Hoy es uno de esos días en los que nada tiene sentido, en los que sólo puedes pensar en que te gustaría poder ser de todo menos tú mismo. Un día de esos en los que la locura se vuelve tu cordura, eres incapaz de calmar tus emociones, y tus pensamientos naufragan una y otra vez en tu cabeza.
Hoy es un día de esos en los que cuanto más piensas, menos entiendes, y cuanto más sientes, menos quieres. Hoy cambiaría las horas de orden, hoy pondría el cielo abajo y la tierra arriba, y surcaría la noche para dormir de día.
No es día de buenas sensaciones. Es día de rabia y de locura.
Hoy no valen los recuerdos, y sólo recuerdo mentiras.
Es día de ahogar sueños, de dejar atrás locuras.
Hoy no es día de escribir, y sólo por eso... escribo.
lunes, 22 de diciembre de 2014
domingo, 21 de diciembre de 2014
sábado, 20 de diciembre de 2014
Uno mismo
De los malos se dice que se salen siempre con la suya; de los buenos, que de lo buenos que son, son tontos.
No sé si soy tonto, bueno o malo. Sólo sé que tengo conciencia, que hay cosas me la remuerden y que no puedo vivir con ellas. Puedo hacer mil cosas mal y equivocarme en cientos, puedo salirme del camino a ratos y no volver por un tiempo. Pero cuando se trata de sentir, de ser fiel a mí mismo... ahí no hay margen para errores. Ahí me mantego firme, sea la mejor o la peor opción para mi, eso no importa. Lo que importa es que si elijo la opción que más me conviene y no la que me hace sentirme más yo... muero por dentro, poco a poco, día a día, hasta que se me consume entero el corazón.
Ser yo es fastidioso a veces, tengo que admitirlo. Poca gente me entiende del todo, por no decir casi nadie. Y los pocos que me entienden, muestran su desacuerdo con esas pequeñas cosas que parece que sólo me toquen a mi, como si intentaran alejarme de ser así.
Por eso, el encontrar a alguien que no sólo entienda esas pequeñas pinceladas de "distinto" y de "incomprendido", sino que también las admire y las apoye, significa tanto para mi.
Por eso esa persona tiene el poder de hacerme hacer lo que ni siquiera yo sería capaz de hacer por mí mismo, por eso esa persona es capaz de hacer que yo luche y me mantenga en ser YO mismo, sin importar el precio o el sacrificio.
No contemplo el haber fracasasdo si lo que he hecho ha sido hecho mantiéndome fiel a mí mismo... aunque los resultados no sean los que yo quisiera o los que más me convenieran. Y por eso, no puedo encontrar una persona que quiera más en mi vida que aquella que me empuja y me hace querer ser quien soy, cada día.
Y es que todas las llaves abren algo, no siempre son puertas, y cuando lo son, no siempre son las que queremos. Pero a veces ahí está la gracia de todo, el no saber qué es lo que vas a abrir, el no saber qué hay detrás de esa puerta que ni sabías que estaba ahí. El dar ese salto al frente y descubrir. Y a veces, sólo a veces, aquello que descubres no lo vuelves a dejar ir...
Suena: Safe and Sound - Taylor Swift
martes, 16 de diciembre de 2014
Estúpido Raúl
Se puede esconder muchas cosas en un relato. Tantas como imaginación tenga el auto del mismo... y aún más. Tantas como interpretaciones le quieran dar aquellos que lo leen.
Pero a veces eso supone un problema, porque hay personas que leen cosas que no tienen nada que ver, y en el peor de los casos, nadie es capaz de encontrar qué líneas son las que de verdad importan y cuentan la historia.
Por eso, a veces, es mejor simplemente dejar la pluma de la creatividad a un lado y simplemente escribir. Y esta vez... por ser la última, además, escribiré sólo para mí, sólo para mí.
Hola, estúpido Raúl. Sí, estúpido Raúl. Tú que sabes perfectamente como se van a desenvolver los acontecimientos y aún así caminas hacia ellos como si pudieras cambiarlos. Tú, que te crees tan inteligente porque te crees que eres empático y puedes entender a alguien con sólo una mirada... y a la hora de la verdad eres incapaz de entender a la única persona que realmente importaba entender. ¿Por qué? ¿Por qué quisiste insistir?
Tú, caramembrillo, que no entiendes el significado de la palabra "imposible". ¿Sabes que no es sólo parte del título de una peli de Tom Cruise? Se aplica a situaciones que tienen un 0% de probabilidades de ocurrir, que no están contempladas en ninguno de los escenarios posibles que se pueden dar. Y tú, maldito, tú sigues de frente contra eso, de cabeza y sin pensártelo ni un momento. ¿Por qué? ¿Por qué eres distinto a lo que hay por ahí?
Tú, Raúl, tú y lo cabezota que eres. Tú que por ti mismo no serías capaz ni de montar una balsa para salir de una isla, y sin embargo serías capaz de construir un barco para salvar a quien no deberías querer salvar. Idioto. Te odio mucho.
¿Por qué tenías que seguir en tus trece y arriesgarlo todo? ¿Por qué?
Si estuvieras aquí te pegaría una paliza, fuerte, en el hombro, aunque no hubiera coches amarillos. Me da mazo de rabia.No puedo hacer nada, eres estúpido y como la marea. Eres un maldito cabezota. ¿Por qué te empeñas en darte una y otra vez contra la misma pared?
En serio. Te odio. Mucho. Te aferras a clavos ardiendo, a finales de película de ficción. Te nutres de cada pequeña cosa y la transformas en ilusión, para ti todo es posible aunque no lo sea, parece que te guste el dolor. No sabes cuándo controlar lo que sientes ni cómo proteger tu corazón. Maldita sea, ¿Por qué?
"Porque te miro y ...simplemente no me importa el por qué."
lunes, 15 de diciembre de 2014
Piso 13
Cuando llegó el ascensor comenzó a sonar una canción que, aunque llevaba poco escuchándola, le encantaba. En el sentido literal de palabra, conseguía abstraerle del mundo y perderle en sus sentimientos.
Se ajustó el auricular a la oreja derecha y entró en el ascensor, marcando el 13 y apoyándose en la pared con los ojos cerrados, cantando en voz baja la canción, inundando rápidamente el pequeño habitáculo de un silencio que sólo se logra cuando se canta ese tipo de canción. A medida que la canción avanzaba los sentimientos iban expandiéndose por su interior, y las imágenes iban formándose en su cabeza, primero un poco borrosas, y luego nítidas como si las tuviera justo delante.
El ascensor chirrió al pasar por el cuarto piso, como de costumbre, y siguió subiendo a su ritmo, sin pausa, sin prisa. Él se irguió por un instante a causa del chirrido, pero se volvió a relajar acto seguido dejándose atrapar más profundamente por la canción, perdiéndose, en su imaginación, por las curvas de una sonrisa y la luz de una mirada que había encontrado de casualidad.
En el piso 10, el ascensor se tambaleó brúscamente, y junto con el chirrido que se ocasionó, le hizo perder la respiración durante una fracción de segundo y abrir los ojos de par en par. Entonces lo notó, notó la fuerza de la gravedad amarrada a su cuerpo decidida a arrastrarlo a toda costa, sin piedad... y supo lo que venía a continuación.
Cerró los ojos de nuevo, y se perdió en la canción una última vez para recordar aquella curva y aquella luz... y mientras el ascensor caía, con su voz y una sonrisa acompañó al final a la canción dejando flotar en aquel pequeño habitáculo su único lamento.
"I'm sorry I couldn't get to you..."
Se ajustó el auricular a la oreja derecha y entró en el ascensor, marcando el 13 y apoyándose en la pared con los ojos cerrados, cantando en voz baja la canción, inundando rápidamente el pequeño habitáculo de un silencio que sólo se logra cuando se canta ese tipo de canción. A medida que la canción avanzaba los sentimientos iban expandiéndose por su interior, y las imágenes iban formándose en su cabeza, primero un poco borrosas, y luego nítidas como si las tuviera justo delante.
El ascensor chirrió al pasar por el cuarto piso, como de costumbre, y siguió subiendo a su ritmo, sin pausa, sin prisa. Él se irguió por un instante a causa del chirrido, pero se volvió a relajar acto seguido dejándose atrapar más profundamente por la canción, perdiéndose, en su imaginación, por las curvas de una sonrisa y la luz de una mirada que había encontrado de casualidad.
En el piso 10, el ascensor se tambaleó brúscamente, y junto con el chirrido que se ocasionó, le hizo perder la respiración durante una fracción de segundo y abrir los ojos de par en par. Entonces lo notó, notó la fuerza de la gravedad amarrada a su cuerpo decidida a arrastrarlo a toda costa, sin piedad... y supo lo que venía a continuación.
Cerró los ojos de nuevo, y se perdió en la canción una última vez para recordar aquella curva y aquella luz... y mientras el ascensor caía, con su voz y una sonrisa acompañó al final a la canción dejando flotar en aquel pequeño habitáculo su único lamento.
"I'm sorry I couldn't get to you..."
viernes, 12 de diciembre de 2014
Inentendible.
¿Cómo de ilógicos podemos llegar a ser?
Supongo que es normal, que si todo puediera entenderse y decidirse mediante la lógica, los sumamente inteligentes controlarían el mundo completamente y habría personas que nunca cometerían errores. Qué mundo más predecible y aburrido sería entonces. Heh.
Hoy tenía una decisión difícil que tomar, y cada minuto del día que pasaba, me resultaba más complicado y sofocante. Todos los pensamientos me guiaban hacia un lado. Mi mente y mi cuerpo parecían convencidos de que eso era lo correcto, que era lo mejor. Y he estado apunto de dar el giro, pero cuando iba a expresarlo en palabras, cuando llegaba el momento en el que ya no habría vuelta atrás... simplemente no podía avanzar. Sin ningún tipo de impedimento que yo pueda entender, pese a que todo yo quería ir en esa dirección, he seguido en mis trece, de pie en la bifurcación.
A veces estas cosas pasan, quiero pensar. Que hay cosas que simplemente tienen que suceder, tienes que hacerlas. Una fuerza invisible te empuja aunque no quieras, una necesidad injustificada. Y en parte es horrible, porque ves como a tu paso dejas atrás cosas que bajo ningún concepto querrías dejar atrás, ves como por seguir esa decisión, vas a abrir más grietas de las que tu jardín puede aguantar....
A veces el ser humano es estúpido, se lanza contra la suerte, en 1 contra 100, ignorando la razón, la sensación de error, el peligro, el dolor, el riesgo. Ignorándolo todo, y sin saber ciertamente el por qué.
A veces ese ser humano, sí, soy yo.
Y hoy cierro los ojos y me lamento pensando... que ojalá fuera que no.
jueves, 11 de diciembre de 2014
Two friends talking
De todo se lee en internet, ¿no? Esto en particular, me ha gustado, y aquí está.
Two friends meet after sometime and they catch up on their lives. At one point, one tells the other about a girl he's been getting to know for some time. His friend can't completly understand the way he's handling it though:
- "Jane must be something special for you to forsake something that's apparently so right." He said, looking at his friend's face for any signs of hesitation.
+ He just shrugged and spoke, calmly. "Jane is, simply put, my soulmate. She's what I've been longing for even before I was able to long for anything. She makes me want to be who I am, literaly. She's the strength that I can't find anywhere else, the only one who can hurt me while making me smile. She's not like me, we're nothing like the other, yet when we're together it feels as if we're the same thing."
- He winced lightly, and touched by his friend's words he said: "On this day I vow to tell her about this the second you tell me she said yes."
+ "Yeah, I'm not too worried about that, since it won't happen, mate." He answered, followed by a sincere laugh, unbelievably unworried.
- He frowned lightly. "Bullshit, If you really believed that you'd be going with Jill"
+ He smiled briefly and shook his head. " Man. You didn't understand a word I said. There's love, which makes you want someone over everything else. And then there's -her- , who makes me just want her more than anyone I could ever love. it doesn't matter how absurd it gets. Even if I was told that I need to learn to fly to get her, you'd see me out there, jumping and falling, everyday for the rest of my life. That's what she is to me."
The friend took a few moments to think, then approached him. He opened his arms and gave him a hug, saying the only thing that made sense to him at that time.
- "And you'll fly."
domingo, 7 de diciembre de 2014
The storm is comming.
Sometimes you just know when a storm is comming...
" I'm a feelings driven person, I have a very hard time concealing what I feel, let alone trying not to feel it. So it never just rains here, because if there's rain, it's always a storm."
Time stops for no one and for no thing. It keeps pushing through, sometimes it wastes, some times it strengthens, but it never leaves things as they are.
I tried to be the flame that melted your ice. My flame was small in comparison to you, just a candle against an iceberg. But I strongly believed in you, I strongly believed that one day the ice would melt... because even the strongest and biggest chunk of ice melts against the smallest flame if it's kept alight for long enough time.
So I was there, waiting, holding that candle for what looked like a lifetime..
And one day, one splendid day, the ice melted enough to let you move, to let you feel the warmth of things... but you didn't even notice my small flame, so marveled by the many other things around that you were able to notice then. And for some reason the flame, even if ignored, refused to leave your side... and then I knew:
That I would've hold that flame forever, because I was not keeping it there just for you, but for me as well.
So I'll hand it to you, one last time. You can blow, you can rain, you can ice you can storm on it... but it'll never, ever die.
" I'm a feelings driven person, I have a very hard time concealing what I feel, let alone trying not to feel it. So it never just rains here, because if there's rain, it's always a storm."
Time stops for no one and for no thing. It keeps pushing through, sometimes it wastes, some times it strengthens, but it never leaves things as they are.
I tried to be the flame that melted your ice. My flame was small in comparison to you, just a candle against an iceberg. But I strongly believed in you, I strongly believed that one day the ice would melt... because even the strongest and biggest chunk of ice melts against the smallest flame if it's kept alight for long enough time.
So I was there, waiting, holding that candle for what looked like a lifetime..
And one day, one splendid day, the ice melted enough to let you move, to let you feel the warmth of things... but you didn't even notice my small flame, so marveled by the many other things around that you were able to notice then. And for some reason the flame, even if ignored, refused to leave your side... and then I knew:
That I would've hold that flame forever, because I was not keeping it there just for you, but for me as well.
So I'll hand it to you, one last time. You can blow, you can rain, you can ice you can storm on it... but it'll never, ever die.
miércoles, 3 de diciembre de 2014
Me debes un baile.
Él la cogió del brazo antes de que se fuera del todo.
-"Espera, no te puedes ir así"
- "Así ¿cómo?"
- "Me debes un baile...."
- "Pero no hay músi-" derrumbó la frase ante su mirada. Una mirada que podría no haber significado nada en absoluto, pero en aquel momento lo dijo todo.
Deslizo su mano por el brazo hasta cogerla de la mano, mientras ella se acercaba sonriendo y negando con la cabeza pensando "maldito loco". Él le paso la otra mano por detrás de la cintura, un poco más alto, casi a media espalda. Ella se dejó coger, y suspirando le agarró de la cintura. Miró hacia arriba, donde él se esforzaba por aparentar serenidad, cerrando los ojos para tomar aire, cuando todo su ser interior se sentía un flan. Para cuando abrió los ojos, ella ya había escondido su mirada. "Cuando digas" dijo ella irguiéndose muy teatralmente. El asintió con la cabeza... uno... dos... tres. Y sin decir palabra, los dos supieron que era el momento y comenzaron a moverse en perfecta sincronía, como dos relojes a punto. Hay un silencio sepulcral en la calle, ni un sonido, y sin embargo ellos dos parecen estar bailando al son de una canción, de la misma canción. Sus pies se movían en círculos, mientras sus cuerpos, con su vaivén, acompañaban a una oculta melodía que nadie podía escuchar. De pronto, él la despega de su cuerpo con suavidad, alzando su brazo y trazando un pequeño círculo en el aire que ella acompaña, sonriente, con todo su cuerpo...
Y aunque nadie lo podría creer jamás...ahí estaban, bailando, como dos estrellas que caen del cielo y se entrelazan a media caída. Como dos gotas de agua que se deslizan por la mejilla hasta juntarse en la misma barbilla. Y ahí estaban, bailando, la misma canción, porque en su cabeza sonaba la misma melodía.
Ese día, por unos minutos, la magia volvió a existir.
Si comentas, me debes un baile.
-"Espera, no te puedes ir así"
- "Así ¿cómo?"
- "Me debes un baile...."
- "Pero no hay músi-" derrumbó la frase ante su mirada. Una mirada que podría no haber significado nada en absoluto, pero en aquel momento lo dijo todo.
Deslizo su mano por el brazo hasta cogerla de la mano, mientras ella se acercaba sonriendo y negando con la cabeza pensando "maldito loco". Él le paso la otra mano por detrás de la cintura, un poco más alto, casi a media espalda. Ella se dejó coger, y suspirando le agarró de la cintura. Miró hacia arriba, donde él se esforzaba por aparentar serenidad, cerrando los ojos para tomar aire, cuando todo su ser interior se sentía un flan. Para cuando abrió los ojos, ella ya había escondido su mirada. "Cuando digas" dijo ella irguiéndose muy teatralmente. El asintió con la cabeza... uno... dos... tres. Y sin decir palabra, los dos supieron que era el momento y comenzaron a moverse en perfecta sincronía, como dos relojes a punto. Hay un silencio sepulcral en la calle, ni un sonido, y sin embargo ellos dos parecen estar bailando al son de una canción, de la misma canción. Sus pies se movían en círculos, mientras sus cuerpos, con su vaivén, acompañaban a una oculta melodía que nadie podía escuchar. De pronto, él la despega de su cuerpo con suavidad, alzando su brazo y trazando un pequeño círculo en el aire que ella acompaña, sonriente, con todo su cuerpo...
Y aunque nadie lo podría creer jamás...ahí estaban, bailando, como dos estrellas que caen del cielo y se entrelazan a media caída. Como dos gotas de agua que se deslizan por la mejilla hasta juntarse en la misma barbilla. Y ahí estaban, bailando, la misma canción, porque en su cabeza sonaba la misma melodía.
Ese día, por unos minutos, la magia volvió a existir.
Si comentas, me debes un baile.
martes, 2 de diciembre de 2014
Lo que te dejaste aquí
Esta es la historia de un adiós,
un hasta pronto que se prolongó,
hasta el infinito de tu corazón
donde borraste las huellas
donde un día me perdí yo.
No hables de promesas
si no las sabes cumplir,
las palabras no se escupen sin sentido,
hay que saberlas sentir
o algún día, te lo aseguro,
volverán cargadas, volverán a por ti.
Que por ti firmé una tregua
con el dolor y la soledad,
curando al instante heridas
que no pude curar en el bar.
Alzando todas mis metas
pensando que contigo podría volar
Y ahora ¿dónde encuentro yo mis sueños
que estrellaste tú contra el mar?.
Que yo hubiera vendido mi alma
por estar contigo un día más,
Y hoy me siento sin alma
y tú ya ni siquiera estás.
Que yo fui el velero contra corriente
que fue a estrellarse en tu mar,
el tuyo, sirena maldita,
que tú me hiciste naufragar.
Pero ¿qué importan ya las palabras
que nunca vas a escuchar?
Espero que un día recuerdes
quién vendió su sonrisa al futuro,
quién empeñó su tiempo en ti
y que cuando no encuentres un todo
entiendas lo que te dejaste aquí.
un hasta pronto que se prolongó,
hasta el infinito de tu corazón
donde borraste las huellas
donde un día me perdí yo.
No hables de promesas
si no las sabes cumplir,
las palabras no se escupen sin sentido,
hay que saberlas sentir
o algún día, te lo aseguro,
volverán cargadas, volverán a por ti.
Que por ti firmé una tregua
con el dolor y la soledad,
curando al instante heridas
que no pude curar en el bar.
Alzando todas mis metas
pensando que contigo podría volar
Y ahora ¿dónde encuentro yo mis sueños
que estrellaste tú contra el mar?.
Que yo hubiera vendido mi alma
por estar contigo un día más,
Y hoy me siento sin alma
y tú ya ni siquiera estás.
Que yo fui el velero contra corriente
que fue a estrellarse en tu mar,
el tuyo, sirena maldita,
que tú me hiciste naufragar.
Pero ¿qué importan ya las palabras
que nunca vas a escuchar?
Espero que un día recuerdes
quién vendió su sonrisa al futuro,
quién empeñó su tiempo en ti
y que cuando no encuentres un todo
entiendas lo que te dejaste aquí.
Y pase el tiempo que pase, y a pesar de todo, tú siempre serás para mi.
miércoles, 26 de noviembre de 2014
Abuelita... adiós.
Te lo prometo, abuela. Te lo prometo.
Te has ido y lo has hecho sin avisar, sin darnos la oportunidad de despedirnos de ti. Estoy seguro que hasta eso lo has hecho pensando en nosotros, para que no tuvieramos que pasar por eso, para que no tuvieramos que verte marchar. Siempre quisiste a tu familia con todo el peso de tu alma, y nunca te importó tener el mundo a tus espaldas si eso servía para aliviar las cosas a los demás.
No recuerdo ni una sola vez en la que no me hicieras sentir querido, tanto de niño como de más mayor. Sólo de ver cómo se te iluminaba la cara cada vez que nos veías a tus nietos... sólo de ver cómo se te hacía todo más fácil con nuestra presencia... ya sabía que no había nada en el mundo más precioso para ti que nosotros.
"Pispisigaña". "Una señora gorda por el paseo". "Nos iremos a bailar, no abuela?"."Nos ha fotut". "Parece el niño jesús, ¡pero es un diablo!". "¡Yo quiero ese pelo para mi!"
Por el chalet de Llíria, y las partidas de parchís.
Estés donde estés, déjame decirte que dejaste tu marca de bondad en todos nosotros, que para nosotros siempre serás "abuelita" y no "abuela". Y más concretamente, la "abuelita pitanta".
Gracias por todo. Nunca te olvidaré. Y si estés donde estés puedes verme, te prometo que voy a hacer que estés orgullosa de mi.
- Tu nieto más guapo y revoltoso.
Cero absoluto
"No puedo creerme que tú hayas vivido aquí" dijo él murmurando mientras se frotaba los brazos con sus propias manos. Estaba en un lugar desierto, no había símbolos de vida visibles en lo que la vista podía alcanzar a lo lejos. Nieve y hielo era todo lo que se podía ver y tocar, ni siquiera el cielo se llegaba a ver desde su posición por la espesa capa de nieve que parecía estar permanentemente flotando en el aire. A cada paso, la nieve parecía hacerse más espesa, más presente. El hielo parecía más frío, el aire parecía más hielo... había momentos en los que incluso se sentía como si pequeños cristales de hielo se clavaran en los pulmones al respirar.
Siguieron caminando en silencio, sin rumbo, sin tiempo, en aquel lugar donde no había ni noche ni día, donde no había caminos. Tampoco hacían falta, pues no había a dónde ir. El aire se había hecho insoportablemente pesado, sus pulmones parecían que iban a estallar, pero de alguna manera, seguía respirando y caminando. Tomó aire lentamente, pues si lo hacía de forma rápida le quemaban los pulmones del frío. No le cupo duda de que si hubieran hecho un fuego allí, las llamas se habrían helado también.
"No entiendo cómo se puede vivir así" le dijo él al borde del llanto y cayendo de rodillas al hielo de repente. Le miró desde arriba, impasible. "¿Te duele algo por la caída?" se limitó a preguntar. Él negó con la cabeza ahogando un sollozo.
"Es por el frío". Y así, sin más, comenzó a caminar, y no volvió a mirar atrás.
domingo, 23 de noviembre de 2014
Te echaré de menos, Madrid.
Hay cosas que realmente no deberían nunca ser plasmadas en palabras, que se sienten casi insultadas cuando alguien intenta captar su esencia y embotellarla en frases ancladas. Hay cosas... que sólo viven en el momento y en el recuerdo, que parecen languidecer a medida que alguien se empeña en inmortalizarlas en papel.
Pero sé que a ti te gusta leer esto en concreto, y por eso esta vez lo haré. Por eso y porque sé que tú lo que escriba no lo vas a leer... sino a revivir.
"Tócame algo, ¿no?" preguntó él sonriendo y acomodándose en el sofá rojo. Ella le miró desde la silla y resopló levemente, cediendo casi con una queja en los labios "vaaaaale".
Se levantó a coger la guitarra y volvió a sentarse tras alcanzar la cejilla. Carraspeó un par de veces para aclarar la voz y cerró los ojos para concentrarse y atrapar la canción en su interior. Sus dedos se deslizaron por las cuerdas como si las estuviera acariciando, como si las cuerdas fueran las que quisieran tocar sus dedos, y no al revés.
Comenzó a cantar y su voz inundó rápidamente la habitación, una habitación que estaba en absoluto silencio, ausente de sonidos, ausente de todo, sólo ella, él, y la canción. Su voz flotaba en el aire, expandiéndose y resonando en cada punto, cada esquina. Su voz se posaba en cada estante, bailaba su propia canción. Su voz entró por cada uno de los poros de su piel,y entonces algo se rompió, y una lágrima, sólo una, casi invisible, rodó mejilla abajo sin ningún temor. Y volvió a sentir, por segunda vez, que no quería irse de allí, que ese era el lugar donde de verdad quería estar.
Ella le despertó de su ensimismamiento "Ey, no me pongas esa cara. ¡Te toca!". De pronto le hirvió la sangre, comenzó a ponerse nervioso y respondió con un elocuente y auténtico "No, no... no". Ella sonrió divertida, y con la misma elocuencia le insistió "Sí, sí.. sí". Él Tragó saliva mientras alcanzaba la guitarra. Suspiró resignado y comenzó a tocar. No podía ser tan difícil, era una canción que tocaba todos los días, que cantaba a todas horas, que podría incluso tocar con los ojos cerrados. Y aún así,en ninguno de los diez primeros intentos consiguió arrancar la canción. "No puedo, no puedo" dijo él avergonzado y lamentándose, poniéndose rojo. "No puedo cantarte, a ti no". Ella estaba disfrutando del momento seguro, ella, tan segura de sí misma mientras le observaba desde la silla. "Pero si me estoy comiendo un bol con cereales" contestó ella con total naturalidad. Él no pudo evitar reír " eres tonta...". Respiró hondo una vez más, e intentando centrar su mente sólo en la canción... comenzó a cantar. Con los ojos cerrados, para no verla, con los ojos cerrados, para ver mejor la canción, con los ojos cerrados...para que saliera del corazón. Y por un instante, fluyó.
"Mierda." dijo al llegar al estribillo y equivocarse de acorde y de canción. Se lamentó en silencio por ser tan inútil. Ella tragó sus cereales y le miró. "Raúl, oye, cantas muy bien en persona, ¡muchísimo mejor que en los vídeos esos!".
Un pequeño silencio se coló en la habitación, y él, como si ya no fuera la misma persona, se relajó en el sofá y se acomodó. Comenzó a tocar la guitarra, a imaginar la canción que quería tocar, y como si hubiera volado aquel miedo estúpido, cantó sin perder la canción. Y aunque se negó a decirlo, y no lo reconocerá jamás, fueron las palabras que ella dijo las que le hicieron cambiar.
