martes, 29 de octubre de 2013

Puzzle de puta madre

((Boyce Avenue - Thousand Years: Me encanta esta versión. Mucho))

¿Por qué la gente se empeña en decir que las cosas buenas nunca son fáciles? Son frases hechas que quizá se puedan aplicar en la mayoría de las ocasiones, pero yo he visto a gente que le ha pasado cosas muy buenas, y de manera muy fácil y sin esfuerzo. ¿Que si tengo envidia de ello? Supongo que sí, cuando parece que siempre consigues lo que quieres, pero en verdad simplemente quieres lo que consigues...


Poco a poco, día a día, las cosas están un poquito más cerca, o un poquito más lejos. Lo ideal sería pensar que lo uno o lo otro depende de las cosas que hagamos cada día, pero eso no sería cierto, no. La cosa es que en la vida hay millones de cosas que se escapan a nuestro control, y que a veces sirven para acercarnos sin que nos demos cuenta... o para que pasen los días y llegue un momento en el que ni recordemos a qué nos queríamos acercar.
Yo me propuse controlar mis emociones y no dejar que ellas me controlaran a mi. A veces eso es fácil, y otras es condenadamente difícil, pero hay que intentarlo, como sea, porque es una cosa que sí puedo intentar controlar y que creo que me acerca un pasito más cada día.



Desde hace tiempo, y sobretodo en los últimos años he tenido que oír comentarios sobre lo "picaflor" y "veleta" que soy. Que no quiero de verdad, que no me enamoro de verdad...sólo porque cuando no es una, es otra la chica que me gusta. Pero esto no es así, no.

Soy de corazón fácil. Ser "de corazón fácil" NO significa que cada semana me enamore de una persona diferente, ni mucho menos. Soy mucho más simple que eso. Significa que mi corazón se activa en seguida para cualquier cosa, ya sea ver una película, leer un libro, escuchar música; significa que le gusta sentir, que le gusta sentir que está vivo, que necesita sentirlo.
Significa que puedo querer a alguien de aquí al día que me muera, y que todo lo que necesito a cambio es que esa persona me deje quererle libremente y esté conmigo día a día. No necesito nada más, porque así él se siente vivo.

Y ahí es donde estoy ahora, y donde espero que la paciencia y los esfuerzos que se hacen me mantengan. Quizá esta vez quiera que sea así más que nunca, y no porque le quiera más de lo que he querido antes, eso aún no es verdad. Pero sí porque, y aunque suene a tópico, tiene algo que la hace diferente al resto. Es, simplemente, nada como yo. Es diferente a mi, pero no hasta tal punto que no tengamos nada en común. Es como si siempre hubiera estado caminando hacia la derecha, y ahora tuviera mi contrapeso para caminar recto. Tal y como leí de una buena amiga mía:
"Los puzzles no están hechos de piezas iguales". Eso, y que aunque ella lo vaya a negar hasta morir, es bonita hasta hartar.

Sinceramente, nadie sabe qué pasará el día de mañana, pero depende de nosotros inclinar la balanza hacia un lado u otro. Yo, como siempre, voy a hacer todo lo que pueda...sólo que esta vez lo voy a hacer de verdad.

Porque yo creo que este puzzle...nos va a quedar de puta madre.


~Always~
 

viernes, 25 de octubre de 2013

Corazón que late, corazón que siente.


Es indiscutible, un corazón que late, es un corazón que siente. Porque sentir va de la mano con ser humano, con estar vivo. Y aunque una persona sólo deja de sentir cuando su corazón deja de latir... aún me atrevería a decir que cuando una persona deja de sentir... también deja de vivir.


A quién vamos a engañar a estas alturas, ¿verdad? Soy muy sentimental, y siempre he creído que no había nada de malo en sentir sin límite, en sentir al extremo. 
Siempre he defendido que yo era como era, creyendo que no había nada de malo y que seguro que así es como yo debía ser...pero ayer, después de 25 años, -alguien- y -algo- me abrieron por fin los ojos.
Como con cualquier cosa para la que no estás preparado, me costó asimilarlo, me costó aceptar que aquello era una realidad. Era tan parte de mi, de quién soy, que realmente nunca me había parado a pensar que pudiera estar haciéndome mal. Pero sí que lo hace, y aunque llego un poco tarde, nunca es demasiado tarde para cambiar.

