sábado, 22 de febrero de 2014

Un día apagado

Me he sentado aquí delante del ordenador, sabiendo que quería escribir algo, pero sin saber muy bien el qué. Puede que simplemente sea uno de esos días que te levantas por levantarte, que nada de lo que hagas te va a apetecer realmente. Seguro que todos habéis tenido días de esos, que terminan y te das cuenta de que si no hubieran ocurrido, te habría dado exactamente igual.
Me he venido un poco abajo, apagado por las sombras de los sitios en donde quisiera estar hoy y ahora, por las cosas con las que me gustaría no tener que soñar porque fueran una realidad. Me he venido un poco abajo, porque me cuesta ser yo sin un tú.
Es cierto que peco de ser muy sensible, y quizá sea para los momentos así para los  que preferiría ser más roca y menos yo. Es muy bonito desde fuera, ser el chico de las poesías y las historias bonitas, el que toca canciones y compone... pero es que detrás de cada verso, línea o nota, hay mucho más que una métrica calculada y un sonido que no suene mal. Muchas veces hay una herida que no cura, un deseo que no llegas a alcanzar, un miedo que martillea tus sienes o una sensación implacable de soledad. Eso es lo que se esconde detrás de todo eso y lo que la gente muchas veces no llega a comprender.

Hoy es un día de esos que no salen en el calendario, un día de esos que todo te es indiferente, que sonreír es más que un lujo y la apatía es la norma general.
Hoy es un día de esos que no son ni días, son noches largas en las que no puedes ni dormir.

Y conociéndome como me conozco, aunque no pueda verlo, es todo seguro por una estupidez.

Buenas noches, o días, o tardes. Hoy el tiempo...tampoco importa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario