miércoles, 29 de mayo de 2013

Y no hay más



Porque muchas veces siento adentro unas ganas imparables de decirte algo, siento que se pierde mi esencia cuando mis palabras mueren en mi boca, porque no me importa si lo estoy haciendo bien o no, no me importa si no me estoy haciendo un favor... hay veces que da igual todo esto, sólo el saber que te quiero importa.  


Perdí la oportunidad de llegar a la luna
por querer dormir en tus brazos,
creí que valdría la pena,
pero lo he pagado muy caro.

Vuelvo a perderme en un sueño
creado por tu mirada.
Vuelvo a querer ser el tiempo
y pararme frente a tu cara,
cruzar medio mundo descalzo
y abrazarte como si fueras mi almohada.

Necesito hoy ser el susurro
que te erice cada mañana la piel.
Quiero ser el recuerdo presente
que te haga volverme a ver.

Quiero sentirme completo,
recuperar de ti mi mitad
aquella que robó tu voz a escondidas,
la que tu risa no dejó escapar.

Quiero cerrar los ojos sin miedo,
saber que habrá un despertar,
quiero olvidar que existe lo incierto,
que es poco más que duro azar,
quiero forjar mi destino...
de tu mano, y no hay más.



I'm so sorry. Forgive me.

domingo, 19 de mayo de 2013

Too much for so few.

A veces das tanto, te implicas tanto por algunas personas, que se te olvida darte algo a ti mismo porque esperas que esas personas sepan devolver lo que das... pero no es siempre así. Casi nunca lo es.


Siéntate un momento y cierra todas las pestañas y ventanas del ordenador menos esta. Apaga la música y ciérrate en la habitación. Quiero que olvides qué día es hoy, quiero que olvides lo que hiciste ayer y lo que tienes mañana. Quiero que me prestes tu mente por unos minutos, que sea libre de navegar hacia donde yo quiero llevarla.

Intenta recordar las últimas personas que te preguntaron qué tal estabas cuando tuviste un día malo, quiénes fueron esos que se dieron cuenta de que algo no iba bien, quiénes fueron los que enseguida intentaron entenderte y saber si podían hacer algo por ti.
Piensa en las personas que se han estado preocupando por tus estudios, por si este examen te había salido bien, por si este examen te había salido regular. ¿Recuerdas aquellas personas que intentaban saber o hacerte saber cómo llevabas los trabajos?
Seguro que hay más de una persona.
Ahora piensa para recordar quién se preocupa más cuando te encuentras mal, cuando todo te da vueltas y cuando no sabes qué hacer, quién siempre siempre siempre contesta enseguida a tus llamadas de "socorro", quién se preocupó por ti cuando estabas triste y agudizó su ingenio para darte un regalo que te hiciera sonreír. 
Dime, ¿has pensado alguna vez en quién son realmente esas personas que más te quieren y más ganas tienen de darte?
Intenta recordar, si puedes, quién intenta que nunca te sientas sola, quién te hace reír más tan sólo porque le gusta verte sonreír, quién se pone a tu lado cuando te ve sola y quién quiere verte feliz. Y ahora dime... de verdad, ¿Estás contenta con lo que has devuelto?


Quizá no nos damos cuenta a veces de quiénes son esas personas que más nos dan. 
Yo, en lo que a mí me atañe,digo: Lo siento mamá, intentaré aún más devolverte un poco de lo que tú me das.

¿Y tú, qué dices tú?


martes, 14 de mayo de 2013

Überraschungsei


A veces planeamos las cosas con demasiada antelación, pensamos hasta el último detalle de algo que va a suceder (o esperamos que suceda) dentro de bastante tiempo, el suficiente para que todo cambie y los planes no sirvan más que para dejar un bonito recuerdo de lo que pudo haber sido... y no fue.


"Oye, ¿te gusta el chocolate?" le preguntó él sin venir a cuento. No era una pregunta que llevara tiempo pensando, simplemente se le había ocurrido en ese momento, y ahora para él era de imperiosa necesidad saberlo. Ella tardo un poco en contestar, pero no se hizo de rogar. "Sip. ¿Por?" la pregunta le había pillado un poco por sorpresa y no se imaginaba que absurda idea se habría pasado por la cabeza de aquel asiduo soñador. Sin embargo, en esta ocasión, no obtuvo una respuesta. "Nada, gracias" y terminó la conversación.


