miércoles, 26 de noviembre de 2014

Cero absoluto




"No puedo creerme que tú hayas vivido aquí" dijo él murmurando mientras se frotaba los brazos con sus propias manos. Estaba en un lugar desierto, no había símbolos de vida visibles en lo que la vista podía alcanzar a lo lejos. Nieve y hielo era todo lo que se podía ver y tocar, ni siquiera el cielo se llegaba a ver desde su posición por la espesa capa de nieve que parecía estar permanentemente flotando en el aire. A cada paso, la nieve parecía hacerse más espesa, más presente. El hielo parecía más frío, el aire parecía más hielo... había momentos en los que incluso se sentía como si pequeños cristales de hielo se clavaran en los pulmones al respirar.

Siguieron caminando en silencio, sin rumbo, sin tiempo, en aquel lugar donde no había ni noche ni día, donde no había caminos. Tampoco hacían falta, pues no había a dónde ir. El aire se había hecho insoportablemente pesado, sus pulmones parecían que iban a estallar, pero de alguna manera, seguía respirando y caminando. Tomó aire lentamente, pues si lo hacía de forma rápida le quemaban los pulmones del frío. No le cupo duda de que si hubieran hecho un fuego allí, las llamas se habrían helado también.

 

"No entiendo cómo se puede vivir así" le dijo él al borde del llanto y cayendo de rodillas al hielo de repente. Le miró desde arriba, impasible. "¿Te duele algo por la caída?" se limitó a preguntar. Él negó con la cabeza ahogando un sollozo.

"Es por el frío". Y así, sin más, comenzó a caminar, y no volvió a mirar atrás.

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