eyes widened and her cheeks started to adquire a certain amount of colour as she tried to hide her smile by biting her lower lip. She couldn't hold it any longer, she just let it happen, the smile found its place in her face and she hugged me, snuzzling her head on my chest while I held her head on my arms, stroking her hair and letting my fingers get lost through it. I would not be able to tell how much time did the hug last, but I can tell I wouldn't have minded if it was an hour. I had no idea until then how real she was, how good she made me feel. "-You are indeed, huggable-" I said, as we moved away from each other slightly.

She looked at me, and feigned an upset frown, moving her hands to her hips. "-But we agreed that you wouldn't come until the exams were over!-" she complained, visibly having a hard time to hold her smile. I melted as soon as I heard her speak. I simply loved it. Then, I wondered for a moment if my face was smiling as stupidily as hers. "I bet it is" I thought. I scratched the back of my head, trying to look for an answer. She was completly right, we had agreed to that, and there was still one exam for her to do. I gulped and cleared my throat, looking down at her. She was so cute it was disarming. "-I... I just. I just couldn't wait any longer, I'm sorry, Buh-" I finaly said, cunningly, knowing she just wouldn't be able to reproach me. Not if I used that name, not if I looked at her like that. She looked to me. "- Damn you, cheater. Get your spells off, shooo!-" she joked, just before her face broke into a huge smile and she grabbed me from the arm. "-A'right. Which plan is it then? A?B?C?D?-" she asked, leaning her head on me as we walked.

I was happy, and anyone could've told that. What they probably would've missed though, is the feeling of completness on the inside. I had everything I needed at that moment, I had everything I wanted. I didn't stop walking to answer, in fact I was still looking ahead when I did. "-Well.. I ditched all of my plans but one-" I said. "-which one did you not ditch then?"- she asked, as we arrived to the stairs that leaded out of the park. I smirked and stopped on the spot. Took a quick glance at her. "-One I put all my cunningness into, Ayrun. The only one that really mattered to me. Plan BE-" I said, watching her tilting her head, curiously, expectantly. "-Plan Be, Be with you-".

That day, was indeed a great day. And eventhough I won't enter into details of what happened and what did not, I will let you know about the one thing I learned.
No matter how good I thought things would go, with Ayrunthings were always simply just better.

miércoles, 22 de enero de 2014

This great feeling.

En primer lugar vais a tener que disculparme aquellas personas que lean mi blog y no entiendan bien el inglés. Esta entrada la voy a escribir en inglés, por el simple y mero hecho de que me está naciendo así, por dentro, y siento que en esta ocasión las palabras que brotan de mis dedos son más verdaderas y profundas en ese idioma. Quizá parte de culpa de esto, la tenga buh...


There's a lot of things in life that make us feel great, that makes us feel well. But undeniably, the most incredible feeling comes from the realization that I've met someone special. This doesn't mean that I fall in love with them, but that I aknowledge from the very beginning that they are a good match for my personality and that they are someone I certainly  will enjoy talking with, about everything and anything, while this allows me to discover a bit more about their personalities step by step.
It's the mistery behind the person, the not knowing if they still have a few cards under their sleeves, the hunger for more time with them.
This is a feeling I've liked since forever, I've always been interested in other people, in knowing them, unrevealing their hidden misteries (which everyone has,to an extent at least) and making this people a part of my life in the process. But this doesn't happen with just anyone I meet, it happens only with some specific individuals I've met in my life. And what they all have in common is that, the first time I had contact with them, I felt it, that undescribable feeling that makes me know they are someone worth of my time, worth of getting known, the feeling that makes me think that, no matter what or how, I want them in my life.

Perhaps, if I fall in love with them (which can happen at times), I'll wish for them to be in my life as something more than just good friends. But even if that doesn't happen, I'll still wish for them to  be my friends, because these persons are above all that stuff. These persons, who are only a few, are just the people I want to have by my side, one way or the other, because I feel it. I can feel the link that makes them so important to me and when they are far away it feels wrong, as if something was missing, and my mind forces itself to imagine them in order to comfort and appease my soul. It's a very complicated thing to explain, it's even a very complicated thing to feel... but it's as real as the computer you are reading this from. I swear, it's just that much real, nearly tangible.

I guess some of you are wondering what is this all about, and why did I write about this out of the blue. I just wondered that myself, I just wondered why did I have the urge to write all this to describe a feeling that not even I can complety grasp. Well... the reason is... that not long ago, I got to know someone, and I kinda had this feeling, again, after nearly ONE year without feeling it. That feeling telling me that only good things can come from knowing her more and more. She certainly has my interest and attention, from the first day I heard her voice, she had my attention. Shocked me from the start, and keeps surprising me every day, and I'm sure that's only the tip of the iceberg that there is for me to find.

So I'm happy, and for what it's worth, this was my way to share it with you all. I hope this feeling lasts, and It will, as long as the other person doesn't run away from my life.

domingo, 19 de enero de 2014

Mojémonos


Empezó a llover a mares. Habían caído cuatro gotas hacía a penas unos minutos antes, pero estaba demasiado lejos de casa como para volver a por un paraguas o un chubasquero. Exactamente a 400 km de casa, una distancia que posiblemente habría terminado de cubrir para cuando ya hubiera dejado de llover. Suspiré y me lamenté en silencio por no haber sido lo suficientemente precavido de mirar el tiempo antes de salir de casa esa mañana.

Eran las 19.00 y yo me encontraba en mitad de ninguna parte, perdido en una ciudad que conocía bastante poco y lo único que me consolaba en aquellos instantes era la cantidad de abrigo que llevaba puesto que amortiguaba por completo el frío helado que intentaba calar mis huesos, afortunadamente, sin éxito. Y ahí estaba yo, debajo de de aquella cornisa, en frente del Auditorio Nacional de Música, esperando pacientemente desde hacía ya varios minutos, y posiblemente aún tuviera que esperar media hora más. 
La lluvia seguía golpeando fuerte y sin piedad las calles pavimentadas, rebotando las gotas de agua en él, y empapando poco a poco mis zapatillas y el camal de mis pantalones. La gente pasaba a toda velocidad por la calle, en una dirección y en la otra, nadie se paraba a mirar al resto, y todos parecían sumidos en sus pensamientos mientras al margen de todo, compartían un objetivo común. Llegar a sus destinos lo antes posible para salir de aquella tormentosa lluvia que seguía implacable aguando las vidas de todo aquel madrileño que estuviera paseando por las calles.

Por alguna extraña razón, no me molestaba en absoluto la idea de avanzar un par de pasos hacia la acera y dejar que la lluvia cayera sobre mi libremente. Pero no lo hice, no habría parecido muy normal, y posiblemente tampoco habría sido muy práctico, así que continué esperando debajo de aquella cornisa, pacientemente, mientras en mi cabeza repasaba de manera mecánica las melodías de la música que se estaba interpretando en el interior del auditorio. Habría dado cualquier cosa por estar dentro, y no sólo por huir de la lluvia, pero sabía que para ella era algo más complicado y estresante que lo que yo podía pensar, y había decidido en secreto que no iría a verla jamás, hasta que ella no me lo pidiera a mi. Y desde que me hice esa promesa, tuve una historia más con la que entretenerme antes de dormir, imaginando y pensando en ese maravilloso momento en el que ella considerara que mi presencia en una de sus actuaciones iba a ocasionarle más ilusión que incomodidad o nervios. Me encantaba soñar despierto antes de dormir.

