Sabía que de una manera o de otra Michael conseguiría lo que le había pedido y se lo haría llegar costara lo que costara. Lo que no había esperado es que ello casi le costara la vida a su amigo, y que hubiera arrastrado hasta su ciudad a un grupo de asesinos de elite dispuestos a recuperar lo que les habían, según ellos, robado. Así le había alertado Michael justo antes de desaparecer del mapa para que no pudieran seguirle la pista.
Era extraño, pues él había pagado por aquel objeto, y no entendía que tipo de problema tendrían esos tipos, posiblemente pertenecientes a una organización mucho mayor, con que él tuviera lo que suyo era. Ni siquiera era una pieza única, se fabricaban veintenas de estos al mes, aunque poca gente supiera de su existencia y hubiera que adentrarse en mitad de la jungla africana para conseguirlos.
Suspiró y colocó los dedos en sus sienes, esforzándose por entender todo aquel embrollo. No, ese no era el primer paso, primero tendría que poner a Ayrun a salvo.
Pero él sabía perfectamente que ella haría preguntas, y que lista como era, de poco serviría intentar ocultarle la verdad. Pero no podía dar detalles sobre el objeto, eso estropearía la sorpresa.
Se podría decir que la situación era bastante crítica, que las cosas se habían torcido demasiado y que se enfrentaba a un peligro inminente y desconocido. Pero aun así no se dejó llevar por el pánico, continuó ahí sentado con la carta de Micahel entre sus dedos y sosteniendo un muffin de chocolate en la otra. Se encogió de hombros y decidió simplemente esperar a que Ayrun regresara de la librería, en más o menos 15 minutos.
Pasados exactamente 14 minutos Ayrun entró en la casa y dejó los libros de golpe encima de la mesa donde él aun estaba sentado y con la muffin a medio comer. ''¿Se puede saber quién me está siguiendo y por qué?'' comentó sin mucha preocupación mientras se sentaba a la mesa ella también. Estaba acostumbrada a que le siguieran, ser su compañera y tan cercana a él había hecho que estuviera en el punto de mira de mucha gente, tanto de criminales como de los propios servicios de inteligencia. A veces les daba esquinazo, otras prefería dejar que le siguieran para que se confiaran y poder sacar ella información de quién le seguía.
Él ladeó la cabeza y suspiró. ''Debo imaginar que son asesinos'' comentó con cierto tono de preocupación. A ella le sorprendió poco la respuesta, pero un poco más ver leves signos de preocupación en su rostro. ''Sigue'' fue el único comentario de Ayrun, que dejó claro que no iba a decir nada más hasta que él no hubiera terminado de explicarlo todo.
Le contó lo del regalo, sin detalles. Le explicó lo Michael, le enseñó la carta y dejó que la releyera varias veces. Había poco que explicar porque era poco lo que se sabía. Estaba preocupado, no porque fuera la primera vez que estaban en peligro, sino porque esta vez había sido él quien la había puesto en ese peligro. Al menos el enemigo no sabía nada de ellos, eso había quedado claro, pues habían cometido el es tupido error de seguir a Ayrun por las calles de SU ciudad.
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