miércoles, 17 de septiembre de 2014

Dolor

¿Por qué sentimos dolor? ¿Sería posible llevar una vida real y plena si no existiera el dolor y el sufrimiento? ¿Hasta qué punto puede formar ello parte de nuestras vidas?



Para empezar se podría decir que el dolor se divide en dos partes: el dolor físico y el dolor de sentimientos. El primero se experimenta de diversas maneras a lo largo de nuestra vida, ya sea con golpes, cortes, quemaduras, etc y tiene una función evidente en la evolución y supervivencia del ser humano. Sentimos dolor físico como señal de alerta a las cosas peligrosas con las que nos cruzamos. (Por ejemplo, el fuego es muy peligroso, y por eso al poner la mano encima nos quemamos y sentimos ese dolo, para no acercarnos al fuego).
Pero esa parte del dolor es simple y aburrida, así que hablemos de la otra.

¿Se podría decir que al igual que el dolor físico el dolor o sufrimiento de sentimientos es una manera de protegernos de cosas? En cierto modo, quizá sí, pero es algo demasiado complejo como para etiquetarlo simplemente como tal. Para empezar, no todas las personas tienen por qué sentir dolor por las mismas cosas, con lo cual, el dolor de sentimientos es algo que está ligado intrínsecamente a cada individuo de forma diferente. 
Es cierto que si por ejemplo, recordamos aquella ocasión en la que confiamos en alguien y nos falló, nos duele. Y nos duele en parte, porque nuestro cerebro quiere evitar una sensación similar, quiere evitar que vuelva a pasar aquello.
Pero claro, así como el fuego siempre quema, confiar en alguien no siempre termina en que te vayan a traicionar dicha confianza. 
Eso es lo que hace este tipo de dolor diferente, eso es lo que hace este tipo de dolor más complejo y peligroso que el otro... no sólo es importante sentirlo, sino que además hay que saber controlarlo, hay que saber interpretarlo y darle siempre la importancia que merece, no dejarse ahogar por él ni dejar que limite nuestras posibles futuras decisiones y experiencias.

¿Es entonces necesario el dolor y el sufrimiento? ¿Es algo positivo? Yo creo que es un arma de doble filo. Es necesario, porque nos ayuda a "marcar" cosas como negativas o malas, es necesario porque sin dolor y sufrimiento, nunca podríamos ser capaces de entender bien lo que significa estar feliz... de la misma manera que no podrías decir "este chico es alto" si no hubiera chicos bajos. Porque ser alto significa que tienes una longitud por encima de la media, pero si la media delimita como son todos, entonces no hay altos, ni bajos. Así que el dolor, como cualquier emoción o sentimiento en esta vida, tiene su función para el ser humano. No se podría llevar una vida plena sin haber experimentado el dolor o el sufrimiento, tampoco seríamos capaces de entender en muchas ocasiones a otras personas que están pasando por malos momentos si nosotros mismos no hemos sentido dolor antes.

¿Positivo? No iría tan lejos como para decir que el dolor es positivo. Es útil, es parte inseparable del ser humano, y como tal es nuestro deber recibirlo con los brazos abiertos y tenerlo en la consideración que le corresponde. Por otro lado, desde un punto de vista más abierto, se podría decir que incluso el dolor tiene frutos positivos... sobretodo en el mundo del arte. Muchas de las canciones más sentidas y los versos más profundos se han escrito a raíz del dolor. Pensad que algo tan bello y tan mágico sale del dolor, y eso es porque el dolor se puede manejar, se puede redirigir, como cualquier emoción, y aprovecharlo.

Yo estoy acostumbrado al sufrimiento emocional, y quizá hasta tal punto que muchos dirían que me gusta. Pero no os engañéis, a nadie le gusta sentir dolor, a nadie le gusta sufrir... pero en su día no supe manejar ese dolor emocional y causó cicatrices que permito que se vuelvan a abrir fácilmente una y otra vez. Eso es lo que tenéis que evitar.

"El dolor tiene que marcarte lo suficiente como para que recuerdes y no cometas los mismos errores, pero nunca tanto que no te permita volverlo a intentar"

lunes, 8 de septiembre de 2014

tan, tan, tan....

Se ajustó las gafas y bebió con tranquilidad un poco de agua. Hacía mucho calor y sentía cómo las ideas se le derretían en la cabeza si no se mantenía hidratado. Hacía tiempo que no le escribía, hacía tiempo que se guardaba para dentro lo que sentía. También es cierto que hacía tiempo que habían dejado de ser lo que eran. ¿Significaba aquello que había perdido el derecho de decirle lo que pensaba? Ese día, a esa hora, y en ese preciso momento... esa cuestión le dio totalmente igual, y  con la mirada perdida en su interior, comenzó a teclear:

"Me he puesto frente al teclado con la intención de escribir algo de adentro, de expresar con palabras qué es lo que siento ahora mismo. Había pensado escribir un poema, algunas metáforas ya habían comenzado a abrirse paso en mi mente, algunas rimas ya estaban emparejándose tímidamente sin apenas conocerse aún... pero de pronto, un viento fuerte proveniente de algún rincón desconocido, ha hecho volar toda esa idea, ha hecho volar pareados y sonetos.

No poesía, no letra de una canción; no existe ningún tipo de melodía o palabras que puedan hacer sentir lo que quiero expresar. No existe ninguna, porque en el momento que intente contener todo el significado de lo que siento dentro de cualquier cosa, sea canción, poema o palabras, en ese momento dejará de ser lo que es. En el momento en que intente describirlo y transmitirlo tal y como es... dejará de ser lo que es. En el momento en el que yo crea de verdad que puedo expresar con exactitud lo que palpita en mi pecho, dejará de ser lo que es.

Porque es tan grande que no se puede retener, es tan complejo que no se puede reducir, tan complicado que no se puede explicar, tan mágico que no hay lógica que se le pueda aplicar, tan distinto que parece lo mismo de siempre, tan único que nunca antes lo había llegado a ver, tan extraordinario que que te deja sin palabras, tan excepcional que no tiene comparación, es tan, tan, tan... tú.

 Te quiero"

jueves, 4 de septiembre de 2014

Como una bola de cristal

Él no sabía cómo aguantar todo aquello, no sabía cómo podía llevar sobre sus hombros todos esos sentimientos que se clavaban en su pecho a cada momento del día, con cada suspirar. No sabía cómo dejar de sentir algo tan pesado y tan fuerte, tanto que le arrastraba irremediablemente de forma incontrolable, que le partía la sonrisa cuando menos lo esperaba, que le cortaba las alas cuando quería echar a volar...
 
No sabía que hacer con todo aquello, y decidió escribir una carta que jamás llegó enviar.

"Hola, sé que me prometí a mí mismo que no haría esto nunca más, pero me parece que tanto mi corazón como mi mente me urgen a no cumplir esa promesa. Créeme, lo he intentado, y muchas otras veces ha funcionado, muchas otras veces todo ha sido infinitamente más sencillo...pero esta vez parece que no es así.

Hace ya más tiempo que dejé de estar contigo que todo el tiempo que llegué a compartir a tu lado, y aún así no consigo quitarme esta sensación de encima. Todo empezó de casualidad, todo empezó sin buscarlo y sin intención de que llegara a tanto, lo juro. Y ¿qué culpa tengo yo de que para mí llegaras a ser tanto? ¿qué culpa tengo yo de que fueras capaz de llenarme de ilusión y de ganas de cambiar y de ser mejor yo? ¿qué culpa tengo yo.... si me hiciste enamorarme hasta el punto de ser incapaz de olvidarte jamás?.

No pasa ni un sólo día sin que me acuerde de ti, sin que se me erice la piel recordando cada una de las veces que nos hemos visto, cada una de las veces que hemos reído, que nos hemos besado. No sé si alguna vez has visto como se quiebra una bola de cristal cuando cae al suelo, en tantos pedazos que no sólo es imposible volver a juntarlos, sino que al romperse, muchos de esos pequeños pedazos quedan perdidos en rincones en los que nunca se les vuelve a encontrar. Y así es como me siento yo hoy, resquebrajado, y aunque he podido reconstruir mi corazón en parte, noto, siento que hay trozos que faltan, y que no soy capaz de encontrar. ¿Sabes qué? sospecho que los tienes tú. 
Y lo peor es... que aunque pudiera pedírtelos... no los querría si no vinieran contigo también.

No puedo explicarte bien con palabras lo que fuiste para mi. Tú, con tu risa tan fácil, tan bonita, tan genial. Tú, con tu curiosidad y ganas de saber, con tu manera de emocionarte al hablar de esas cosas que te apasionaban, con tu manera de compartir esos conocimientos con la ilusión y las ganas más contagiosas que se han visto jamás. Realmente conseguiste hacer que me interesara por esas cosas yo también.
Tú, con tu tímida manera de expresar lo que sientes, con tus caricias que significaban un mundo entero, que llenaban un mundo entero, el mio.
Tú, que podías estar hablando horas y horas conmigo y siempre teníamos de qué hablar, de qué reír, sobre qué conversar y debatir.
Tú, con tu ingles tan oportuno.

Quiero que sepas que hice cosas que siempre había querido hacer, que todas y cada una de esas sorpresas o gestos que tuve contigo, me nacieron del alma y del corazón, todos y cada uno de ellos, desde el más pequeño e insignificante, hasta el más elaborado. Que hice y haría todo lo posible por recordarte que pese a la distancia, yo seguía estando ahí, para ti, para siempre, porque te quería con locura, y con locura me quedé por ti.
Quiero que sepas que me diste algunos de los mejores momentos que he tenido jamás, que me sentí querido, y con ello me sentí feliz. Que me hiciste sentir tanto, que creo firmemente que compuse las mejores canciones que he compuesto jamás, que escribí los mejores versos y textos que han salido de estas manos y esta mente, y que todo, todo...lo hice en gran parte gracias a ti.

Se me acaban las ganas de escribir, lo sé porque ya no me tiemblan las manos, y ya no me lloran los ojos. Debe ser que ya he dicho todo lo que tenía que decir, que ya he plasmado todo lo que siempre quedó por decir. O casi todo...

Perdóname por no haber sabido guardar el tesoro que tú eres, por no haberlo sabido cuidar lo que tú estabas dispuesta a dar. Perdóname por haberme dado cuenta de todo tarde, por haber forzado el cambio sólo después.

Perdóname...y recuerda que te quise como nadie, que te sigo queriendo hoy, y que seguiré con el tren de mi vida, sí, pero siempre habrá un sitio guardado para ti junto a mi."

Él miró la carta una vez más, secándose las lágrimas con las mangas de la camisa y respirando profundamente. Había vaciado su alma y su corazón en aquella hoja, pero esa hoja iba a ser efímera. Normalmente habría arrugado el papel y lo habría tirado a la basura, pero esta vez era diferente, esta vez no se atrevió a tirarlo, igual que no había tirado los recuerdos.

Y bajo una carpeta en lo más hondo de un cajón, quedo sellada la carta, con todo lo que había en ella, con todo lo que nunca llegaría a olvidar.