Mientras estaba sumido en mis pensamientos, escuché cómo se abría la puerta de detrás de mi. Podría haber sido cualquiera, muchas personas cruzaban esa puerta a lo largo del día, pero por algún extraño motivo fue tan sólo esa vez cuando me giré. Sonrojada por el calor de la calefacción del edificio y los nervios de la actuación, vestida con unos vaqueros oscuros y arropada por un chaquetón de plumas de color hueso. Reparó en mi a los pocos segundos de traspasar la puerta de entrada y se quedó congelada en el sitio, con la boca abierta y las pupilas de los ojos contraídas hasta alcanzar un tamaño tan diminuto que desde donde yo estaba sólo podía ver el verde de sus ojos. La observé yo también en silencio, ladeando la cabeza curioso mientras, después de conseguir arrancar mi mirada de sus ojos, observaba sus ropas y pertenencias detenidamente. Solté un gruñido y suspiré profundamente antes de hablar. - No puedo creerme que no tengas tú tampoco un paraguas- le dije mientras señalaba ligeramente a la calle, ahora totalmente empapada por la lluvia que no cesaba. Ella seguía ahí, de pie, mirándome de una manera tan extraña como penetrante. Era su mirada de odio fingido mientras apretaba fuertemente los labios el uno contra el otro para no sonreír. Se acercó a mi lentamente, como desganada, y cuando se encontró a menos de un metro de mí sacó su mano del bolsillo de la chaqueta, pero ya lo veía venir. Rápido como el viento lancé mi propia mano hacia delante, cogiendo la suya que ahora formaba un puño y estaba a mitad de camino de mi hombro.
-Esta vez no cuela- le dije sonriendo mientras ella deshacía su puño en mi mano mientras la iba soltando poco a poco, y cuando su mano se hizo palma y mis dedos tocaros los suyos, tiré de ella hacia mí por puro instinto, sin siquiera ser consciente de lo que hacía, y la rodeé con mis brazos como si hiciera años que no la veía. Y es que un mes sin verla, se sentía como un poco más que un año.

Nos quedamos de pie, mirando a la lluvia durante unos instantes. No había forma humana de salir de allí sin mojarse, no había forma humana de acompañarla a casa sin acabar empapados de arriba abajo. Me miró de una forma que no me atrevo a describir con palabras, sus ojos me dijeron tantas cosas en tan sólo esa fracción de segundo, que me sería imposible explicar cada una de las sensaciones que sentí cuando deslizo su brazo alrededor del mio y me asió con firmeza. No me preguntó qué hacía allí, era lista, lo sabía. -Mojémonos- dijo mientras daba un paso adelante y nos hacía exponernos a la lluvia.
La lluvia comenzó a golpear mi cabeza, y las gotas de agua formaban ríos que bajaban por mis mejillas hasta mi barbilla y caían libremente sobre mis pies, los cuales caminaban, a diferencia del resto de toda la gente que nos rodeaba, sin prisa alguna. El ruido del agua al golpear el suelo y los coches quedó en mi mente como la música que acompañaba a la melodía de sus palabras, y aunque estábamos en pleno invierno y poco a poco el frío que entraba por los pies mojados se extendía por todo mi cuerpo, deseé inconscientemente que no dejara de llover.

Quizá nada había salido como yo lo había planeado, pero si ella estaba dispuesta a mojarse para caminar conmigo por las calles de aquella ciudad, entonces es que definitivamente, algo había planeado bien.

((Está escrito del tirón, sin corregir ni releer ni nada. Así me ha salido, y creo que así se queda por hoy.))

jueves, 16 de enero de 2014

Cenicienta de nombre (2)

Y aquí la segunda y última parte. Espero que os guste =)