Hacía mucho calor, pero por suerte las nubes tapaban la mayor parte del tiempo al sol, que ferozmente intentaba abrirse paso y rasgaba de vez en cuando las nubes dejándose ver en el cielo claro. Esta vez a penas llevaba equipaje, tan sólo una pequeña mochila con lo necesario para pasar dos días. Era un viaje como los otros, corto, pero era lo único que podía hacer, y para él era más que suficiente. Lo único que diferenciaba este viaje del resto era que ella no lo sabía, ni se imaginaba que pudiera estar ahí. Bajó en la parada de "Moncloa" y subió las escaleras mecánicas hasta la parada de autobuses. Tenía una sonrisa permanente en la cara, un brillo inextinguible en su mirada que se posaba ansiosa sobre cada autobús que paraba. Siempre le hacía ilusión ir a Madrid a verla, pero esta vez era mucho más que eso, esta vez estaba todo planeado e iba a ser genial.
"Billete para las Rozas, por favor".

El viaje era largo, pero no parecía importarle. Miraba por la ventana pero no veía, estaba absorto en sus pensamientos. "Se me hace raro que estés en el autobús conmigo, en mi camino del día a día" recordó esas palabras de hacía a penas más de un mes, cuando él había ido a Madrid con motivo de su cumpleaños. Esas palabras, y muchas más cosas, se habían quedado grabadas en su mente de forma irrevocable. Reconoció el "Heron City" justo antes de que el autobús parara y se velozmente se levantó, apresurándose por el pasillo del autobús para bajar antes de que las puertas se cerraran tras de él. Miró su reloj, las 15.30. Todavía tenía tiempo para recorrer el poco camino que había hasta su casa, un camino que realmente sólo había hecho una vez, pero que de nuevo había quedado grabado en su memoria casi de manera fotográfica. Caminaba con calma, ilusionado, admirando cada rincón, cada persona que se cruzaba, cada sombra que se creaba. Tenía claro que esta vez todo iba a salir como esperaba, era perfecto. Tenía el regalo perfecto para ella, y sólo él se lo podía dar... y además sabía la manera perfecta de dárselo. "Eres un genio" pensó para sí mismo.

"¿Sí? ¿Quién es?" preguntó ella extrañada. Era raro que alguien llamara al timbre a esa hora. "Soy yo" fue la contestación que obtuvo. La voz le sonaba de algo, pero la distorsión del telefonillo hizo que no pudiera ponerle nombre o cara en ese momento. "¿Quién es yo?" insistió ella. "Patata". Un silencio esperado... y abrió. Caminó por el patio interior del bloque de casas, descendiendo por la rampa y girando a la izquierda hasta plantarse en la puerta. Esperó. A los pocos minutos la vio a través del cristal de la puerta, bajando por las escaleras, con una blusa verde y unos pantalones vaqueros. Tenía el pelo recogido en una coleta baja, y sus ojos seguían siendo tan verdes e intrigantes como siempre."¿Tenías planeado ir a algún sitio, o quieres subir y te enseño mi cobaya?" preguntó ella sonriendo y acto seguido le profirió un puñetazo en el hombro. "Esto por venir sin avisar". Él se frotó el hombro sonriendo también y suspiró. "¿Qué tal si en vez de recibirme con un puñetazo me das dos besos?" dijo girando la cara mostrando su mejilla y señalándola con su dedo indice. "Confórmate con uno" le contestó ella, plantando un beso sonoro en su mejilla "por venir sin avisar". Él no protestó, ni comentó al respecto. Se arregló la camiseta y carraspeó. "veamos esa cobaya, como la alimentes igual que te alimentas tú me parece que ya no podrás ni sacarla de la jaula" dijo mientras hacia ver con las manos como que ella estaba gorda. Rieron con ganas, cómo no.