Hay ocasiones en las que hay que dejarse llevar, eso no lo negaré jamás, hay veces en las que hay que arriesgar, dejarte guiar por tus sentidos y tus emociones... pero "dejarse llevar", "dejarse guiar", no significa lo mismo que "dejarse controlar".
No te hace menos humano controlar un poco lo que sientes. Simplemente me hará vivir en el mundo real, que es el mundo en el que vive la gente que me importa y que quiero, que es el mundo en el que vives tú, y es en ese mundo en el que quiero estar.

No espero que ocurra un gran cambio, voy a seguir queriendo, voy a seguir emocionándome con las canciones bonitas, voy a seguir queriendo arrancar canciones de mi guitarra y voy a seguir escribiendo y haciendo las cosas que me gustan hacer...pero ahora sabré que el que lleva las riendas de mi vida soy, y no lo que siento.


Buenas noches a todos y todas, y no dejéis nunca de sentir, ni tampoco de vivir en el mundo real.

~Always~

sábado, 19 de octubre de 2013

Todo atrás



Eran la 13.15 y acababa de llegar a la terminal 1 del aeropuerto de Madrid. Llevaba varias horas de viaje desde su ciudad y estaba cansada, cansada y triste. Caminó conduciendo su maleta por la amplia terminal sin a penas reparar en la gente, sin apenas reparar ni en el mismísimo suelo que estaba pisando. Caminaba como camina un muñeco al que le han dado cuerda y sólo puede seguir avanzando, sin mirar atrás, sin volver atrás... Llevaba una maleta grande,de colores naranja y rojo. Rojo, uno de sus colores favoritos. Otra maleta más, ésta de color morado, sería enviada por correo a su nueva dirección, tal era la cantidad de ropa que se llevaba. Pero aún así no podía evitar sentir que las maletas estaban vacías, que lo que realmente podría llenarlas, se quedaba en tierra. No sé si alguna vez vosotros habéis tenido esa sensación. Es una sensación horrible y voraz, que va carcomiendo tus pensamientos a cada paso que das, ahogando tus recuerdos en desesperación, y cargando de ansiedad cada trago de saliva que discurre por tu garganta. Pero a veces hay que vivir estas cosas, a veces es parte de nuestras decisiones más importantes y valiosas, y es de valientes y personas con fuerza el ser capaz de sobreponerse a todo ello. Por eso, él la admiraba.

Recorrió pues los pasillos, ausente, al margen del mundo, y llegó a los mostradores de facturación de Air Europa. Aún quedaba una hora y media para que saliera su vuelo, eso sin contar el retraso que es de esperar en un aeropuerto, especialmente a mediodía. Los nervios explotaron dentro su cuerpo al ver la gente cruzar la linea, una vez facturara sus cosas y pasara por ahí, ya no habría vuelta atrás ninguna. Decidió sentarse unos minutos, necesitaba sentarse y respirar, necesitaba sentir que aún estaba en casa, aún sin estarlo realmente, durante unos minutos más. Estaba sentada con el billete en la mano, y las manos sujetándole la cabeza mientras sentada se miraba las piernas o al suelo. O más bien podría decirse que no miraba a ningún lado, simplemente tenía los ojos abiertos. Quizá por eso no notó que alguien se acercara a ella hasta que no se dirigió a ella por su nombre. "¿Alex? Esto es para ti". Un chico joven, más joven que ella incluso, de poco más de 1.80 y vestido con unos vaqueros y una camiseta negra se alzaba ante ella. No estaba serio, tampoco sonreía, simplemente mantenía una cara totalmente neutra y sostenía una carta entre sus dedos. Un sobre en el que sólo ponía el nombre de una chica. El suyo. El chico no se despidió ni dijo nada más, tan pronto como ella sostuvo la carta entre sus finos dedos, se alejó sin más, sin siquiera mirar que la carta la abría o la leía. 
Ella estaba sentada, todavía perpleja y sin entender qué acababa de pasar ahí. Estaba segura de que a ese chico no lo había visto nunca antes, así que...¿Cómo podía saber su nombre? ¿Por qué tenía una carta para ella en la mano? En ningún momento sintió miedo, sólo desconcierto y confusión... y quizá fueron los únicos segundos en las últimas horas en los que no sintió agobio, ni pena, en los que olvidó para qué estaba allí y la angustia cesó de atormentarla. Unos segundos, muy pocos, pero quizá los suficientes para que los nervios no terminaran de destrozarle por completo. Si quería descubrir más sobre la carta y sobre quién era el chico ese no tenía más remedio que abrirla. Lentamente abrió el sobre sin romperlo y deslizó los dedos en su interior, sacando acto seguido un folio plegado en dos movimientos. Desplegó con cuidado la hoja, y sus ojos velozmente escudriñaron de arriba a bajo lo que había en ella. Con tan veloz vistazo no puedo más que ver que era una carta, y que estaba escrita a mano. Y comenzaron a nublarse sus ojos, comenzaron a llenarse de lágrimas, pero no pudo llorar, porque lo primero que leyó, destacado en lo alto de la hoja, en negro y casi con relieve fue "Prohibido llorar si no estoy para llorar contigo".