El baile ya había comenzado cuando llegó, estaba lleno de gente, había chicas de todas las edades y formas, lo único que tenían todas en común, era que iban vestidas con finísimas vestimentas y carísimas joyas. Todas menos Cenicienta. El príncipe, por su parte, vestía lo que estaba obligado a vestir, sus galas reales, ni más, ni menos. Se paseaba por entre las asistentes, concediendo bailes educadamente, pero sin mucho interés. Las chicas que bailaban con él eran algunas bellísimas, otras no tanto, pero el caso es que ninguna llamaba la atención del príncipe. Estaba pensando en sus cosas, estaba ausente, como si se sintiera fuera de lugar entre tanta gente que conocía y que realmente, no quería conocer. Entonces la vio, entre faldas, volantes y pomposos vestidos estaba Cenicienta, con su sencillez, con su simple vestido azul y no más joya que la pulsera de tela que le había regalado su ya difunta madre. Caminaba asombrada, mirando el palacio con la boca abierta, intentando asimilar tanta grandeza en tan poco espacio de tiempo. El príncipe se le acercó, despertándola de su ensimismamiento, y le pidió bailar. Era la primera chica a la que el príncipe pedía bailar, él expresamente se ofreció a bailar con ella, y no al revés. Nadie entendía nada, el resto asistentes miraba a Cenicienta con desconcierto. ¿Por qué esa chica que ni llevaba joyas ni vestía un elaborado traje estaba bailando con el príncipe? Ni siquiera el rey y la reina salían de su asombro. El príncipe bailó con Cenicienta durante un largo rato, y mientras bailaban, hablaban. Se contaron cosas el uno del otro, primero cosas sin importancia, luego cosas que les hacían reírse… y seguían así bailando y bailando. El tiempo pasó volando, ni se dio cuenta Cenicienta de que ya eran casi las 3. Sobresaltada se despidió del príncipe, pidiendo perdón por la abrupta despedida, y salió corriendo del palacio hacia su caballo que fielmente le esperaba aún en el establo comiéndose un buen trozo de queso. Galopó a toda velocidad a su casa, donde su madrastra aún la esperaba despierta, incapaz de pegar ojo sabiendo que su pequeña aún estaba por ahí. Tuvo la mala fortuna Cenicienta de que al bajar los escalones del portón de palacio  había perdido uno de sus zapatos sin siquiera darse cuenta. El príncipe, que la había seguido, sí se percató y lo recogió, buscando a Cenicienta con la mirada, pero en vano. Ya se había ido.
Al día siguiente, pese a las protestas del rey y la reina, el príncipe salió en busca de la persona a la que le viniera bien el zapato que había encontrado el día anterior. Muchas mujeres intentaron ponérselo, y algunas incluso lo consiguieron, pero con tan sólo hablar con el príncipe unos segundos, él en seguida sabía que ninguna de esas era la que él buscaba. Uno de los hermanastros de Cenicienta se enteró de la noticia mientras hacía un recado, y fue corriendo a avisarla. Cenicienta no se arregló, ni tampoco salió corriendo al encuentro del príncipe, no era su estilo. Ella simplemente esperó paciente a que él llegara, si es que tenía que llegar. Finalmente, eso ocurrió, el príncipe entró en la casa de Cenicienta, acompañado por sus escoltas reales, y la vio, de pie en un silla, limpiando junto con sus hermanastros la chimenea y cubierta de cenizas. Ella saludó al príncipe con una burla de reverencia, y él no necesitó hacerle probar el zapato para saber que era ella. Curiosos ante la imagen, los guardias reales que le acompañaban le preguntaron al príncipe que por qué ella de entre todas las chicas bellas y bien vestidas que habían acudido al baile. El príncipe, todavía sonriente por haber encontrado a la chica del baile, contestó: “Fue la única que no vino a mi, sino al baile, y la única que no se disfrazó de alguien o algo que no era sólo para causarme mejor impresión. Ese es el tipo de chica que quiero.” Nadie tuvo nada que objetar a aquellas sabias palabras y el príncipe se acercó un poco más hacia donde ella estaba. Cenicienta bajó de la silla, cubierta de ceniza, y cogió el zapato que el príncipe sostenía aún en su mano. Se lo colocó con cuidado de no caerse, y cogiendo al príncipe de la mano, contestó: “Creo que te debo el baile que anoche no pudimos terminar”.


Y así, en mitad del salón de una casa antigua, una chica cubierta de ceniza bailó con un príncipe, cubriéndolo de ceniza también, porque al final del día, príncipe o plebeya, los dos eran personas y los dos querían bailar.

