Cuarta parte de la historia. Hoy sí que he sabido por dónde cortar ;)
El lago era
bastante grande y bonito, por supuesto. Había poca gente, aunque eso no era de
extrañar teniendo en cuenta la hora que era.
Ella y yo caminábamos por la orilla
mientras nos comíamos el bocadillo, el sol se reflejaba en el agua, y su
sonrisa en su mirada. Ella parecía realmente feliz y emocionada de estar ahí,
pues no dejaba de contarme cosas de Vaslui, de lo que iba a ver cuando llegara,
de dónde tendríamos que ir… como por ejemplo el restaurante Bella Roma Copou. Todo sea
dicho, lo que más me sorprendió en verdad fue que no se atragantara en ningún
momento hablando a esas velocidades, respirando y comiendo al mismo tiempo.
¡Hablaba tanto y tan deprisa! Y no me habría perdido una sola de sus palabras
por nada del mundo. Ni una sola.
De pronto me
paré y me agaché al suelo. Cogí una pequeña piedra redondeada y aplanada a
causa del agua y la lancé con suavidad al aire un par de veces para volverla a
coger con la misma mano. Miré hacia el lago, y después hacia ella. En ese
momento, la verdad, no supe por qué había cogido la piedra. No sabía ni qué
quería hacer con ella, pero ya era tarde para eso y tenía que improvisar.
Y dicho sea de paso, ella no me lo puso fácil. - ¿Qué haces con esa piedra, vas a
demostrarme lo machote que eres tirándola lejos?- se rió. –No- contesté sin
más. No se rindió tan fácilmente –Entonces ¿qué ibas a hacer? ¿eso de que la
piedra bote en el agua para demostrarme lo “guay” que eres? – se volvió a reír.
Mi primer impulso fue reconocer que me había pillado, pero me contuve porque ya
sería la segunda vez en el mismo día, y eso no podía ser. Así que salí con la
primera cosa que me vino a la cabeza, no podía dejarle ganar así. – No, la he
cogido para llevármela- le dije totalmente serio, sin reír. Se encogió de
hombros, con cara de no entender -¿Para qué?- me preguntó aún sin entender.
Sonreí un poco, pero muy poco, y tiré la piedra al aire una vez más haciéndome
el interesante – Es una tontería, no lo entenderías- dije sin mirar y retomando
el caminar. –¡Eso es que te he pillado y no sabes qué decir!- protestó
enérgicamente, y aunque se reía, yo notaba que no estaba segura ya de si lo
decía en serio o no. – Nop- fue mi única contestación. Mientras caminaba, mi
cabeza iba acelerada buscando algo que decir, algún motivo para haber cogido
esa piedra, algo que pudiera dejarla en mal lugar y hacer que yo me pudiera
reír de ella… y de pronto vino a mí. Me giré y sonreí ampliamente. Me miró y
supo que sí había algo, y peor aún… que no se lo iba a decir. Al menos aún. –Va,
pesado, vámonos ya que seguro que mi tío está esperando- me dijo cogiéndome del
brazo y estirando. No pude más que reírme a carcajadas y seguirle, guardando
entonces la piedra en el bolsillo del pantalón.
¡Mañana más! Espero que os esté gustando. Un saludo.
--;@
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