Se secó los ojos con las mangas de su sudadera y respiró hondo. Pensó repetidas veces que no iba a llorar, que no iba a llorar, que no iba a llorar. Y continuó leyendo.
Sé que a muchos o muchas os gustaría saber que ponía en la carta, leer qué es lo que alguien que se había tomado tantas molestias por entregarla, tenía que decir. Algunos pensaréis que estaba cargada de sentimiento, de cosas bonitas y metáforas preciosas que no hacían más que ensalzar los sentimientos que él le profería. La verdad es que eso habría sido lo normal en él. Él que era capaz de escribir un poema en cuestión de segundos, que era capaz de transformar un beso en una historia de amor o una palabra más fría en una desgarradora descripción. Pero no, esta vez no fue así. Lo único que hizo fue escribir una carta, una carta de despedida. Y ella la leyó sin perder detalle, ella la leyó para sí, como si cada palabra que había escrita estuviera siendo susurrada en sus oídos con la voz de él, como si cada palabra encerrara un regalo que sólo ella podía abrir.
Terminó de leer y se quedó en silencio, incapaz de doblar de nuevo la carta, incapaz de decir nada, incapaz de contener ya sus lágrimas que se deslizaban por su mejilla en silencio, desafiando con el frescor de su agua la calidez de lo que su corazón latía.
Finalmente echó la cara hacia delante, tapándose la cara con la hoja mientras rompía a llorar sin ningún tipo de remordimiento por haber incumplido la primera línea de la carta. Y entre sollozo y sollozo, entre respiración y respiración le salió un "ojalá estuvieras aquí". Un "ojalá estuvieras aquí" que salió más de su corazón y sus ojos que de su garganta y su boca. Un "ojalá estuvieras aquí" tan bajito y tembloroso que apenas lo podría haber escuchado alguien que hubiera estado sentado al lado de ella, pero que hizo eco en el aire, en el espacio y el tiempo, y retumbó en el alma de él como retumbaría una campana golpeada con un mazo de metal. 

Intentó calmarse, aunque le había parecido una eternidad, a penas habían pasado 20 minutos, pero tenía que moverse ya de allí. Se volvió a secar las lágrimas con la sudadera y plegó la carta, devolviéndola al sobre y guardándola en su bolso de mano. Era improbable que volviera a querer leerla durante el vuelo, ciertamente, pero por alguna extraña razón, quería tenerla cerca.
Extendió el brazo para alcanzar el asa elevada de su maleta naranja y roja, y tomando aire se dispuso a caminar hacia el mostrador de facturación. Pero algo la detuvo en seco, algo le hizo que la sangre se le helara en un instante y que en menos de un segundo le ardiera como el fuego de un volcán.
"Hola, creí que llegaría tarde" escuchó detrás de ella. Se quedó en silencio lo que le parecieron horas, y realmente no fueron más que dos segundos de silencio, un silencio que no dejó ni un sólo ruido en pie, que lo arrasó todo. Se giró dispuesta a verle, a saltar sobre sus brazos y echarse a llorar de nuevo, a besarle y besarle hasta que no le quedaran labios.
"Sí, yo también lo pensaba" dijo una chica estirando de la mano del chico.

El corazón se rompió en mil pedazos, el silenció se rompió en mil más y de pronto todo lo que había alrededor era un ruido ensordecedor, era otra vez la angustia y los nervios, otra vez el agobio y la sensación de pesar. Se agarró fuertemente a su maleta y la hizo deslizar por aquella estúpida terminal. Facturó su equipaje y caminó cabizbaja hacia "la línea", esa que no tenía vuelta atrás. Se paró delante y miró hacia atrás, como si esperara que hubiera alguien allí, que alguien la detuviera en ese momento, que le impidiera continuar... pero nadie lo hizo. Tomó aire y dio el paso que faltaba, cruzó la línea, cruzó, sola, sin poder volver atrás...

Y así, sin final feliz, termina la historia. Así, sin un momento mágico de última hora que llene la sala de aplausos, sin ese momento que todos esperan que termina en un beso.
Así, tal y como lo habéis leído, termina la historia.


