Mientras cogía algunas prendas del armario la idea rondaba por su cabeza una y otra vez. Maleta de emergencia...¿por qué ahora? A Ayrun no le hacía ninguna gracia la idea, sabía perfectamente lo que aquello significaba y no quería tener que marcharse así de aquella casa. Se preguntó si no habría otra solución, pero sabia perfectamente que si él lo había dicho, era porque consideraba que era lo mejor. Nunca pensó que aquel momento llegaría. Suspiró mientras guardaba un par de zapatos en la mediana maleta, contemplando el resto de cosas que iba a tener que dejar atrás.
Cuando llegó el momento, Ayrun todavía no se había hecho a la idea de lo que iba a ocurrir, pero ya era tarde para expresar su preocupación. Se revolvió incómoda en las sábanas y se incorporó en la cama cuando escuchó el primer clic. Ya estaban forzando la cerradura por fuera.
Él entró en su cuarto con lo puesto y una pequeña bandolera colgando del hombro, no parecía tampoco contento de tener que abandonar la casa, pero sus ojos seguían reflejando la determinación que lo movía. ''Estás lista'' le dijo a Ayrun señalando al fondo de la habitación con tranquilidad. ''Lamento mucho que tengamos que irnos, de verdad'' añadió un segundo después. Ayrun suspiró levemente y devolvió la mirada a su compañero y asintió. ''Solo te llevas eso...'' ni siquiera lo formuló como una pregunta, simplemente pensaba que llevaba poca cosa. Él sonrió un poco ''Me sobra la mitad, además tú vienes conmigo, no necesito más'' concluyó acercándose a la pared y golpeándola por debajo de la lámpara. ''Tenemos que irnos ya'' dijo mientras una trampilla se abría en el suelo, y el olor a humo empezaba a inundar la casa. Ayrun parpadeó un par de veces, no tenía claro en qué sentido había dicho aquello. ¿Le había querido insinuar algo? No, no... qué tontería, él no... pero no tuvo tiempo de seguir con sus cavilaciones, la puerta de la entrada se abrió de par en par acompañada de gritos ininteligibles y se escuchó la primera explosión en el pasillo. Ayrun y su compañero se deslizaron por el pasadizo, cerrándola por el interior y dejando ningún rastro de lo que había ocurrido. Estaba oscuro, pero Ayrun, que siempre iba preparada, sacó una pequeña linterna de su bolso e iluminó el túnel.
''Podrías haberlo decorado al menos'' musitó mientras se acostumbraban sus ojos a la luz de la linterna. Él se encogió de hombros aunque ella no pudo verlo. ''No les quedaban cortinas rosas en la tienda, lo lamento'' dijo mientras la cogía de la mano y la guiaba por el túnel subterráneo.
Mientras, en la casa, cuatro hombres habían irrumpido de manera estrepitosa, activando de inmediato un mecanismo sin retorno que prendería fuego a absolutamente toda la casa. El fuego comenzó en el salón y en la entrada, y estaba todo planeado para que se juntaran ambos focos en la puerta que daba al cuarto de Ayrun. Para impedir que los hombres del MFM pudieran avanzar con total libertad, Ayrun había colocado unos pequeños explosivos en puntos estratégicos, suficientemente fuertes para causar llamaradas, pero no tanto como para dañar la estructura de la casa, un derrumbe podía ser peligroso para los transeúntes.
Lo de los explosivos no había estado incluido en el plan original, pero Ayrun lo había propuesto y él había admitido que era una perfecta idea. Así no tendrían posibilidad alguna de llegar a las habitaciones antes de que el fuego hubiera devorado las estancias.
Uno de los hombres del MFM, sin embargo, había pasado a través de las llamas y se había asomado al cuarto de Ayrun, donde pudo ver su cuerpo inherte y chamuscado sobre la cama. Era tan sólo un cadáver prestado de la universidad, pero eso él, no podía saberlo, y contento con lo que había visto, gritó unas ordenes y todos abandonaron la vivienda en llamas...los bomberos o tardaron en llegar.
Y mientras, en algún lugar del subsuelo, Ayrun y su compañero llegaban a la salida secreta. ''Espero que los bomberos no se hayan dado mucha prisa, sino no habrán descubierto a Ruperta en tu cama'' comentó él palpando tentativamente la pared que se alzaba frente a ellos. ''No me digas que le habías puesto nombre al cadáver...'' dijonAyrun frunciendo el ceño y alumbrándole a la cara como en un interrogatorio. Él carraspeó. ''Claro que no... se lo pregunté a su hermano Ramón''.
Y en ese momento, Ramón ardía tranquilamente sobre la cama de él. Aunque poco le importaba, pues llevaba 5 años muerto.
jueves, 24 de abril de 2014
Un pequeño regalo (15)
Ayrun seguía mirándole sin dar crédito a lo que acababa de escuchar. ¿Le estaba echando del caso? ¿Por qué? Nunca antes le había pedido nada igual, pero la manera en la que le miraba no dejaba lugar a dudas, iba en serio.
Ayrun frunció el ceño y protestó. ''No, no pienso hacer eso, no sin un buen motivo. No voy te he dejado solo en ningún caso anterior y este no va a ser el primero. Y no me digas que es peligroso porque ha habido otros casos igual o más de peligrosos que éste...'' dijo visiblemente alterada por aquella repentina decisión de su compañero. Él se pasó una mano por el pelo y suspiró, no sabía qué decir. Por un momento se preguntó qué hacía el allí, en el cuarto de Ayrun, intentando explicar algo que ni el mismo entendía. Podría haberse inventado una manera, pero Ayrun le habría pillado sin vacilar. Podría haber no contestado y haberse marchado, pero Ayrun no le habría dado tregua hasta saber qué ocurría. No le quedó más remedio que usar la verdad. ''No quiero que te pase nada''. Casi lo espetó, como el que suelta un dato objetivo carente de sentimiento o emoción. Ayrun le miró en silencio unos segundos, y después rió a carcajadas ante la incrédula mirada de él. ''En serio, a veces eres de lo más raro'' comentó ella sin reír, pero aguantando una sonrisa. Él le miro medio molesto medio confuso. Siguió hablando ''De verdad, es la tontería más grande que te he oído decir. No me importa cuan peligroso sea esto...'' cambió el tono de su voz, más suave ''me siento más segura si sé que estás cerca, ¿Entiendes ? Porque -sé- que no quieres que me pase nada''.
Dejó las palabras flotando por la habitación como pompas de jabón, levantándose y yendo a por su ropa mientras esperaba una contestación. Él no la siguió con la mirada, simplemente había quedado mirando al vacío, recogiendo esas flotantes palabras y asimilándolas con una extraña sensación de determinación acuciante emergiendo de lo más profundo de su interior. Cuando salió de ese estado, Ayrun ya se había vestido y ahora le miraba expectante. Algo había cambiado en su mirada después de aquel silencio... Y aunque no sabía que era, y sabía que él no lo diría, sí tenía claro que él no cejaría su empeño hasta haberlo conseguido.
''Tienes razón, Ayrun. Haz la maleta de emergencia, mañana de madrugada estaremos muertos'' fue su única explicación. Y mientras se iba, Ayrun pudo ver el brillo inconfundible en su mirada. Tenía un plan, y ella no podía esperar a saber de qué se trataba.
En cuanto salió de la habitación, comenzó a preparar su parte.
Ayrun frunció el ceño y protestó. ''No, no pienso hacer eso, no sin un buen motivo. No voy te he dejado solo en ningún caso anterior y este no va a ser el primero. Y no me digas que es peligroso porque ha habido otros casos igual o más de peligrosos que éste...'' dijo visiblemente alterada por aquella repentina decisión de su compañero. Él se pasó una mano por el pelo y suspiró, no sabía qué decir. Por un momento se preguntó qué hacía el allí, en el cuarto de Ayrun, intentando explicar algo que ni el mismo entendía. Podría haberse inventado una manera, pero Ayrun le habría pillado sin vacilar. Podría haber no contestado y haberse marchado, pero Ayrun no le habría dado tregua hasta saber qué ocurría. No le quedó más remedio que usar la verdad. ''No quiero que te pase nada''. Casi lo espetó, como el que suelta un dato objetivo carente de sentimiento o emoción. Ayrun le miró en silencio unos segundos, y después rió a carcajadas ante la incrédula mirada de él. ''En serio, a veces eres de lo más raro'' comentó ella sin reír, pero aguantando una sonrisa. Él le miro medio molesto medio confuso. Siguió hablando ''De verdad, es la tontería más grande que te he oído decir. No me importa cuan peligroso sea esto...'' cambió el tono de su voz, más suave ''me siento más segura si sé que estás cerca, ¿Entiendes ? Porque -sé- que no quieres que me pase nada''.
Dejó las palabras flotando por la habitación como pompas de jabón, levantándose y yendo a por su ropa mientras esperaba una contestación. Él no la siguió con la mirada, simplemente había quedado mirando al vacío, recogiendo esas flotantes palabras y asimilándolas con una extraña sensación de determinación acuciante emergiendo de lo más profundo de su interior. Cuando salió de ese estado, Ayrun ya se había vestido y ahora le miraba expectante. Algo había cambiado en su mirada después de aquel silencio... Y aunque no sabía que era, y sabía que él no lo diría, sí tenía claro que él no cejaría su empeño hasta haberlo conseguido.
''Tienes razón, Ayrun. Haz la maleta de emergencia, mañana de madrugada estaremos muertos'' fue su única explicación. Y mientras se iba, Ayrun pudo ver el brillo inconfundible en su mirada. Tenía un plan, y ella no podía esperar a saber de qué se trataba.
En cuanto salió de la habitación, comenzó a preparar su parte.
martes, 22 de abril de 2014
Un pequeño regalo (14)
No solía levantarse tan temprano, eran casi las 10 y llevaba ya una hora levantado. Estaba en la cocina, terminando de exprimir las naranjas para el batido de fresa y zumo de naranja que estaba preparando mientras tarareaba la melodía de una canción pegadiza que había escuchado cantar a Ayrun el día anterior de camino a casa. Cuando terminó de mezclar el batido lo vertió en dos vasos y los colocó en la bandeja, junto a las tostadas que acababan de salir de la tostadora. Examinó el espesor del batido durante unos segundos. ''Siguen sin salirme igual de bien'' dijo mientras se encogía de hombros y caminaba con la bandeja hacia la habitación de Ayrun. Faltaban cinco minutos para las diez, pero él pensaba robarle esos cinco minutos de sueño, después de todo le estaba ofreciendo a cambio un desayuno en la cama.
Entró sin llamar, la puerta semi-abierta no indicaba que estuviera cambiándose o en cualquier otra circunstancia comprometedora. Despacito apoyó la bandeja en la mesita de noche de su compañera y posó su mano en su hombro, dejándola inmóvil unos segundos. No pudo evitar sonreír en ese instante, y después la despertó, zarandeándola con cuidado y diciendo su nombre en voz baja. ''Ayrun, Ayruuun...despierta, ya es la hora''... Se escuchó un pequeño bostezo y un Ayrun gruñó por lo bajo, apartándose de la mano que le importunaba, pero él volvió al ataque y le profirió pequeños empujones, impidiéndole volver al mundo de los sueños. Finalmente Ayrun se dio por vencida, se incorporó en la cama, sentándose y girándose hacia su compañero. ''Por qué demonios me despiert-'' pero no terminó la frase, vio por el rabillo del ojo la bandeja y su cara de enfado se moldeó hasta formar una sonrisa que intentó ocultar presionando sus labios y mirando brevemente hacia otro lado. ''Gracias....pero me has despertado igualmente, así que como castigo tendrás que desayunar aquí conmigo'' comentó, moviéndose y dejándole un hueco en la cama. Ella ya se había dado cuenta que había dos vasos en la bandeja, osea que él ya pensaba quedarse, pero igualmente había querido ser ella la que le invitara a ello. Además ella le conocía bien, y no necesitaba más pistas para saber que algo le preocupaba y quería hablar.
Rara vez se le veía preocupado, era capaz de guardar la compostura en casi cualquier situación, podía mentir y fingir como nadie, y aunque con Ayrun nunca le había importado hablar, ella sabía que a veces se guardaba las cosas para él mismo.
Él se acomodó en su cama, apoyando la espalda y ofreciéndole el batido y una muffin a Ayrun. Dio un trago a su batido y carraspeo antes de hablar.
''Ayrun...'' dijo, suviz reflejaba preocupación ''creo que este asunto puede ser más grave de lo que esperábamos. Creo... que deberías marcharte unos días''.
Ayrun le miró pasmada, nunca antes le había sugerido nada similar. ¿Qué podría ser tan grave? ¿Qué le estaba ocultando?....
Entró sin llamar, la puerta semi-abierta no indicaba que estuviera cambiándose o en cualquier otra circunstancia comprometedora. Despacito apoyó la bandeja en la mesita de noche de su compañera y posó su mano en su hombro, dejándola inmóvil unos segundos. No pudo evitar sonreír en ese instante, y después la despertó, zarandeándola con cuidado y diciendo su nombre en voz baja. ''Ayrun, Ayruuun...despierta, ya es la hora''... Se escuchó un pequeño bostezo y un Ayrun gruñó por lo bajo, apartándose de la mano que le importunaba, pero él volvió al ataque y le profirió pequeños empujones, impidiéndole volver al mundo de los sueños. Finalmente Ayrun se dio por vencida, se incorporó en la cama, sentándose y girándose hacia su compañero. ''Por qué demonios me despiert-'' pero no terminó la frase, vio por el rabillo del ojo la bandeja y su cara de enfado se moldeó hasta formar una sonrisa que intentó ocultar presionando sus labios y mirando brevemente hacia otro lado. ''Gracias....pero me has despertado igualmente, así que como castigo tendrás que desayunar aquí conmigo'' comentó, moviéndose y dejándole un hueco en la cama. Ella ya se había dado cuenta que había dos vasos en la bandeja, osea que él ya pensaba quedarse, pero igualmente había querido ser ella la que le invitara a ello. Además ella le conocía bien, y no necesitaba más pistas para saber que algo le preocupaba y quería hablar.
Rara vez se le veía preocupado, era capaz de guardar la compostura en casi cualquier situación, podía mentir y fingir como nadie, y aunque con Ayrun nunca le había importado hablar, ella sabía que a veces se guardaba las cosas para él mismo.
Él se acomodó en su cama, apoyando la espalda y ofreciéndole el batido y una muffin a Ayrun. Dio un trago a su batido y carraspeo antes de hablar.
''Ayrun...'' dijo, suviz reflejaba preocupación ''creo que este asunto puede ser más grave de lo que esperábamos. Creo... que deberías marcharte unos días''.
Ayrun le miró pasmada, nunca antes le había sugerido nada similar. ¿Qué podría ser tan grave? ¿Qué le estaba ocultando?....
Una carta de amor
Acabo de encontrar esto que escribí hace algo así como un mes...para un concurso al que nunca me presenté. Tenía que escribir una carta de amor, pero a medida que iba escribiendo me iba perdiendo en tu recuerdo y en las ganas de verte. Y terminó siendo algo que no era para concurso, era para ti. Y por eso...aquí está, lo que escribí lo sigo pensando.. :)
No sé cómo decirte esto. A sabiendas de que algo así hay que demostrarlo más que decirlo, no me veo capaz de guardar en mi pecho durante más tiempo este sentimiento que me llena y pide a gritos ser liberado.
Es cierto que llevamos poco tiempo juntos, y que la mayor parte de ese tiempo estamos cada uno en su ciudad, presos de la distancia, amarrados en el recuerdo de aquellos días que sí hemos podido compartir. Pero es para mi sólo ese tiempo el que cuenta, porque es solo entonces cuando siento que estoy viviendo de verdad. Son esas sensaciones que no se pueden sentir de ninguna otra manera, ese hormigueo que escala por mi cuerpo, imparable, cada vez que siento tu presencia por primera vez en el día, esas ganas de sonreír a cada paso mientras nuestros dedos se buscan los unos a los otros para entrelazarse en su propia historia de amor. Es el saber que cuando estoy contigo estoy completo, que me siento aun más yo, que siento que encajo en un futuro, en una historia de dos.
Sé que podrá sonarte a locura, que quizá pienses que lo digo por decir. Pero te puedo asegurar que nada de lo que aquí escribo exagero, sino que en verdad me quedo corto, porque igual que hay momentos que dejan a uno sin palabras, tú eres mi momento eterno, y no tengo manera de describir ni aquí, ni en ningún lugar, todo lo que ahora supones para mi. Te has convertido en la lluvia de mis días de calor, en el polo opuesto del imán de mis abrazos, en el empujón que necesito cada mañana... en esa chica con la que aún sin saberlo, desde que pienso, soñaba.
Así que aquí estoy, esperando, mientras te imagino, a que llegue el próximo reencuentro, ese momento en el que volvamos a ganarle el pulso a la distancia con nuestras gana de vernos, ese momento en el que pueda a volver a cogerte entre mis brazos...y dejar que sean las caricias y los besos los que te digan lo que trístemente sólo puedo expresar en palabras con un... "me he eamorado de ti".
No sé cómo decirte esto. A sabiendas de que algo así hay que demostrarlo más que decirlo, no me veo capaz de guardar en mi pecho durante más tiempo este sentimiento que me llena y pide a gritos ser liberado.
Es cierto que llevamos poco tiempo juntos, y que la mayor parte de ese tiempo estamos cada uno en su ciudad, presos de la distancia, amarrados en el recuerdo de aquellos días que sí hemos podido compartir. Pero es para mi sólo ese tiempo el que cuenta, porque es solo entonces cuando siento que estoy viviendo de verdad. Son esas sensaciones que no se pueden sentir de ninguna otra manera, ese hormigueo que escala por mi cuerpo, imparable, cada vez que siento tu presencia por primera vez en el día, esas ganas de sonreír a cada paso mientras nuestros dedos se buscan los unos a los otros para entrelazarse en su propia historia de amor. Es el saber que cuando estoy contigo estoy completo, que me siento aun más yo, que siento que encajo en un futuro, en una historia de dos.
Sé que podrá sonarte a locura, que quizá pienses que lo digo por decir. Pero te puedo asegurar que nada de lo que aquí escribo exagero, sino que en verdad me quedo corto, porque igual que hay momentos que dejan a uno sin palabras, tú eres mi momento eterno, y no tengo manera de describir ni aquí, ni en ningún lugar, todo lo que ahora supones para mi. Te has convertido en la lluvia de mis días de calor, en el polo opuesto del imán de mis abrazos, en el empujón que necesito cada mañana... en esa chica con la que aún sin saberlo, desde que pienso, soñaba.
Así que aquí estoy, esperando, mientras te imagino, a que llegue el próximo reencuentro, ese momento en el que volvamos a ganarle el pulso a la distancia con nuestras gana de vernos, ese momento en el que pueda a volver a cogerte entre mis brazos...y dejar que sean las caricias y los besos los que te digan lo que trístemente sólo puedo expresar en palabras con un... "me he eamorado de ti".
lunes, 21 de abril de 2014
Quería escríbirte algo
Quería escribirte algo...y por más que intento expresarme sólo me sale
Te quiero.
Orgullo inútil
''Comúnmente creemos que admitir un error es admitir que te has equivocado, pero la verdadera equivocación es no admitir el error'' R.
Es bastante difícil admitir ante otra persona que no hemos hecho algo bien, que hemos estado mintiendo, o peor aún...que ella estaba en lo cierto y tú no. Es difícil porque hiere nuestro orgullo, porque nos da la sensación de que eso nos vuelve más débiles y de que, de alguna forma, hemos perdido.
Pero... pensémoslo detenidamente. ¿De qué sirve no admitirlo?
Si no lo admites, no puedes corregirlo. En muchos casos te obligará a actuar de determinada manera o decir cosas que en verdad no piensas y no dirías. En muchos casos hará un efecto bola de nieve, creciendo y creciendo a medida que vaya pasando el tiempo y que surgan cosas relacionadas con ello.
Lo gracioso de todo, es que al final todo se acaba sabiendo, acabas admitiendo que te equivocaste, o que él o ella tenía razón...
La diferencia es que ahora la pelota es mucho más grande. Esto no quiere decir que sea tarde... según de lo que estemos hablando es muy posible que te perdonen igual, o que te de tiempo de corregir tu error. Pero el tiempo que has perdido no lo recuperas, y el tamaño de la pelota hace que tardes más en recuperarte de ello.
Aún así, entiendo que es difícil. Que mirar al futuro y pensar '' bueno, ya lo arreglaré'' es una de las cosas que nos empuja a no admitir ciertos errores. Y que cuando lo ves todo tan cerca, en el presente, todo da más miedo, todo da mayor reparo y es más fácil y 'seguro' procrastinar la situación.
Pero hay que hacer un esfuerzo. Realmente nadie va a atacarte o humillarte porque aceptes un error, es más, cualquier persona que valga la pena va a admirarte y respetarte más por ello. Y encima vas a poder enmendar o recrificar mucho antes, lo que seguro que sólo va a traer cosas positivas.
Yo, como cualquier otro, he pecado de esto de lo que hablo en más de una ocasión, pero también es cierto que me esfuerzo por ganar ese pulso al orgullo cada vez. Son solo unos segundos de 'dolor'...y luego te sientes mucho mejor.
Intentadlo, acordaros de lo rápido que pasa el tiempo. Acordaros de lo mucho que se puede perder por culpa del orgullo... Acordaros de que hay mil cosas en la vida que valen mucho más la pena que decir ''yo nunca me equivoco''.
jueves, 17 de abril de 2014
El mundo a dónde va...
Hace tiempo que sólo escribo creatividad, que sólo escribo poesía, canciones e historias con transfondo romántico... cualquiera diría que tengo a alguien especial que me hace feliz. :)
La cosa es que he dejado de lado esa parte del blog en la que hablo de otras cosas, reflexiones y demás escritos mínimamente intelectuales.
Hoy he estado hablando con una amiga joven, adolescente, y escuchando sus historias y las de sus compañeros...me han dado ganas de llorar.
Qué triste se ha vuelto el mundo, o qué triste me lo parece a mi. La influencia de los medios de comunicación y la sociedad sobre los jóvenes, añadido al fuerte poder de atracción de las nuevas tecnologías está creando una generación falta de muchos valores y moral. No pretendo proclamar que mis valores y moral sean las correctas, seguro que en algunas cosas estoy equivocado, como todo el mundo. Pero cuando escuchas cosas como ''Si no tiene dinero para sacarme por ahí directamente corto con él'' o ''leer es una tontería, no se aprende nada, prefiero ver la televisión''...entonces te alegras de haber nacido cuando lo has hecho. Se están perdiendo muchas cosas.
La gente ya no mira en ayudar a los demás, es mejor reírse de las desgracias ajenas. Tener una personalidad propia está mal visto, es mejor ser como los demás, encajar en el grupo aunque para ello tengas que fumar o beber cosas que en verdad no te gustan. Si eres chica debes reírte de las que no sean guapas, por no serlo; y de las guapas y atractivas porque ''seguro que es una fresca''.
He llegado a presenciar cosas tan espantosas como una chica admitir que, aunque cierta chica le caía genial, no podía ser su amiga porque el resto del grupo la miraba mal. Increíble.
Creo que de esto en verdad tenemos culpa todos. Nadie o casi nadie sale en defensa de esos valores de decencia. Sí, en privado con nuestro círculo de amigos comentamos y criticamos ciertas actitudes. Incluso lo escribimos públicamente en un blog. Pero quizá deberíamos expresar nuestro descontento cuando vemos esas cosas, quizá deberíamos dejar de ver programas como mhyv con la excusa de 'me río de ellos', o dejar de mirar a otro lado cuando un grupo de personas se burla de alguien que actúa diferente o es diferente.
Asumamos nuestra parte de culpa, yo el primero. Este mundo no se construye con ideas y pensamientos idílicos, se construye con acciones. No vale quedarse con los brazos cruzados y esperar que las cosas cambien solas.
La cosa es que he dejado de lado esa parte del blog en la que hablo de otras cosas, reflexiones y demás escritos mínimamente intelectuales.
Hoy he estado hablando con una amiga joven, adolescente, y escuchando sus historias y las de sus compañeros...me han dado ganas de llorar.
Qué triste se ha vuelto el mundo, o qué triste me lo parece a mi. La influencia de los medios de comunicación y la sociedad sobre los jóvenes, añadido al fuerte poder de atracción de las nuevas tecnologías está creando una generación falta de muchos valores y moral. No pretendo proclamar que mis valores y moral sean las correctas, seguro que en algunas cosas estoy equivocado, como todo el mundo. Pero cuando escuchas cosas como ''Si no tiene dinero para sacarme por ahí directamente corto con él'' o ''leer es una tontería, no se aprende nada, prefiero ver la televisión''...entonces te alegras de haber nacido cuando lo has hecho. Se están perdiendo muchas cosas.
La gente ya no mira en ayudar a los demás, es mejor reírse de las desgracias ajenas. Tener una personalidad propia está mal visto, es mejor ser como los demás, encajar en el grupo aunque para ello tengas que fumar o beber cosas que en verdad no te gustan. Si eres chica debes reírte de las que no sean guapas, por no serlo; y de las guapas y atractivas porque ''seguro que es una fresca''.
He llegado a presenciar cosas tan espantosas como una chica admitir que, aunque cierta chica le caía genial, no podía ser su amiga porque el resto del grupo la miraba mal. Increíble.
Creo que de esto en verdad tenemos culpa todos. Nadie o casi nadie sale en defensa de esos valores de decencia. Sí, en privado con nuestro círculo de amigos comentamos y criticamos ciertas actitudes. Incluso lo escribimos públicamente en un blog. Pero quizá deberíamos expresar nuestro descontento cuando vemos esas cosas, quizá deberíamos dejar de ver programas como mhyv con la excusa de 'me río de ellos', o dejar de mirar a otro lado cuando un grupo de personas se burla de alguien que actúa diferente o es diferente.
Asumamos nuestra parte de culpa, yo el primero. Este mundo no se construye con ideas y pensamientos idílicos, se construye con acciones. No vale quedarse con los brazos cruzados y esperar que las cosas cambien solas.
miércoles, 16 de abril de 2014
Un pequeño regalo (13)
Ayrun estaba sentada en mitad de una habitación vacía, sólo los tres hombres sentados en un oxidado sofá le hacían compañía. Era una imagen bastante lúgubre, todos en silencio, sin más luz que la que se deslizaba tenue por entre la puerta medio abierta. Era una habitación sin ventanas, sin muebles, sin nada. Ayrun acomodó su trasero en la silla de madera y suspiró. ''Así que esto es el famoso MFM... estoy un poco decepcionada'' dejó caer en voz neutral, ni muy alto ni muy bajo, como si estuviera hablando con alguien sentado enfrente de ella. Bagtug emitió un gruñido que fácilmente podría haberse confundido con el de un animal salvaje. ''Habla todo lo que quieras, perra, morirás tan pronto como esa caja sea abierta'' espetó de una.
Ayrun se rió y la sonrisa se ancló en su rostro. ''Creo que no sois conscientes de lo que está pasando'' continuó ella. ''Mientras hablamos, mi querido amigo está planeando hasta cuatro maneras diferentes de acabar con vosotros sin que tengáis siquiera la oportunidad de ponerme la mano encima'' amplió su sonrisa un poco más '' y no sólo eso, sino que ahora mismo vuestros amigos, los que han irrumpido en mi casa estarán en el hospital, o n comisaría, no sé'' terminó de decir mientras encogía los hombros, manteniendo la sonrisa en su rostro.
Bagtug volvió a gruñir, pero esta vez se le notaba más inseguro e intranquilo que las veces anteriores. Los miembros del MFM se miraron unos a otros durante unos segundos, podía ser cierto lo que esa chica estaba diciendo. De ser así...tenían que actuar ya. El del medio, el más corpulento de los tres, se levantó de golpe y se acercó a Ayrun esbozando una sonrisa confiada. ''En ese caso, tendremos que ponerte las manos encima ya, una pena que no hayamos tenido la oportunidad de jugar contigo'' dijo sacando una pistola con silenciador del interior de su chaqueta. Quitó el seguro y apuntó directamente a la cabeza de Ayrun, estaba claro que no iba a andar se con rodeos ni tonterías. ''Adiós'' dijo el hombre sin pizca de arrepentimiento en sus ojos.
''¡Hola!" se oyó a modo de contestación una voz que provenía de la puerta de la habitación. El hombre giró su atención y su arma inmediatamente hacia allí y disparó un par de veces, gritándole a los otros dos que fueran a por ese intruso. Un grandísimo error, pues para cuando quiso volver a girarse a Ayrun una vez sus compañeros habían ya abandonado la sala, era demasiado tarde. Ayrun hacía rato que esperaba este momento, nada más la habían sentado en la silla había finjido estar acomodando el trasero, pero en verdad estaba dejando caer de entre su pelo rizado un pequeño filo que pacientemente había utilizado para ir cortando las cuerdas de su muñeca. Cuando había estado a punto de términar de liberarse había comenzado a hablar, esa era la señal de que estaba lista. A partir de ahí todo había ocurrido tal y como él lo había analizado. El hombre a penas tuvo tiempo de darse cuenta de lo que estaba ocurriendo cuando Ayrun le profirió una patada alta en la garganta, para acto seguido cogerle del brazo del arma y hacerle una proyección contra el suelo, haciéndole soltar el arma por la fuerza del impacto y dejándolo poco menos que inmóvil. ''Oye, no te quejaras, al final sí hemos jugado'' dijo ella guiñando un ojo. Ayrun era la na chica que no aparentaba una gran amenaza, pero él había querido, como parte de las condiciones de trabajar juntos, que ella se dejara enseñar artes marciales por él. Un poco de Taekwondo, mucho Judo, algunos movimientos libres y muchas horas de entrenamiento y moraduras habían hecho de Ayrun una persona a la que era mejor no enfadar.
Los otros dos hombres probablemente no habían escuchado el ruido entre el sonido de su propio disparar, pero aunque lo hubieran hecho no habrían vuelto atrás, no sin matar y hacer sufrir al hombre que se burlaba de ellos. ''No sé por qué no me veis, si estoy aquí mismo'' se escuchó decir desde una habitación lateral, y cuando entraron se escuchó su voz de nuevo ''venga, venga, que parece que os tenga que llevar de la mano'' esta vez la voz provenía sin duda de detrás de la cortina. Dispararon sin miramientos, imposible que alguien saliera vivo de ahí, vaciaron todo el cargador como si no hubieran querido hacer otra cosa en su vida.
No tuvieron tiempo de reaccionar, de repente una fuerza inesperada movía sus cabezas una contra la otra a una velocidad peligrosa. Detrás de ellos estaba él, usando sus manos para hacer chocar sus cabezas con un sordo ruido desagradable. Sin dar tiempo a sus contrincantes a reaccionar golpeó sus rodillas por detrás para hacerles caer al suelo y con un movimiento medido y practicado dobló la muñeca de Bagtug para hacer que el arma se deslizara de la mano a la suya. Al otro simplemente le obligó a punta de pistola a deshacerse de la que empuñaba y después les hizo a ambos ponerse en una esquina mientras él caminaba hasta las cortinas que habían sido cruelmente agujereadas. ''Así que aquí había dejado el móvil, qué despistado soy'' dijo inclinándose para cogerlo del suelo y guardarlo en su bolsillo.
Bagtug gruñó otra vez, de pura rabia. ''Vendrán más, y más'' dijo comenzando a reír como un maníaco ''y al final recuperaremos lo que queremos''.
Él se limitó a sonreír mientras tecleaba en su móvil. En sólo dos minutos la policía entraría por la puerta.
Ayrun se rió y la sonrisa se ancló en su rostro. ''Creo que no sois conscientes de lo que está pasando'' continuó ella. ''Mientras hablamos, mi querido amigo está planeando hasta cuatro maneras diferentes de acabar con vosotros sin que tengáis siquiera la oportunidad de ponerme la mano encima'' amplió su sonrisa un poco más '' y no sólo eso, sino que ahora mismo vuestros amigos, los que han irrumpido en mi casa estarán en el hospital, o n comisaría, no sé'' terminó de decir mientras encogía los hombros, manteniendo la sonrisa en su rostro.
Bagtug volvió a gruñir, pero esta vez se le notaba más inseguro e intranquilo que las veces anteriores. Los miembros del MFM se miraron unos a otros durante unos segundos, podía ser cierto lo que esa chica estaba diciendo. De ser así...tenían que actuar ya. El del medio, el más corpulento de los tres, se levantó de golpe y se acercó a Ayrun esbozando una sonrisa confiada. ''En ese caso, tendremos que ponerte las manos encima ya, una pena que no hayamos tenido la oportunidad de jugar contigo'' dijo sacando una pistola con silenciador del interior de su chaqueta. Quitó el seguro y apuntó directamente a la cabeza de Ayrun, estaba claro que no iba a andar se con rodeos ni tonterías. ''Adiós'' dijo el hombre sin pizca de arrepentimiento en sus ojos.
''¡Hola!" se oyó a modo de contestación una voz que provenía de la puerta de la habitación. El hombre giró su atención y su arma inmediatamente hacia allí y disparó un par de veces, gritándole a los otros dos que fueran a por ese intruso. Un grandísimo error, pues para cuando quiso volver a girarse a Ayrun una vez sus compañeros habían ya abandonado la sala, era demasiado tarde. Ayrun hacía rato que esperaba este momento, nada más la habían sentado en la silla había finjido estar acomodando el trasero, pero en verdad estaba dejando caer de entre su pelo rizado un pequeño filo que pacientemente había utilizado para ir cortando las cuerdas de su muñeca. Cuando había estado a punto de términar de liberarse había comenzado a hablar, esa era la señal de que estaba lista. A partir de ahí todo había ocurrido tal y como él lo había analizado. El hombre a penas tuvo tiempo de darse cuenta de lo que estaba ocurriendo cuando Ayrun le profirió una patada alta en la garganta, para acto seguido cogerle del brazo del arma y hacerle una proyección contra el suelo, haciéndole soltar el arma por la fuerza del impacto y dejándolo poco menos que inmóvil. ''Oye, no te quejaras, al final sí hemos jugado'' dijo ella guiñando un ojo. Ayrun era la na chica que no aparentaba una gran amenaza, pero él había querido, como parte de las condiciones de trabajar juntos, que ella se dejara enseñar artes marciales por él. Un poco de Taekwondo, mucho Judo, algunos movimientos libres y muchas horas de entrenamiento y moraduras habían hecho de Ayrun una persona a la que era mejor no enfadar.
Los otros dos hombres probablemente no habían escuchado el ruido entre el sonido de su propio disparar, pero aunque lo hubieran hecho no habrían vuelto atrás, no sin matar y hacer sufrir al hombre que se burlaba de ellos. ''No sé por qué no me veis, si estoy aquí mismo'' se escuchó decir desde una habitación lateral, y cuando entraron se escuchó su voz de nuevo ''venga, venga, que parece que os tenga que llevar de la mano'' esta vez la voz provenía sin duda de detrás de la cortina. Dispararon sin miramientos, imposible que alguien saliera vivo de ahí, vaciaron todo el cargador como si no hubieran querido hacer otra cosa en su vida.
No tuvieron tiempo de reaccionar, de repente una fuerza inesperada movía sus cabezas una contra la otra a una velocidad peligrosa. Detrás de ellos estaba él, usando sus manos para hacer chocar sus cabezas con un sordo ruido desagradable. Sin dar tiempo a sus contrincantes a reaccionar golpeó sus rodillas por detrás para hacerles caer al suelo y con un movimiento medido y practicado dobló la muñeca de Bagtug para hacer que el arma se deslizara de la mano a la suya. Al otro simplemente le obligó a punta de pistola a deshacerse de la que empuñaba y después les hizo a ambos ponerse en una esquina mientras él caminaba hasta las cortinas que habían sido cruelmente agujereadas. ''Así que aquí había dejado el móvil, qué despistado soy'' dijo inclinándose para cogerlo del suelo y guardarlo en su bolsillo.
Bagtug gruñó otra vez, de pura rabia. ''Vendrán más, y más'' dijo comenzando a reír como un maníaco ''y al final recuperaremos lo que queremos''.
Él se limitó a sonreír mientras tecleaba en su móvil. En sólo dos minutos la policía entraría por la puerta.
lunes, 14 de abril de 2014
túnel
Habían pasado muchas horas desde que había dejado de ver la luz. Adentrándose en el túnel se preguntaba por qué y cómo había terminado en esa situación, metido en aquel túnel en el que cada paso parecía una eternidad y cuyas paredes parecían estrecharse a cada metro. Un túnel que era oscuro porque no había ni grietas en sus paredes, un túnel que era tan oscuro que parecía absorber cualquier rastro de luz que intrépido se atreviera a adentrarse en su interminable pasillo.
El aire se hacía denso y difícil de respirar, cargado de humedad y tierra que se desprendía de las viejas paredes, ahogando en silencio cada molesto trago de saliva que lento descendía por su garganta.
Él no quería estar allí, y sin embargo era él mismo quien le había llevado ahí. Nadie le había forzado, nadie le había engañado para hacerlo...y ahí estaba. Giró la cabeza intentando divisar el punto de luz al principio del túnel, por donde había entrado, pero ya no se divisaba tal cosa, solo oscuridad. De todas maneras, no podía volver atrás, no sabía, no quería volver atrás.
Siguió caminando, ahora ya a penas podría haber estirado lo brazos aunque hubiera querido, no había espacio, el túnel era demasiado angosto. De todas maneras, tampoco le importó no poder hacerlo, no podía volar ahí dentro igualmente. Cada paso parecía un poco más lento y corto que el anterior, y no podía ver la salida aún. Si no hubiera sido algo imposible habría pensado ni siquiera avanzaba, que los pasos recaían sobre el mismo punto una y otra vez pese a sus esfuerzos. Qué angustioso resultaba aquello, que agobiante... lo único que apetecía era sentarse y acurrucarse en una pared y dejar pasar las horas sin más compañía que el eco de los sollozos ahogados por la tierra que se filtraba con el aire. Pero él tampoco podía hacer eso, no sabía, no quería hacer eso. Sólo seguir caminando, solo dejar que sus pasos siguieran resonando uno tras otro...sabía que el túnel no tenía salida, y aun así sólo pensaba en caminar...y en que en algún momento aquel túnel se derrumbaría, dejándole libre... o aplastándole.
//Quizá hoy no esté siendo un día muy acogedor.
El aire se hacía denso y difícil de respirar, cargado de humedad y tierra que se desprendía de las viejas paredes, ahogando en silencio cada molesto trago de saliva que lento descendía por su garganta.
Él no quería estar allí, y sin embargo era él mismo quien le había llevado ahí. Nadie le había forzado, nadie le había engañado para hacerlo...y ahí estaba. Giró la cabeza intentando divisar el punto de luz al principio del túnel, por donde había entrado, pero ya no se divisaba tal cosa, solo oscuridad. De todas maneras, no podía volver atrás, no sabía, no quería volver atrás.
Siguió caminando, ahora ya a penas podría haber estirado lo brazos aunque hubiera querido, no había espacio, el túnel era demasiado angosto. De todas maneras, tampoco le importó no poder hacerlo, no podía volar ahí dentro igualmente. Cada paso parecía un poco más lento y corto que el anterior, y no podía ver la salida aún. Si no hubiera sido algo imposible habría pensado ni siquiera avanzaba, que los pasos recaían sobre el mismo punto una y otra vez pese a sus esfuerzos. Qué angustioso resultaba aquello, que agobiante... lo único que apetecía era sentarse y acurrucarse en una pared y dejar pasar las horas sin más compañía que el eco de los sollozos ahogados por la tierra que se filtraba con el aire. Pero él tampoco podía hacer eso, no sabía, no quería hacer eso. Sólo seguir caminando, solo dejar que sus pasos siguieran resonando uno tras otro...sabía que el túnel no tenía salida, y aun así sólo pensaba en caminar...y en que en algún momento aquel túnel se derrumbaría, dejándole libre... o aplastándole.
//Quizá hoy no esté siendo un día muy acogedor.
Palabras de dentro
Caminaba despacio, con la mirada enfocada en el suelo, evitando levantar la vista y mirar el camino que se postraba ante él. Lo había recorrido cientos de veces y no necesitaba verlo, solo sentirlo en sus pies a cada paso. El crujir de las ramas caídas, la delicadeza con la que la hierba se aplastaba al caminar, el olor a tierra y a pino. Podría haber caminado con los ojos cerrados, y no habría vacilado ni en un sólo movimiento, no habría siquiera rozado el tronco de un árbol por accidente. Tantas eran las veces que había ascendido aquella montaña, tantas, desde que era niño...y sin embargo esta vez era distinta a todas las demás, podía sentir que su corazón palpitaba de forma distinta, no más rápido ni más lento, no más fuerte ni más débil que otras veces, simplemente de una forma distinta, como si cada latido le estuviera empujando a seguir caminando, a llegar a la cima.
Se paró al llegar al último rellano antes de la cima. Sólo le quedaban unos 50 metros, a penas unos pocos pasos más y estaría de nuevo ahí arriba. Echó la cabeza hacia atrás, levantando la vista por primera vez del suelo, ojeando el vasto bosque había dejado atrás, los árboles que parecían todo iguales, y que cubrían de verde la ladera de la montaña. Volvió a encarar los últimos metros de subida y zancada tras zancada recorrió la distancia en poco tiempo, deteniéndose justo en medio de la cima. 1856m sobre el nivel del mar, con el sol en lo más distante del horizonte, anaranjado el cielo y las nubes que se concentraban a su rededor. Tomó aire profundamente cerrando los ojos y estirado sus brazos como si estuviera intentando abarcar el mundo. En todas las direcciones caían cascadas de árboles y rocas con distintas formas, cuyas sombras se juntaban entre sí creando formas que no se habían visto antes. Se acercó a el borde de la montaña, encarado al sol y apoyándose en el único árbol que se atrevía a erguirse firme en lo más alto de aquella montaña. Ya había llegado, y aunque nadie podía saberlo entonces, el estaba convencido, sabía que sería la última vez.
Se paró al llegar al último rellano antes de la cima. Sólo le quedaban unos 50 metros, a penas unos pocos pasos más y estaría de nuevo ahí arriba. Echó la cabeza hacia atrás, levantando la vista por primera vez del suelo, ojeando el vasto bosque había dejado atrás, los árboles que parecían todo iguales, y que cubrían de verde la ladera de la montaña. Volvió a encarar los últimos metros de subida y zancada tras zancada recorrió la distancia en poco tiempo, deteniéndose justo en medio de la cima. 1856m sobre el nivel del mar, con el sol en lo más distante del horizonte, anaranjado el cielo y las nubes que se concentraban a su rededor. Tomó aire profundamente cerrando los ojos y estirado sus brazos como si estuviera intentando abarcar el mundo. En todas las direcciones caían cascadas de árboles y rocas con distintas formas, cuyas sombras se juntaban entre sí creando formas que no se habían visto antes. Se acercó a el borde de la montaña, encarado al sol y apoyándose en el único árbol que se atrevía a erguirse firme en lo más alto de aquella montaña. Ya había llegado, y aunque nadie podía saberlo entonces, el estaba convencido, sabía que sería la última vez.
Gente..
La gente. Sin duda algo importante en la vida de cada persona. A lo largo de toda la vida de cada persona nos vemos rodeados de gente. Ya no sólo la familia, sino que desde temprana edad estamos rodeados de mucha gente que no conocemos, en la guardería, el colegio, el instituto... ¿Con cuánta gente nos cruzamos en nuestra vida y por qué elegimos a quienes elegimos?
Buff. Quién sabe, hay tantas cosas que se podrían decir al respecto. A veces por una impresión, otras por cercanía, por compartir un hobby...por lo que sea.
Pero la gente que entra, a veces acaba por desaparecer, unas veces por cosas incontrolables, otras por tu propia culpa, otras porque simplemente la gente no era quién o cómo tú esperabas. Esta última es la que realmente deja cicatriz.
Puedes entender que simplemente el tiempo de alguien a tu lado acabe, que los caminos se separen...pero que todo lo que creías de esas personas no era más que una fachada... eso es muy difícil de encajar.
Ahora mismo me siento extraño, un poco vacío en un instante, pero un vacío que se llena de pronto de rabia y odio. Ni siquiera sé si hacia personas o la situación en general. No me agrada en absoluto sentirme así, y de hecho hacía mucho tiempo que no sentía eso. Imagino que es algo que pasará y se irá desvaneciendo, pero mientras sigue causando esa sensación desagradable.
Es cierto que al escribir sobre ello me alivio un poco, tan cierto como que,
y no podía ser de otra manera, lo único que me apetece ahora, está a kms de mi.
Buff. Quién sabe, hay tantas cosas que se podrían decir al respecto. A veces por una impresión, otras por cercanía, por compartir un hobby...por lo que sea.
Pero la gente que entra, a veces acaba por desaparecer, unas veces por cosas incontrolables, otras por tu propia culpa, otras porque simplemente la gente no era quién o cómo tú esperabas. Esta última es la que realmente deja cicatriz.
Puedes entender que simplemente el tiempo de alguien a tu lado acabe, que los caminos se separen...pero que todo lo que creías de esas personas no era más que una fachada... eso es muy difícil de encajar.
Ahora mismo me siento extraño, un poco vacío en un instante, pero un vacío que se llena de pronto de rabia y odio. Ni siquiera sé si hacia personas o la situación en general. No me agrada en absoluto sentirme así, y de hecho hacía mucho tiempo que no sentía eso. Imagino que es algo que pasará y se irá desvaneciendo, pero mientras sigue causando esa sensación desagradable.
Es cierto que al escribir sobre ello me alivio un poco, tan cierto como que,
y no podía ser de otra manera, lo único que me apetece ahora, está a kms de mi.
Un pequeño regalo (12)
Cómo había llegado él hasta allí seguramente sería un misterio para los del MFM, no podían imaginarse que todo era un astuto plan que estaba tramado para que les llevaran a su base de operaciones. La idea había sido tan simple como ingeniosa. No podían arriesgarse a seguirles de de cerca con un coche, eso podrían detectarlo con facilidad. Pero...¿ Y si el coche solo seguía la ruta hecha por el otro coche y no a éste? El móvil en el bolsillo de Ayrun había estado encendido todo el rato, y él había estado escuchando lo que decían, especialmente la supuesta contraseña para abrir la cajita. 13D, 4D, 16I, etc. Esto no era la contraseña de nada, de hecho no servía para nada esa parte de la caja, era simplemente lo necesario para forjar un mapa que seguir. 13 segundos y giro a la derecha. 4 segundos y giro a la derecha, 16 segundos y giro a la izquierda. Lo de toser significaba que habían parado, lo cual era una importante referencia para tener en cuenta los semáforos. Por eso Ayrun espero hasta el final para revelar la supuesta contraseña, tenía que pasar las coordenadas todas de una, y solo podía hacerlo cuando las tuviera todas. Al introducir la mano para sacar el móvil colgó la llamada, y con ello eliminó toda posibilidad de ser detectada.
Así es como tan sólo unos minutos después había llegado él al lugar. Colarse había sido de lo más sencillo, ya que el MFM no sabía aún que ellos iban un paso por detrás que las dos personas a las que se enfrentaban, y por ello se habían retrasado con la implantación de las medidas de seguridad. Había sido tan fácil como entrar por una ventana lateral del edificio después de forzar el pestillo silenciosamente. Ahora sólo tenía que esperar a que entraran a Ayrun, y cuando viera una oportunidad clara... se lanzaría a por ellos, dos contra tres. Era mejor que dos contra cinco, por eso habían ideado el plan de la llave, así conseguían dividirlos en dos grupos. En verdad él había contado con que serían tres los que irrunpirían en la casa y sólo dos los que permanecerían con Ayrun, pero el plan debía de continuar de igual manera, ahora no podía cambiar nada del plan.
Mientras tanto, en otra parte de la ciudad los dos hombres del MFM volvían a forzar la cerradura de la entrada de la casa, aunque esta vez sin importarles demasiado si quedaban marcas de ello. Tomaron sus precauciones y su primera acción fue revisar que no hubiera nadie en la casa. Estaba vacía. El que había encañonado a Ayrun espetó la orden. ''Rebusca en el macetero'' dijo bruscamente, señalandolo con la pistola en la mano. El otro hombre no dijo nada, solo asintió y se acercó al macetero, empezando a escarbar y vaciar la tierra sobre la mesa del recibidor.
Entonces ocurrió lo inesperado, la tierra que no habia estado en contacto con el aire todavía comenzó a evaporarse y se convirtió en un gas que se expandió con asombrosa velocidad. Ambos intentaron alejarse y aguantar la respiración, pero era inutil, el gas se filtraba por los poros y la toxina ya estaba en sus cuerpos. El ruido de sirenas de la policía se oía a lo lejos, aunque cada vez más cerca, y los dos miembros del MFM no podían moverse, su cara de pánico congelada en su rostro al igual que todos los músculos de su cuerpo. La segunda parte del plan había sido un éxito.
Así es como tan sólo unos minutos después había llegado él al lugar. Colarse había sido de lo más sencillo, ya que el MFM no sabía aún que ellos iban un paso por detrás que las dos personas a las que se enfrentaban, y por ello se habían retrasado con la implantación de las medidas de seguridad. Había sido tan fácil como entrar por una ventana lateral del edificio después de forzar el pestillo silenciosamente. Ahora sólo tenía que esperar a que entraran a Ayrun, y cuando viera una oportunidad clara... se lanzaría a por ellos, dos contra tres. Era mejor que dos contra cinco, por eso habían ideado el plan de la llave, así conseguían dividirlos en dos grupos. En verdad él había contado con que serían tres los que irrunpirían en la casa y sólo dos los que permanecerían con Ayrun, pero el plan debía de continuar de igual manera, ahora no podía cambiar nada del plan.
Mientras tanto, en otra parte de la ciudad los dos hombres del MFM volvían a forzar la cerradura de la entrada de la casa, aunque esta vez sin importarles demasiado si quedaban marcas de ello. Tomaron sus precauciones y su primera acción fue revisar que no hubiera nadie en la casa. Estaba vacía. El que había encañonado a Ayrun espetó la orden. ''Rebusca en el macetero'' dijo bruscamente, señalandolo con la pistola en la mano. El otro hombre no dijo nada, solo asintió y se acercó al macetero, empezando a escarbar y vaciar la tierra sobre la mesa del recibidor.
Entonces ocurrió lo inesperado, la tierra que no habia estado en contacto con el aire todavía comenzó a evaporarse y se convirtió en un gas que se expandió con asombrosa velocidad. Ambos intentaron alejarse y aguantar la respiración, pero era inutil, el gas se filtraba por los poros y la toxina ya estaba en sus cuerpos. El ruido de sirenas de la policía se oía a lo lejos, aunque cada vez más cerca, y los dos miembros del MFM no podían moverse, su cara de pánico congelada en su rostro al igual que todos los músculos de su cuerpo. La segunda parte del plan había sido un éxito.
jueves, 10 de abril de 2014
Un pequeño regalo (11)
Haca un día agradable, el sol se había escapado de las nubes a medio día y no parecía tener intención de querer volver con ellas. Ayrun había aprovechado la oportunidad para enfundarse sus shorts vaqueros nuevos y una camiseta verde de manga corta. Iba ligera, y con calzado cómodo, por si se daba la situación en la que tenía que salir corriendo, pero eso no tendría por qué pasar, al menos no hasta dentro de un buen rato. Caminaba ligeramente más rápido que la media, echando miradas furtivas a derecha e izquierda cada poco tiempo, aparentando un nerviosismo que no sentía. Estaba más tranquila que nadie, todo estaba calculado.
Cruzó el semáforo y se metió en la panadería, a los pocos segundos salió con un pequeño paquete bajo el brazo, no más grande que un puño. Sonrió interiormente, manteniendo es su cara una expresión de preocupación. Ahora debía ser el momento del contacto, tenía que hacerlo bien, creíble. No tuvo que caminar mucho más, al girar la esquina advirtió que ya estaban acercándose a distancia de contacto, y tras 50 metros notó el cañón de una pistola apretándose contra su espalda. ''Sigue caminando con normalidad o haré que dejes de caminar para siempre'' dijo el hombre que le había interceptado. Su voz era fría y mecánica, no daba ninguna señal de humanidad al hablar. Ayrun se limitó a asentir y a dejarse guiar por aquel hombre que seguía presionando el arma contra su cuerpo. De pronto, un coche negro paró justo a su lado y la puerta se abrió, ansiosa. No necesitaba que le dieran instrucciones para saber lo que le tocaba hacer, pero aún así cumplió con su papel y esperó a que el hombre le empujara hacia el coche.