Después, cumplidos los formalismos, se dedicaron largo rato a cantar canciones a medias y juntos en el piano. Y digo a medias, porque ninguna llegaban a terminar. Había demasiadas canciones idóneas, demasiado poco tiempo también. No está muy claro cómo ocurrió, que incluso mientras cantaban, él recuerda que siempre encontraban un momento para reír, a veces incluso tanto como para hacerle a ella tumbarse en la cama con las manos en la tripa. "Tiene que haber una canción que te sepas con la guitarra y podamos cantar los dos" dijo ella de repente. Él la miro pensativo unos segundos antes de responder. "Puede Ser, ¿esa te la sabes?" ella asintió y volvieron a por la guitarra. Se miraron un momento. "hmm.. voy a por la camara" dijo ella. Él le miró escandalizado. "Tranquiiiilo, que no lo voy a subir a ningún sitio, es sólo para tenerlo de recuerdo" eso le hizo respirar aliviado.
La canción se cantó, tras varios intentos fallidos, muchas risas y mucha ilusión. Para ella pudo ser una canción más, de miles que había cantado y grabado. Para él... fue un sueño que se acababa de cumplir. Por fin, después de tanto tiempo, ella había querido de verdad cantar algo con él, algo que quedaría guardado siempre en el recuerdo, en algún sitio, para los dos. Y aún sabiendo que tenía que irse, ese día la tristeza no pudo ni siquiera rozarle un poco el corazón.
A los dos días, ella había editado y subido el vídeo, a traición. Él fue a mirarlo, preocupado y temeroso, eso lo iban a ver cientos de personas... y ¿sabéis lo que hizo nada más terminar de verlo? Volverlo a mirar. Y entendió que sus miedos, si ella estaba cerca, no lo podían tocar.
Muchísimas gracias por todo. Por esas horas que aunque nadie lo entienda, para fueron el mejor regalo que me han hecho jamás. Muchísimas gracias... y te echaré de menos, Madrid.
Pero sé que a ti te gusta leer esto en concreto, y por eso esta vez lo haré. Por eso y porque sé que tú lo que escriba no lo vas a leer... sino a revivir.
"Tócame algo, ¿no?" preguntó él sonriendo y acomodándose en el sofá rojo. Ella le miró desde la silla y resopló levemente, cediendo casi con una queja en los labios "vaaaaale".
Se levantó a coger la guitarra y volvió a sentarse tras alcanzar la cejilla. Carraspeó un par de veces para aclarar la voz y cerró los ojos para concentrarse y atrapar la canción en su interior. Sus dedos se deslizaron por las cuerdas como si las estuviera acariciando, como si las cuerdas fueran las que quisieran tocar sus dedos, y no al revés.
Comenzó a cantar y su voz inundó rápidamente la habitación, una habitación que estaba en absoluto silencio, ausente de sonidos, ausente de todo, sólo ella, él, y la canción. Su voz flotaba en el aire, expandiéndose y resonando en cada punto, cada esquina. Su voz se posaba en cada estante, bailaba su propia canción. Su voz entró por cada uno de los poros de su piel,y entonces algo se rompió, y una lágrima, sólo una, casi invisible, rodó mejilla abajo sin ningún temor. Y volvió a sentir, por segunda vez, que no quería irse de allí, que ese era el lugar donde de verdad quería estar.
Ella le despertó de su ensimismamiento "Ey, no me pongas esa cara. ¡Te toca!". De pronto le hirvió la sangre, comenzó a ponerse nervioso y respondió con un elocuente y auténtico "No, no... no". Ella sonrió divertida, y con la misma elocuencia le insistió "Sí, sí.. sí". Él Tragó saliva mientras alcanzaba la guitarra. Suspiró resignado y comenzó a tocar. No podía ser tan difícil, era una canción que tocaba todos los días, que cantaba a todas horas, que podría incluso tocar con los ojos cerrados. Y aún así,en ninguno de los diez primeros intentos consiguió arrancar la canción. "No puedo, no puedo" dijo él avergonzado y lamentándose, poniéndose rojo. "No puedo cantarte, a ti no". Ella estaba disfrutando del momento seguro, ella, tan segura de sí misma mientras le observaba desde la silla. "Pero si me estoy comiendo un bol con cereales" contestó ella con total naturalidad. Él no pudo evitar reír " eres tonta...". Respiró hondo una vez más, e intentando centrar su mente sólo en la canción... comenzó a cantar. Con los ojos cerrados, para no verla, con los ojos cerrados, para ver mejor la canción, con los ojos cerrados...para que saliera del corazón. Y por un instante, fluyó.
"Mierda." dijo al llegar al estribillo y equivocarse de acorde y de canción. Se lamentó en silencio por ser tan inútil. Ella tragó sus cereales y le miró. "Raúl, oye, cantas muy bien en persona, ¡muchísimo mejor que en los vídeos esos!".
Un pequeño silencio se coló en la habitación, y él, como si ya no fuera la misma persona, se relajó en el sofá y se acomodó. Comenzó a tocar la guitarra, a imaginar la canción que quería tocar, y como si hubiera volado aquel miedo estúpido, cantó sin perder la canción. Y aunque se negó a decirlo, y no lo reconocerá jamás, fueron las palabras que ella dijo las que le hicieron cambiar.
Después, cumplidos los formalismos, se dedicaron largo rato a cantar canciones a medias y juntos en el piano. Y digo a medias, porque ninguna llegaban a terminar. Había demasiadas canciones idóneas, demasiado poco tiempo también. No está muy claro cómo ocurrió, que incluso mientras cantaban, él recuerda que siempre encontraban un momento para reír, a veces incluso tanto como para hacerle a ella tumbarse en la cama con las manos en la tripa. "Tiene que haber una canción que te sepas con la guitarra y podamos cantar los dos" dijo ella de repente. Él la miro pensativo unos segundos antes de responder. "Puede Ser, ¿esa te la sabes?" ella asintió y volvieron a por la guitarra. Se miraron un momento. "hmm.. voy a por la camara" dijo ella. Él le miró escandalizado. "Tranquiiiilo, que no lo voy a subir a ningún sitio, es sólo para tenerlo de recuerdo" eso le hizo respirar aliviado.
La canción se cantó, tras varios intentos fallidos, muchas risas y mucha ilusión. Para ella pudo ser una canción más, de miles que había cantado y grabado. Para él... fue un sueño que se acababa de cumplir. Por fin, después de tanto tiempo, ella había querido de verdad cantar algo con él, algo que quedaría guardado siempre en el recuerdo, en algún sitio, para los dos. Y aún sabiendo que tenía que irse, ese día la tristeza no pudo ni siquiera rozarle un poco el corazón.
A los dos días, ella había editado y subido el vídeo, a traición. Él fue a mirarlo, preocupado y temeroso, eso lo iban a ver cientos de personas... y ¿sabéis lo que hizo nada más terminar de verlo? Volverlo a mirar. Y entendió que sus miedos, si ella estaba cerca, no lo podían tocar.
Muchísimas gracias por todo. Por esas horas que aunque nadie lo entienda, para fueron el mejor regalo que me han hecho jamás. Muchísimas gracias... y te echaré de menos, Madrid.
sábado, 22 de noviembre de 2014
Pánico
~ Hay cosas que mueren, y cosas que deberían aprender a morir. ~
Fue como un volcán que entra en erupción de forma repentina, la sangre le hervía al tiempo que la sentía helada, corriendo frenéticamente por su cuerpo como si fuera una carrera. El pánico se apodero de sus manos, de su cuerpo, y le trepó por la espalda atravesándole la espina dorsal hasta llegar al cerebro, adueñándose también de su mente. Lo que en otro momento había sido una lúcida maquina de razonar no era ahora más que un lioso laberinto con callejones sin salida a cada paso, no era más que una descuidada sombra trémula que no entendía la luz.
Comenzó a rodar por su mejilla, de forma incontrolada y tranquila, una gota de agua salada que puso rumbo directo a la comisura de sus labios. Ni siquiera entendía por qué estaba llorando, ni siquiera se dio cuenta de que estaba llorando hasta que no notó el sabor de la lágrima filtrándose por entre sus labios. Intentó recoger fuerzas de su interior, averiguar qué tenía que hacer, qué opciones tenía... pero todo resultó en vano, no era capaz de asentar ni apaciguar su mente, no era capaz de frenar lo que él no había querido empezar. Huyo de todo, de todo y de todos. Huyo como un niño desprotegido, como un niño al que nadie entiende, al que nadie extiende la mano que él busca.
Borró toda prueba de que él había existido, borró su rastro en la arena, sus pisadas en el suelo, su huella en cualquier recuerdo. Sopló todas las palabras que una vez dijo, sopló cada letra que alguna vez escribió. Borró su imagen del recuerdo de todos, borró todo, en todos, para que nadie le recordara jamás. Y corrió, corrió sin entender nada, sin ser capaz de comprender. Corrió hasta llegar allá donde nace el olvido, al acantilado de la desesperación. Se paró en seco y miró al vacío, miro a su destrucción...y la lucidez le golpeó de nuevo por un segundo. Miró atrás, através de los bosques y ríos que acababa de cruzar, miro através de los recuerdos que había borrado, de las palabras que ahora flotaban perdidas en el aire, de las letras que el tiempo empezó a borrar... y ahogando una palabra, saltó...
Y no se le volvió a encontrar..
Fue como un volcán que entra en erupción de forma repentina, la sangre le hervía al tiempo que la sentía helada, corriendo frenéticamente por su cuerpo como si fuera una carrera. El pánico se apodero de sus manos, de su cuerpo, y le trepó por la espalda atravesándole la espina dorsal hasta llegar al cerebro, adueñándose también de su mente. Lo que en otro momento había sido una lúcida maquina de razonar no era ahora más que un lioso laberinto con callejones sin salida a cada paso, no era más que una descuidada sombra trémula que no entendía la luz.
Comenzó a rodar por su mejilla, de forma incontrolada y tranquila, una gota de agua salada que puso rumbo directo a la comisura de sus labios. Ni siquiera entendía por qué estaba llorando, ni siquiera se dio cuenta de que estaba llorando hasta que no notó el sabor de la lágrima filtrándose por entre sus labios. Intentó recoger fuerzas de su interior, averiguar qué tenía que hacer, qué opciones tenía... pero todo resultó en vano, no era capaz de asentar ni apaciguar su mente, no era capaz de frenar lo que él no había querido empezar. Huyo de todo, de todo y de todos. Huyo como un niño desprotegido, como un niño al que nadie entiende, al que nadie extiende la mano que él busca.
Borró toda prueba de que él había existido, borró su rastro en la arena, sus pisadas en el suelo, su huella en cualquier recuerdo. Sopló todas las palabras que una vez dijo, sopló cada letra que alguna vez escribió. Borró su imagen del recuerdo de todos, borró todo, en todos, para que nadie le recordara jamás. Y corrió, corrió sin entender nada, sin ser capaz de comprender. Corrió hasta llegar allá donde nace el olvido, al acantilado de la desesperación. Se paró en seco y miró al vacío, miro a su destrucción...y la lucidez le golpeó de nuevo por un segundo. Miró atrás, através de los bosques y ríos que acababa de cruzar, miro através de los recuerdos que había borrado, de las palabras que ahora flotaban perdidas en el aire, de las letras que el tiempo empezó a borrar... y ahogando una palabra, saltó...
Y no se le volvió a encontrar..
viernes, 21 de noviembre de 2014
Te echaba de menos, Madrid (2)
Despertó en un hostal cualquiera, de una calle que no había escuchado jamás. Una cama, una mesilla y una pila de dudosa higiene, esa era toda la comodidad ofrecida. Todavía era temprano, y aún faltaban muchas horas hasta que tuviera que encontrarse con ella de nuevo. Aún así se levantó, se arregló y preparó su mochila para poder salir en cuanto le diera la gana. Se quedó pensativo durante un rato, primero recordando el día anterior y luego intentando decidir si quedarse en Madrid unas horas o pasearse por las Rozas. Finalmente se levantó de un salto de la cama y cargó con su mochila al hombro, había decidido ir a las Rozas a esperar. Puestos a esperar, mejor estar ya allí.
"Cuánta gente" comentó él mientras pasaban de largo la cola del cine. Habían comprado entradas para ver una película que a ella le había llamado la atención de forma especial. Ella asintió "Sí, ya te dije que la película era buena". Él se encogió de hombros y pasó por la puerta, entregándole al empleado las entradas y buscando con la mirada la sala en la que debían de entrar. Buscaron sus asientos, tal y como habían pedido, en un lateral, y especialmente cómodos gracias a la barra de seguridad que podían utilizar para apoyar los pies.
"¿Es la primera vez que venimos al cine?" preguntó ella girándose. Él ladeó la cabeza y se encogió de hombros. "No sé tú, yo he ido bastantes vec-" puñetazo en el hombro. "Idiota" dijo ella riendo. Él no pudo más que reír mientras se frotaba el brazo. "Sí, es la primera vez que venimos juntos al cine" sentenció él poniéndose cómodo en su asiento y negando con la cabeza. Él no lo vio, pero seguro que ella le fulminó con la mirada. Seguro.
Aún faltaban unos minutos para que empezara la película propiamente dicha, pero la pantalla ya emitía imágenes de otras películas y anuncios. Un hombre abriéndole la puerta trasera del coche a su perro para que entrara, pero no quiere entrar. Suspira y cierra la puerta, abriendo acto seguido la delantera, y el perro ráudo salta al asiento y se acomoda. El dueño cierra la puerta... y de repente, sobre un fondo negro, aparecen dos coches en pantalla, y uno es amarillo.
En cuestión de una fracción de segundo ambos se giran al mismo tiempo, él y ella, con el puño cerrado e intenciones de golpear al otro. Se paran a mitad, se quedan mirando el uno al otro, simétricamente colocados, se dan cuenta de lo que ha ocurrido y rompen a reír. Y esa sala vacía, por un momento se llenó de un instante de risa y magia.