...¿O quizá no? 

lunes, 14 de octubre de 2013

Aunque duela

Muchas veces las cosas que hacemos no siguen un motivo racional, muchas veces hacemos cosas sin pensarlo bien, o por pensarlo demasiado. A veces hacemos las cosas simplemente por un impulso, o porque creemos que no podemos evitarlo, a veces hacemos o no hacemos las cosas por miedo.

A veces lo que hacemos... es saltar al vacío del todo, sin mirar atrás, sin ningún tipo de lógica y sin ningún tipo de cuerda que nos ate y nos salve de una buena hostia. Simplemente saltamos, porque tenemos aunque sea una mínima luz de esperanza de que todo va a salir bien.


Desde el primer momento supe que era algo más que difícil, supe que era realmente complicado. Personalidades diferentes, poco tiempo para compartir al principio y distancia de por medio. 
Pero no es lo único que supe desde el primer momento, también supe que estar contigo me gustaba, que compartir tiempo contigo me hacía sentir bien, me hacía sonreír, estar feliz.

A medida que voy escribiendo me va invadiendo una extraña sensación de rabia que no sabría como describir, y que posiblemente vaya a ser la causante del vocabulario que viene a continuación y de lo que voy a decir en general también:

Me importa una mierda que tengamos personalidades diferentes, me importa una mierda que sea complicado hasta morir, y me importa una mierda que haya más distancia de la que he tenido que sufrir nunca. Yo voy a confiar en esto, voy a confiar en nosotros, y voy a darlo todo hasta que esto acabe o hasta que yo muera, y aún un poquito más. Porque me niego a rendirme sin haber llegado a la mejor parte, me niego en rotundo a dejar que los nervios, el miedo o cualquier cosa sin sentido me impida luchar por algo que quiero para mi, para ti. 
Porque sé que tenemos una historia que escribir juntos, y empezar un libro siempre es la parte más complicada, pero si se pone empeño es cuando salen las obras maestras. ¿Quién dice que no podamos ser un Best Seller?.

Yo soy como soy, y tú lo sabes. Y tú eres como eres, y yo lo sé. Y aunque somos polos distintos, cuando estamos juntos, de verdad juntos, yo sé que todo va bien, y que puede llegar a ser genial para los dos. Va a ser una mierda muy grande que no estés, y que en la distancia no funcione. Va a ser una mierda muy grande... pero no puedo dejarlo ir, simplemente no puedo.

Y yo voy a seguir ahí, y voy a seguir de pie, caminando hacia ti, dando los pasos que haya quedar, aunque duela. Aunque duela a rabiar...

Porque... joder. Me cago en la puta, quiero estar contigo. 

Primera vez

"Siempre hay una primera vez para todo". Eso dice el refrán. 


Lo he dicho tantas veces. Lo he pensado otras tantas, y posiblemente hasta lo haya querido hacer varias de las veces que lo he pensado. Pero nunca lo he llegado a hacer.
No me fui a Denia, ni a Alemania, ni a Zaragoza, ni a Madrid, y Dios sabe cuántas veces quise irme, y por qué motivos. 
Pero el caso, es que hay veces que la intención no es lo que cuenta, porque nunca llegué a ir.
Es fácil pensar que si no lo hice fue porque no estaba del todo convencido, o más probable porque no tenía medios. Es cierto, no los tenía, pero el problema es que no hice tampoco nada por llegar a tenerlos.
Yo creo que era más bien miedo, y el miedo es un pequeño hijo de puta que se agarra a cada pensamiento que surca tu mente y lo deforma, lo hace más siniestro, y acaba por deteriorarlo tanto que se desecha. Y va pasando el tiempo, y al final aquellos motivos que tenías para ir se pierden, o se van,  y se terminan reemplazando por otras cosas.

Esta vez también hay miedo, también hay pánico, y quizá mucho mayor que en las ocasiones anteriores. Tampoco tengo medios, y tampoco hay  nada que me asegure que todo irá bien.
Lo que cambia esta vez, es que sí voy a hacer algo por lograrlo, sí que voy a salir a dar la cara contra mi miedo, y sí que voy a arriesgar y darlo todo.
Es absurdo pretender tener algo si no eres capaz de dar el 100% por ello. Aunque luego acabes dando sólo el 50%, no importa, tienes que estar dispuesto a darlo todo.

Nadie me obliga, lo hago porque quiero. Y porque para todo hay una primera vez. Y esta será la mía. Y espero que por ti...

sea la última.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Emociones y Sentimientos.

