domingo, 14 de julio de 2013

Cada vez... más. (1)




- "Ahora es cuando dices una frase épica, en plan el sol saldrá cuando el reflejo se apague en nuestros ojos y blabla o algo así".

+ "Ya sale el sol cada vez que hablo contigo."

- "Entonces mañana saldrá también"

Todavía aguantó unos segundos más antes de darse por vencido, mirándola. Después le dio dos besos, y la dejó marchar. Él se quedo en el sitio, viendo como ella se alejaba poco a poco, como su sombrero se perdía por la esquina. Ella no se giró en ningún momento, pero seguro que sabía que él aun la miraba...o eso creyó él cuando le pareció verla sonreír justo antes de desaparecer del todo. Y en un momento, en un suspiro, anocheció en algún lugar del mundo.





Ya faltaba poco para la hora. Esta vez no estaba nervioso, esta vez simplemente tenía ganas, muchas ganas y mucha ilusión. Caminaba contento entre las diferentes tiendas, plantas decorativas y personas sin rostro, mirando tras cada rincón para verla lo antes posible. Unas escaleras. Lo primero que pensó, curiosamente, no fue en subirlas, sino en girarse y mirar hacia arriba. Y así la vio. Y entonces ya no había escaleras, ni tampoco tiendas ni plantas, y sin saber cómo, de repente se encontró justo en frente de ella. Su voz no temblaba, pero su mirada vibraba sin pausa mientras buscaba sus ojos. "hola" pudo decir aparentando más o menos normalidad. Pero aunque eso fue todo lo dijo, no fue todo lo que pensó. Docenas y cientos de palabras murieron en su mente y en su corazón en ese momento, murieron, porque no se atrevió a decirlas.
Había quedado con el grupo de amigos habitual, él había hecho el largo viaje hasta Madrid, y ellos habían ido a su encuentro nada más llegó. Abrazos, sonrisas y bromas. Nadie que les hubiera visto en ese momento habría pensado que a penas se habían visto 3 veces en persona. Hay gente que simplemente congenia, y ellos congeniaban perfectamente. Comieron sin prisas, hablando del viaje, del día a día, de los planes para los próximos días, y de muchas, muchas tonterías.

"jajaja, creo que toco hasta en esta parte de la piscina" dijo él mientras se mantenía levemente por encima del agua apoyando únicamente la punta de los dedos del pie en el fondo de ésta. La chica que estaba al lado se agarró de su brazo para mantenerse a flote, riendo, y después se abrazó a él por detrás, exigiendo que le llevara. Él le sumergió un segundo en el agua, bromeando, y al mirar al frente la vio. Ella estaba en la otra punta de la piscina, nadando tranquilamente con su bañador de leopardo. Sonrió para sí mismo y buceó hasta la otra parte de la piscina, olvidándose completamente de la chica que intentaba engancharle los pies para seguir jugando; pero cuando asomó la cabeza fuera del agua, ella ya había salido. La vio por detrás, alejándose hacia las toallas, moviendo su cuerpo con gracia y soltura. O al menos así le pareció a él. Se quedó un rato más en la piscina, todavía hacía calor y tampoco tenía ninguna excusa buena para salir. Chapoteo un poco, hizo pelea de caballitos en el agua y hasta consiguió hacer una voltereta doble sin ahogarse. Finalmente, se encogió de hombros mentalmente y pensó: "No sé qué hago aun aquí".
Salió del agua y se puso junto a ella, robó silenciosamente una mirada suya, suficiente para hacerle querer quedarse.