"Por cierto..." dijo él mientras volvía a su cómoda posición. "Ya veo que la película era súper buena. Esto está abarrotado..." puñetazo en el hombro. "Idiota" fue la única réplica que obtuvo, eso y su cara enfurruñada. 5 personas en toda la sala, y eso era contándoles a ellos dos. No pudo evitar reírse, le gustaba tanto hacerle rabiar. La película comenzó enseguida, una película con sus momentos interesantes, sus momentos críticos... y sus momentos dramáticos. Sabía que ella estaba esperando ese momento desde el principio, era su oportunidad de vengarse de él... y en cuanto derramó la primera lágrima, allí estaba ella para reírse por lo bajo. Él frunció el ceño y le golpeó en la pierna susurrando "no estoy llorando". Ella se volvió a reír por lo bajo y asintió "vale, vale". Y él aparentando compostura, y ella sonriente como ella misma, continuaron viendo la película comentando alguna escena que otra, compartiendo palomitas y alguna que otra mirada de soslayo.
Al salir del cine la lluvia caía ligera sobre las calles ya mojadas de las Rozas. Él sacó el paraguas y lo abrió, invitándola con un leve gesto a ponerse a su lado para resguardarse. Ella le agarró del brazo para no mojarse y caminaron comentando la película, despacio y sin prisa. No había mucha gente en la calle, aunque tampoco parecía que hubieran llegado a reparar en ello de ser así. Ella parecía contenta, él lo parecía también, aunque dentro, donde nadie podía verlo, estaba temblando otra vez. Le habían invitado a cenar en su casa, y no sólo era la primera vez que eso ocurría, sino que tampoco conocía a la madre, y tampoco había pasado nunca del salón de la casa. Era sin duda una tontería, nada por lo que estar nervioso, se le daba genial tratar con personas, no iba a quedar mal. Pero a veces, las tonterías nos vuelven tontos, sin mayor explicación. Y ese día, ese momento, no podía haber alguien más tonto que él.
Mientras esperaban a que fuera la hora de cenar fueron a la sala de estar de ella. Tenía instrumentos, libros, y mil cosas más. Era una sala pequeña, con una mesa de ordenador y un sofá rojo con peluches gigantes y almohadones. Se sentó allí, parecía cómodo. Ella se sentó en la silla del ordenador, en frente, y comenzaron a hablar. Él ni siquiera recuerda de qué hablaron, por mucho que quiso recordar cada palabra, no consiguió recordad ninguna. Sólo recuerda, sólo sabe, que ahí fue la primera vez que lo sintió. Mirando a través de la ventana a la oscuridad de la noche, sólo iluminada por algunas luces de las casas... sintió que no quería irse de allí, que no quería tener que volver.
"¿Estás bien?" preguntó ella alzando una ceja. Él reaccionó de inmediato, sacudiendo la cabeza saliendo de su abstracción. "Sí, sí. Sólo estaba empanado" sonrió contento. "Podemos cenar ya si quieres" comentó ella levantándose de la silla. Él penso que iba a dar igual lo que respondiera, así que se limitó a asentir y levantarse él también. La cocina tenía preparada la mesa para 2, platos, vasos, cubiertos... y un par de mantelitos que le trajeron viejos recuerdos. Sonrió. Cenaron los dos solos, y no dejaron de hablar en toda la cena, como si el comer les hubiera dado fuerzas para seguir hablando. Hablaron de cosas, de muchas cosas. Algunas eran cosas que tenían pendientes de hablar, y otras eran simplemente conversaciones que fluían sin más. Eso era lo que hacía tan genial todo aquello, que por mucho que hubieran hablado ya, siempre tenían algo más.
"¿Quieres media manzana?" preguntó ella cogiendo una grande y verde. Él protestó en su mente, ¡¿media?! Luego pensó que compartir una manzana con ella tampoco era una idea tan mala, se encogió de hombros y respondió. "Claro". Partió la manzana con exactitud, dos partes totalmente iguales. Le acercó a él su parte y comenzó a prepararse la suya. Él ladeó un poco la cabeza "¿Qué pasa, no me vas a dar a mi de eso?" preguntó mientras señalaba a la nocilla. Ella no ocultó su sorpresa "¿En serio?". "¡Desde luego!" dijo él extendiéndole la manzana. "Y no escatimes en nocilla, ¿eh?" sonrió, la verdad que eso tenía que estar delicioso. Los dos se comieron la manzana con nocilla contentos, ella parecía excepcionalmente satisfecha y feliz. "Es agradable poder compartir esto con alguien" dijo ella mientras pegaba el último bocado a la manzana. Él sonrió, de nuevo, contento de verdad. "Está riquísimo". Y donde terminó él la manzana, terminan sus recuerdos de aquel día.
Nada más pasó. Él se había ido apagando por dentro porque se tenía que ir, pero sonriendo por fuera como no podía hacer de otra forma estando con ella. Y cuando llegó a Madrid.. se quedó paseando por sus calles mojadas, sin rumbo y sin saber bien a dónde ir.
Segundo día de los tres.
"Cuánta gente" comentó él mientras pasaban de largo la cola del cine. Habían comprado entradas para ver una película que a ella le había llamado la atención de forma especial. Ella asintió "Sí, ya te dije que la película era buena". Él se encogió de hombros y pasó por la puerta, entregándole al empleado las entradas y buscando con la mirada la sala en la que debían de entrar. Buscaron sus asientos, tal y como habían pedido, en un lateral, y especialmente cómodos gracias a la barra de seguridad que podían utilizar para apoyar los pies.
"¿Es la primera vez que venimos al cine?" preguntó ella girándose. Él ladeó la cabeza y se encogió de hombros. "No sé tú, yo he ido bastantes vec-" puñetazo en el hombro. "Idiota" dijo ella riendo. Él no pudo más que reír mientras se frotaba el brazo. "Sí, es la primera vez que venimos juntos al cine" sentenció él poniéndose cómodo en su asiento y negando con la cabeza. Él no lo vio, pero seguro que ella le fulminó con la mirada. Seguro.
Aún faltaban unos minutos para que empezara la película propiamente dicha, pero la pantalla ya emitía imágenes de otras películas y anuncios. Un hombre abriéndole la puerta trasera del coche a su perro para que entrara, pero no quiere entrar. Suspira y cierra la puerta, abriendo acto seguido la delantera, y el perro ráudo salta al asiento y se acomoda. El dueño cierra la puerta... y de repente, sobre un fondo negro, aparecen dos coches en pantalla, y uno es amarillo.
En cuestión de una fracción de segundo ambos se giran al mismo tiempo, él y ella, con el puño cerrado e intenciones de golpear al otro. Se paran a mitad, se quedan mirando el uno al otro, simétricamente colocados, se dan cuenta de lo que ha ocurrido y rompen a reír. Y esa sala vacía, por un momento se llenó de un instante de risa y magia.
"Por cierto..." dijo él mientras volvía a su cómoda posición. "Ya veo que la película era súper buena. Esto está abarrotado..." puñetazo en el hombro. "Idiota" fue la única réplica que obtuvo, eso y su cara enfurruñada. 5 personas en toda la sala, y eso era contándoles a ellos dos. No pudo evitar reírse, le gustaba tanto hacerle rabiar. La película comenzó enseguida, una película con sus momentos interesantes, sus momentos críticos... y sus momentos dramáticos. Sabía que ella estaba esperando ese momento desde el principio, era su oportunidad de vengarse de él... y en cuanto derramó la primera lágrima, allí estaba ella para reírse por lo bajo. Él frunció el ceño y le golpeó en la pierna susurrando "no estoy llorando". Ella se volvió a reír por lo bajo y asintió "vale, vale". Y él aparentando compostura, y ella sonriente como ella misma, continuaron viendo la película comentando alguna escena que otra, compartiendo palomitas y alguna que otra mirada de soslayo.
Al salir del cine la lluvia caía ligera sobre las calles ya mojadas de las Rozas. Él sacó el paraguas y lo abrió, invitándola con un leve gesto a ponerse a su lado para resguardarse. Ella le agarró del brazo para no mojarse y caminaron comentando la película, despacio y sin prisa. No había mucha gente en la calle, aunque tampoco parecía que hubieran llegado a reparar en ello de ser así. Ella parecía contenta, él lo parecía también, aunque dentro, donde nadie podía verlo, estaba temblando otra vez. Le habían invitado a cenar en su casa, y no sólo era la primera vez que eso ocurría, sino que tampoco conocía a la madre, y tampoco había pasado nunca del salón de la casa. Era sin duda una tontería, nada por lo que estar nervioso, se le daba genial tratar con personas, no iba a quedar mal. Pero a veces, las tonterías nos vuelven tontos, sin mayor explicación. Y ese día, ese momento, no podía haber alguien más tonto que él.
Mientras esperaban a que fuera la hora de cenar fueron a la sala de estar de ella. Tenía instrumentos, libros, y mil cosas más. Era una sala pequeña, con una mesa de ordenador y un sofá rojo con peluches gigantes y almohadones. Se sentó allí, parecía cómodo. Ella se sentó en la silla del ordenador, en frente, y comenzaron a hablar. Él ni siquiera recuerda de qué hablaron, por mucho que quiso recordar cada palabra, no consiguió recordad ninguna. Sólo recuerda, sólo sabe, que ahí fue la primera vez que lo sintió. Mirando a través de la ventana a la oscuridad de la noche, sólo iluminada por algunas luces de las casas... sintió que no quería irse de allí, que no quería tener que volver.
"¿Estás bien?" preguntó ella alzando una ceja. Él reaccionó de inmediato, sacudiendo la cabeza saliendo de su abstracción. "Sí, sí. Sólo estaba empanado" sonrió contento. "Podemos cenar ya si quieres" comentó ella levantándose de la silla. Él penso que iba a dar igual lo que respondiera, así que se limitó a asentir y levantarse él también. La cocina tenía preparada la mesa para 2, platos, vasos, cubiertos... y un par de mantelitos que le trajeron viejos recuerdos. Sonrió. Cenaron los dos solos, y no dejaron de hablar en toda la cena, como si el comer les hubiera dado fuerzas para seguir hablando. Hablaron de cosas, de muchas cosas. Algunas eran cosas que tenían pendientes de hablar, y otras eran simplemente conversaciones que fluían sin más. Eso era lo que hacía tan genial todo aquello, que por mucho que hubieran hablado ya, siempre tenían algo más.
"¿Quieres media manzana?" preguntó ella cogiendo una grande y verde. Él protestó en su mente, ¡¿media?! Luego pensó que compartir una manzana con ella tampoco era una idea tan mala, se encogió de hombros y respondió. "Claro". Partió la manzana con exactitud, dos partes totalmente iguales. Le acercó a él su parte y comenzó a prepararse la suya. Él ladeó un poco la cabeza "¿Qué pasa, no me vas a dar a mi de eso?" preguntó mientras señalaba a la nocilla. Ella no ocultó su sorpresa "¿En serio?". "¡Desde luego!" dijo él extendiéndole la manzana. "Y no escatimes en nocilla, ¿eh?" sonrió, la verdad que eso tenía que estar delicioso. Los dos se comieron la manzana con nocilla contentos, ella parecía excepcionalmente satisfecha y feliz. "Es agradable poder compartir esto con alguien" dijo ella mientras pegaba el último bocado a la manzana. Él sonrió, de nuevo, contento de verdad. "Está riquísimo". Y donde terminó él la manzana, terminan sus recuerdos de aquel día.
Nada más pasó. Él se había ido apagando por dentro porque se tenía que ir, pero sonriendo por fuera como no podía hacer de otra forma estando con ella. Y cuando llegó a Madrid.. se quedó paseando por sus calles mojadas, sin rumbo y sin saber bien a dónde ir.
Segundo día de los tres.
jueves, 20 de noviembre de 2014
Te echaba de menos, Madrid.
Había dejado de llover tan pronto como había llegado al lugar de destino, pero el frío aún se las apañaba para escurrirse entre las varias capas de ropa y hacerle suspirar impaciente.
Decidió levantarse y acercarse a las escaleras que salían del parque, caminando y dando pequeños saltitos confiando en que así vendría algo de calor a su cuerpo.
Era un día de otoño como cualquier otro, el viento soplaba intermitentemente arrastrando las hojas caídas y la gente caminaba deprisa, intentando auyentar el frío. El ruido de los coches al pasar parecía eclipsado por el rugir del agua de la fuente que impasible ante el mundo seguía escupiendo agua de forma rítmica e hipnótica... pero él nunca llegó a reparar en nada de esto. Estaba absorto pensando en cuánto más podría tardar, no es que llegara tarde, ni pronto, simplemente es que tenía ganas de verla. Y entonces, como si hubiera percibido su inquietud, apareció a lo lejos y él la vio por el rabillo del ojo, disimulando como si no. "¿Cómo le saludo?¿Qué digo?" pensó para sus adentros. Hacía tiempo que no se veían, y la última vez había sido en circunstancias especiales y por muy pocos minutos. ¿Bajaría ella o subiría él las escaleras?¿Se acordaría de que le había pedido un abrazo? Sí se acordó, y sonriente como siempre que él la había visto, allí se quedó, en el primer escalón, esperando a que el la abrazara. La rodeó con sus brazos y la apretó contra él, levantándola del suelo sin esfuerzo y llevado por el momento. Llevaba tanto esperando ese abrazo. Y entonces se dio cuenta... de que no quedaba ni rastro del frío.
"Oye, no te lo había dicho, pero tenemos que esperar a una amiga... se llama Alba" le dijo él mientras caminaban a sentarse. Ella se quedó de pie, mirándole de forma sospechosa y dubitativa. Él le miró, sin entender, confundido. "En serio, es rubia y con los ojos verdes..." ella entornó los ojos y estuvo a punto de golpearle en el hombro. "Oh, no. Nono" rió él entendiendo la situación. "No es ninguna broma estúpida, de verdad. Esa chica existe, te lo prometo..." contestó mirando con recelo el puño de ella. No había terminado de creérselo, y él lo sabía, pero parecía que ella estaba dispuesta a seguirle la corriente por el momento. Se sentaron y comenzaron a hablar, sonrientes como nunca, felices y casi como si no terminaran de creer que después de tanto tiempo estuvieran ahí, los dos, cara a cara. Y así pasaron los minutos... hasta que Alba llegó. Iba a ser la primera persona de todas sus amistades que iba a conocerla. Y él no podía estar más contento de que así fuera.
