viernes, 7 de noviembre de 2014

Grandes aventuras, mejores misterios.

El otro día estaba mirando el facebook, como casi todos nosotros hacemos a diario, y de pronto vi la foto de una chica que hacía años que no veía. La vi cambiada, pues la última vez que supe de ella era una chiquilla adolescente y no la mujer en la que parece haberse convertido ahora. Una pequeña sonrisa saltó a mi cara, sin motivo aparente, sólo de pensar en el cambio que había pegado, en cómo pasa el tiempo.

Me dio por escribirle, ya sabéis cómo soy, tan movido por impulsos como siempre. Estuve hablando con ella un rato, una conversación agradable, principalmente porque aun se acordaba de mi y es una chica muy simpática. Y fue mientras hablaba con ella... que caí en la cuenta:


Todos conocemos personas, todos tenemos la fortuna de conocer a gente que se queda, y la desdicha de conocer a gente que se va. Pero hay personas que nunca han estado realmente, que nunca llegaron a ser amigos o amigas del alma, que simplemente fueron personas a las que saludar con una sonrisa, con las que bromear y pasar un momento agradable mientras caminabas de aula a aula del instituto. Y como nunca estuvieron realmente, entonces... nunca se pueden ir.

Es gente que nunca tuvo oportunidad de decepcionarte, tampoco de ser tu salvación. Es gente que, aunque en su día no tuvo la oportunidad de demostrar nada, ni bueno ni malo, te la cruzas un día y te alegras de verdad. Gente que después de años vuelves a hablar con ellas, y ya hacen que tu día haya sido un poco mejor. Y entonces te planteas... ¿Qué amistad podría haber llegado a surgir si los planetas se hubieran alineado para que en su día alguno diera el paso de abrirse al otro un poco más, de acercarse más? Y es ahí cuando sonríes, porque sabes que no hay manera de saberlo, que podría haber pasado cualquier cosa... que en esta vida no hay libros escritos que leer, sino libros en blanco que escribir. 

¿Querrá esa otra persona saber de ti? ¿Se habrá alegrado también de volver a verte? ¿Habrá olvidado ya siquiera que llegasteis a volver a hablar? Ahh... ¿quién lo sabe? Y según te de ese día, quizá decidas intentar volverle a hablar, o quizá decidas que ya da igual.
O quizá... quizá sea la otra persona la que te sorprenda y te vuelva a alegrar. Que al final, lo bonito de la vida es la incertidumbre, no tener claro qué va a pasar, vivir un poco de aventuras e historias que contar.

Que en esta vida el mayor misterio, tesoro y aventura... no es más que las personas. Cada persona que aparece en tu vida, es una puerta a una aventura distinta. Unas más largas, otras más cortas... unas con mejor final, otras sin final.  Que lo bonito de esta vida... son las personas.

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