"Tu padre es tan simpático como siempre... no se parece en nada a ti" comentó él de camino a la habitación mientras ella le golpeaba en el brazo de nuevo, por "gracioso". Mientras ella recogía como podía y dejaba las cosas en su sitio para poderse sentar cómodamente, él miraba la habitación con infinito interés. Se paraba y se fijaba en cada detalle, a veces sorprendido, otras maravillado y otras simplemente asintiendo para sí mismo, como si ya hubiera imaginado que eso sería así. "Dime pues" dijo ella cuando terminó de recoger y le indicó para que se sentara en la cama, mientras ella se acomodaba en su silla de despacho con ruedas, encarándolo. "¿Qué tienes para mí? ¿Te gusta el chocolate?". Cuando preguntó esto último, sus ojos brillaron con inteligencia, él no pudo más que sonreír y enroscar los ojos mirando hacia el cielo. "Sigues siendo tan avispada e inteligente como siempre, gochi" contestó él encogiéndose de hombros. "Pues sí, mira, te he traído algo, pero tendrás que escuchar una historia primero antes de que te lo de, porque... porque son mis condiciones, ¡y punto!" sentenció él frunciendo el ceño. Ella tan sólo asintió, quizá porque tenía ganas de oír una historia, quizá porque no le apetecía discutir.

"Recuerdas que te conté que estaba yo en Imre, visitando la universidad y frecuentando el Eolio... pues verás, lo que no te conté es que me dejaron tocar en el Eolio, porque les prometí que tocaría un instrumento poco común y que cantaría una canción que no se había escuchado jamás, y no sólo eso, sino que cada una de las notas y palabras que salieran de mis manos y boca, estarían saliendo directamente de mi corazón. Pues bien, me dejaron tocar, y aunque ya sabes que no nací con una voz tan dulce como la tuya, la verdad es que esa noche fue algo mágico, creo que nunca he cantado mejor en mi vida, era como si esa voz no fuera mía, como si se hubiera pulido justo antes de salir al escenario... o así me pareció a mí." hizo una pausa en el relato para disfrutar de una de las muchas sonrisas que ella esbozaba constantemente y de su mirada curiosa que, como siempre, le fascinaba. Carraspeó para salir del embrujo. "Pues eso, que toqué y canté, y les gustó bastante, al menos lo suficiente para nombrarme miembro honorario del Eolio, ¡con caramillo y todo! Y bueno, me invitaron a cenar y me dijeron que me quedara a ver las siguientes actuaciones. Pregunté por Kvothe, pero hacía tiempo que había marchado de Imre, para mi desilusión. En cualquier caso me quedé a escuchar, ¡y bien que hice! si yo te contara... te cuento." hizo una pausa sonriente, tomando una buena bocanada de aire para sus pulmones. La siguiente persona que salió en escena me impactó, la verdad. Era una mujer un poco más mayor que yo, quizá 30 años recién cumplidos. Tenía el pelo largo y ondulado y los ojos verdes, muy guapa. Bueno, pues esa chica tocaba el arpa y cantaba...y cuando empezó a tocar y cantar... me quedé mudo, ¿sabes? Fue impresionante, tenía una voz tan cálida que se me empañaron los ojos al instante, sus dedos se deslizaban por las cuerdas del arpa como las caricias de un enamorado, y cuanto más cantaba, más parecía que moría, con cada verso dejaba escapar un trocito de su alma, y te hacía sentir que tú mismo perdías un trocito de la tuya, que se empapaba de la tristeza de esa canción, que lloraban tus cielos internos. Esa chica tocaba y cantaba increíble, y lo mejor era que lo hacía con el corazón." hizo una pausa, parecía él hasta emocionado, como si lo hubiera vivido ayer.
"Entonces lo vi claro, entendí que era ese tipo de persona el que merecía tener un caramillo de plata, que se merecía tocar en el Eolio, en cualquier sitio, que era ese tipo de persona, que vivía y sentía la música como un trozo de su ser el que tenía y podía llegar a lo más alto... y entonces.. me acordé de ti, y toma." Se agachó a su mochila y la abrió, sacando un huevo kinder del interior y dejándolo en el regazo de ella riendo. La cara de ella era una mezcla perfecta entre sorpresa, indignación, decepción y burla. Y dijo para sí misma "Te gusta el chocolate". Rió, y le volvió a pegar en el brazo, pero esta vez sin fuerza alguna, esta vez algo diferente...y ni siquiera ella sabía aún por qué.

Desenvolvió el chocolateado huevo con cuidado, mirando de vez en cuando de reojo a el chico, un poco enfurruñada, pero sólo en apariencia. Le pegó un buen mordisco y amablemente le ofreció un trozo a él. Negó con la cabeza. "Es tu regalo, ¡un 3 en 1! algo que sólo se me podía ocurrir a mí!" dijo contento "¡¡Leche, chocolate y con sorpresa dentro!! Algo así decía el anuncio." terminó diciendo. Ella se encogió de hombros y mordió de nuevo el chocolate. Estaba delicioso, de eso no había duda. Se tomó su tiempo en terminarse el chocolate, se chupó los dedos para no dejar rastro de aquel tremendo crimen de comerse un huevo kinder fuera de hora y cogió el pequeño huevo amarillo que contenía, muy probablemente, una pequeña figurita que se montaba en cuatro piezas. Mientras se preguntaba qué clase de figurita le habría tocado e intentaba abrir el huevo, se dio cuenta de que el regalo era lo de menos, que simplemente estaba contenta porque él estaba ahí de nuevo, porque podían volver a hablar cara a cara, a reír como descosidos, a decir tonterías e imaginar lo que el otro está imaginando... y con suerte, con sólo un poquito de suerte, hasta se se llevaban alguna foto absurda o historia sin sentido de recuerdo. Le miró sonriendo, y él le devolvió la sonrisa aún con más ganas.
Finalmente consiguió abrir el huevo regalo, pero no había ninguna figurita dentro, no había ningún juguetito, ni tampoco ninguna nota sorpresa. "Por todo lo que he dicho antes, ese caramillo te pertenece a ti" le dijo mientras ella sacaba el colgante de plata del huevo. "Porque tú representas todo lo que yo adoro de la música".

Ella no supo qué decir, él se alegro por ello. Ella estaba muy feliz. Era el regalo perfecto para ella, y en efecto...sólo se podría haber dado él. Pensó para sí misma. "Ha habido más que un poquito de suerte".







martes, 7 de mayo de 2013

¡Tú lo flopas!



A veces basta una tontería dicha entre amigos para causar risas durante toda una tarde.
Y es de esas cosas de las que tenemos que disfrutar en esta vida. Sí señor, una tarde genial estando en clase.



sábado, 4 de mayo de 2013

Porque sí.




+ "Estoy hiper-activo ahora, voy a llegar y voy a jugar al ordenador"
- "¡No! ponte a escribir..."


Y con estas palabras una sonrisa arrancó de dentro de mi alma y una gran verdad acudió a mi mente como una revelación:

Cosas como la de este jueves son las que me hacen disfrutar de la vida y ser feliz. Esa compañía, ese reír sin parar y hacer reír, esas bromas y tonterías que en cada una de sus expresiones derrochan cariño. Quizá haya sido suerte, o quizá mi don sea tan real como el agua que bebemos, pero el caso es que de alguna manera me he rodeado de gente que no podría ni querría cambiar por nada. 
He pensado y observado, y he aprendido que cada una de estas personas me aporta una cosa diferente, desde una confianza extrema y sin "peros", hasta unas ganas irrefrenables de comerme el mundo y dar lo mejor de mí. Está claro que como personas, nuestras vidas tienen que girar en parte al rededor y conforme con la vida de otras personas, esa es nuestra condición humana. Yo no podría estar más contento de las personas con las que he elegido girar, avanzar y vivir.

Y como siempre y hasta el día que me muera... mi corazón sigue latiendo algo más que sangre:


Tras una cortina de lluvia salada
encontré el tesoro perdido de tu mirada,
huyendo de la luz de las mentiras
escondido entre muros de luna helada.

Entre mis dedos cansados de escarbar
entre recuerdos anclados al olvido,
se escurre la arena de tu triste playa
donde planté esperanza dolido.

¿No crees que si las nubes pudieran soñar

querrían ser algo más que lluvia?
¿Qué si los ríos pudieran pensar
querrían poder correr hacia arriba?

Ya es hora de cerrar los traicioneros ojos

que no dejan oír el latir de tu corazón,
que no dejan oler el perfume de nuestras miradas
que no dejan sentir el tacto de las palabras.

Ya es hora de cambiar de barco,
de dormir sobre las olas sin temer,
de acercarse al misterio y la aventura
de intentar volver a saber ver.

Y donde el sol y la luna se juntan,
sentado al final del mar,
espero que un día cierres los ojos
y ya no mires atrás.
Que cojas mi mano con fuerza,
me prohíbas dejarte escapar,
roces con tus labios mi alma
y volvamos a saber qué es amar.



Porque nunca hay que dejar de ser sincero con uno mismo. Porque no sirve de nada intentar huir de lo que tú sabes que es la verdad.

Porque los sueños son la base de las ilusiones, y las ilusiones la base de la vida.                                  Porque no tener miedo a volver a caer me hace grande...


Este poema va totalmente por ti.