A solo 25 metros, alguien tomaba nota de aquel coche y del lugar exacto donde había parado, y se marchaba a paso ligero y con una amplia sonrisa cruzando su rostro.
En el interior del coche había 4 personas. El conductor, que era uno de los hombres que le había estado siguiendo el día de antes; el copiloto, que era Bagtug; el que todavía le apuntaba con el arma, y Ayrun. Nada más entrar le habían quitado el paquete y habían investigado su contenido. Había una caja de metal duro, cerrada con un mecanismo ingenioso que funcionaba como un puzzle que había que resolver para poder abrir la cajita. Lo primero que había que hacer, había dicho Ayrun, era poner los números y letras correctos en las ruedas de la parte frontal. ''No me acuerdo muy bien'' dijo ella cuando le pidieron los números. Le apuntaron con el arma a la cabeza. ''Me estás poniendo nerviosa, así no puedo recordar'' fue el único comentario de Ayrun, que permaneció el resto del viaje en silencio, aparentemente pensando en la combinación. No fue un viaje muy largo, a penas unas calles más hacia las afueras de la ciudad. Entonces Ayrun habló, exaltada, como si acabara de recordar la secuencia que hacia falta para abrir la cajita. ''Ya me acuerdo, estoy segura'' tomó aire antes de comenzar a dictar ''13D, 4D, 16I'' tosió antes de proseguir ''12D, 14I'' tosió de nuevo ''perdón, estoy mal de la garganta. 22I 6D. Esa es la combinación'' dijo por fin.
Con una sola mano, mientras apuntaba a Ayrun con la pistola, el hombre había ido poniendo los datos que ella dictaba. La cajita no se abría, el hombre gruñó descontento. ''¿Qué más hace falta para abrir esta puta caja?" Preguntó irritado.
Ayrun suspiró y metió la mano en el bolsillo de la chaqueta, deteniéndose para esperar a un signo de aprobación por parte de su temporal secuestrador. Éste asintió. ''Pero despacito'' añadió con desgana. Ayrun sacó su teléfono móvil y le enseñó una foto de una llave diminuta. ''Está en el florero del recibidor, enterrada en la maceta de porcelana''. Ella y el hombre se miraron unos segundos, a Ayrun le pareció que él se estaba exasperando tanto que le iba a dar un ataque, pero no. Le arrebató el móvil de las manos y la echó fuera del coche. ''Tú'' le dijo a Bagtug. ''Tú y los otros dos os quedais dentro con ella'' dijo señalando a la casa que tenían en frente. ''Nosotros dos iremos al piso a por la maldita llave. Pero como sea una trampa...'' se giró a Ayrun ''haré que te vuelen la tapa de los sesos''. No dio tiempo a nadie de contestar, se volvió a meter en el coche y se alejó con el conductor a toda velocidad.
Ayrun le extrañó que le dejaran a solas con Bagtug, podría noquearlo fácilmente y salir corriendo de allí... pero el ruido de una puerta le hizo perder toda esperanza de aquello. Dos hombres altos y de caracter rudo salieron de la casa para ''acompañar'' a Ayrun al interior y asegurarse de que estuviera "cómoda''.
Lo que nadie sabía, es que mientras que dos hombres habían salido a recibirla, uno había entrado a escondidas.
Cruzó el semáforo y se metió en la panadería, a los pocos segundos salió con un pequeño paquete bajo el brazo, no más grande que un puño. Sonrió interiormente, manteniendo es su cara una expresión de preocupación. Ahora debía ser el momento del contacto, tenía que hacerlo bien, creíble. No tuvo que caminar mucho más, al girar la esquina advirtió que ya estaban acercándose a distancia de contacto, y tras 50 metros notó el cañón de una pistola apretándose contra su espalda. ''Sigue caminando con normalidad o haré que dejes de caminar para siempre'' dijo el hombre que le había interceptado. Su voz era fría y mecánica, no daba ninguna señal de humanidad al hablar. Ayrun se limitó a asentir y a dejarse guiar por aquel hombre que seguía presionando el arma contra su cuerpo. De pronto, un coche negro paró justo a su lado y la puerta se abrió, ansiosa. No necesitaba que le dieran instrucciones para saber lo que le tocaba hacer, pero aún así cumplió con su papel y esperó a que el hombre le empujara hacia el coche.
A solo 25 metros, alguien tomaba nota de aquel coche y del lugar exacto donde había parado, y se marchaba a paso ligero y con una amplia sonrisa cruzando su rostro.
En el interior del coche había 4 personas. El conductor, que era uno de los hombres que le había estado siguiendo el día de antes; el copiloto, que era Bagtug; el que todavía le apuntaba con el arma, y Ayrun. Nada más entrar le habían quitado el paquete y habían investigado su contenido. Había una caja de metal duro, cerrada con un mecanismo ingenioso que funcionaba como un puzzle que había que resolver para poder abrir la cajita. Lo primero que había que hacer, había dicho Ayrun, era poner los números y letras correctos en las ruedas de la parte frontal. ''No me acuerdo muy bien'' dijo ella cuando le pidieron los números. Le apuntaron con el arma a la cabeza. ''Me estás poniendo nerviosa, así no puedo recordar'' fue el único comentario de Ayrun, que permaneció el resto del viaje en silencio, aparentemente pensando en la combinación. No fue un viaje muy largo, a penas unas calles más hacia las afueras de la ciudad. Entonces Ayrun habló, exaltada, como si acabara de recordar la secuencia que hacia falta para abrir la cajita. ''Ya me acuerdo, estoy segura'' tomó aire antes de comenzar a dictar ''13D, 4D, 16I'' tosió antes de proseguir ''12D, 14I'' tosió de nuevo ''perdón, estoy mal de la garganta. 22I 6D. Esa es la combinación'' dijo por fin.
Con una sola mano, mientras apuntaba a Ayrun con la pistola, el hombre había ido poniendo los datos que ella dictaba. La cajita no se abría, el hombre gruñó descontento. ''¿Qué más hace falta para abrir esta puta caja?" Preguntó irritado.
Ayrun suspiró y metió la mano en el bolsillo de la chaqueta, deteniéndose para esperar a un signo de aprobación por parte de su temporal secuestrador. Éste asintió. ''Pero despacito'' añadió con desgana. Ayrun sacó su teléfono móvil y le enseñó una foto de una llave diminuta. ''Está en el florero del recibidor, enterrada en la maceta de porcelana''. Ella y el hombre se miraron unos segundos, a Ayrun le pareció que él se estaba exasperando tanto que le iba a dar un ataque, pero no. Le arrebató el móvil de las manos y la echó fuera del coche. ''Tú'' le dijo a Bagtug. ''Tú y los otros dos os quedais dentro con ella'' dijo señalando a la casa que tenían en frente. ''Nosotros dos iremos al piso a por la maldita llave. Pero como sea una trampa...'' se giró a Ayrun ''haré que te vuelen la tapa de los sesos''. No dio tiempo a nadie de contestar, se volvió a meter en el coche y se alejó con el conductor a toda velocidad.
Ayrun le extrañó que le dejaran a solas con Bagtug, podría noquearlo fácilmente y salir corriendo de allí... pero el ruido de una puerta le hizo perder toda esperanza de aquello. Dos hombres altos y de caracter rudo salieron de la casa para ''acompañar'' a Ayrun al interior y asegurarse de que estuviera "cómoda''.
Lo que nadie sabía, es que mientras que dos hombres habían salido a recibirla, uno había entrado a escondidas.
Qué hacer, no es tan fácil.
Yo debería estar durmiendo, pero he tenido una conversación inesperada con alguien que necesitaba tratar un tema, y a raíz de ello me ha venido esta reflexión.
A veces nos ocurre que queremos algo tanto en un determinado momento que, aún sabiendo que podría llegar a perjudicarnos en un plazo un poco más largo, no somos capaces de resistirnos a ello.
Algunos dirán que eso depende de cuánto se quiera esa cosa, otros de cómo de negativas pueden llegar a ser las consecuencias. Los más precabidos dirán que es un cálculo que tiene en cuenta ambas variables. Cada uno tendrá su propia vara de medir, y más importante aún, su propia capacidad para resistirse de hacerlo. Lo que hay que reconocer es que sea como sea, muas veces es tremendamente difícil decirle no al corazón.
Cuando estas decisiones envuelven a otras personas y sus reacciones/sentimientos todo se complica, la cantidad de variables implicadas a tener en cuenta se disparan...ya no sólo importa cuánto quieres eso y qué consecuencias puede tener para ti, sino que ahora además hay que ver cuánto y como le va a afectar a esa persona implicada, en qué medida, etc. Con tanta variable, y tanto cálculo, es fácil cometer errores, pues no somos maquinas perfectas, ni mucho menos. A veces incluso ni nos damos cuenta de que lo que hemos elegido hacer puede estar molestando/afectando a otra persona.
No estoy intentando justificar nada ni a nadie, ni acciones ni in-acciones. Simplemente me he puesto a pensar en esto, y ahora que lo miro, en retrospectiva, he advertido que no es algo ajeno a mi, a nadie en verdad. Yo lo he hecho en el pasado, a veces consciente de lo que estaba arriesgando, y otras sin realmente tener ni idea. Unas veces ha valido la pena, y muchas otras ha sido un error.
Y no puedo disculparme, ni lo pretendo, porque al final del día solo nosotros somos dueños de lo que decidimos hacer o no; pero sí que puedo decir, que decida lo que decida en esas situaciones, es todo con el corazón.
Decir o saber esto no mitiga las consecuencias de los actos...pero me hace dormir mejor. Soy fiel a eso en lo que siempre siento, aunque algunos lo vean un error.
~Let it go, let it go...can't hold it back anymore~ :)
Dudedudedu...
A veces nos ocurre que queremos algo tanto en un determinado momento que, aún sabiendo que podría llegar a perjudicarnos en un plazo un poco más largo, no somos capaces de resistirnos a ello.
Algunos dirán que eso depende de cuánto se quiera esa cosa, otros de cómo de negativas pueden llegar a ser las consecuencias. Los más precabidos dirán que es un cálculo que tiene en cuenta ambas variables. Cada uno tendrá su propia vara de medir, y más importante aún, su propia capacidad para resistirse de hacerlo. Lo que hay que reconocer es que sea como sea, muas veces es tremendamente difícil decirle no al corazón.
Cuando estas decisiones envuelven a otras personas y sus reacciones/sentimientos todo se complica, la cantidad de variables implicadas a tener en cuenta se disparan...ya no sólo importa cuánto quieres eso y qué consecuencias puede tener para ti, sino que ahora además hay que ver cuánto y como le va a afectar a esa persona implicada, en qué medida, etc. Con tanta variable, y tanto cálculo, es fácil cometer errores, pues no somos maquinas perfectas, ni mucho menos. A veces incluso ni nos damos cuenta de que lo que hemos elegido hacer puede estar molestando/afectando a otra persona.
No estoy intentando justificar nada ni a nadie, ni acciones ni in-acciones. Simplemente me he puesto a pensar en esto, y ahora que lo miro, en retrospectiva, he advertido que no es algo ajeno a mi, a nadie en verdad. Yo lo he hecho en el pasado, a veces consciente de lo que estaba arriesgando, y otras sin realmente tener ni idea. Unas veces ha valido la pena, y muchas otras ha sido un error.
Y no puedo disculparme, ni lo pretendo, porque al final del día solo nosotros somos dueños de lo que decidimos hacer o no; pero sí que puedo decir, que decida lo que decida en esas situaciones, es todo con el corazón.
Decir o saber esto no mitiga las consecuencias de los actos...pero me hace dormir mejor. Soy fiel a eso en lo que siempre siento, aunque algunos lo vean un error.
~Let it go, let it go...can't hold it back anymore~ :)
Dudedudedu...
miércoles, 9 de abril de 2014
Un pequeño regalo (10)
Se pasaba la mano por la barbilla acariciando su barba mientras sopesaba lo que había propuesto Ayrun. Se habían metido en el baño para poder halar con tranquilidad, habian comprobado meticulosamente que no había ningún micrófono en esa parte de la casa, y por lo tanto podían hablar sin tener que andar se con rodeos. Estaban debatiendo sobre el siguiente paso a seguir, y aunque estaban de acuerdo en que tocaría exponerse y dejar que el MFM estableciera contacto directo con ellos, discernían en opinión en cuanto a quién y de que manera debían llevar a cabo esa parte del plan. Ayrun había dicho una gran verdad, por mal o por bien era más probable que se atrevieran a acercarse a ella si la encontraban sola, parecía mucho menos una amenaza que él con sus casi dos metros de altura. Pero no le hacia ninguna gracia ponerla en peligro.
''No sé, Ayrun, puede que tengas razón, pero no me gusta nada la idea, no quiero que te pase nada'' comentó mientras soltaba un pequeño suspiro y miraba a la ventana pequeña de al lado de la ducha. Ayrun entornó los ojos e hizo un aspaviento sarcástico. ''Claro, yo sin embargo, quiero que te pase de todo. Eres tonto, ¿eh?'' Contestó ella sacudiendo la cabeza incrédula. Él la miro y se encogió de hombros. ''Creía que eso había quedado claro desde el primer día'' se limitó a decir, volviendo a acariciar la barba de su mentón con lentitud y parsimonia. Hubo un momento de silencio, Ayrun no tenía más que decir, y sabía perfectamente cuándo respetar su silencio para pensar. A veces había llegado a estar hasta 20 minutos en silencio esperándole, aunque esta vez sólo fue un par de minutos. ''Está bien, Ayrun, pero se hará tal y como yo diga, no puedo correr riesgos, no contigo'' dijo finalmente, mirándola muy seriamente. Ayrun asintió con la cabeza, no tenía nada que objetar, y aunque lo hubiera tenido, en esta ocasión habría sido inútil intentar discutir con él. ''De acuerdo, soy todo oídos pues'' contestó Ayrun, con los ojos brillantes de curiosidad por saber qué plan había ideado su compañero en tan poco espacio de tiempo.
No se hizo de rogar, y le explicó con todo lujo de detalles cada paso del plan, con cada posible ramificación y cómo deberían de actuar según esas posibles ramificaciones fueran surgiendo. Ella escuchaba muy atentamente, asimilando cada una de las palabras con facilidad y maravillada con la capacidad suya de elaborar tantas ideas en tan poco tiempo. La explicación no duró, a pesar de la elaboración de la misma, más de 10 minutos.
''Entendido'' dijo Ayrun cuando él hubo terminado de explicarse, y se levantó dispuesta a abandonar el baño y prepararse. Cuando pasó por su lado, él le cogió de la muñeca con cuidado. ''Ayrun...'' dijo él levantando la mirada hacia ella ''ten mucho cuidado''. Ayrun sonrió, lo que desconcertó a su compañero. ''No te preocupes...'' hizo una pausa breve ''estará velando por mi el mejor''. Y dicho eso, deslizó su mano fuera de la de él y salió de la habitación, dejándole sumido en su obvia, aunque no visible, preocupación.
Habían terminado de comer, unas croquetas de jamón y unas berengenas rellenas de cosas cuyo nombre él no quería ni saber. El postre lo había preparado él, aunque la receta había sido originalmente de Ayrun, pero le había dado su toque original. Muffins. ''No está nada mal, me gustan'' dijo Ayrun mientras engullía los últimos trozos. Él movió la nariz de lado a lado ''si con eso quieres decir que tengo que hacer de estas más a menudo... de acuerdo'' contestó él, echándose hacia atrás en la silla y tomando aire para hablar. ''Por cierto, Ayrun, tienes que ir a por eso, ya sabes, estará listo cuando llegues, intenta que no te vean'' dijo guiñando un ojo para darle un poco de humor al asunto. Ella casi se echa a reír, pero al final pudo contenerse y contestó con total normalidad. ''Desde luego, así lo haré, saldré en unos minutos''.
Y a unos cien metros, en una furgoneta de color blanco, un hombre comenzaba a dar instrucciones frenéticamente a sus compañeros por teléfono. El juego acababa de comenzar.
''No sé, Ayrun, puede que tengas razón, pero no me gusta nada la idea, no quiero que te pase nada'' comentó mientras soltaba un pequeño suspiro y miraba a la ventana pequeña de al lado de la ducha. Ayrun entornó los ojos e hizo un aspaviento sarcástico. ''Claro, yo sin embargo, quiero que te pase de todo. Eres tonto, ¿eh?'' Contestó ella sacudiendo la cabeza incrédula. Él la miro y se encogió de hombros. ''Creía que eso había quedado claro desde el primer día'' se limitó a decir, volviendo a acariciar la barba de su mentón con lentitud y parsimonia. Hubo un momento de silencio, Ayrun no tenía más que decir, y sabía perfectamente cuándo respetar su silencio para pensar. A veces había llegado a estar hasta 20 minutos en silencio esperándole, aunque esta vez sólo fue un par de minutos. ''Está bien, Ayrun, pero se hará tal y como yo diga, no puedo correr riesgos, no contigo'' dijo finalmente, mirándola muy seriamente. Ayrun asintió con la cabeza, no tenía nada que objetar, y aunque lo hubiera tenido, en esta ocasión habría sido inútil intentar discutir con él. ''De acuerdo, soy todo oídos pues'' contestó Ayrun, con los ojos brillantes de curiosidad por saber qué plan había ideado su compañero en tan poco espacio de tiempo.
No se hizo de rogar, y le explicó con todo lujo de detalles cada paso del plan, con cada posible ramificación y cómo deberían de actuar según esas posibles ramificaciones fueran surgiendo. Ella escuchaba muy atentamente, asimilando cada una de las palabras con facilidad y maravillada con la capacidad suya de elaborar tantas ideas en tan poco tiempo. La explicación no duró, a pesar de la elaboración de la misma, más de 10 minutos.
