Sexta parte de la historia.
-Jajajaja-
reí -¿en serio? – le dije mientras sujetaba mi abdomen con las manos como si
de tanto reír fuera a partirme en dos. – ¡De qué te ríes idiota!- me contestó alzando la voz,
creo que sin saber si enfadarse o reírse también conmigo. Al final optó por
reírse también, al menos un poco. – Dímelo, venga, ¿De qué te ríes tú ahora?- me
preguntó, mirando alrededor, quizá buscando ella misma algo que pudiera
explicar mi risa, la cual en verdad tampoco tenía mucho motivo. Simplemente lo
vi y me hizo gracia, mucha gracia.-Nada, nada… que no te imaginaba yo a ti… con
un peluche de Mini- dije entre risas mientras señalaba a un muñeco que colgaba
de la estantería de encima de su cama. –Pero oye, que no pasa nada, cada uno
tiene sus gustos…- le dije sin poder dejar de sonreír. Ella se puso seria, y
por un momento llegué a creer que se había enfadado. Se dio la vuelta y resopló
un par de veces. Me acerqué para pedirle perdón, ¿le habría molestado? –Oye
Roxy, lo sient…- no pude ni acabar la frase, se giró con un almohadón en la
mano y me lo estampó en la cara riéndose, blandiendo el almohadón repetidamente
contra mí como si de una espada se tratara.-¡Eso te pasa por meterte con mis peluches!-
me dijo sin poder aguantar la risa. –Mini es feísima- dije mientras me protegía
con los brazos de los golpes. Ella me pegó aún más. – ¡Ni siquiera sabe
conjuntar!- protesté –¡va de naranja y verde!- Arremetió contra mí una vez más.
– ¡Qué te calles! ¡Qué sabrás tú de conjuntar!- me dijo. Y qué razón tenía.
¿Qué sabré yo? Decidí que ya me había pegado bastante y con un movimiento
rápido le cogí de la mano con suavidad y tiré de ella haciéndola rotar,
quedando ella de espaldas delante de mí y yo cogiendo sus dos
manos para que no me pudiera pegar. – Está bien, lo retiro. Mini está muy
guapa, como tú- lo dejé caer, así como dejas caer algo que ni siquiera has
pensado, simplemente te ha nacido decirlo así.
Se quedó callada un segundo, aunque
pareció casi un minuto. Después simplemente pretendió salir airosa con un
“ja-ja”. La dejé ir y me empujó fuera de
su cuarto para seguir enseñándome la casa. Yo creo que aun hoy se pregunta si
lo de guapa como tú lo dije en serio o si lo dije con sarcasmo. Quizá algún
día se lo diga, quizá lo adivine sola, es lista.
Me enseñó el
resto de la casa, de la cual no recuerdo nada más a destacar. Todo lo demás era normal. Muebles de madera, ventanas, lámparas... ese tipo de cosas que hay en las casas. Volvimos a la cocina, donde me ofreció un vaso de agua. Le pedí otro y me
sugirió “amablemente” que me lo sirviera yo. No le culpo, no tenía sed y lo
había pedido por fastidiarla un poco. Ahí me pilló, pero fingí que no,
poniéndome otro vaso de agua y bebiéndomelo sin más. -¿Qué plan hay para hoy?-
le pregunté mientras fregaba el vaso que acababa de usar. Quizá en mi casa no
sea el hijo más ejemplar, pero cuando estoy en casa ajena soy la perfección de
la educación. Miró al techo un momento, pensativa, y al poco rato me dijo – hoy
te enseñaré un poco Vaslui y tal, y mañana por la mañana ya iremos a algún sitio
de esos que te enseñé en las fotos-. Sonreí ampliamente. La verdad es que me
apetecía mucho ver todo aquello y no se me ocurría ninguna persona mejor con
la que verlo que con ella.
Y mañana más. Diligentemente subiré la séptima parte. Me pregunto si todavía tendrá ese peluche ahí...
--;@
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