Cenicienta de nombre (1)

Hace unos meses participé en un concurso de escritura en el que había que coger un cuento infantil conocido y darle algún giro a los típicos roles que se presentan en ellos, donde los hombres son siempre valientes y fuertes, las chicas quieren ser princesas, y las mujeres son brujas que dan manzanas envenenadas.
Yo elegí el cuento de cenicienta, por nada en particular, la verdad...y me resultó divertido desfigurar el cuento a mi antojo. Lo iré subiendo a trozos, para que no sea pesado... o para que volváis al día siguiente ;)


Cenicienta, que así se llamaba de nombre, pero no de condición, era una muchacha de lo más normal. Huérfana de madre desde temprana edad, vivía ahora con su madrastra y los hijos de ésta, pues el padre rara vez estaba en casa porque el trabajo no se lo permitía y porque ahogaba sus penas en la taberna más de lo que debiera. Tanto la madrastra como los hermanastros de Cenicienta, sabían que ésta tenía que estar pasando por un momento muy duro, así que hacían todo lo posible para que se sintiera bien. Se encargaban de la limpieza de la casa y de cocinar, de hacer los recados, y animaban siempre a Cenicienta para que saliera a la calle a vivir experiencias, a sentirse viva. Cenicienta, por su parte, muchas veces insistía en ayudar a sus hermanastros y su madrastra, no le importaba nada ensuciarse barriendo o quitando el polvo, es más, se divertía cuando todos lo hacían en familia.
Un día, el príncipe del reino, fue insistido por sus padres para que realizara un baile para conocer a la chica con la que se casaría. El príncipe no quería, pues le parecía una pésima idea para conocer al amor de su vida, pero accedió para contentar a sus padres. Se organizó el baile, y todas las chicas y mujeres del reino fueron invitadas. Todas con sus grandes vestidos, todas con sus joyas y sus zapatos de tacón, intentando lucir sus mejores rasgos para la ocasión. A Cenicienta, por supuesto, también la invitaron. No tenía especial interés en acudir al baile, pero sus hermanastros y su querida madrastra le insistieron, le convencieron de que al menos sería una bonita distracción y una gran oportunidad para ver el magnífico palacio real. Cenicienta aceptó entre gritos de júbilo de sus hermanastros, pero pronto se dieron cuenta de que Cenicienta no tenía consigo las ropas adecuadas para ir a semejante acto, ni tampoco joyas que se pudieran comparar con las del resto de chicas, ni siquiera unos zapatos de tacón alto. Todos quedaron un poco cabizbajos, lamentándose por no poder ofrecerle a su hermanastra algo mejor, pero de pronto, tras un pequeño resplandor y unas chispas de colores en el aire, apareció un Hado. Era una criatura pequeñita, del tamaño de una mano, con el cuerpo y el rostro de un hombre un poco corpulento, con la barba y el pelo largos. Vestía de azul, y tenía unas alas moradas con motas rosas que brillaban mientras surcaba la habitación volando de lado a lado, desprendiendo polvos de purpurina. Se presentó como el Hado Tomás, el Hado encargado de ayudar a las buenas personas. Miró a Cenicienta de pies a cabeza, asintiendo lentamente y frotándose la barba mientras así lo hacía. Finalmente, chasqueó los dedos y una varita mágica apareció en su rechoncha manita de Hado. Tocó las ropas de Cenicienta con la varita, quedando éstas limpias al instante y sin arruga alguna, después hizo lo mismo con los zapatos planos,  dejándolos tan brillantes que se podía reflejar su cara en ellos, y por último le golpeó en la cabeza con la varita, dejándole el pelo limpio y peinado. La verdad sea dicha, Cenicienta era bonita, tenía los ojos marrones claro y el pelo negro y medianamente corto, a lo chico, dirían hoy algunos, lo que resaltaba sus rasgos más finos de la cara y su sonrisa encantadora. 
El hado le advirtió de que no debía de llegar más tarde de las 3 de la madrugada, no porque el hechizo se fuera a romper, sino porque a partir de esas horas era peligroso ya ir por las calles desiertas, y la madrastra estaría preocupada si no volvía pronto. El Hado, como último regalo, blandió su varita hacia un ratoncito que tímidamente miraban desde su escondite en la pared, transformándolo en un caballo esbelto y fuerte. Contenta de poder asistir al baile, Cenicienta le dio un fuerte beso a sus hermanastros y su madrastra, y por supuesto también al Hado. Se montó en el caballo y galopó sin cesar cual amazona durante horas hasta llegar al palacio del príncipe.