''Entendido'' dijo Ayrun cuando él hubo terminado de explicarse, y se levantó dispuesta a abandonar el baño y prepararse. Cuando pasó por su lado, él le cogió de la muñeca con cuidado. ''Ayrun...'' dijo él levantando la mirada hacia ella ''ten mucho cuidado''. Ayrun sonrió, lo que desconcertó a su compañero. ''No te preocupes...'' hizo una pausa breve ''estará velando por mi el mejor''. Y dicho eso, deslizó su mano fuera de la de él y salió de la habitación, dejándole sumido en su obvia, aunque no visible, preocupación.
Habían terminado de comer, unas croquetas de jamón y unas berengenas rellenas de cosas cuyo nombre él no quería ni saber. El postre lo había preparado él, aunque la receta había sido originalmente de Ayrun, pero le había dado su toque original. Muffins. ''No está nada mal, me gustan'' dijo Ayrun mientras engullía los últimos trozos. Él movió la nariz de lado a lado ''si con eso quieres decir que tengo que hacer de estas más a menudo... de acuerdo'' contestó él, echándose hacia atrás en la silla y tomando aire para hablar. ''Por cierto, Ayrun, tienes que ir a por eso, ya sabes, estará listo cuando llegues, intenta que no te vean'' dijo guiñando un ojo para darle un poco de humor al asunto. Ella casi se echa a reír, pero al final pudo contenerse y contestó con total normalidad. ''Desde luego, así lo haré, saldré en unos minutos''.
Y a unos cien metros, en una furgoneta de color blanco, un hombre comenzaba a dar instrucciones frenéticamente a sus compañeros por teléfono. El juego acababa de comenzar.
martes, 8 de abril de 2014
un pequeño regalo (9)
Al día siguiente, de buena mañana, llamaron a la puerta. Ambos lo habían escuchado, pero eran las 9 de la mañana y ninguno de los dos tenía ganas de levantarse, no les gustaba madrugar; pero la puerta seguía sonando y no parecía que fuera a parar. Él gruñó hundiendo la cara en la almohada, ella se acurrucó más y giró en la cama, no querían levantarse de ninguna de las maneras, pero la puerta seguía sonando. Ayrun se destapó y con un suspiro se levantó hacia la puerta, él blasfemó por lo bajo y se levantó de un salto, apresurándose a grandes zancadas al lugar de donde provenía el molesto ruido.
Se cruzaron en mitad del pasillo, ambos despeinados, desaliñados y totalmente con su peor cara. Ayrun abrió los ojos de par en par, y ahogando un gemido mezcla de sorpresa y horror y se apresuró de vuelta a su cuarto para arreglarse. Él no pudo hacer más que reír de buena gana, y acto seguido abrió la puerta.
Un chico joven, más bien un niño, estaba de pie en la puerta y con un sobre en la mano.Lo de usar a niños y jóvenes para sus recados lo había sacado, como muchos podréis imaginar, del gran Sherlock Holmes. Es cierto, le había cogido la idea a un genio, al mejor de los detectives, pero eso era precisamente una de las mejores cosas que tenía. No le importaba admitir que había ideas mejores y métodos mas eficientes que los suyos, pero tampoco le importaba utilizarlos a su favor.
Estos chicos no tenían nada en común más que el hecho de que sabían del mundo de las calles y todos le conocían a él. Se juntaban de vez en cuando, y él y Ayrun les enseñaban cosas importantes, como leer, matemáticas, robar una cartera... esto último lo enseñaba él y se justificaba con que a veces era imprescindible ser ágil con las manos. Él era bueno, pero nadie dijo que fuera del todo legal...
''Creía que no me abriríais hoy, señor'' dijo el chaval desbordando desparpajo. Extendió la mano con el sobre y lo retiró justo cuando él iba a cogerlo. Soltó una carcajada ''Claro, claro, Roy. Como siempre, lo primero es lo primero. ¿Vendrás mañana a perder al ajedrez?'' Dijo mientras alcanzaba el monedero del recibidor y sacaba un billete de 5, extendiéndolo lentamente hacia el chaval. ''No señor'' contestó el chico mientras cogía el billete y le daba el sobre ''vendré a ganar. Y la próxima vez que abra Ayrun en vez de usted''. Él levantó una ceja ''y eso ¿por qué es? ¿te gusta?" el chico se sonrojó un poco y mientras salía corriendo contestó en voz alta ''¡y a quién no!''.
Estaban en la cocina, Ayrun preparaba el desayuno y él destapaba el sobre tranquilamente y sacaba la carta mecanografiada del interior. ''Ya está listo el desayuno'' anunció Ayrun cuando advirtió que él ya había terminado de leer. Él asintió y le sonrió mirando al batido de frutas y las tostadas que había preparado y que ahora estaban sobre una bandeja de camino a la mesa. Le enseñó la carta, que leía así: Según parece nuestro amigo se llama Bagtug Shaklak, nacido en África aunque de padres europeos. Tenía 19 años de edad y habia tomado parte en más de 5 robos a mano armada, 2 raptos y varias cosas más. Segun su fuente ahora trabajaba para los MFM, Murder for Money. El nombre sugiere que solo se de dedicaban al asesinato, y asi era al principio, pero después se dieron cuenta de que era más rentable.diversificar y ampliar sus opciones, haciendo raptos, robos y otras cosas poco agradables. Aun con todo, decidieron dejarse el nombre inicial.
''Las manzanas del cesto están podridas'' dijo Ayrun evitando hablar claramente a sabiendas de que estaban siendo escuchados, mientras sorbía de su batido, imaginando qué podría estar pensando su compañero. ''Lo están, es cierto'' hizo una pausa ''y me temo que va a ser complicado limpiar la cesta...'' suspiró y puso los dedos en sus sienes unos segundos, frotándolas con cuidado. Ayrun advirtió que iba a decir que le molestaba.
''tengo que admitir que me perturba no saber qué quiere tu prima. Pero te puedo asegurar que lo que quería regalarle no es como para ponerse así, tan... agresiva'' reflexionó unos segundos más. .''Debe tratarse de una confusión por su parte'' dijo frunciendo el ceño levemente ''debe pensar que es algo que en verdad no es''. Ayrun ladeó la cabeza levemente y preguntó con curiosidad ''¿Cómo qué?"
Él respiró hondo y pegó un bocado a su tostada, devolviéndole la mirada a su compañera. ''Eso, mi querida Ayrun, es lo que vamos a averiguar ahora mismo''
Se cruzaron en mitad del pasillo, ambos despeinados, desaliñados y totalmente con su peor cara. Ayrun abrió los ojos de par en par, y ahogando un gemido mezcla de sorpresa y horror y se apresuró de vuelta a su cuarto para arreglarse. Él no pudo hacer más que reír de buena gana, y acto seguido abrió la puerta.
Un chico joven, más bien un niño, estaba de pie en la puerta y con un sobre en la mano.Lo de usar a niños y jóvenes para sus recados lo había sacado, como muchos podréis imaginar, del gran Sherlock Holmes. Es cierto, le había cogido la idea a un genio, al mejor de los detectives, pero eso era precisamente una de las mejores cosas que tenía. No le importaba admitir que había ideas mejores y métodos mas eficientes que los suyos, pero tampoco le importaba utilizarlos a su favor.
Estos chicos no tenían nada en común más que el hecho de que sabían del mundo de las calles y todos le conocían a él. Se juntaban de vez en cuando, y él y Ayrun les enseñaban cosas importantes, como leer, matemáticas, robar una cartera... esto último lo enseñaba él y se justificaba con que a veces era imprescindible ser ágil con las manos. Él era bueno, pero nadie dijo que fuera del todo legal...
''Creía que no me abriríais hoy, señor'' dijo el chaval desbordando desparpajo. Extendió la mano con el sobre y lo retiró justo cuando él iba a cogerlo. Soltó una carcajada ''Claro, claro, Roy. Como siempre, lo primero es lo primero. ¿Vendrás mañana a perder al ajedrez?'' Dijo mientras alcanzaba el monedero del recibidor y sacaba un billete de 5, extendiéndolo lentamente hacia el chaval. ''No señor'' contestó el chico mientras cogía el billete y le daba el sobre ''vendré a ganar. Y la próxima vez que abra Ayrun en vez de usted''. Él levantó una ceja ''y eso ¿por qué es? ¿te gusta?" el chico se sonrojó un poco y mientras salía corriendo contestó en voz alta ''¡y a quién no!''.
Estaban en la cocina, Ayrun preparaba el desayuno y él destapaba el sobre tranquilamente y sacaba la carta mecanografiada del interior. ''Ya está listo el desayuno'' anunció Ayrun cuando advirtió que él ya había terminado de leer. Él asintió y le sonrió mirando al batido de frutas y las tostadas que había preparado y que ahora estaban sobre una bandeja de camino a la mesa. Le enseñó la carta, que leía así: Según parece nuestro amigo se llama Bagtug Shaklak, nacido en África aunque de padres europeos. Tenía 19 años de edad y habia tomado parte en más de 5 robos a mano armada, 2 raptos y varias cosas más. Segun su fuente ahora trabajaba para los MFM, Murder for Money. El nombre sugiere que solo se de dedicaban al asesinato, y asi era al principio, pero después se dieron cuenta de que era más rentable.diversificar y ampliar sus opciones, haciendo raptos, robos y otras cosas poco agradables. Aun con todo, decidieron dejarse el nombre inicial.
''Las manzanas del cesto están podridas'' dijo Ayrun evitando hablar claramente a sabiendas de que estaban siendo escuchados, mientras sorbía de su batido, imaginando qué podría estar pensando su compañero. ''Lo están, es cierto'' hizo una pausa ''y me temo que va a ser complicado limpiar la cesta...'' suspiró y puso los dedos en sus sienes unos segundos, frotándolas con cuidado. Ayrun advirtió que iba a decir que le molestaba.
''tengo que admitir que me perturba no saber qué quiere tu prima. Pero te puedo asegurar que lo que quería regalarle no es como para ponerse así, tan... agresiva'' reflexionó unos segundos más. .''Debe tratarse de una confusión por su parte'' dijo frunciendo el ceño levemente ''debe pensar que es algo que en verdad no es''. Ayrun ladeó la cabeza levemente y preguntó con curiosidad ''¿Cómo qué?"
Él respiró hondo y pegó un bocado a su tostada, devolviéndole la mirada a su compañera. ''Eso, mi querida Ayrun, es lo que vamos a averiguar ahora mismo''
Un pequeño regalo (8)
Llegaron a la casa casi a las 18h. Habían caminado realmente despacio y se habían parado un par de veces, una de ellas para disfrutar de un helado italiano de tres bolas de sabores diferentes. Al llegar a casa estaban de muy buen humor, todavía riendose de cómo por culpa de un traspiés, Ayrun había tirado su helado sobre la camisa de él. ''Clumsy hands" le había llamado él, un mote que aunque aun no lo sabían, usarían en más de una ocasión.
La casa estaba tal y como la habían dejado, ni una mota de polvo estaba fuera de su sitio. Si no fuera porque sabían lo que ocurría quizá no habrían sabido nunca que alguien había entrado en la casa mientras no estaban. O bueno, quizá sí, al fin y al cabo es de Ayrun y su compañero de quienes estamos hablando. Ayrun señaló a la cortina de su cuarto, él asintió. Al parecer, cuando los intrusos habían entrado en la casa habían dejado entrar una corriente de aire que había movido ligeramente la cortina. Pero eso ellos no podían haberlo sabido. Fueron directamente al salón, donde les esperaba la cajita misteriosa. Él suspiró mirando a los libros del sofá, acercándose y dándole la vuelta a uno, señalándole a Ayrun tres marcas evidentes en el cuero. Había cogido los tres libros mas polvorientos de la biblioteca y había limpiado solo la parte delantera de los mismos, dejando la parte traseram, la que no se podía ver, con toda la capa de polvo propia de un libro que posiblemente hacia décadas que nadie tocaba. No esperaba encontrar ninguna huella dactilar, obviamente llevarían guantes, pero el simple hecho de haber encontrado las tres marcas ya era suficiente, se sentía decepcionado en parte, como si hubiera esperado enfrentarse a un rival más cuidadoso. Ayrun le dio un golpecito en la espalda, adivinando sus pensamientos. ''¿Por qué no nos ponemos más cómodos ahora que estamos en casa y vemos eso?" le dijo mientras le hacía ademán de que le siguiera.
La casa estaría llena de micrófonos, y aunque no les habría costado más de 10 minutos encontrarlos todos, eso no entraba dentro de sus planes. Tenían que ir siempre un paso por delante como mínimo, y ahora mismo estarían dos o tres.
Se cambiaron a ropas más cómodas, ella un camisón blanco y él una camiseta y los bóxer. ''Ni hablar.'' dijo ella al verle ''te he dicho mil veces que no puedes ir por la casa en calzoncillos, ponte algo'' añadió mientras señalaba de vuelta a su cuarto. ''Deberías dar gracias de que lleve algo...'' gruñó en voz baja y para sí mismo mientras volvía al cuarto. ''Te he oídooooo'' fue lo único que le escuchó responder, sacó unos pantalones cortos del armario y se los enfundó con presteza. Eran exactamente igual de largos que los bóxer, qué más le daba...
Se sentaron en el sofá del salón, uno al lado del otro. Ayrun tenía en su regazo un portátil, y él sostenía la cajita. Sin más preámbulos la abrió, rajó el interior y extrajo de ella una cámara del tamaño de un botón grande. No era una cámara en un doble fondo, la cajita se construyó al rededor de la cámara, así que había que destruir la cajita para poder acceder a la cámara. Con la ayuda de un alfiler presionó un botón interior de la cámara y ésta emitió un pequeño flash de luz roja y después se apagó.
La cámara había pasado la información visual directamente al ordenador vía blootooth, y después se había autodestruido, muy útil. Había sido un regalo de Michael por su 25 cumplealos, y tal y como le dijo entonces, llegaría un día en el que le haría falta. Nunca imaginó que ese día llegaría tan pronto, tan sólo una semana después.
''No me gusta nada esta película'' dijo Ayrun cuando salió la imagen de Bagtug en la pantalla del ordenador. Era un chico joven, de no más de 20 años y de tez oscura, con una cicatriz en forma de L en el pómulo izquierdo de su rostro, de rasgos afilados y mirada peligrosa. ''A mi tampoco'' dijo él ''parece que va a ser una película de esas malas''. Ayrun se encogió de hombros y clickó en ''enviar a'', tenían que saber más sobre la gente que les seguía, y seguro que con una imagen tan clara las bases de datos de sus ''colegas'' podría sacar una coincidencia exacta y sin dificultades. Ahora solo tenían que esperar, e ir dejando caer comentarios ambiguos y confusos para que los que les estaban escuchando pensaran estar acercándose, cuando solo estaban quedándose más y más lejos de saber donde estaba escondido el regalo.
Ayrun se giró a su compañero y cerró el portátil sobre sus piernas, jugando con la tapa entre sus dedos. ''Sé que es pronto, pero ¿te apetece que preparemos la comida juntos?" Preguntó finalmente tras dudar unos segundos. Él la miró un poco sorprendido, no lo había esperado. Por un momento ella confundió la cara de sorpresa de él con desgana. ''Bueno es ig-'' pero le interrumpió rápidamente. ''Sería genial, claro, pero esta vez no vale decidir tú todo'' dijo esbozando una sonrisa. ''Eso habrá que verlo...'' contestó ella, riendo y levantándose del sofá un poco más que contenta.
Y así pasaron el resto de la tarde, entre cuchillos, sartenes, verduras, carne y especias, discutiendo entre risas, manchándose deliberadamente el uno al otro cuando menos lo esperaban. Y ellos no lo sabrían hasta bastante más adelante, pero
en esa cocina, ese día, se empezó a cocinar algo más que la cena.
La casa estaba tal y como la habían dejado, ni una mota de polvo estaba fuera de su sitio. Si no fuera porque sabían lo que ocurría quizá no habrían sabido nunca que alguien había entrado en la casa mientras no estaban. O bueno, quizá sí, al fin y al cabo es de Ayrun y su compañero de quienes estamos hablando. Ayrun señaló a la cortina de su cuarto, él asintió. Al parecer, cuando los intrusos habían entrado en la casa habían dejado entrar una corriente de aire que había movido ligeramente la cortina. Pero eso ellos no podían haberlo sabido. Fueron directamente al salón, donde les esperaba la cajita misteriosa. Él suspiró mirando a los libros del sofá, acercándose y dándole la vuelta a uno, señalándole a Ayrun tres marcas evidentes en el cuero. Había cogido los tres libros mas polvorientos de la biblioteca y había limpiado solo la parte delantera de los mismos, dejando la parte traseram, la que no se podía ver, con toda la capa de polvo propia de un libro que posiblemente hacia décadas que nadie tocaba. No esperaba encontrar ninguna huella dactilar, obviamente llevarían guantes, pero el simple hecho de haber encontrado las tres marcas ya era suficiente, se sentía decepcionado en parte, como si hubiera esperado enfrentarse a un rival más cuidadoso. Ayrun le dio un golpecito en la espalda, adivinando sus pensamientos. ''¿Por qué no nos ponemos más cómodos ahora que estamos en casa y vemos eso?" le dijo mientras le hacía ademán de que le siguiera.
La casa estaría llena de micrófonos, y aunque no les habría costado más de 10 minutos encontrarlos todos, eso no entraba dentro de sus planes. Tenían que ir siempre un paso por delante como mínimo, y ahora mismo estarían dos o tres.
