martes, 26 de marzo de 2013

Jardín


Caminaba inquieto por un enorme jardín de flores. Las había de todos los colores, las había de todas clases y formas. Ni una sola de las flores estaba mustia o parecía tener ningún defecto, se notaba que alguien se había esforzado por mantenerlas así, en perfecto estado. Miraba a los lados mientras caminaba, pero no siempre veía, a veces sólo miraba. No parecía contento, no parecía estar disfrutando del paseo y no era porque no le gustaran las flores. Le encantaban las flores. 

-¿Qué pasa? ¿No te gusta ninguna?- le preguntó. Debía haber notado que estaba inquieto, que no parecía decidirse en posar su mirada en ningún sitio en particular, algo bastante raro en él. –Son todas muy bonitas, pero …- no terminó la frase, no estaba seguro de cómo terminarla y siguieron caminando. Había flores realmente hermosas. Durante un momento pareció posar su mirada sobre unas rosas blancas con pétalos tan finos y preciosos que emanaban una sensación de pureza indescriptible. Pero enseguida desvió la mirada de nuevo. –Va, en serio… ¿Ni siquiera esas?- volvió a insistir. –Es imposible que ninguna te sirva, es imposible porque aquí están todas las flores del mundo, todos los tipos, todas las clases con todos los colores y fragancias que puedas imaginar- esperó la respuesta de él. Se quedó pensativo, miró de nuevo al rosal blanco, luego al rojo, luego a los tulipanes y luego a los jazmines y las orquídeas.  Suspiró . – Son todas iguales, aunque sean diferentes tipos, son todas iguales entre ellas. Y más aún, ya se ve lo que son- caminó un poco más adelante, acelerando el paso hacia la valla que separaba el jardín con el resto del mundo. Se agachó y extendió la mano por el hueco entre barrote y barrote y la acarició con suavidad. A penas había empezado a abrirse, a penas se podía distinguir qué tipo de flor era aquella. Se podía ver un algo de color rojizo intentando abrirse paso fuera del capullo. Una de las hojas del tallo estaba resquebrajada y las bifurcaciones del tallo se desplegaban de forma que desafiaba a la lógica. No era más bonita que las otras flores, no era más grande que las otras flores. Simplemente no sabía aún que era. – yo quiero esta-

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