sábado, 5 de abril de 2014

Un pequeño regalo (1)

En algún momento le había escuchado mencionarlo, no importaba el cuándo ni el dónde, solo el hecho de que lo había escuchado era de relevancia. Lo había escuchado y su imaginación había hecho el resto, había transformado las palabras en imágenes y escenas. Sonrió en la soledad de su cuarto, eso sería perfecto, una idea un poco arriesgada y compleja, pero sabía que era algo que a Ayrun podría gustarle, y su cumpleaños estaba cerca.

''Ya he elegido tu regalo de cumpleaños'' le dijo bajo el manto de una pícara sonrisa. Ayrun no le hizo caso, siguió preparando el té de la mañana como si no hubiera oído nada. Le importaba bastante poco su cumpleaños, un día más del año, nada de especial. El té estaría listo en pocos minutos.
Él se sentó en la mesa cogiendo el periódico de la mañana y abriéndolo por la parte de noticia internacionales. ''Bueno, ya sé que no te importa, solo te lo comentaba porque me ausentaré unos días... tengo que tomar un vuelo a otro continente para conseguírtelo...'' comentó, de forma casual mientras seguía leyendo.
 Ayrun se giró de golpe, frunciendo el ceño. ''NO''  dijo enérgicamente. ''No te dejo, si haces eso me marcho, te quedas solo aquí''. No era una amenaza, ella nunca le habría amenazado. Simplemente había descrito hechos, es lo que sin duda pasaría si él decidía irse. Ayrun era consciente de que ya había pasado un tiempo desde que él tuvo los problemas de pulmón, pero el médico le había dicho que no era nada recomendable que cogiera vuelos, especialmente si eran largos, y no había motivo suficientemente bueno por el cual ella estuviera dispuesta a dejarle arriesgarse de esa manera.

Él suspiró profundamente. ''Está bien, está bien'' concedió mientras apartaba el periódico para dejar sitio a la taza de té que Ayrun traía. ''Enviaré a otro pues, si no te parece mal'' dijo tranquilo y mirándola de soslayo. ''Haz lo que quieras, pero no vayas tú'' sentenció sentándose en frente de él.
Y se supo enseguida que ese tema de conversación ya no tenía nada más que aportar.
Bebieron el té tranquilamente, hablando y riendo como si la conversación anterior nunca hubiera tenido lugar. Eso había que admitirlo, de una forma u otra, siempre que estaban juntos, pasaban la mayor parte del tiempo riendo y sonriendo, y esta vez no era diferente. Lo que Ayrun no sabía era que, entre risa y sonrisa, él seguía planeando su regalo.
No iba a ser fácil convencer a alguien para que hiciera la parte que Ayrun le prohibía hacer, era algo peligroso. Por suerte, había hecho amigos en los servicios de inteligencia del país al poco de llegar allí, después de haberles ayudado a resolver, junto con Ayrun, algunos de los casos más polémicos y complejos del crimen organizado que habían sufrido. Y sabía a ciencia cierta quién estaba ahora operando en el África más salvaje.


((Continuará))

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