Se cambiaron a ropas más cómodas, ella un camisón blanco y él una camiseta y los bóxer. ''Ni hablar.'' dijo ella al verle ''te he dicho mil veces que no puedes ir por la casa en calzoncillos, ponte algo'' añadió mientras señalaba de vuelta a su cuarto. ''Deberías dar gracias de que lleve algo...'' gruñó en voz baja y para sí mismo mientras volvía al cuarto. ''Te he oídooooo'' fue lo único que le escuchó responder, sacó unos pantalones cortos del armario y se los enfundó con presteza. Eran exactamente igual de largos que los bóxer, qué más le daba...
Se sentaron en el sofá del salón, uno al lado del otro. Ayrun tenía en su regazo un portátil, y él sostenía la cajita. Sin más preámbulos la abrió, rajó el interior y extrajo de ella una cámara del tamaño de un botón grande. No era una cámara en un doble fondo, la cajita se construyó al rededor de la cámara, así que había que destruir la cajita para poder acceder a la cámara. Con la ayuda de un alfiler presionó un botón interior de la cámara y ésta emitió un pequeño flash de luz roja y después se apagó.
La cámara había pasado la información visual directamente al ordenador vía blootooth, y después se había autodestruido, muy útil. Había sido un regalo de Michael por su 25 cumplealos, y tal y como le dijo entonces, llegaría un día en el que le haría falta. Nunca imaginó que ese día llegaría tan pronto, tan sólo una semana después.
''No me gusta nada esta película'' dijo Ayrun cuando salió la imagen de Bagtug en la pantalla del ordenador. Era un chico joven, de no más de 20 años y de tez oscura, con una cicatriz en forma de L en el pómulo izquierdo de su rostro, de rasgos afilados y mirada peligrosa. ''A mi tampoco'' dijo él ''parece que va a ser una película de esas malas''. Ayrun se encogió de hombros y clickó en ''enviar a'', tenían que saber más sobre la gente que les seguía, y seguro que con una imagen tan clara las bases de datos de sus ''colegas'' podría sacar una coincidencia exacta y sin dificultades. Ahora solo tenían que esperar, e ir dejando caer comentarios ambiguos y confusos para que los que les estaban escuchando pensaran estar acercándose, cuando solo estaban quedándose más y más lejos de saber donde estaba escondido el regalo.
Ayrun se giró a su compañero y cerró el portátil sobre sus piernas, jugando con la tapa entre sus dedos. ''Sé que es pronto, pero ¿te apetece que preparemos la comida juntos?" Preguntó finalmente tras dudar unos segundos. Él la miró un poco sorprendido, no lo había esperado. Por un momento ella confundió la cara de sorpresa de él con desgana. ''Bueno es ig-'' pero le interrumpió rápidamente. ''Sería genial, claro, pero esta vez no vale decidir tú todo'' dijo esbozando una sonrisa. ''Eso habrá que verlo...'' contestó ella, riendo y levantándose del sofá un poco más que contenta.
Y así pasaron el resto de la tarde, entre cuchillos, sartenes, verduras, carne y especias, discutiendo entre risas, manchándose deliberadamente el uno al otro cuando menos lo esperaban. Y ellos no lo sabrían hasta bastante más adelante, pero
en esa cocina, ese día, se empezó a cocinar algo más que la cena.
Un pequeño regalo (7)
La puerta se abrió sin problemas, unos segundos con las ganzúas y el mecanismo había saltado sin ningún tipo de percance. Entraron uno detrás del otro, los tres, sigilosos como gatos en la noche, cuidando al mínimo detalle cada uno de sus movimientos para no dejar ningún rastro de su presencia. Si movían algo, lo dejaban exactamente en el mismo sitio, en la misma posición, al milímetro. Eran profesionales. Rebuscaron primero en las habitaciones, mirando en los cajones, entre las ropas, en el armario, debajo de almohada...no dejaron un sólo rincón de las habitaciones por inspeccionar, y aun así nadie habría podido adivinar que habían estado ahí, todo estaba exactamente igual que minutos antes.
El resto de la casa sufrió el mismo trato, la cocina, el despacho, el baño....todo. Pero seguían sin encontrar nada. El más joven de los 3, Bagtug, estaba ahora en el salón, se había parado a examinar los libros del sofá a ver si tenían algo de relevante, pero tan solo eran libros en latín y griego que trataban la historia de las antiguas civilizaciones. Se encogió de hombros y continuó examinando la estancia, mirando con detenimiento cada centímetro de superficie y cada recoveco, y entonces reparó en ella. La cajita antigua que entre tazas de té reposaba tranquila sobre la mesa. Bagtug arqueó la ceja sorprendido, era poco probable que lo que buscaban estuviera tan a simple vista, pero era su obligación mirar el contenido de aquella caja. De todas maneras ''ellos no saben que estamos aquí, siguiéndolos, así que no tienen por qué esconder nada'' fue lo que pensó mientras alcanzaba con sus manos la caja. La caja tenía un mecanismo de apertura bastante sencillo, solo había que estirar de una varilla diminuta y muy fina que encajaba con un orificio, y entonces ya quedaba la parte superior libre para ser levantada. Bagtug lo intentó un par de veces, sin nada de éxito, la varilla a penas sobresalía del agujero y era imposible cogerla con los guantes de látex puestos. Suspiró y se quitó el guante de la mano derecha, no pasaba nada, no iba a dejar ninguna huella en un cilindro tan diminuto, además usaría las uñas para extraerlo. Con sumo cuidado pinzó la varilla entre sus uñas y estiró, liberando por fin la tapa y abriéndola para ver el contenido de la cajita. Vacía. Se acercó más, intentando ver si había un doble fondo o falsa pared, pero nada de eso, la cajita simplemente estaba vacía, o eso le había parecido a él.
Mientras, en el restaurante Bonne vie, Ayrun y él disfrutaban de una riquísima comida, con platos muy elaborados y un buen vino francés para acompañar. Como iba siendo costumbre desde hacía unos meses, había sido Ayrun la que había elegido la comida por él, no porque el fuera incapaz de decidir, sino porque estaba intentando ampliar su paladar a cosas que siempre se había negado siquiera a probar. ''Esto está de muerte, Ayrun'' dijo mientras se metía otro trozo en la boca. ''He de reconocer que la cebolla caramelizada le da un gusto muy distinto''. Ella sonrió, le complacía ver que comía sus recomendaciones con gusto y agrado, además había conseguido hacerle engordar un par de kilos al forzarle una dieta más sana y consistente.''Me alegro de que te guste. Ya has visto a nuestros amigos, seguro'' dijo cambiando de tema, sin mirar ni señalar a ningún lado, como si nada hubiera dicho. Él asintió, visiblemente disfrutando de la comida. ''En efecto, pero además te puedo decir que sus compañeros ya han terminado su visita a nuestra casa, pues ya han pedido la cuenta y están a la espera de que nos movamos'' comentó, enguyendo el último trozo que había en su plato. Ayrun llamó la atención de un camarero y éste les trajo la carta de postres, una variedad interminable de postres, calientes y fríos, que cada uno tenía mejor pinta. ''¿Querrías compartir unos profiteroles conmigo?'' Preguntó ella poniendo cara de pena. Él entorno los ojos, el postre era lo mejor, el chocolate, lo dulce... pero cedió. Asintió una sola vez y se deshizo de su carta dejándola cerrada sobre la mesa. Ayrun sonrió ampliamente, y él pensó que el sacrificio, entonces, ya había valido la pena.
Terminaron pronto de comer y salieron a la calle, sin ninguna prisa. Hacia un día de sol espléndido y todo lo que tenían planeado para hoy ya lo habían hecho. ''Ayrun...¿te apetece caminar de vuelta a casa?" Preguntó mientras enredaba su brazo en el de ella. A Ayrun le brillaron los ojos un instante, le apetecía más que nada en esos momentos, caminar con él sin prisa, disfrutando de una agradable conversación. ''Claro, ya sé que quieres lucir traje hoy'' fue lo que contestó. Y entonces se dio cuenta de algo, de que él odiaba ir vestido como iba, que se sentía incómodo con cada uno de los pliegues de esas ropas...y que aun así, había preferido volver andando con ella. Si Ayrun hubiera sido capaz de sonrojarse, lo habría hecho.
El resto de la casa sufrió el mismo trato, la cocina, el despacho, el baño....todo. Pero seguían sin encontrar nada. El más joven de los 3, Bagtug, estaba ahora en el salón, se había parado a examinar los libros del sofá a ver si tenían algo de relevante, pero tan solo eran libros en latín y griego que trataban la historia de las antiguas civilizaciones. Se encogió de hombros y continuó examinando la estancia, mirando con detenimiento cada centímetro de superficie y cada recoveco, y entonces reparó en ella. La cajita antigua que entre tazas de té reposaba tranquila sobre la mesa. Bagtug arqueó la ceja sorprendido, era poco probable que lo que buscaban estuviera tan a simple vista, pero era su obligación mirar el contenido de aquella caja. De todas maneras ''ellos no saben que estamos aquí, siguiéndolos, así que no tienen por qué esconder nada'' fue lo que pensó mientras alcanzaba con sus manos la caja. La caja tenía un mecanismo de apertura bastante sencillo, solo había que estirar de una varilla diminuta y muy fina que encajaba con un orificio, y entonces ya quedaba la parte superior libre para ser levantada. Bagtug lo intentó un par de veces, sin nada de éxito, la varilla a penas sobresalía del agujero y era imposible cogerla con los guantes de látex puestos. Suspiró y se quitó el guante de la mano derecha, no pasaba nada, no iba a dejar ninguna huella en un cilindro tan diminuto, además usaría las uñas para extraerlo. Con sumo cuidado pinzó la varilla entre sus uñas y estiró, liberando por fin la tapa y abriéndola para ver el contenido de la cajita. Vacía. Se acercó más, intentando ver si había un doble fondo o falsa pared, pero nada de eso, la cajita simplemente estaba vacía, o eso le había parecido a él.
Mientras, en el restaurante Bonne vie, Ayrun y él disfrutaban de una riquísima comida, con platos muy elaborados y un buen vino francés para acompañar. Como iba siendo costumbre desde hacía unos meses, había sido Ayrun la que había elegido la comida por él, no porque el fuera incapaz de decidir, sino porque estaba intentando ampliar su paladar a cosas que siempre se había negado siquiera a probar. ''Esto está de muerte, Ayrun'' dijo mientras se metía otro trozo en la boca. ''He de reconocer que la cebolla caramelizada le da un gusto muy distinto''. Ella sonrió, le complacía ver que comía sus recomendaciones con gusto y agrado, además había conseguido hacerle engordar un par de kilos al forzarle una dieta más sana y consistente.''Me alegro de que te guste. Ya has visto a nuestros amigos, seguro'' dijo cambiando de tema, sin mirar ni señalar a ningún lado, como si nada hubiera dicho. Él asintió, visiblemente disfrutando de la comida. ''En efecto, pero además te puedo decir que sus compañeros ya han terminado su visita a nuestra casa, pues ya han pedido la cuenta y están a la espera de que nos movamos'' comentó, enguyendo el último trozo que había en su plato. Ayrun llamó la atención de un camarero y éste les trajo la carta de postres, una variedad interminable de postres, calientes y fríos, que cada uno tenía mejor pinta. ''¿Querrías compartir unos profiteroles conmigo?'' Preguntó ella poniendo cara de pena. Él entorno los ojos, el postre era lo mejor, el chocolate, lo dulce... pero cedió. Asintió una sola vez y se deshizo de su carta dejándola cerrada sobre la mesa. Ayrun sonrió ampliamente, y él pensó que el sacrificio, entonces, ya había valido la pena.
Terminaron pronto de comer y salieron a la calle, sin ninguna prisa. Hacia un día de sol espléndido y todo lo que tenían planeado para hoy ya lo habían hecho. ''Ayrun...¿te apetece caminar de vuelta a casa?" Preguntó mientras enredaba su brazo en el de ella. A Ayrun le brillaron los ojos un instante, le apetecía más que nada en esos momentos, caminar con él sin prisa, disfrutando de una agradable conversación. ''Claro, ya sé que quieres lucir traje hoy'' fue lo que contestó. Y entonces se dio cuenta de algo, de que él odiaba ir vestido como iba, que se sentía incómodo con cada uno de los pliegues de esas ropas...y que aun así, había preferido volver andando con ella. Si Ayrun hubiera sido capaz de sonrojarse, lo habría hecho.
lunes, 7 de abril de 2014
un pequeño regalo (6)
Eran casi las dos de la tarde, él llevaba un rato en el salón, diligentemente arreglado y esperando a que Ayrun terminara de prepararse. Se sentía incómodo, extraño y bastante fuera de lugar. Sentía que los zapatos intentaban aplastar sus pies, que el traje rozaba en todas sus costuras y que el conjunto en sí no hacía más que mostrar una versión burlesca de su persona. Pero no, esta vez no pensaba darle a Ayrun la entera satisfacción de simplemente mirarle y reírse, no, esta vez si quería jugar a arreglarse, jugarían.
Ayrun entró apresurada en el salón, sabía que él ya estaría esperando y que a este ritmo llegarían tarde por su culpa. Se lo encontró de espaldas, tomando un vaso de agua junto a la ventana, con una mano metida en el bolsillo del pantalón. ''¿Qué tal?¿Te has puesto guapo?'' dijo sin poder aguantarse una pequeña sonrisa. Él dejó el vaso sobre la repisa de la ventana y dio un suspiro. ''¿Por qué no me lo dices tú?'' contestó mientras se daba la vuelta lentamente. La chaqueta conjuntaba perfectamente con el pantalón, la camisa con la corbata, y los zapatos estaban hasta bien pulidos. Se había peinado dedicadamente y había recortado su barba concienzudamente al milímetro, un leve aroma a colonia inundaba la habitación, one millón.
Ayrun se quedó perpleja, de pie en mitad del marco de la puerta, sin saber si lo que estaba presenciando era real o un sueño. Las veces anteriores él se había limitado a ponerse una camisa y chaqueta de vestir cualquiera, y con suerte zapatos. Lo de ese día era sin duda excepcional. ''Estás..estás..'' no le salían las palabras, estaba realmente espléndido, se le veía realmente atractivo. ''Estás estupendo'' fue lo único que atinó a decir, y se maldijo en secreto repetidas veces pensando en todas las otras miles de cosas que podría haber dicho.
Sonrió acercándose a ella, le hizo una reverencia a escasa distancia.''Ni la mitad de lo que tú estás hoy, Ayrun. Me maravillas'' dijo él acompañando el comentario con un asentimiento de cabeza. Ella pensó que lo dijo actuando, sin realmente pensarlo. Pero era la pura verdad. El vestido azul que caía sutil hasta debajo de sus rodillas le venía como un guante, resaltando todas y cada una de sus definidas curvas. Los zapatos, con un tacón fino y elegante que le levantaban hasta diez centímetros de su altura habitual, lo que la situaba a la altura idónea para caminar a su lado. Se había dejado el pelo suelto, y le caía por un solo lado del cuello hasta casi el pecho. A él se le antojó como una cascada que se precipitaba libre y suave en el vacío. Estaba radiante.
Ayrun se dejó guiar del brazo, siendo cortésmente escoltada hasta el taxi que les llevaría al restaurante.
El restaurante estaba lleno, a rebosar, y tanto Ayrun como él podían sentir algunas miradas que se posaban en ellos a cada paso que daban. Llegaron a la mesa que había reservado mientras ella terminaba de arreglarse en la casa, le retiró la silla y con un gesto amable la invitó a sentarse. Ella le siguió el juego, sonriendo y tomando asiento. ''Gracias'' dijo mientras se retiraba un mechón de pelo que se había encaprichado con su rostro. Él tomo asiento y señaló al camarero que trajera la carta. Miró a Ayrun detenidamente, realmente estaba magnífica hoy. ''Ayrun....'' comenzó a decir. ''Mhmm...'' respondió ella levantando una ceja con curiosidad. Él mantuvo la mirada en la suya y sonrió al camarero brevemente cuando llegó, devolviendo la mirada al rostro de Ayrun inmediatamente. ''Estás increíble, de verdad''. La sonrisa de Ayrun se ensanchó casi imperceptiblemente, y por un momento se preguntó si lo habría dicho como parte del acto, o si lo pensaría de verdad.
Y mientras, a unos 3km de allí, alguien se esforzaba por abrir la cerradura de la puerta de su casa sin dejar ningún rastro.
Ayrun entró apresurada en el salón, sabía que él ya estaría esperando y que a este ritmo llegarían tarde por su culpa. Se lo encontró de espaldas, tomando un vaso de agua junto a la ventana, con una mano metida en el bolsillo del pantalón. ''¿Qué tal?¿Te has puesto guapo?'' dijo sin poder aguantarse una pequeña sonrisa. Él dejó el vaso sobre la repisa de la ventana y dio un suspiro. ''¿Por qué no me lo dices tú?'' contestó mientras se daba la vuelta lentamente. La chaqueta conjuntaba perfectamente con el pantalón, la camisa con la corbata, y los zapatos estaban hasta bien pulidos. Se había peinado dedicadamente y había recortado su barba concienzudamente al milímetro, un leve aroma a colonia inundaba la habitación, one millón.
Ayrun se quedó perpleja, de pie en mitad del marco de la puerta, sin saber si lo que estaba presenciando era real o un sueño. Las veces anteriores él se había limitado a ponerse una camisa y chaqueta de vestir cualquiera, y con suerte zapatos. Lo de ese día era sin duda excepcional. ''Estás..estás..'' no le salían las palabras, estaba realmente espléndido, se le veía realmente atractivo. ''Estás estupendo'' fue lo único que atinó a decir, y se maldijo en secreto repetidas veces pensando en todas las otras miles de cosas que podría haber dicho.