"Ves, te dije que era real" dijo él mientras le daba dos besos y un pequeño abrazo a la recién llegada. Presentó a ambas, y mientras se dirigían hacia un lugar donde comer estuvieron decidiendo como iba a llamar a cada una. "Tú" dijo él señalando a una, "y tú" dijo señalando a la otra. Ellas rieron y él se encogió de hombros "Es lo mejor que puedo hacer".
La comida transcurrió de lo más normal, sentados en la mesa y manteniendo una conversación distendida y llena de risas. Ellas no se conocían de nada, y venían de partes y mundos muy distintos de la vida de él, con lo que a veces le resultaba difícil unir ambas partes en la misma conversación. Estaba hablando con Alba sobre cosas del pueblo cuando de repente sintió algo raro, como si le estuvieran observando. No era un sentimiento incómodo ni molesto, simplemente lo notó. Se quedó en silencio y giró su cabeza hacia ella, y ahí la descubrió, con los ojos perdidos y mirándole como si nunca le hubiera visto antes. El tiempo pareció suspenderse, los sonidos enmudecieron, las personas se borraron, y por una eternidad... se perdió durante un segundo en su mirada.
"Eeeeh, me das miedo. ¿Por qué me miras como una psicópata?" le preguntó él bromeando como reacción. Ella despertó de su ausentismo y protestó sonriendo. "Jolín, no es eso, es que hace mucho que no te veo y como estás hablando con ella por fin puedo fijarme en cosas de ti que antes se me escapaban". Se hizo un breve silencio. "Ok, pero no me mates, por favor." fue todo lo que contestó él, moviendo la nariz divertido por la situación.
Había pasado ya una hora de aquello, Alba se había marchado a casa y ellos estaban caminando por Madrid aparentemente sin rumbo. Y digo aparentemente, porque ella siempre tenía un plan. "¿Te apetece ir al Fnac?" preguntó ella mientras cruzaban la calle. Él se encogió de hombros "sí, claro". Ella sonrió contenta. "Perfecto, porque íbamos a ir de todas maneras".
Él entornó los ojos, ella hizo como si fuera lo más normal del mundo. Que a decir verdad, con ella, siempre había sido así.
Una vez en el Fnac se perdieron entre libros y artículos de papelería. Resultaba reconfortante poder compartir una de sus aficiones de aquella manera, no era habitual encontrar a alguien con quien mirar libros sin tener prisa por irse. Él no dijo nada, pero notó como devoraba las estanterías con la mirada, con ansia. No le cabía duda de que si hubiera tenido el tiempo para ello, se habría quedado ahí mismo leyéndose todos esos libros. Y eso, eso le hizo apreciarla aún más.
"Pues es que eres tan baji-.." no pudo terminar la frase. Un puñetazo en la tripa le cortó la respiración de golpe, haciéndole apoyarse en ella brevemente antes de recomponerse. "Vale, vale, no he dicho nada..." dijo él fingiendo estar asustado y dolorido. Ella rió y le dio una palmadita en el brazo. "Va, que ya hemos llegado". Después de salir del Fnac ella había recibido una llamada de sus amigos de la universidad que estaban en una cervecería pasando la tarde y habían decidido pasarse por allí a saludar. Él no conocía a nadie, y nadie le conocía a él, y aún así estaba contento de estar allí. Estuvieron riendo y hablando durante largo rato, intercambiando opiniones y diciendo tonterías. Nadie que lo hubiera visto desde fuera, hubiera dicho que ese chico no pertenecía allí. Ella miró el reloj y llamó su atención. "Yo en media hora tengo que irme" dijo informativamente. Él la miró "de acuerdo" fue lo único que contestó, aunque su mente dijo otras palabras, otras que no se atrevió a pronunciar su voz. Su mente la invitó a dar un paseo andando hasta la estación de autobuses, los dos, por la noche de Madrid. Pero de eso... ella nunca se enteró.
Llegó la hora y todos salieron a la calle. Hacía algo más de frío que antes y el chispear de la suave lluvia podía escucharse repiqueteando sobre las mesas y las sillas. Desenfundó su paraguas y suspiró una sola vez, produciendo un fino vaho que se elevó unos escasos centímetros antes de desvanecerse en al aire.
"¿Vamos?" dijo ella agarrándole la chaqueta y resguardándose de la lluvia. No se hizo de rogar, ni tampoco contestó a la pregunta. Simplemente comenzó a caminar. Ellos iban adelantados, y el resto los seguía detrás, riendo y hablando mientras ellos caminaban casi en silencio. Quizá podría haber hablado, pero el silencio aquel sentaba tan bien...pocas veces se encuentra un silencio cómodo. Se preguntaba en qué estaría pensando ella, si estaría concentrada en escuchar el ruido de la lluvia al caer, o si simplemente estaba ahí, caminando sin más. De pronto, ella soltó su chaqueta y deslizó su brazo agarrando el suyo, haciendo temblar todos sus pensamientos que se disiparon como una llama en la nieve. Y nada recuerda él de lo que pensó o sintió en ese momento, sólo recuerda que nada más le cogió, la lluvia comenzo a caer fuerte de verdad.
Y así transcurrió el primero de tres días.
Decidió levantarse y acercarse a las escaleras que salían del parque, caminando y dando pequeños saltitos confiando en que así vendría algo de calor a su cuerpo.
Era un día de otoño como cualquier otro, el viento soplaba intermitentemente arrastrando las hojas caídas y la gente caminaba deprisa, intentando auyentar el frío. El ruido de los coches al pasar parecía eclipsado por el rugir del agua de la fuente que impasible ante el mundo seguía escupiendo agua de forma rítmica e hipnótica... pero él nunca llegó a reparar en nada de esto. Estaba absorto pensando en cuánto más podría tardar, no es que llegara tarde, ni pronto, simplemente es que tenía ganas de verla. Y entonces, como si hubiera percibido su inquietud, apareció a lo lejos y él la vio por el rabillo del ojo, disimulando como si no. "¿Cómo le saludo?¿Qué digo?" pensó para sus adentros. Hacía tiempo que no se veían, y la última vez había sido en circunstancias especiales y por muy pocos minutos. ¿Bajaría ella o subiría él las escaleras?¿Se acordaría de que le había pedido un abrazo? Sí se acordó, y sonriente como siempre que él la había visto, allí se quedó, en el primer escalón, esperando a que el la abrazara. La rodeó con sus brazos y la apretó contra él, levantándola del suelo sin esfuerzo y llevado por el momento. Llevaba tanto esperando ese abrazo. Y entonces se dio cuenta... de que no quedaba ni rastro del frío.
"Oye, no te lo había dicho, pero tenemos que esperar a una amiga... se llama Alba" le dijo él mientras caminaban a sentarse. Ella se quedó de pie, mirándole de forma sospechosa y dubitativa. Él le miró, sin entender, confundido. "En serio, es rubia y con los ojos verdes..." ella entornó los ojos y estuvo a punto de golpearle en el hombro. "Oh, no. Nono" rió él entendiendo la situación. "No es ninguna broma estúpida, de verdad. Esa chica existe, te lo prometo..." contestó mirando con recelo el puño de ella. No había terminado de creérselo, y él lo sabía, pero parecía que ella estaba dispuesta a seguirle la corriente por el momento. Se sentaron y comenzaron a hablar, sonrientes como nunca, felices y casi como si no terminaran de creer que después de tanto tiempo estuvieran ahí, los dos, cara a cara. Y así pasaron los minutos... hasta que Alba llegó. Iba a ser la primera persona de todas sus amistades que iba a conocerla. Y él no podía estar más contento de que así fuera.
"Ves, te dije que era real" dijo él mientras le daba dos besos y un pequeño abrazo a la recién llegada. Presentó a ambas, y mientras se dirigían hacia un lugar donde comer estuvieron decidiendo como iba a llamar a cada una. "Tú" dijo él señalando a una, "y tú" dijo señalando a la otra. Ellas rieron y él se encogió de hombros "Es lo mejor que puedo hacer".
La comida transcurrió de lo más normal, sentados en la mesa y manteniendo una conversación distendida y llena de risas. Ellas no se conocían de nada, y venían de partes y mundos muy distintos de la vida de él, con lo que a veces le resultaba difícil unir ambas partes en la misma conversación. Estaba hablando con Alba sobre cosas del pueblo cuando de repente sintió algo raro, como si le estuvieran observando. No era un sentimiento incómodo ni molesto, simplemente lo notó. Se quedó en silencio y giró su cabeza hacia ella, y ahí la descubrió, con los ojos perdidos y mirándole como si nunca le hubiera visto antes. El tiempo pareció suspenderse, los sonidos enmudecieron, las personas se borraron, y por una eternidad... se perdió durante un segundo en su mirada.
"Eeeeh, me das miedo. ¿Por qué me miras como una psicópata?" le preguntó él bromeando como reacción. Ella despertó de su ausentismo y protestó sonriendo. "Jolín, no es eso, es que hace mucho que no te veo y como estás hablando con ella por fin puedo fijarme en cosas de ti que antes se me escapaban". Se hizo un breve silencio. "Ok, pero no me mates, por favor." fue todo lo que contestó él, moviendo la nariz divertido por la situación.
Había pasado ya una hora de aquello, Alba se había marchado a casa y ellos estaban caminando por Madrid aparentemente sin rumbo. Y digo aparentemente, porque ella siempre tenía un plan. "¿Te apetece ir al Fnac?" preguntó ella mientras cruzaban la calle. Él se encogió de hombros "sí, claro". Ella sonrió contenta. "Perfecto, porque íbamos a ir de todas maneras".
Él entornó los ojos, ella hizo como si fuera lo más normal del mundo. Que a decir verdad, con ella, siempre había sido así.
Una vez en el Fnac se perdieron entre libros y artículos de papelería. Resultaba reconfortante poder compartir una de sus aficiones de aquella manera, no era habitual encontrar a alguien con quien mirar libros sin tener prisa por irse. Él no dijo nada, pero notó como devoraba las estanterías con la mirada, con ansia. No le cabía duda de que si hubiera tenido el tiempo para ello, se habría quedado ahí mismo leyéndose todos esos libros. Y eso, eso le hizo apreciarla aún más.
"Pues es que eres tan baji-.." no pudo terminar la frase. Un puñetazo en la tripa le cortó la respiración de golpe, haciéndole apoyarse en ella brevemente antes de recomponerse. "Vale, vale, no he dicho nada..." dijo él fingiendo estar asustado y dolorido. Ella rió y le dio una palmadita en el brazo. "Va, que ya hemos llegado". Después de salir del Fnac ella había recibido una llamada de sus amigos de la universidad que estaban en una cervecería pasando la tarde y habían decidido pasarse por allí a saludar. Él no conocía a nadie, y nadie le conocía a él, y aún así estaba contento de estar allí. Estuvieron riendo y hablando durante largo rato, intercambiando opiniones y diciendo tonterías. Nadie que lo hubiera visto desde fuera, hubiera dicho que ese chico no pertenecía allí. Ella miró el reloj y llamó su atención. "Yo en media hora tengo que irme" dijo informativamente. Él la miró "de acuerdo" fue lo único que contestó, aunque su mente dijo otras palabras, otras que no se atrevió a pronunciar su voz. Su mente la invitó a dar un paseo andando hasta la estación de autobuses, los dos, por la noche de Madrid. Pero de eso... ella nunca se enteró.
Llegó la hora y todos salieron a la calle. Hacía algo más de frío que antes y el chispear de la suave lluvia podía escucharse repiqueteando sobre las mesas y las sillas. Desenfundó su paraguas y suspiró una sola vez, produciendo un fino vaho que se elevó unos escasos centímetros antes de desvanecerse en al aire.
"¿Vamos?" dijo ella agarrándole la chaqueta y resguardándose de la lluvia. No se hizo de rogar, ni tampoco contestó a la pregunta. Simplemente comenzó a caminar. Ellos iban adelantados, y el resto los seguía detrás, riendo y hablando mientras ellos caminaban casi en silencio. Quizá podría haber hablado, pero el silencio aquel sentaba tan bien...pocas veces se encuentra un silencio cómodo. Se preguntaba en qué estaría pensando ella, si estaría concentrada en escuchar el ruido de la lluvia al caer, o si simplemente estaba ahí, caminando sin más. De pronto, ella soltó su chaqueta y deslizó su brazo agarrando el suyo, haciendo temblar todos sus pensamientos que se disiparon como una llama en la nieve. Y nada recuerda él de lo que pensó o sintió en ese momento, sólo recuerda que nada más le cogió, la lluvia comenzo a caer fuerte de verdad.
Y así transcurrió el primero de tres días.
martes, 18 de noviembre de 2014
Nada que temer
Cuando sale del tirón... :)
No entiendo que dejara de entender,
de ser aquella nota que siempre quise ser.
No creo que dejara de creer,
tan sólo es que perdí el rumbo sin querer.
de ser aquella nota que siempre quise ser.
No creo que dejara de creer,
tan sólo es que perdí el rumbo sin querer.
Herido en batalla olvidé
que herida que no curas se abre una y otra vez.
Y fue aquel dolor el que cambió
e hizo que lloviera donde antes veía sol.
que herida que no curas se abre una y otra vez.
Y fue aquel dolor el que cambió
e hizo que lloviera donde antes veía sol.
Y entonces te encontré
y supe el por qué
no hay nada,nada, nada que temer.
y supe el por qué
no hay nada,nada, nada que temer.
''Tú llegaste de casualidad
afinaste todas mis cuerdas
y me hiciste ser canción de nuevo.
afinaste todas mis cuerdas
y me hiciste ser canción de nuevo.
Tú que eras la roca contra el mar
Y yo el inconsciente velero
que buscó hasta estrellarse en tus secretos.