sábado, 11 de enero de 2014

Abrazo

Le rodeó con sus pequeños brazos, lentamente, como si el mero hecho de estar en el proceso de dar el abrazo ya fuera algo merecedor de disfrute y gozo. Sabiendo que existen muchos tipos de abrazo, pero que ninguno es tan grande como aquel que sale espontáneo, de repente, sin que ni tú ni la otra persona lo espere. Esos abrazos, son del alma, y este abrazo era sin duda uno de esos.

Él devolvió el abrazo, rodeándola a la altura de los hombros y apoyando su mejilla en su cabeza, una explosión emocional ocurrió en su interior, quizá llevaba tiempo esperando ese abrazo...y hasta ese momento ni siquiera había sido consciente de ello, pero las lágrimas que no pudo contener y que adornaban ahora el pelo de ella como gotas de rocío evidenciaban que había estado guardando mucho, y durante mucho tiempo.

Ella notó las lágrimas colándose entre su pelo y mientras le estrechaba con más fuerza con su cara hundida en su pecho, sonrío aun sabiendo que nadie, ni siquiera él, le podía ver. Sonrió de tal manera que temblaron todos los cimientos del miedo, haciéndolo desmoronarse y desaparecer de su vida por completo durante aquellos segundos. Sonrió como lo hace aquel que encuentra su hogar de nuevo, como aquel que por fin se decide a completar su vida, a hacer lo que tendría que haber hace ya tiempo, aquel que se encuentra así mismo.

Respiraron al mismo ritmo, al mismo único y solitario compás que dio lugar a una melodía inaudible para el resto de la humanidad. Hincharon el pecho al tiempo, sintiendo los latidos el uno del otro, cada uno a su ritmo, pero caminando por el mismo camino.  Y por fin, se separaron, lentamente, casi con miedo de que nunca más pudiera repetirse algo semejante, algo tan especial. 

Ella se mordió el labio sonriendo, negando con la cabeza, mientras veía cómo él se secaba las lágrimas de los ojos. Él no pudo evitar reírse de su propia reacción al momento, enrojeciendo por haber sido el que llorara, sonrojado por el simple y mero hecho de haberse sentido tan unido y cercano a ella, como nunca lo había sentido antes.

-Tenía tantas ganas de que vinieras- dijo ella.
-Tenía tanto que ganar viniendo- dijo él.


Porque un "abrazo" puede ser sólo 1...o 407 palabras.

P.D: No puedo irme sin dedicarle la entrada de hoy a "scratchy", por esas palabras tan especiales que me ha brindado. Thank you ;)

lunes, 6 de enero de 2014

Y no que quedé sin vida



Con el sol que en tu mirada anida
se crean hoy mis mejores días,
se tejen mis ansiados sueños
desvanece aquello que ayer temía.

Eres el impulso que da el viento
a la hoja del árbol caída,
eres la gota de agua salada
que recorre tímida mis mejillas;
la nota sol dominante
del arpegio de mi risa,
la única estrella en el cielo
que tenue, sin miedo, ilumina.

Llama que prende a escondidas,
las cicatrices de mis heridas.
Llama que arde voraz
dejando poco más que cenizas.
Cenizas que hielan el alma,
cenizas que pierden la vida,
cenizas que al sentirte cerca,
hacen que como el fénix resurja.

Y si algún día me faltara ese sol,
si algún día cesara ese viento,
si algún día no sintiera esa lágrima
o no hubiera estrella en el cielo.

Y si algún día se extinguiera la llama,
y no quedaran cenizas...
que sea porque mi tiempo acabó
y no que quedé sin vida.