Las emociones y los sentimientos forman parte de la vida de todas las personas. Son poderosos y pueden causar más de un problema... pero en ningún lado nos enseñan a controlarlos. En el colegio deberían dejar de inventar asignaturas inútiles y enseñar cosas que sirven de verdad. Quizá muchos de los problemas de los niños y adolescentes (incluso adultos) se podrían evitar de esta manera.


Yo soy muy sentimental, en el sentido más vital de la palabra. Esto quiere decir que tengo siempre las emociones y los sentimientos a flor de piel, y que me afectan a mi día a día más que a una persona normal. 
Tiene su lado positivo, claro que sí, me permite crear un arte diferente, un arte más sentido que el de otros, precisamente por eso, porque siento más intenso.
Creo que si me hubieran enseñado en su día a controlar mis emociones y dosificarlas, hoy por hoy me sería todo un poco más fácil. No es algo fácil de aprender, y mucho menos de enseñar, pero soy consciente de que sí se puede pasar este "saber hacer" de maestro a alumno ( o simplemente del que sabe al que quiere aprender).

Como no puedo depender de que nadie me enseñe, y dudo mucho que esto me lo cubra la seguridad social, voy a tener que ir aprendiendo solo. Poco a poco y posiblemente fracasando en muchos intentos, pero estoy dispuesto a sudar por cambiar en este aspecto, porque lo necesito para conservar las cosas que quiero.
Por suerte, cuento con alguien especial que me pone las cosas un poco más fáciles y que me ayuda a recordar, constantemente...

que "la belleza subsiste en el recuerdo"

lunes, 7 de octubre de 2013

Nunca es fácil

Imagino que por el título sería fácil pensar que lo que sea que voy a escribir a continuación se basa en la idea de que nunca nada de lo que realmente vale la pena es sencillo de alcanzar. Supongo que esto tiene cierto grado de veracidad, aunque no siempre es así. En este caso... tan sólo roza el tema si lo entiendes bien.



No podía creerse que el tiempo hubiera pasado tan rápido. Ahí estaba él, cogido de sus manos, mirándola a los ojos y diciendo con éstos lo que la sonrisa de sus labios intentaba ocultar. Se besaron repetidas veces, se abrazaron también, y caricias no faltaron tampoco para una ocasión que lo merecía. 
Inconscientemente, a medida que pasaban los segundos, la sonrisa de la cara iba perdiendo fuerza y la forma en la que le sujetaba las manos era distinta. Quizá sólo fue un comentario afortunado, o quizá ella se dio cuenta de la expresión de él y quiso hacer algo. Era más perspicaz de lo que se molestaba en aparentar. 

"Aquí no puedo darte un nivel 4" dijo ella mirándole a los ojos después de besarle. Sonrió un poco, como intentando tentarle a él a sonreír también. Y lo consiguió. Sonrió con un suspiro, y de pronto mucha de la tensión del momento se desvaneció, temporalmente, sí, pero se desvaneció.
Él se soltó las manos para rodearla en un abrazo, pero un abrazo de los de verdad, con una mano en la espalda y la otra en la cabeza, apretándola contra sí mismo como si estuviera protegiéndola de algo, acariciándola con los ojos cerrados, como sintiendo cada latido que diera su corazón.

"Tengo que irme" dijo él despegándose poco a poco y cogiéndola por las manos de nuevo. Se miraron a los ojos y ella asintió. "Lo sé" y le besó una vez más. Con los ojos cerrados también, como se sientes los mejores besos, los que se dan cuando las palabras no bastan, cuando los abrazos no llegan, cuando una mirada no abarca.
Con un gran esfuerzo separó sus labios de los suyos, se inclinó hacia atrás e intentando mantenerse firme, se intentó girar lentamente para marcharse. Pero no pudo, porque ella todavía le sujetaba por las manos, mirándole, resistiéndose a dejarle ir.

En ese momento le tembló todo el cuerpo, se olvidó de todo lo que existe, existió y existirá y sólo fue capaz de reconocer su propia existencia y la de ella. Tiró de sus manos hacia él firmemente haciendo que ella cayera en sus brazos, la volvió a besar, la volvió a abrazar, y sintió cosas que no recordaba ya, sintió cosas que no se pueden escribir ni contar... y de sus labios se escapó un susurro, un susurro que sonaba como un grito en sus adentros. Un te quiero.



Y mientras la veía alejarse desde la ventana del autobús entendió... que uno nunca se acostumbra a las despedidas.
Y quiso llorar, sus ojos se nublaron como un día de otoño, pero no lo hizo, no. Porque el no era una nenaza, y sobretodo porque tenía más motivos para ser feliz.