Y yo el inconsciente velero
que buscó hasta estrellarse en tus secretos.
Tú que de todo te escondías
y yo que por todo necesitaba encontrarte a ti.''
y yo que por todo necesitaba encontrarte a ti.''
No pienso que dejara de llover
el día que por descuido tropecé con tu piel.
No entiendes que la suerte es tener
recuerdos de tu risa provocada por mi ser.
el día que por descuido tropecé con tu piel.
No entiendes que la suerte es tener
recuerdos de tu risa provocada por mi ser.
Había olvidado que al final
los sueños son regalos que te tienes que ganar
Y nunca mientras sueñe olvidaré
que contigo todo, todo, todo lo gané.
los sueños son regalos que te tienes que ganar
Y nunca mientras sueñe olvidaré
que contigo todo, todo, todo lo gané.
Y cuando te encontré
supe enseguida el por qué
no hay nada, nada, nada que temer.
supe enseguida el por qué
no hay nada, nada, nada que temer.
''estribillo''
"R"
"R"
domingo, 9 de noviembre de 2014
En el amar hay más que amor.
LLevo mucho tiempo evitando hablar de esto, quizá demasiado... y aunque cueste admitirlo ha sido porque tenía miedo. Miedo a decirlo y que me hiciera daño, miedo a expresarlo... y que se hiciera algo más real. Pero más vale intentar vivir tus sueños, que tus miedos.
¿Quién no ha amado alguna vez? Todos hemos querido a alguien, todos hemos suspirado por pasar más minutos al lado de alguna persona, todos hemos esperado ansiosos a que llegara el momento de volverla a encontrar. Dicen que el amor es una de las fuerzas más poderosas del universo, porque puede darte la vida... pero también se puede morir de amor. Sé que lo que voy a decir ahora le ha pasado a más de una persona, y sé que muchas de esas personas puede que se nieguen a verlo, por miedo, o porque realmente estén cegados de tanto amor... Pero alguien tiene que decirlo, y ese alguien hoy seré yo.
Amar no es lo único que existe en el amor. Sé que suena casi estúpido, pero no lo es... En el amar hay dos cosas, lo que sientes por la otra persona, y lo que tú esperas, en general, de tu vida con la persona que amas. Esto último, obviamente, tiene márgenes, es elástico, y puede ir cambiando con los años. Pero ojo, si cambia, será siempre dentro de unos límites, y que sea siempre, siempre... por ti.
En la pareja se hacen concesiones, no se cambia. Es decir, tú puedes dejar de poner los pies descalzos en la mesita del comedor si eso le molesta mucho a tu pareja, pero no debes jamás dejar de tocar un instrumento como hobby, se ponga como se ponga. Tú puedes ir al ballet de vez en cuando aunque no te guste demasiado, pero no debes dejar de jugar los partidos de los viernes con los amigos.
Pero no sólo se limita a eso. Si tú siempre has soñado con estar con alguien que sea capaz de despertarte cada día con un "buenos días princesa", ¿por qué deberías conformarte con alguien que a veces ni se acuerda de ti?. Si a ti te gustaría estar con alguien que comparta tus aficiones contigo, ¿por qué ibas a quedarte con alguien que cuando tiene tiempo libre prefiere dedicarlo a otras actividades en las que tú no vas a estar implicado? Si tú quieres a alguien que te abrace y te de un beso después de hacer el amor, ¿te vas a conformar con aquel que se enciende un cigarro después de cada polvo y se olvida de que estás? Solo porque quieres a alguien, sólo porque amas a alguien, no significa que tengas que conformarte con lo que te da... a veces esas personas que queremos, no son capaces o no están dispuestas a darnos lo que nosotros buscamos, y entonces hay que saber dejarles marchar, o irnos.
¿De qué sirve estar con alguien, y quererle tanto, si luego vas a estar triste cuando no demuestre acordarse de ti? ¿De qué sirve estar con alguien, y quererle tanto, si luego vas a ponerte a hacer lo que te gusta, y vas a pasarte la mitad del tiempo sintiéndote incompleto porque quisieras estar compartiendo esos momentos con él? ¿De qué sirve, dime tú, de qué sirve estar con alguien, y quererle tanto.... si cada dos por tres vas a estar pensando en lo que te gustaría que fuera y no es....?
No mal interpretéis mis palabras. Si amas a alguien, lucha por esa persona, con todas tus fuerzas, hasta tu último aliento. ¡Maldita sea, si no lo haces eres un completo estúpido! Pero si esa persona no va a ceder, y no va a hacerte vivir lo que tú querrías vivir aunque hayáis intentado cambiarlo... entonces... entonces ha llegado el momento de separar caminos.
Que hay más peces en el mar, y más estrellas en el cielo. Pero sólo hay una vida, y quiero que sea, como yo la quiero.
viernes, 7 de noviembre de 2014
Grandes aventuras, mejores misterios.
El otro día estaba mirando el facebook, como casi todos nosotros hacemos a diario, y de pronto vi la foto de una chica que hacía años que no veía. La vi cambiada, pues la última vez que supe de ella era una chiquilla adolescente y no la mujer en la que parece haberse convertido ahora. Una pequeña sonrisa saltó a mi cara, sin motivo aparente, sólo de pensar en el cambio que había pegado, en cómo pasa el tiempo.
Me dio por escribirle, ya sabéis cómo soy, tan movido por impulsos como siempre. Estuve hablando con ella un rato, una conversación agradable, principalmente porque aun se acordaba de mi y es una chica muy simpática. Y fue mientras hablaba con ella... que caí en la cuenta:
Todos conocemos personas, todos tenemos la fortuna de conocer a gente que se queda, y la desdicha de conocer a gente que se va. Pero hay personas que nunca han estado realmente, que nunca llegaron a ser amigos o amigas del alma, que simplemente fueron personas a las que saludar con una sonrisa, con las que bromear y pasar un momento agradable mientras caminabas de aula a aula del instituto. Y como nunca estuvieron realmente, entonces... nunca se pueden ir.
Es gente que nunca tuvo oportunidad de decepcionarte, tampoco de ser tu salvación. Es gente que, aunque en su día no tuvo la oportunidad de demostrar nada, ni bueno ni malo, te la cruzas un día y te alegras de verdad. Gente que después de años vuelves a hablar con ellas, y ya hacen que tu día haya sido un poco mejor. Y entonces te planteas... ¿Qué amistad podría haber llegado a surgir si los planetas se hubieran alineado para que en su día alguno diera el paso de abrirse al otro un poco más, de acercarse más? Y es ahí cuando sonríes, porque sabes que no hay manera de saberlo, que podría haber pasado cualquier cosa... que en esta vida no hay libros escritos que leer, sino libros en blanco que escribir.
¿Querrá esa otra persona saber de ti? ¿Se habrá alegrado también de volver a verte? ¿Habrá olvidado ya siquiera que llegasteis a volver a hablar? Ahh... ¿quién lo sabe? Y según te de ese día, quizá decidas intentar volverle a hablar, o quizá decidas que ya da igual.
O quizá... quizá sea la otra persona la que te sorprenda y te vuelva a alegrar. Que al final, lo bonito de la vida es la incertidumbre, no tener claro qué va a pasar, vivir un poco de aventuras e historias que contar.
Que en esta vida el mayor misterio, tesoro y aventura... no es más que las personas. Cada persona que aparece en tu vida, es una puerta a una aventura distinta. Unas más largas, otras más cortas... unas con mejor final, otras sin final. Que lo bonito de esta vida... son las personas.
domingo, 26 de octubre de 2014
La estrella fugaz
La noche había caído hacía ya varias horas, las nubes tapaban las estrellas que inútilmente intentaban asomarse en el cielo, y por ello el bosque estaba más oscuro que nunca... y él, sentado en la rama de un árbol que se alzaba en los lindes de éste, no dejaba de mirar las luces de las farolas que iluminaban el pueblo. No había ruido alguno, sólo la suave melodía del viento deslizándose entre las hojas acompañada del uniforme pero rítmico sonido de las luciérnagas, grillos, y otras criaturas cuya voz parecía sonar más fuerte al caer la noche.
Hacía tiempo que no se encontraba, que no era capaz de dar un calada de aire y sentirse del todo bien...ni siquiera estando allí. Tomó aire como si quisiera comprobar a qué sabía, estaba fresco, insípido como siempre, y como siempre seguía sin terminar de sentirse bien. Hacía tiempo que intentaba deshacerse de una sensación extraña que le recorría todo el cuerpo, una sensación sin nombre, sin etiqueta, tan abstracta como un sentimiento y tan pesada como una roca. Había intentado deshacerse de esa sensación de muchas maneras, dejando sangrar su corazón hecho palabras en papel, dejando reverberar su alma en cada una de las cuerdas de su guitarra, dejando sus versos contaran historias que nadie habría sido capaz de contar jamás. Pero nunca terminaba de funcionar, pues aquella sensación desaparecía sólo por unas horas, a veces incluso sólo minutos... y luego volvía sin más.
Sentado en aquella rama se sentía más perdido que nunca, más olvidado e insignificante. No sólo no sabía qué sentía ni cómo, sino que ni siquiera sabía en qué debía o quería pensar. Tomó aire con la garganta ahogada, notó como le temblaba la mano, sintió como se quebraba su pecho, cedió cuando se rompió su alma... y en aquella noche oscura y silenciosa, llovió sobre sus mejillas. Tal era la impotencia y la rabia de ser incapaz de avanzar.
A través de las lágrimas, las luces del pueblo se hacían deformes y borrosas, se amontonaban y parecía imposible decidir dónde empezaban y dónde terminaban. Un retrato perfecto de cómo se sentía en esos momentos. Le pareció ver una sombra entre las luces y apartó suavemente las lágrimas de su mirada, curioso, pero no había nada que ver. Sacudió la cabeza con un suspiro y miró al cielo, preguntándose si habría alguien más en el mundo que estuviera así sentada y mirando al cielo también. Y entonces... de la oscura noche, nació en el cielo una estrella fugaz que surcó el cielo más allá de las nubes, que las rasgo para dejarse ver. Y a su mente acudieron millones de imágenes en un sólo instante, pero sólo una quedo grabada en sus ojos, sólo una.
Bajó con cuidado del árbol, y caminando en el silencio de la noche volvió a casa sin detenerse. Las lágrimas que habían quedado en su mejilla se habían secado con el viento. Y justo antes de entrar en casa, tomó aire de nuevo, tomó aire como si no hubiera respirado en meses, quizá en años... y sonrió amparado por la soledad de las calles al haber entendido algo que nunca había querido entender.
Mejor pasar el resto de una vida intentando conseguir algo que de verdad quieres... que llegar a conseguir cosas que nunca llegaste a querer de verdad.
domingo, 12 de octubre de 2014
Delirios a terceros
¿Cuántas personas van y vienen?¿Cuántas personas aparecen un día sin saber por qué ni de dónde, y cuántas se van de la misma manera? Quizá dedicamos demasiado tiempo a las personas que se fueron, y no el suficiente a las que siempre están ahí o las que podríamos llegar a conocer.
Para alguien como yo, alguien que tiene los sentimientos a flor de piel, alguien que se ilusiona con la facilidad con la que lo hace un niño, alguien que se vuelca siempre sin reparos al conocer a alguien, alguien que salta siempre al vacío sin saber si sabrá volar... para alguien como yo es muy difícil tener la mente fría y hacer las cosas bien en todo lo que tenga que ver con los sentimientos. Es difícil controlar, es difícil aprender a no dejarse a llevar,y hay que hacerlo, porque las prisas a veces llevan a caminos que no querríamos caminar. Aunque lo importante es que nunca, nunca...dejo ni dejaré de soñar y de creer que todo es posible. Nunca.
Todos hemos tenido nuestras historias de amor, todos (menos los más afortunados), sabemos lo que es que algo se acabe, a veces bien, a veces mal. A veces sientes que era el momento de terminar, que ya se había vivido todo lo que había que vivir, y otras crees que todo tuvo que ser diferente, que quedaron historias sin contar, momentos sin vivir, muchas cosas que compartir... Pero la vida no es un juego, no se puede guardar la partida y cargar cuando algo sale mal, cuando te equivocas, cuando la suerte te traiciona, cuando simplemente esperabas tener otro final. Y entonces te preguntas.
¿Qué te queda? Pues seguir adelante, no cerrarte a la gente, sino abrirte a conocer, no hundirte en tu tristeza, sino valorar más las sonrisas que te da cada día. Eso.. es lo que único que te queda. Y ¿quién sabe? quizá la próxima, sea la buena.
En ocasiones la vida transcurre de una forma curiosa. Se empeña el destino en ir poniendo en tu camino personas que captan tu atención y se convierten en el centro de de tu vida de alguna forma, durante un tiempo. Parece que todo, hasta las estrellas, gire al rededor de ellas. Cada casualidad, cada cruce, cada mensaje subliminal. Pero siempre durante un tiempo, relativamente corto, aunque relativamente intenso... y entonces un día se pasa uno de esos ciclos, y te paras, miras a tu alrededor, y descubres que hay personas que siguen "orbitando" alrededor de ti, personas que desde el día que las conociste marcaron tu vida de alguna manera, y no se conformaron con tan sólo quedarse ahí. Personas que lucharon por hacerse un hueco en tu vida, con constancia, con muchas ganas, cometiendo errores como todo, pero sabiendo pedir perdón. Y tú, sin darte mucha cuenta de ello, te has ido abriendo a ellas, has ido dejándoles entrar poquito a poco cada día, has ido haciendo tú también que formen parte de tu vida, y tú de la suya...
Y entonces te preguntas... si quizá no es a esas personas, a las que quieres de verdad.
Todos hemos tenido nuestras historias de amor, todos (menos los más afortunados), sabemos lo que es que algo se acabe, a veces bien, a veces mal. A veces sientes que era el momento de terminar, que ya se había vivido todo lo que había que vivir, y otras crees que todo tuvo que ser diferente, que quedaron historias sin contar, momentos sin vivir, muchas cosas que compartir... Pero la vida no es un juego, no se puede guardar la partida y cargar cuando algo sale mal, cuando te equivocas, cuando la suerte te traiciona, cuando simplemente esperabas tener otro final. Y entonces te preguntas.