Sólo sabía que quería escribir, no tenía claro el qué, ni tampoco sobre qué exactamente. Simplemente era uno de esos momentos en los que sientes que tienes algo dentro, que notas cada latir de tu corazón...y lo que sentía era tan.. indescriptible, que quería describirlo. No es un poema con métrica ideal, ni son versos de belleza incomparable... son, ni más ni menos, que lo que en este momento sentía. Quizá no esté escrito de manera que se pueda entender, pero tiene un significado. Os invito a que saquéis vuestras propias conclusiones.

sábado, 4 de enero de 2014

Si existiera


Mi vida podría cambiar casi por completo en unos días, podría mudarme de ciudad, independizarme, tener un trabajo, hacer nuevas amistades, vivir en un nuevo ambiente... y es algo que realmente me apetece que ocurra, es algo que necesito para poder seguir avanzando y despegarme de las sombras que se han creado en mi de estar siempre bajo el mismo sol.

Y sin embargo, como siempre, lo que me quita el sueño, lo que ronda por mi cabeza y siembra semillas de frío y calor, de miedo e ilusión, no es otra cosa que mi corazón y las personas que hacen que lata con envidiable fervor. 
Y digo personas, porque la verdad es que tal y como han dicho siempre, soy enamoradizo por naturaleza, y me resulta fácil volverme a enamorar una y otra vez. Pero en estos 25 años, he descubierto algo que quizá redefina para mi el significado de la palabra amar... y descubra que amar, no haya amado a tantas como he creído.
Porque la mayoría de esas personas que un día me hicieron crear canciones, me hicieron suspirar perdido en mi almohada, o me llenaron el corazón de ilusión en su momento... la verdad es que al cabo del tiempo dejaron de ser para mí lo que en un principio fueron. Continuaron en mi vida, sí, pero vistas con otros ojos distintos.
Y digo la mayoría...porque quizá haya una que pese a todo, pese al resto de otras chicas que se han cruzado en mi vida, sigue creando esa ilusión en mi cuando nos vemos; sigue abriendo mi mente a nuevas canciones, a nuevos poemas, a nuevas historias; sigue haciéndome querer siempre más, y nunca menos. Una chica que sigue siendo a mis ojos la misma chica que siempre fue, que echo de menos cada día, la haya visto o la deje de ver; que me intriga constantemente y me hace anhelar cada palabra que pueda salir de ella, porque sé que sea lo que sea, me apetece escucharlo. Y sobretodo, porque por encima de todo lo demás, no puedo evitar sonreír cuando algo le va bien, aunque eso la aleje un poco más de mi.

Quizá eso sea el verdadero amor, y quizá entonces no haya amado tantas veces como mis poemas, canciones y relatos sugieren. Quizá eso sea lo que de verdad significa el amor verdadero, el más fuerte, el más puro, el que ni las más versadas palabras sería capaz de describir con justicia. Quizá sea por eso que los demás sentimientos acaban difuminándose en el tiempo hasta convertirse en lejanos recuerdos, y sea por eso también que hay una persona que no puedo olvidar jamás.


O quizá sea todo tonterías, y cada uno tenga una manera de sentir, vivir, y crear el amor. Cada uno o cada dos, porque al menos eso resulta indiscutible, que para que haya amor, tiene que haber dos. Podría ser que fuera así, que lo más que pueda sentir uno, sea lo mínimo que pueda sentir otro, o viceversa. Podría ser también que algunos tengan dentro una capacidad de amar más simplificada o que al contrario, tengan una concepción subconsciente del amor tan compleja y complicada que sólo se enamoren una vez en la vida.

Quizá.. quizá. Y quizá, si esa chica que he dicho existiera, quizá entonces yo podría ser un poquito más yo y encontrar en ello la felicidad. Pero no, no existe.


O sí...?

Está claro que escribir a las 7 de la mañana no es precisamente lo más recomendable para la lucidez mental, y a pesar de ello, suele ser a altas horas de la noche cuando realmente siento que me apetece plasmar en palabras lo que mi corazón susurra a mi mente. 

Sue me, bitches.