Sonrió acercándose a ella, le hizo una reverencia a escasa distancia.''Ni la mitad de lo que tú estás hoy, Ayrun. Me maravillas'' dijo él acompañando el comentario con un asentimiento de cabeza. Ella pensó que lo dijo actuando, sin realmente pensarlo. Pero era la pura verdad. El vestido azul que caía sutil hasta debajo de sus rodillas le venía como un guante, resaltando todas y cada una de sus definidas curvas. Los zapatos, con un tacón fino y elegante que le levantaban hasta diez centímetros de su altura habitual, lo que la situaba a la altura idónea para caminar a su lado. Se había dejado el pelo suelto, y le caía por un solo lado del cuello hasta casi el pecho. A él se le antojó como una cascada que se precipitaba libre y suave en el vacío. Estaba radiante.
Ayrun se dejó guiar del brazo, siendo cortésmente escoltada hasta el taxi que les llevaría al restaurante.
El restaurante estaba lleno, a rebosar, y tanto Ayrun como él podían sentir algunas miradas que se posaban en ellos a cada paso que daban. Llegaron a la mesa que había reservado mientras ella terminaba de arreglarse en la casa, le retiró la silla y con un gesto amable la invitó a sentarse. Ella le siguió el juego, sonriendo y tomando asiento. ''Gracias'' dijo mientras se retiraba un mechón de pelo que se había encaprichado con su rostro. Él tomo asiento y señaló al camarero que trajera la carta. Miró a Ayrun detenidamente, realmente estaba magnífica hoy. ''Ayrun....'' comenzó a decir. ''Mhmm...'' respondió ella levantando una ceja con curiosidad. Él mantuvo la mirada en la suya y sonrió al camarero brevemente cuando llegó, devolviendo la mirada al rostro de Ayrun inmediatamente. ''Estás increíble, de verdad''. La sonrisa de Ayrun se ensanchó casi imperceptiblemente, y por un momento se preguntó si lo habría dicho como parte del acto, o si lo pensaría de verdad.
Y mientras, a unos 3km de allí, alguien se esforzaba por abrir la cerradura de la puerta de su casa sin dejar ningún rastro.
un pequeño regalo (5)
A penas había entrado el sol por la ventana cuando Ayrun entró en su cuarto y se sentó en el borde de la cama, observando en silencio durante unos segundos a el hombre joven que dormía plácidamente y sin aparente preocupación. Pensó en lo sencillo que sería matarle mientras dormía, indefenso y desprevenido. Pero ella no quería matarle, ni mucho menos, de hecho habría sido lo último que habría querido. Suspiró casi en silencio, despejando de su mente todas esas ideas absurdas y se inclinó para despertarle con una palmadita en la mejilla.
Todo ocurrió en menos de un segundo. Justo en el instante en el que iba a rozar su piel él abrió los ojos de par en par, cogió su mano y deslizó la que le sobraba al rededor de la cintura de ella, forzándola a girar al luxar su muñeca y poniéndose velozmente encima de ella inmovilizándola por completo. Hubo un silencio que pareció eterno. Estaban ahí, inmóviles, mirándose el uno al otro, sintiendo la presión de un cuerpo sobre el otro, sin saber qué decir. Pasaron unos segundos hasta que por fin reaccionó. ''Lo siento...'' fue lo único que supo decir mientras dejaba lentamente de hacer presión y se quitaba de encima de ella. Se giró además rápidamente, dándole la espalda. Se había sonrojado, y lo sabía, pero Ayrun ya se había dado cuenta, y sonrió para sus adentros. En cierto modo le parecía algo adorable. ''No pasa nada, fue mi culpa por entrar así en tu cuarto'' dijo Ayrun mientras se levantaba de la cama. ''Ha sido.'' comentó él mientras cogía la ropa de la silla. Ayrun entorno los ojos y se mordió el labio ahogando un suspiro''Sí, ha sido, perdón''. Mientras salía por la puerta pudo escuchar la respiración de su compañero intentando recomponerse, y estaba a punto de hacer un comentario...cuando se dio cuenta de que su propio corazón estaba algo acelerado. Pestañeo sorprendida unos instantes y abandonó la habitación del todo, yendo a prepararse para su pequeña misión.
Hacía bastante sol, lo cual era una oportunidad muy buena para ponerse sus gafas de sol. Había elegido ropa discreta, pero con un toque de clase. Es cierto que pretendía que la siguieran, pero si lo hacía todo muy fácil sospecharían seguro. Caminó por las calles durante un rato, sin prisa pero sin detenerse en los escaparates de ninguna tienda, quería que pensaran que tenía un destino fijado, ya que era más probable que entonces al volver estuviera yendo directamente a su casa. El típico paseo hasta la tienda y volver. Solo tardaron 10 minutos en aparecer, eran los mismos que el día anterior y parecía que se movían con la misma confianza que entonces. Ayrun no hizo ningún gesto ni aceleró el paso, realmente no reaccionó de ninguna manera al descubrirlos, se limitó a seguir caminando hasta llegar a la librería, sin duda uno de sus lugares favoritos. Permaneció en el interior varios minutos, mirando tranquilamente entre los estantes y las pilas de libros. ''Menuda maravilla" pensó.
Pero ese día no estaba ahi para deleitarse con los libros como muchas otras veces, tenía que cumplir su parte del trabajo, seguro que él ya lo tenía todo casi terminado. Ayrun cogió un libro titulado ''Los secretos que nunca fueron secretos'' de un autor muy poco conocido llamado Oliver Merk. El titulo le había parecido curioso, especialmente para alguien de su profesión, y fue por eso por lo que lo cogió.
Salió de la tienda y se paró en la entrada unos segundos, ondeando el pelo y volviendo a ponerse las gafas de sol que se había quitado al entrar. Seguro que ya habían reparado en ella. Emprendió el camino de vuelta a casa, igual que antes, sin prisa y sin pausa, sin perder ni que le perdieran de vista.
Cuando llegó asintió y sonrió a su compañero, el cual la esperaba en el salón, frente a la mesa, con una caja polvorienta entre las manos y un par de libros visiblemente antiguos sobre la mesa. Ella se sentó en frente y se apoyó en la mesa. ''Así que ya está todo preparado'' dijo, afirmando más que preguntando. Él esbozó una sonrisa y negó con la cabeza. ''Todo no, mi querida Ayrun, aún tenemos que ir a comer'' comentó él depositando la cajita sobre la mesa y tirando los libros al sofá. Ayrun levantó un dedo, señalando que iba a hablar. ''En el Bonne vie'' dijo sonriendo maliciosamente. ''Pero...'' quiso protestar, pero Ayrun se lo impidió ''ah, ah. Sin discusiones, tú nos metiste en esto'' dijo mientras se levantaba dando por zanjada la discusión. Sabía que contra eso él no discutiría.
No es que a ella le gustara particularmente ese restaurante, ni que a él le disgustara la comida que allí servían. Simplemente era un restaurante donde había que ir elegante, y él odiaba vestirse como un ''pingüino'', y a ella le encantaba hacerle rabiar.
Todo ocurrió en menos de un segundo. Justo en el instante en el que iba a rozar su piel él abrió los ojos de par en par, cogió su mano y deslizó la que le sobraba al rededor de la cintura de ella, forzándola a girar al luxar su muñeca y poniéndose velozmente encima de ella inmovilizándola por completo. Hubo un silencio que pareció eterno. Estaban ahí, inmóviles, mirándose el uno al otro, sintiendo la presión de un cuerpo sobre el otro, sin saber qué decir. Pasaron unos segundos hasta que por fin reaccionó. ''Lo siento...'' fue lo único que supo decir mientras dejaba lentamente de hacer presión y se quitaba de encima de ella. Se giró además rápidamente, dándole la espalda. Se había sonrojado, y lo sabía, pero Ayrun ya se había dado cuenta, y sonrió para sus adentros. En cierto modo le parecía algo adorable. ''No pasa nada, fue mi culpa por entrar así en tu cuarto'' dijo Ayrun mientras se levantaba de la cama. ''Ha sido.'' comentó él mientras cogía la ropa de la silla. Ayrun entorno los ojos y se mordió el labio ahogando un suspiro''Sí, ha sido, perdón''. Mientras salía por la puerta pudo escuchar la respiración de su compañero intentando recomponerse, y estaba a punto de hacer un comentario...cuando se dio cuenta de que su propio corazón estaba algo acelerado. Pestañeo sorprendida unos instantes y abandonó la habitación del todo, yendo a prepararse para su pequeña misión.
Hacía bastante sol, lo cual era una oportunidad muy buena para ponerse sus gafas de sol. Había elegido ropa discreta, pero con un toque de clase. Es cierto que pretendía que la siguieran, pero si lo hacía todo muy fácil sospecharían seguro. Caminó por las calles durante un rato, sin prisa pero sin detenerse en los escaparates de ninguna tienda, quería que pensaran que tenía un destino fijado, ya que era más probable que entonces al volver estuviera yendo directamente a su casa. El típico paseo hasta la tienda y volver. Solo tardaron 10 minutos en aparecer, eran los mismos que el día anterior y parecía que se movían con la misma confianza que entonces. Ayrun no hizo ningún gesto ni aceleró el paso, realmente no reaccionó de ninguna manera al descubrirlos, se limitó a seguir caminando hasta llegar a la librería, sin duda uno de sus lugares favoritos. Permaneció en el interior varios minutos, mirando tranquilamente entre los estantes y las pilas de libros. ''Menuda maravilla" pensó.
Pero ese día no estaba ahi para deleitarse con los libros como muchas otras veces, tenía que cumplir su parte del trabajo, seguro que él ya lo tenía todo casi terminado. Ayrun cogió un libro titulado ''Los secretos que nunca fueron secretos'' de un autor muy poco conocido llamado Oliver Merk. El titulo le había parecido curioso, especialmente para alguien de su profesión, y fue por eso por lo que lo cogió.
Salió de la tienda y se paró en la entrada unos segundos, ondeando el pelo y volviendo a ponerse las gafas de sol que se había quitado al entrar. Seguro que ya habían reparado en ella. Emprendió el camino de vuelta a casa, igual que antes, sin prisa y sin pausa, sin perder ni que le perdieran de vista.
Cuando llegó asintió y sonrió a su compañero, el cual la esperaba en el salón, frente a la mesa, con una caja polvorienta entre las manos y un par de libros visiblemente antiguos sobre la mesa. Ella se sentó en frente y se apoyó en la mesa. ''Así que ya está todo preparado'' dijo, afirmando más que preguntando. Él esbozó una sonrisa y negó con la cabeza. ''Todo no, mi querida Ayrun, aún tenemos que ir a comer'' comentó él depositando la cajita sobre la mesa y tirando los libros al sofá. Ayrun levantó un dedo, señalando que iba a hablar. ''En el Bonne vie'' dijo sonriendo maliciosamente. ''Pero...'' quiso protestar, pero Ayrun se lo impidió ''ah, ah. Sin discusiones, tú nos metiste en esto'' dijo mientras se levantaba dando por zanjada la discusión. Sabía que contra eso él no discutiría.
No es que a ella le gustara particularmente ese restaurante, ni que a él le disgustara la comida que allí servían. Simplemente era un restaurante donde había que ir elegante, y él odiaba vestirse como un ''pingüino'', y a ella le encantaba hacerle rabiar.
Un pequeño regalo (4)
Pudo escuchar el sonido del agua al caer sobre el mármol de la ducha. Ayrun se estaba duchando, y durante unos segundos no pudo apartar de su cabeza la imagen de Ayrun dejando caer su albornoz mientras metía un pie en la ducha. ¿Qué le acababa de pasar?¿Era posible que estuviera empezando a sentir algo más que admiración profesional por su compañera? Sacudió los pensamientos de su cabeza de inmediato, juntando los dedos en forma de triángulo y cerrando los ojos. Era la posición que adoptaba para pensar, aparentemente una manía sin sentido, pero la verdad era que se había acostumbrado tanto a adoptar esa postura que había causado un efecto de sugestión a su propio cerebro, ayudándole realmente a concentrarse en esa situación. Sabía que tenía unos 20 minutos hasta que Ayrun saliera de la ducha.
Por su mente pasaron muchas imágenes en muy poco espacio de tiempo, algunas de situaciones reales que le acababan de ser descritas, otras de situaciones y posibles escenarios que podían acontecer según las diferentes acciones que fuera tomando, cada una con sus muy posibles y no tan posibles ramificaciones. No era un ejercicio sencillo, no bastaba con tener memoria suficiente para recordar todos esos escenarios y variantes, si no que había que tener la capacidad logico-imaginativa necesaria para poder reproducirlas en la mente. No servía de nada imaginar por imaginar si no había una lógica detrás de cada pensamiento, una lógica de acción-reacción, como la ley de Newton.
Para cuando terminó de pensar, Ayrun ya se había puesto el pijama y caminaba lentamente hacia el sofá. Él la miró, casi ensimismado y sabiendo perfectamente lo que ella iba a hacer a continuación, acurrucrse en un lado del sofá, con las piernas encogidas. Eso fue justamente lo que hizo. ''Bueno, dime pues lo que has pensado'' dijo Ayrun apoyando la barbilla en sus rodillas y mirándole expectante. A ella también le fascinaba oírle hablar.
Él giró la silla para estar sentado cara a cara con ella. La verdad es que el pijama no hacía justicia a su figura. Volvió a sacudir pensamientos de su cabeza. ''Son asesinos, pero no serán solo 2, es fácil que sea una célula de unos 5 hombres, es lo más típico entre ellos. Además es una célula asentada desde hace tiempo, ya que las nuevas células recurren a hombres más jóvenes -y más inexpertos por ello- para este tipo de misiones. Obviamente no tienen un interés en mi persona, sino en el objeto en cuestión, aunque no creo que tuvieran ningún problema en quitármelo de mi cadáver...'' hizo una breve pausa, fijando sus ojos en la penetrante mirada de Ayrun. Prosiguió. ''Habrán hecho sus averiguaciones, claro, tienen una ligera idea de quién somos, pero como nunca hemos buscado publicidad, tampoco hay mucha información circulando por ahí sobre nosotros...y la mitad es falsa de todas maneras" dijo mientras se encogía brevemente de hombros. Ayrun sabía a qué se refería, seguro que había utilizado alguno de sus contactos para difundir información falsa o equivoca, para tener siempre un pie por delante de los demás. Así era él.
''Pero querrán saber dónde vivimos y conocer nuestras rutinas, querrán poder infiltrarse en nuestra casa y rebuscar por ahí, quizá para encontrar lo que buscan, quizá para poner algún micrófono o cámara, una vez se den cuenta de que lo que buscan no está aquí'' hizo otra pausa, sonrió. ''No me mires así, Ayrun, no creerías que escondería el regalo por aquí, lo encontrarías en 5 minutos aunque yo pusiera todo mi empeño en esconderlo. Pero es igual, es igual'' dijo moviendo la mano señalando que eso no tenía mayor importancia.''lo que hay que hacer, es que te sigan, que encuentren la casa, y que rebusquen y pongan cámaras... menuda sorpresa se van a llevar'' sus ojos brillaron, estaba claramente feliz. Ayrun entendió perfectamente lo que planeaba y no pudo evitar sonreír ampliamente. Menudo par.
Por su mente pasaron muchas imágenes en muy poco espacio de tiempo, algunas de situaciones reales que le acababan de ser descritas, otras de situaciones y posibles escenarios que podían acontecer según las diferentes acciones que fuera tomando, cada una con sus muy posibles y no tan posibles ramificaciones. No era un ejercicio sencillo, no bastaba con tener memoria suficiente para recordar todos esos escenarios y variantes, si no que había que tener la capacidad logico-imaginativa necesaria para poder reproducirlas en la mente. No servía de nada imaginar por imaginar si no había una lógica detrás de cada pensamiento, una lógica de acción-reacción, como la ley de Newton.
Para cuando terminó de pensar, Ayrun ya se había puesto el pijama y caminaba lentamente hacia el sofá. Él la miró, casi ensimismado y sabiendo perfectamente lo que ella iba a hacer a continuación, acurrucrse en un lado del sofá, con las piernas encogidas. Eso fue justamente lo que hizo. ''Bueno, dime pues lo que has pensado'' dijo Ayrun apoyando la barbilla en sus rodillas y mirándole expectante. A ella también le fascinaba oírle hablar.
Él giró la silla para estar sentado cara a cara con ella. La verdad es que el pijama no hacía justicia a su figura. Volvió a sacudir pensamientos de su cabeza. ''Son asesinos, pero no serán solo 2, es fácil que sea una célula de unos 5 hombres, es lo más típico entre ellos. Además es una célula asentada desde hace tiempo, ya que las nuevas células recurren a hombres más jóvenes -y más inexpertos por ello- para este tipo de misiones. Obviamente no tienen un interés en mi persona, sino en el objeto en cuestión, aunque no creo que tuvieran ningún problema en quitármelo de mi cadáver...'' hizo una breve pausa, fijando sus ojos en la penetrante mirada de Ayrun. Prosiguió. ''Habrán hecho sus averiguaciones, claro, tienen una ligera idea de quién somos, pero como nunca hemos buscado publicidad, tampoco hay mucha información circulando por ahí sobre nosotros...y la mitad es falsa de todas maneras" dijo mientras se encogía brevemente de hombros. Ayrun sabía a qué se refería, seguro que había utilizado alguno de sus contactos para difundir información falsa o equivoca, para tener siempre un pie por delante de los demás. Así era él.