¿Qué te queda? Pues seguir adelante, no cerrarte a la gente, sino abrirte a conocer, no hundirte en tu tristeza, sino valorar más las sonrisas que te da cada día. Eso.. es lo que único que te queda. Y ¿quién sabe? quizá la próxima, sea la buena.
En ocasiones la vida transcurre de una forma curiosa. Se empeña el destino en ir poniendo en tu camino personas que captan tu atención y se convierten en el centro de de tu vida de alguna forma, durante un tiempo. Parece que todo, hasta las estrellas, gire al rededor de ellas. Cada casualidad, cada cruce, cada mensaje subliminal. Pero siempre durante un tiempo, relativamente corto, aunque relativamente intenso... y entonces un día se pasa uno de esos ciclos, y te paras, miras a tu alrededor, y descubres que hay personas que siguen "orbitando" alrededor de ti, personas que desde el día que las conociste marcaron tu vida de alguna manera, y no se conformaron con tan sólo quedarse ahí. Personas que lucharon por hacerse un hueco en tu vida, con constancia, con muchas ganas, cometiendo errores como todo, pero sabiendo pedir perdón. Y tú, sin darte mucha cuenta de ello, te has ido abriendo a ellas, has ido dejándoles entrar poquito a poco cada día, has ido haciendo tú también que formen parte de tu vida, y tú de la suya...
Y entonces te preguntas... si quizá no es a esas personas, a las que quieres de verdad.
Me gusta pensar que sobre el amor no hay nada escrito. Que no existe un destino ni una media naranja. Yo creo en los sueños, en las metas que se siguen porque se quieren de verdad. Yo creo en el amor que nace y el que se hace, porque los dos son amor. Yo creo... que sólo por eso, ya vivo en un mundo mejor.
Yo creo que los sueños son sólo sueños cumplidos cuando se pueden compartir, que la felicidad es más tristeza cuando no tienes quién te vea sonreír a rabiar. Yo creo... y nunca dejo de creer... que ella, sea quien sea, la conozca ya o la haya de conocer...va a llegar y entonces, entonces =).
martes, 7 de octubre de 2014
Va.
Se quedó mirándola cuando ya estaban a un metro de distancia. Hacía meses que no se veían, hacía meses que no se encontraban, hacía meses que no recordaban lo que era tenerse al lado.
"¿Puedes subirte ahí?" Le preguntó él señalando a los escalones que conducían al patio de su casa. Ella ladeó la cabeza delicadamente, y su mirada reflejó esa curiosidad de la cual tantas veces hacía gala. "¿Por qué?" contestó ella mientras se subía al primer escalón sin esperar la respuesta.
El se colocó entonces en frente de ella, mirándola con secreta timidez a los ojos y le contestó "Necesito darte un abrazo en silencio y de forma indefinida, así estaremos los dos cómodos, a la misma altura...". Ella movió la nariz divertida, sonriendo de manera imperceptible. Normalmente le habría pegado un puñetazo en el hombro por comentar sobre su estatura, normalmente se habría reído sarcásticamente en contestación, quizá un par de aplausos lentos también. Pero esta vez no hizo nada de eso, esta vez sólo abrió los brazos y dijo "va". Como si ella únicamente le estuviera haciendo un favor, como si ella no fuera a sentir en lo más mínimo ese abrazo. Pero ese era su juego, ella siempre iba de dura, y el nunca se lo creía.
El sonrió en un suspiro y no se hizo de rogar. Se acercó veloz y la abrazó con fuerza, apoyando su cabeza en el lateral de la suya, abrazándola no sólo con sus brazos, sino con todo su ser. Llevaba mucho tiempo esperando este momento, cada día que lo había estado esperando lo había anhelado más... dejó pasar todo lo que sentía en ese abrazo, dejó fluir todas sus emociones sin reparos ni ningún remordimiento. Y cuando se preguntaba si ella lo habría sentido de alguna manera... lo escuchó en su pecho. Toc toc toc toc, toc toc toc toc.
Estaban a la misma altura, y pudo sentir en su pecho el latir cambiante de su corazón. Entonces supo que ella lo había notado, entonces supo, aun sin verla, que al otro lado del abrazo, ella también estaba sonriendo.
Segundos, minutos y horas perdieron relevancia. Centímetros, metros y kilómetros, todos valieron en ese instante la pena. Y en algún lugar de sus mentes, en silencio y sin consultarlo con el otro, cada uno por sus motivos, se prometieron que no volverían a dejar pasar tanto tiempo sin volverse a ver.
miércoles, 17 de septiembre de 2014
Dolor
¿Por qué sentimos dolor? ¿Sería posible llevar una vida real y plena si no existiera el dolor y el sufrimiento? ¿Hasta qué punto puede formar ello parte de nuestras vidas?
Para empezar se podría decir que el dolor se divide en dos partes: el dolor físico y el dolor de sentimientos. El primero se experimenta de diversas maneras a lo largo de nuestra vida, ya sea con golpes, cortes, quemaduras, etc y tiene una función evidente en la evolución y supervivencia del ser humano. Sentimos dolor físico como señal de alerta a las cosas peligrosas con las que nos cruzamos. (Por ejemplo, el fuego es muy peligroso, y por eso al poner la mano encima nos quemamos y sentimos ese dolo, para no acercarnos al fuego).
Pero esa parte del dolor es simple y aburrida, así que hablemos de la otra.
¿Se podría decir que al igual que el dolor físico el dolor o sufrimiento de sentimientos es una manera de protegernos de cosas? En cierto modo, quizá sí, pero es algo demasiado complejo como para etiquetarlo simplemente como tal. Para empezar, no todas las personas tienen por qué sentir dolor por las mismas cosas, con lo cual, el dolor de sentimientos es algo que está ligado intrínsecamente a cada individuo de forma diferente.
Es cierto que si por ejemplo, recordamos aquella ocasión en la que confiamos en alguien y nos falló, nos duele. Y nos duele en parte, porque nuestro cerebro quiere evitar una sensación similar, quiere evitar que vuelva a pasar aquello.
Pero claro, así como el fuego siempre quema, confiar en alguien no siempre termina en que te vayan a traicionar dicha confianza.
Eso es lo que hace este tipo de dolor diferente, eso es lo que hace este tipo de dolor más complejo y peligroso que el otro... no sólo es importante sentirlo, sino que además hay que saber controlarlo, hay que saber interpretarlo y darle siempre la importancia que merece, no dejarse ahogar por él ni dejar que limite nuestras posibles futuras decisiones y experiencias.
¿Es entonces necesario el dolor y el sufrimiento? ¿Es algo positivo? Yo creo que es un arma de doble filo. Es necesario, porque nos ayuda a "marcar" cosas como negativas o malas, es necesario porque sin dolor y sufrimiento, nunca podríamos ser capaces de entender bien lo que significa estar feliz... de la misma manera que no podrías decir "este chico es alto" si no hubiera chicos bajos. Porque ser alto significa que tienes una longitud por encima de la media, pero si la media delimita como son todos, entonces no hay altos, ni bajos. Así que el dolor, como cualquier emoción o sentimiento en esta vida, tiene su función para el ser humano. No se podría llevar una vida plena sin haber experimentado el dolor o el sufrimiento, tampoco seríamos capaces de entender en muchas ocasiones a otras personas que están pasando por malos momentos si nosotros mismos no hemos sentido dolor antes.
¿Positivo? No iría tan lejos como para decir que el dolor es positivo. Es útil, es parte inseparable del ser humano, y como tal es nuestro deber recibirlo con los brazos abiertos y tenerlo en la consideración que le corresponde. Por otro lado, desde un punto de vista más abierto, se podría decir que incluso el dolor tiene frutos positivos... sobretodo en el mundo del arte. Muchas de las canciones más sentidas y los versos más profundos se han escrito a raíz del dolor. Pensad que algo tan bello y tan mágico sale del dolor, y eso es porque el dolor se puede manejar, se puede redirigir, como cualquier emoción, y aprovecharlo.
Yo estoy acostumbrado al sufrimiento emocional, y quizá hasta tal punto que muchos dirían que me gusta. Pero no os engañéis, a nadie le gusta sentir dolor, a nadie le gusta sufrir... pero en su día no supe manejar ese dolor emocional y causó cicatrices que permito que se vuelvan a abrir fácilmente una y otra vez. Eso es lo que tenéis que evitar.
"El dolor tiene que marcarte lo suficiente como para que recuerdes y no cometas los mismos errores, pero nunca tanto que no te permita volverlo a intentar"
Para empezar se podría decir que el dolor se divide en dos partes: el dolor físico y el dolor de sentimientos. El primero se experimenta de diversas maneras a lo largo de nuestra vida, ya sea con golpes, cortes, quemaduras, etc y tiene una función evidente en la evolución y supervivencia del ser humano. Sentimos dolor físico como señal de alerta a las cosas peligrosas con las que nos cruzamos. (Por ejemplo, el fuego es muy peligroso, y por eso al poner la mano encima nos quemamos y sentimos ese dolo, para no acercarnos al fuego).
Pero esa parte del dolor es simple y aburrida, así que hablemos de la otra.
¿Se podría decir que al igual que el dolor físico el dolor o sufrimiento de sentimientos es una manera de protegernos de cosas? En cierto modo, quizá sí, pero es algo demasiado complejo como para etiquetarlo simplemente como tal. Para empezar, no todas las personas tienen por qué sentir dolor por las mismas cosas, con lo cual, el dolor de sentimientos es algo que está ligado intrínsecamente a cada individuo de forma diferente.
Es cierto que si por ejemplo, recordamos aquella ocasión en la que confiamos en alguien y nos falló, nos duele. Y nos duele en parte, porque nuestro cerebro quiere evitar una sensación similar, quiere evitar que vuelva a pasar aquello.
Pero claro, así como el fuego siempre quema, confiar en alguien no siempre termina en que te vayan a traicionar dicha confianza.
Eso es lo que hace este tipo de dolor diferente, eso es lo que hace este tipo de dolor más complejo y peligroso que el otro... no sólo es importante sentirlo, sino que además hay que saber controlarlo, hay que saber interpretarlo y darle siempre la importancia que merece, no dejarse ahogar por él ni dejar que limite nuestras posibles futuras decisiones y experiencias.
¿Es entonces necesario el dolor y el sufrimiento? ¿Es algo positivo? Yo creo que es un arma de doble filo. Es necesario, porque nos ayuda a "marcar" cosas como negativas o malas, es necesario porque sin dolor y sufrimiento, nunca podríamos ser capaces de entender bien lo que significa estar feliz... de la misma manera que no podrías decir "este chico es alto" si no hubiera chicos bajos. Porque ser alto significa que tienes una longitud por encima de la media, pero si la media delimita como son todos, entonces no hay altos, ni bajos. Así que el dolor, como cualquier emoción o sentimiento en esta vida, tiene su función para el ser humano. No se podría llevar una vida plena sin haber experimentado el dolor o el sufrimiento, tampoco seríamos capaces de entender en muchas ocasiones a otras personas que están pasando por malos momentos si nosotros mismos no hemos sentido dolor antes.
¿Positivo? No iría tan lejos como para decir que el dolor es positivo. Es útil, es parte inseparable del ser humano, y como tal es nuestro deber recibirlo con los brazos abiertos y tenerlo en la consideración que le corresponde. Por otro lado, desde un punto de vista más abierto, se podría decir que incluso el dolor tiene frutos positivos... sobretodo en el mundo del arte. Muchas de las canciones más sentidas y los versos más profundos se han escrito a raíz del dolor. Pensad que algo tan bello y tan mágico sale del dolor, y eso es porque el dolor se puede manejar, se puede redirigir, como cualquier emoción, y aprovecharlo.
Yo estoy acostumbrado al sufrimiento emocional, y quizá hasta tal punto que muchos dirían que me gusta. Pero no os engañéis, a nadie le gusta sentir dolor, a nadie le gusta sufrir... pero en su día no supe manejar ese dolor emocional y causó cicatrices que permito que se vuelvan a abrir fácilmente una y otra vez. Eso es lo que tenéis que evitar.
"El dolor tiene que marcarte lo suficiente como para que recuerdes y no cometas los mismos errores, pero nunca tanto que no te permita volverlo a intentar"
lunes, 8 de septiembre de 2014
tan, tan, tan....
Se ajustó las gafas y bebió con tranquilidad un poco de agua. Hacía mucho calor y sentía cómo las ideas se le derretían en la cabeza si no se mantenía hidratado. Hacía tiempo que no le escribía, hacía tiempo que se guardaba para dentro lo que sentía. También es cierto que hacía tiempo que habían dejado de ser lo que eran. ¿Significaba aquello que había perdido el derecho de decirle lo que pensaba? Ese día, a esa hora, y en ese preciso momento... esa cuestión le dio totalmente igual, y con la mirada perdida en su interior, comenzó a teclear:
"Me he puesto frente al teclado con la intención de escribir algo de adentro, de expresar con palabras qué es lo que siento ahora mismo. Había pensado escribir un poema, algunas metáforas ya habían comenzado a abrirse paso en mi mente, algunas rimas ya estaban emparejándose tímidamente sin apenas conocerse aún... pero de pronto, un viento fuerte proveniente de algún rincón desconocido, ha hecho volar toda esa idea, ha hecho volar pareados y sonetos.
No poesía, no letra de una canción; no existe ningún tipo de melodía o palabras que puedan hacer sentir lo que quiero expresar. No existe ninguna, porque en el momento que intente contener todo el significado de lo que siento dentro de cualquier cosa, sea canción, poema o palabras, en ese momento dejará de ser lo que es. En el momento en que intente describirlo y transmitirlo tal y como es... dejará de ser lo que es. En el momento en el que yo crea de verdad que puedo expresar con exactitud lo que palpita en mi pecho, dejará de ser lo que es.
Porque es tan grande que no se puede retener, es tan complejo que no se puede reducir, tan complicado que no se puede explicar, tan mágico que no hay lógica que se le pueda aplicar, tan distinto que parece lo mismo de siempre, tan único que nunca antes lo había llegado a ver, tan extraordinario que que te deja sin palabras, tan excepcional que no tiene comparación, es tan, tan, tan... tú.
Te quiero"
jueves, 4 de septiembre de 2014
Como una bola de cristal
Él no sabía cómo aguantar todo aquello, no sabía cómo podía llevar sobre sus hombros todos esos sentimientos que se clavaban en su pecho a cada momento del día, con cada suspirar. No sabía cómo dejar de sentir algo tan pesado y tan fuerte, tanto que le arrastraba irremediablemente de forma incontrolable, que le partía la sonrisa cuando menos lo esperaba, que le cortaba las alas cuando quería echar a volar...
No sabía que hacer con todo aquello, y decidió escribir una carta que jamás llegó enviar.
"Hola, sé que me prometí a mí mismo que no haría esto nunca más, pero me parece que tanto mi corazón como mi mente me urgen a no cumplir esa promesa. Créeme, lo he intentado, y muchas otras veces ha funcionado, muchas otras veces todo ha sido infinitamente más sencillo...pero esta vez parece que no es así.
Hace ya más tiempo que dejé de estar contigo que todo el tiempo que llegué a compartir a tu lado, y aún así no consigo quitarme esta sensación de encima. Todo empezó de casualidad, todo empezó sin buscarlo y sin intención de que llegara a tanto, lo juro. Y ¿qué culpa tengo yo de que para mí llegaras a ser tanto? ¿qué culpa tengo yo de que fueras capaz de llenarme de ilusión y de ganas de cambiar y de ser mejor yo? ¿qué culpa tengo yo.... si me hiciste enamorarme hasta el punto de ser incapaz de olvidarte jamás?.
No pasa ni un sólo día sin que me acuerde de ti, sin que se me erice la piel recordando cada una de las veces que nos hemos visto, cada una de las veces que hemos reído, que nos hemos besado. No sé si alguna vez has visto como se quiebra una bola de cristal cuando cae al suelo, en tantos pedazos que no sólo es imposible volver a juntarlos, sino que al romperse, muchos de esos pequeños pedazos quedan perdidos en rincones en los que nunca se les vuelve a encontrar. Y así es como me siento yo hoy, resquebrajado, y aunque he podido reconstruir mi corazón en parte, noto, siento que hay trozos que faltan, y que no soy capaz de encontrar. ¿Sabes qué? sospecho que los tienes tú.
Y lo peor es... que aunque pudiera pedírtelos... no los querría si no vinieran contigo también.
No puedo explicarte bien con palabras lo que fuiste para mi. Tú, con tu risa tan fácil, tan bonita, tan genial. Tú, con tu curiosidad y ganas de saber, con tu manera de emocionarte al hablar de esas cosas que te apasionaban, con tu manera de compartir esos conocimientos con la ilusión y las ganas más contagiosas que se han visto jamás. Realmente conseguiste hacer que me interesara por esas cosas yo también.
Tú, con tu tímida manera de expresar lo que sientes, con tus caricias que significaban un mundo entero, que llenaban un mundo entero, el mio.
Tú, que podías estar hablando horas y horas conmigo y siempre teníamos de qué hablar, de qué reír, sobre qué conversar y debatir.
Tú, con tu ingles tan oportuno.
Quiero que sepas que hice cosas que siempre había querido hacer, que todas y cada una de esas sorpresas o gestos que tuve contigo, me nacieron del alma y del corazón, todos y cada uno de ellos, desde el más pequeño e insignificante, hasta el más elaborado. Que hice y haría todo lo posible por recordarte que pese a la distancia, yo seguía estando ahí, para ti, para siempre, porque te quería con locura, y con locura me quedé por ti.
Quiero que sepas que me diste algunos de los mejores momentos que he tenido jamás, que me sentí querido, y con ello me sentí feliz. Que me hiciste sentir tanto, que creo firmemente que compuse las mejores canciones que he compuesto jamás, que escribí los mejores versos y textos que han salido de estas manos y esta mente, y que todo, todo...lo hice en gran parte gracias a ti.
Se me acaban las ganas de escribir, lo sé porque ya no me tiemblan las manos, y ya no me lloran los ojos. Debe ser que ya he dicho todo lo que tenía que decir, que ya he plasmado todo lo que siempre quedó por decir. O casi todo...
Perdóname por no haber sabido guardar el tesoro que tú eres, por no haberlo sabido cuidar lo que tú estabas dispuesta a dar. Perdóname por haberme dado cuenta de todo tarde, por haber forzado el cambio sólo después.
Perdóname...y recuerda que te quise como nadie, que te sigo queriendo hoy, y que seguiré con el tren de mi vida, sí, pero siempre habrá un sitio guardado para ti junto a mi."
Él miró la carta una vez más, secándose las lágrimas con las mangas de la camisa y respirando profundamente. Había vaciado su alma y su corazón en aquella hoja, pero esa hoja iba a ser efímera. Normalmente habría arrugado el papel y lo habría tirado a la basura, pero esta vez era diferente, esta vez no se atrevió a tirarlo, igual que no había tirado los recuerdos.
Y bajo una carpeta en lo más hondo de un cajón, quedo sellada la carta, con todo lo que había en ella, con todo lo que nunca llegaría a olvidar.
sábado, 16 de agosto de 2014
Personas.
Muchas son las personas que te cruzas a lo largo de tu vida. Y pocas son aquellas que encuentras y parece que brillan con una luz descomunal… y menos aún aquellas que mantienen la luz brillando durante toda su vida.
Hay personas que he conocido y que me han marcado de una manera que no me atrevo a describir en palabras. Algunas se han dejado conocer más fácilmente y otras menos… pero igualmente he querido y he hecho esfuerzos voluntarios para conocerlas. ¿Por qué? Porque esas personas no son personas cualquiera para mi, son personas que nada más verlas, he sabido que tenían algo que aportar a mi vida… y cuanto más las he ido conociendo, más he ido creciendo y conociéndome yo mismo como persona. Aunque algunas de esas personas son de mi entorno más directo y cercano, otras no lo son, algunas viven a cientos de km de mi, y al menos una, incluso más.
Me hace feliz. Me hace feliz el conocer a esas personas en cuestión, el camino de conocerlas me hace sentirme contento, me hace llevarme muchas alegrías. Hoy, por ejemplo, llevaba meses y meses peleando por arrancar un poco más de conocimiento de una de esas personas, manteniéndome firme en la muralla con la intención de esperar a que se abriera la siguiente puerta… y hoy por fin parece que lo ha hecho, que he dado un paso más hacia adentro, que estoy una pieza más cerca de montar ese puzzle imperfecto. Y puedo aseguraros que ese momento me ha aportado más felicidad que, por ejemplo, sacar una letra perfecta para una canción.
Desde aquí, hoy, sin motivo ninguno más que mis ganas de seguir conociendo y avanzar, quiero dar las gracias a esas personas que me han marcado y me van marcando, que me hacen moverme y avanzar, que me hacen aprender y tener interés, que me hacen ser parte de lo que soy. Algunas sabéis quiénes sois, otras supongo que no. Pero que suene bien alto esto que digo… que yo nunca olvido, y mis recuerdos están escritos a boli sobre papel permanente. Ni la lluvia, ni el viento ni el tiempo… son capaces de borrar las cosas que esas personas marcaron.
=)
domingo, 10 de agosto de 2014
Nenrnr
Se nota distinto, se nota más lejano, menos preocupado y más centrado. Soy en realidad la misma persona, soy el mismo árbol, sólo que algunas ramas que estaban muy secas han caído, dejando paso a otras más frescas, más sanas.
Es complicado de explicar hacia afuera, pero se siente diferente para mí mismo.
Cuando miro por la ventana, no cuento las nubes, miro cuánto sol hace.
He perdido las prisas porque las cosas ocurran, he perdido la preocupación del saber constante.
Cuando miro por la ventana, no cuento las nubes, miro cuánto sol hace.
He perdido las prisas porque las cosas ocurran, he perdido la preocupación del saber constante.
Espacio, tiempo y confianza, lo que nunca entendí pese a lo fácil que suena.
No siempre se trata de ser el mejor, de querer llenar la cesta el más rápido... Sino de llenarla con lo que realmente hace falta.
La teoría parece aprendida. La práctica, a menor escala, también parece funcionar.
¿Habré quemado las líneas que me ataban a la condena de la autodestrucción?
¿Habré quemado las líneas que me ataban a la condena de la autodestrucción?
Time will tell.
martes, 5 de agosto de 2014
Soy fuego y viento.
No tiene más sentido que el que las palabras pueden darle. Hay veces que simplemente quieres escribir, necesitas escribir. No siempre tiene un sentido completo, no siempre es una obra de arte... Pero siempre sale de dentro.
Soy fuego porque quemo el tiempo que arranco de cada día. Soy fuego porque ardo con más fuerza que cualquier estrella, porque consumo las ideas y las transformo en planes, porque consumo sueños y los intento vivir como hechos.
Soy viento porque vuelo raso, porque arrastro conmigo lo que otros no han tocado. Soy viento porque no sigo las líneas, porque me muevo entre huecos, porque sueño en las alturas.
Yo soy lo que soy, porque nada me me hace cambiar, porque mi corazón surca mis tierras, porque late de cara al mar.
Yo soy cielo, tierra y mar, todo lo que quiera ser, todo lo que quiera lograr.
Yo soy libre de ser lo que quiera, y donde quiera voy a llegar...
Yo soy cielo, tierra y mar, todo lo que quiera ser, todo lo que quiera lograr.
Yo soy libre de ser lo que quiera, y donde quiera voy a llegar...
jueves, 3 de julio de 2014
En el mundo de los cuentos (5)
Sólo 3 puntas de estrella más, sólo tres grandes esfuerzos más...
La tercera punta de estrella se creía que estaba en algún lugar dentro del Laberinto de Ragnk. Una región perdida donde una civilización antigua, tan antigua como la misma humanidad, había vivido durante cientos de años. El laberinto no tenía trampas, ni criaturas, eso indicaban las escrituras sagradas del lugar. Lo que no se sabía si había era una salida, pues nadie había conseguido salir jamás. Y esto no se debía únicamente a la inmensidad del laberinto, sino a que además las paredes subterráneas del mismo estaban hechas de Confuzita, una piedra muy rara y brillante que parecía emitir una invisible radiación que descentraba los sentidos de quien caminara entre esos pasillos. La vista, el oído, el olfato, incluso el tacto, se veían afectados por esas piedras, llegando a confundir tanto a la gente que ya no sabían si caminaban hacia delante o hacia detrás.
Y ahí se encontraba él, en la entrada del laberinto, a casi 20 metros bajo tierra, iluminado por las antorchas que solitarias iluminabas los pasillos. En cuanto dio el primer paso al interior, comenzó a sentirse desorientado. Pero no le importó, ahora mismo sólo tenía que caminar, y caminar, hasta encontrar la punta de estrella... y luego ya se preocuparía de cómo salir de allí. Caminó durante un par de horas sin encontrar nada, todos los pasillos le parecían exactamente iguales, todos los pasillos le decían exactamente lo mismo "estás perdido". Pero él seguía caminando, y caminando... hasta que empezó a darse cuenta de que quizá podría estar andando en círculos, que no llevaba agua consigo y que pronto la sed y el hambre empezarían a atormentarle. Suspiró. Se acercó a una de las paredes y dio un puñetazo con todas sus fueras. Sus nudillos comenzaron a sangrar.
Intentó no desperdiciar ni una sola gota de su sangre, caminando y marcando el suelo con una X en cada cruce de caminos que veía. Gritó de dolor, su voz resonando solitaria a lo largo de todo el laberinto. La sangre se había secado, y había tenido que golpear de nuevo la pared. Y así lo hizo hasta 10 veces, cada vez con más dolor, con más sufrimiento, con las heridas más profundas... hasta que encontró el centro del laberinto, y la punta de estrella en él. Cómo brillaba... cómo calmaba el alma. Y cuando la cogió entre sus manos tembló todo a su alrededor, las paredes comenzaron a moverse y todo, todo el laberinto, cambió. Se tiró al suelo vencido, sin saber qué hacer. No podía perder más sangre, pues sin comer ni beber no podía reponerla y terminaría por caer inconsciente y morir, como lo habían hecho tantos y tantos antes ahí dentro.
Colocó las 3 puntas de estrella en sus manos, contemplándolas, admirándolas. Apretó la mano con ellas dentro, pensando en lo lejos que aún estaba de conseguir las cinco puntas y de forjar el colgante, de poder recuperar lo que él mismo había hecho perder... lo que había perdido. Su imagen se adueño de su mente, y notó cómo su corazón se resquebrajaba un poco más, con cada uno de esos lentos latidos... pero al mismo tiempo, se dio cuenta de que podía percibir sus propios latidos, y recordó cuántas veces, con sólo estar acercándose a ella, lo había notado latir más fuerte.
Se puso en pie y cerró los ojos, suspiró una vez, fuerte. Se dejó inundar por el recuerdo que tenía en la mente y se dejó guiar por los latidos de su corazón, girando continuamente y avanzando en aquella dirección en la que su corazón parecía latir más fuerte. No sabía si eso serviría, ni siquiera sabía si no era todo ya producto de su imaginación y locura... pero no tenía ninguna otra cosa que hacer. Caminó y caminó, cansado, sediento y hambriento. Sin energía, caminaba por inercia, por voluntad hacía mover sus piernas que ya no respondían por sí mismas... y al final la encontró, la salida, la luz del final del laberinto...
Y la cruzó.
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