''Pero querrán saber dónde vivimos y conocer nuestras rutinas, querrán poder infiltrarse en nuestra casa y rebuscar por ahí, quizá para encontrar lo que buscan, quizá para poner algún micrófono o cámara, una vez se den cuenta de que lo que buscan no está aquí'' hizo otra pausa, sonrió. ''No me mires así, Ayrun, no creerías que escondería el regalo por aquí, lo encontrarías en 5 minutos aunque yo pusiera todo mi empeño en esconderlo. Pero es igual, es igual'' dijo moviendo la mano señalando que eso no tenía mayor importancia.''lo que hay que hacer, es que te sigan, que encuentren la casa, y que rebusquen y pongan cámaras... menuda sorpresa se van a llevar'' sus ojos brillaron, estaba claramente feliz. Ayrun entendió perfectamente lo que planeaba y no pudo evitar sonreír ampliamente. Menudo par.
domingo, 6 de abril de 2014
Un pequeño regalo (3)
Le miró expectante, él ya no tenía nada más que decir. Normalmente ella habría captado que era su turno de hablar, se conocían bien y estaban muy sincronizados en sus pensamientos. Pero esta vez Ayrun había quedado un poco sorprendida por la reacción de preocupación en su rostro y había quedado absorta en sus propios pensamientos. ''Entonces, ahora tú sabes mucho más que yo'' dijo él para sacarla de su ensimismamiento. Ella despertó y giró la cara para mirarle, pestañeo un par de veces y asintió.
Esa era la cosa con Ayrun, podías seguirla, sí, pero solo si ella se dejaba. Tenía una gran intuición y mucha perspicacia, era imposible seguirla sin que se diera cuenta. O casi imposible, porque él lo consiguió una vez, seguirla sin que ella reparara en los silenciosos pasos que la seguían... o al menos eso creía él.
''Eran 2 hombres, mediana edad, uno 36 y el otro un par de años mayor, si tuviera que decir un número exacto de años, claro. No te aburro con la ropa que llevaban ni con otras cosas de su físico, ambos sabemos que puedes cambiar tu imagen con facilidad. Es más, serías un idiota si no lo hicieras en ese trabajo...'' carraspeó. Se estaba desviando de lo importante y sabía que él no necesitaba escuchar detalles innecesarios. Pero su cara no reflejaba descontento, la miraba absorta, escuchándole hablar...lo que ella no sabía es que le encantaba escucharle hablar así, emocionándose, creciéndose a cada palabra. Y por ahora, seguiría sin saberlo. Continuó.
''El hombre mayor tiene una herida en el hombro izquierdo, lo sé por como sujetaba el periódico para cubrirse, y el más joven tiene caspa, debería cambiar de champú. Son bastante buenos, casi les pierdo en un momento, al final decidí perderlos a ambos en la esquina de la panaderia'' terminó diciendo, retirándose el pelo que caía, rizado, sobre su cara. Permanecieron en silencio ambos, evaluando la información que tenían. ''Zurdos o diestros'' dijo él en voz alta. Lo afirmó, ni siquiera lo entonó como una pregunta aunque lo era. Ayrun pestañeo de nuevo y le miró velozmente. ''Perdón, se me olvidó mencionarlo. Ambos eran diestros, aunque uno de ellos se empeñó firmemente en parecer zurdo, no pudo engañarme'' sonrió ampliamente, ambos sabían cómo lo había sabido, la maniobra ''giro inesperado'', sin duda. Era algo tan simple como ingenioso, bastaba con saber que te seguían, girar una esquina y esperar unos segundos sin moverte, cuando tu perseguidor gira la esquina te das la vuelta inmediatamente como si te hubieras confundido de calle y te chocas con él, haciendo saltar de tus manos un boli o cualquier otra cosa. Por muy preparado que esté, la sorpresa de encontrarte de cara y tan cerca, le hará moverse de forma involuntaria para coger el objeto que haya saltado y podrás ver qué mano utiliza para ello. Así de simple.
Él asintió levemente, medio sonriendo. Ya tenían algo de información sobre la gente que les seguía, ahora debían de idear un plan de acción.
''En serio, a saber qué es lo que me has conseguido para mi cumpleaños, esta vez te has lucido" dijo Ayrun mientras salía de la habitación. No tenía ningún interés en saber lo que era.
Esa era la cosa con Ayrun, podías seguirla, sí, pero solo si ella se dejaba. Tenía una gran intuición y mucha perspicacia, era imposible seguirla sin que se diera cuenta. O casi imposible, porque él lo consiguió una vez, seguirla sin que ella reparara en los silenciosos pasos que la seguían... o al menos eso creía él.
''Eran 2 hombres, mediana edad, uno 36 y el otro un par de años mayor, si tuviera que decir un número exacto de años, claro. No te aburro con la ropa que llevaban ni con otras cosas de su físico, ambos sabemos que puedes cambiar tu imagen con facilidad. Es más, serías un idiota si no lo hicieras en ese trabajo...'' carraspeó. Se estaba desviando de lo importante y sabía que él no necesitaba escuchar detalles innecesarios. Pero su cara no reflejaba descontento, la miraba absorta, escuchándole hablar...lo que ella no sabía es que le encantaba escucharle hablar así, emocionándose, creciéndose a cada palabra. Y por ahora, seguiría sin saberlo. Continuó.
''El hombre mayor tiene una herida en el hombro izquierdo, lo sé por como sujetaba el periódico para cubrirse, y el más joven tiene caspa, debería cambiar de champú. Son bastante buenos, casi les pierdo en un momento, al final decidí perderlos a ambos en la esquina de la panaderia'' terminó diciendo, retirándose el pelo que caía, rizado, sobre su cara. Permanecieron en silencio ambos, evaluando la información que tenían. ''Zurdos o diestros'' dijo él en voz alta. Lo afirmó, ni siquiera lo entonó como una pregunta aunque lo era. Ayrun pestañeo de nuevo y le miró velozmente. ''Perdón, se me olvidó mencionarlo. Ambos eran diestros, aunque uno de ellos se empeñó firmemente en parecer zurdo, no pudo engañarme'' sonrió ampliamente, ambos sabían cómo lo había sabido, la maniobra ''giro inesperado'', sin duda. Era algo tan simple como ingenioso, bastaba con saber que te seguían, girar una esquina y esperar unos segundos sin moverte, cuando tu perseguidor gira la esquina te das la vuelta inmediatamente como si te hubieras confundido de calle y te chocas con él, haciendo saltar de tus manos un boli o cualquier otra cosa. Por muy preparado que esté, la sorpresa de encontrarte de cara y tan cerca, le hará moverse de forma involuntaria para coger el objeto que haya saltado y podrás ver qué mano utiliza para ello. Así de simple.
Él asintió levemente, medio sonriendo. Ya tenían algo de información sobre la gente que les seguía, ahora debían de idear un plan de acción.
''En serio, a saber qué es lo que me has conseguido para mi cumpleaños, esta vez te has lucido" dijo Ayrun mientras salía de la habitación. No tenía ningún interés en saber lo que era.
sábado, 5 de abril de 2014
Un pequeño regalo (2)
Sabía que de una manera o de otra Michael conseguiría lo que le había pedido y se lo haría llegar costara lo que costara. Lo que no había esperado es que ello casi le costara la vida a su amigo, y que hubiera arrastrado hasta su ciudad a un grupo de asesinos de elite dispuestos a recuperar lo que les habían, según ellos, robado. Así le había alertado Michael justo antes de desaparecer del mapa para que no pudieran seguirle la pista.
Era extraño, pues él había pagado por aquel objeto, y no entendía que tipo de problema tendrían esos tipos, posiblemente pertenecientes a una organización mucho mayor, con que él tuviera lo que suyo era. Ni siquiera era una pieza única, se fabricaban veintenas de estos al mes, aunque poca gente supiera de su existencia y hubiera que adentrarse en mitad de la jungla africana para conseguirlos.
Suspiró y colocó los dedos en sus sienes, esforzándose por entender todo aquel embrollo. No, ese no era el primer paso, primero tendría que poner a Ayrun a salvo.
Pero él sabía perfectamente que ella haría preguntas, y que lista como era, de poco serviría intentar ocultarle la verdad. Pero no podía dar detalles sobre el objeto, eso estropearía la sorpresa.
Se podría decir que la situación era bastante crítica, que las cosas se habían torcido demasiado y que se enfrentaba a un peligro inminente y desconocido. Pero aun así no se dejó llevar por el pánico, continuó ahí sentado con la carta de Micahel entre sus dedos y sosteniendo un muffin de chocolate en la otra. Se encogió de hombros y decidió simplemente esperar a que Ayrun regresara de la librería, en más o menos 15 minutos.
Pasados exactamente 14 minutos Ayrun entró en la casa y dejó los libros de golpe encima de la mesa donde él aun estaba sentado y con la muffin a medio comer. ''¿Se puede saber quién me está siguiendo y por qué?'' comentó sin mucha preocupación mientras se sentaba a la mesa ella también. Estaba acostumbrada a que le siguieran, ser su compañera y tan cercana a él había hecho que estuviera en el punto de mira de mucha gente, tanto de criminales como de los propios servicios de inteligencia. A veces les daba esquinazo, otras prefería dejar que le siguieran para que se confiaran y poder sacar ella información de quién le seguía.
Él ladeó la cabeza y suspiró. ''Debo imaginar que son asesinos'' comentó con cierto tono de preocupación. A ella le sorprendió poco la respuesta, pero un poco más ver leves signos de preocupación en su rostro. ''Sigue'' fue el único comentario de Ayrun, que dejó claro que no iba a decir nada más hasta que él no hubiera terminado de explicarlo todo.
Le contó lo del regalo, sin detalles. Le explicó lo Michael, le enseñó la carta y dejó que la releyera varias veces. Había poco que explicar porque era poco lo que se sabía. Estaba preocupado, no porque fuera la primera vez que estaban en peligro, sino porque esta vez había sido él quien la había puesto en ese peligro. Al menos el enemigo no sabía nada de ellos, eso había quedado claro, pues habían cometido el es tupido error de seguir a Ayrun por las calles de SU ciudad.
Era extraño, pues él había pagado por aquel objeto, y no entendía que tipo de problema tendrían esos tipos, posiblemente pertenecientes a una organización mucho mayor, con que él tuviera lo que suyo era. Ni siquiera era una pieza única, se fabricaban veintenas de estos al mes, aunque poca gente supiera de su existencia y hubiera que adentrarse en mitad de la jungla africana para conseguirlos.
Suspiró y colocó los dedos en sus sienes, esforzándose por entender todo aquel embrollo. No, ese no era el primer paso, primero tendría que poner a Ayrun a salvo.
Pero él sabía perfectamente que ella haría preguntas, y que lista como era, de poco serviría intentar ocultarle la verdad. Pero no podía dar detalles sobre el objeto, eso estropearía la sorpresa.
Se podría decir que la situación era bastante crítica, que las cosas se habían torcido demasiado y que se enfrentaba a un peligro inminente y desconocido. Pero aun así no se dejó llevar por el pánico, continuó ahí sentado con la carta de Micahel entre sus dedos y sosteniendo un muffin de chocolate en la otra. Se encogió de hombros y decidió simplemente esperar a que Ayrun regresara de la librería, en más o menos 15 minutos.
Pasados exactamente 14 minutos Ayrun entró en la casa y dejó los libros de golpe encima de la mesa donde él aun estaba sentado y con la muffin a medio comer. ''¿Se puede saber quién me está siguiendo y por qué?'' comentó sin mucha preocupación mientras se sentaba a la mesa ella también. Estaba acostumbrada a que le siguieran, ser su compañera y tan cercana a él había hecho que estuviera en el punto de mira de mucha gente, tanto de criminales como de los propios servicios de inteligencia. A veces les daba esquinazo, otras prefería dejar que le siguieran para que se confiaran y poder sacar ella información de quién le seguía.
Él ladeó la cabeza y suspiró. ''Debo imaginar que son asesinos'' comentó con cierto tono de preocupación. A ella le sorprendió poco la respuesta, pero un poco más ver leves signos de preocupación en su rostro. ''Sigue'' fue el único comentario de Ayrun, que dejó claro que no iba a decir nada más hasta que él no hubiera terminado de explicarlo todo.
Le contó lo del regalo, sin detalles. Le explicó lo Michael, le enseñó la carta y dejó que la releyera varias veces. Había poco que explicar porque era poco lo que se sabía. Estaba preocupado, no porque fuera la primera vez que estaban en peligro, sino porque esta vez había sido él quien la había puesto en ese peligro. Al menos el enemigo no sabía nada de ellos, eso había quedado claro, pues habían cometido el es tupido error de seguir a Ayrun por las calles de SU ciudad.
Un pequeño regalo (1)
En algún momento le había escuchado mencionarlo, no importaba el cuándo ni el dónde, solo el hecho de que lo había escuchado era de relevancia. Lo había escuchado y su imaginación había hecho el resto, había transformado las palabras en imágenes y escenas. Sonrió en la soledad de su cuarto, eso sería perfecto, una idea un poco arriesgada y compleja, pero sabía que era algo que a Ayrun podría gustarle, y su cumpleaños estaba cerca.
''Ya he elegido tu regalo de cumpleaños'' le dijo bajo el manto de una pícara sonrisa. Ayrun no le hizo caso, siguió preparando el té de la mañana como si no hubiera oído nada. Le importaba bastante poco su cumpleaños, un día más del año, nada de especial. El té estaría listo en pocos minutos.
Él se sentó en la mesa cogiendo el periódico de la mañana y abriéndolo por la parte de noticia internacionales. ''Bueno, ya sé que no te importa, solo te lo comentaba porque me ausentaré unos días... tengo que tomar un vuelo a otro continente para conseguírtelo...'' comentó, de forma casual mientras seguía leyendo.
Ayrun se giró de golpe, frunciendo el ceño. ''NO'' dijo enérgicamente. ''No te dejo, si haces eso me marcho, te quedas solo aquí''. No era una amenaza, ella nunca le habría amenazado. Simplemente había descrito hechos, es lo que sin duda pasaría si él decidía irse. Ayrun era consciente de que ya había pasado un tiempo desde que él tuvo los problemas de pulmón, pero el médico le había dicho que no era nada recomendable que cogiera vuelos, especialmente si eran largos, y no había motivo suficientemente bueno por el cual ella estuviera dispuesta a dejarle arriesgarse de esa manera.
Él suspiró profundamente. ''Está bien, está bien'' concedió mientras apartaba el periódico para dejar sitio a la taza de té que Ayrun traía. ''Enviaré a otro pues, si no te parece mal'' dijo tranquilo y mirándola de soslayo. ''Haz lo que quieras, pero no vayas tú'' sentenció sentándose en frente de él.
Y se supo enseguida que ese tema de conversación ya no tenía nada más que aportar.
Bebieron el té tranquilamente, hablando y riendo como si la conversación anterior nunca hubiera tenido lugar. Eso había que admitirlo, de una forma u otra, siempre que estaban juntos, pasaban la mayor parte del tiempo riendo y sonriendo, y esta vez no era diferente. Lo que Ayrun no sabía era que, entre risa y sonrisa, él seguía planeando su regalo.
No iba a ser fácil convencer a alguien para que hiciera la parte que Ayrun le prohibía hacer, era algo peligroso. Por suerte, había hecho amigos en los servicios de inteligencia del país al poco de llegar allí, después de haberles ayudado a resolver, junto con Ayrun, algunos de los casos más polémicos y complejos del crimen organizado que habían sufrido. Y sabía a ciencia cierta quién estaba ahora operando en el África más salvaje.
((Continuará))
''Ya he elegido tu regalo de cumpleaños'' le dijo bajo el manto de una pícara sonrisa. Ayrun no le hizo caso, siguió preparando el té de la mañana como si no hubiera oído nada. Le importaba bastante poco su cumpleaños, un día más del año, nada de especial. El té estaría listo en pocos minutos.
Él se sentó en la mesa cogiendo el periódico de la mañana y abriéndolo por la parte de noticia internacionales. ''Bueno, ya sé que no te importa, solo te lo comentaba porque me ausentaré unos días... tengo que tomar un vuelo a otro continente para conseguírtelo...'' comentó, de forma casual mientras seguía leyendo.
Ayrun se giró de golpe, frunciendo el ceño. ''NO'' dijo enérgicamente. ''No te dejo, si haces eso me marcho, te quedas solo aquí''. No era una amenaza, ella nunca le habría amenazado. Simplemente había descrito hechos, es lo que sin duda pasaría si él decidía irse. Ayrun era consciente de que ya había pasado un tiempo desde que él tuvo los problemas de pulmón, pero el médico le había dicho que no era nada recomendable que cogiera vuelos, especialmente si eran largos, y no había motivo suficientemente bueno por el cual ella estuviera dispuesta a dejarle arriesgarse de esa manera.
Él suspiró profundamente. ''Está bien, está bien'' concedió mientras apartaba el periódico para dejar sitio a la taza de té que Ayrun traía. ''Enviaré a otro pues, si no te parece mal'' dijo tranquilo y mirándola de soslayo. ''Haz lo que quieras, pero no vayas tú'' sentenció sentándose en frente de él.
Y se supo enseguida que ese tema de conversación ya no tenía nada más que aportar.
Bebieron el té tranquilamente, hablando y riendo como si la conversación anterior nunca hubiera tenido lugar. Eso había que admitirlo, de una forma u otra, siempre que estaban juntos, pasaban la mayor parte del tiempo riendo y sonriendo, y esta vez no era diferente. Lo que Ayrun no sabía era que, entre risa y sonrisa, él seguía planeando su regalo.
No iba a ser fácil convencer a alguien para que hiciera la parte que Ayrun le prohibía hacer, era algo peligroso. Por suerte, había hecho amigos en los servicios de inteligencia del país al poco de llegar allí, después de haberles ayudado a resolver, junto con Ayrun, algunos de los casos más polémicos y complejos del crimen organizado que habían sufrido. Y sabía a ciencia cierta quién estaba ahora operando en el África más salvaje.
((Continuará))
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