"No, fotos no, ¡por favor!" él protestó enérgicamente mientras ella asentía con la cabeza y presionaba el botón de la camera repetidas veces. "Ahora hazme a mí, necesito mi dosis de ego" rieron. Cogió la cámara sin protestar y miró por la mirilla. Vaciló un instante mientras ella sonreía para la foto. Era realmente bonita. Se hicieron muchas fotos, bastantes, pero ninguna era como la que él estaba esperando. Ninguna de los dos.
Hablaron durante un rato, no se sabe de qué, sólo que siempre que hablaban, tenían algo de lo que hablar. Se tumbaron, cada uno en su toalla, y ella empezó a usar la goma elástica de su coleta para lanzar ataques indiscriminados al indefenso chico. Golpe en el brazo, golpe en el costado. Él la miró con la cara neutra. Ella sabía que simplemente intentaba aparentar seriedad y contestó con total naturalidad. "He puntuado cada parte de tu cuerpo, y según dónde te de, recibo más puntos". Golpe en las costillas con la goma. Él sonrió y recogió la goma. La miró y tardó dos segundos en reaccionar, después contestó: "Vaya, yo si tuviera que darte donde conseguiría más puntuación, creo que te haría mucho daño, porque sin duda tu punto de 10 son los ojos". Él se sintió muy tonto al decir eso, ella sonrió, y quizá pensó en contestar, o quizá no, pero él disparó la goma hacia ella, obligándola a protegerse con los brazos y así cortar el momento.
"Vale, pues te voy a hacer un truco de magia" dijo él mientras se sentaba frente a ella cogiendo la baraja. Le dio a elegir una carta, le dijo que la mirara bien, y después que la pusiera en la baraja y barajara como quisiera. El simplemente le observaba sonriendo. Sería fácil pensar que sonreía porque iba a hacer un truco de magia que seguro le saldría bien, que quizá le iba a impresionar... pero no. Su sonrisa era mucho más simple, mucho más sencilla. "vale, vamos a ver..." dijo él mientras cogía la baraja y la esparcía de manera circular sobre un trozo de toalla que había entre los dos. "Estás pensando en la carta, ¿verdad?" dijo él mientras alzaba la vista a su mirada. Ella asintió y sonrió. Y entonces el cerró los ojos y le cogió la mano, fingiendo que ésta le guiaría hacia la carta que había sacado previamente. Ahí estaba el motivo real de su sonrisa, poder cogerle de la mano. Algunos pensaréis que es un vil y sucio truco por su parte. Y seguramente, si ella alguna vez llegara a saber de esto, también lo pensaría, entre nubes de risas. 
"Es...." carraspeó brevemente, alargando su momento. "Es el 7 de oros!" dijo él sonriendo, sabía que había acertado. Ella frunció el ceño riendo, pretendió hacerse la indignada de nuevo "¡bah!" dijo de forma elocuente mientras agachaba la cabeza.
Es cierto que él pensó en rebelarle el truco, pero es más cierto aun que pensó, que al no hacerlo, tendría en un futuro otra excusa para cogerle la mano... y calló.
Enseguida fueron saliendo los demás de la piscina, uno a uno fueron todos llenando el césped artificial que ofrecía algo de sombra bajo las sombrillas incrustadas en su superficie. Se decidieron a jugar a un juego de cartas, uno en el que había que mentir, en el que aquel que llevara el rey, tenía que evitar ser descubierto. Los demás, cuyas cartas serían ases, tenían que adivinar quién llevaba los reyes. Y en cada ronda se eliminaba a uno. Sencillo.
Repartieron las cartas. El miró la suya, nada. Entonces le miró a ella, espero a que levantara su carta, y espero a que le devolviera la mirada. No tardó mucho en suceder, y él enseguida lo vio. Sus labios no se curvaron ni un sólo milímetro, pero su mirada contaba historias, y las historias que contaban ahora hablaban de reyes y mentiras. Entonces él se rió, se rió y forzó la risa en ella. "jo, ¡no vale!" protestó ella,"para". Pero por mucho que protestara, ya no servía de nada. El podía leer sus cartas en sus ojos, el podía ver entenderla otro poquito más.
No sé sabe quién ganó la partida, ni quién la perdió. Lo único que quedó claro es que eso no le importaba a nadie, lo importante era reír, y pasarlo bien... y como y a sabréis todos los que seguís esta historia, cuando ellos dos se juntaban, risas era algo que nunca faltaba.

Estaban ya recogiendo para irse, las toallas en la espalda, las bolsas en las manos y él, sin nada  más que lo puesto. Se giró para ver si ella necesitaba ayuda con algo, y la vio escarbando en su bolso. Se preguntó a sí mismo que podría estar buscando, ya que no le había visto guardar nada ahí. Muchas cosas surcaron su mente, pero ni en sus más locos pensamientos lo habría adivinado. Ella sonrió, había encontrado lo que buscaba, y lo sacó lenta y cuidadosamente con una mano. A él le dio vuelco el corazón. Él pensaba que estaría en un cajón de su casa, quizá con suerte, colgando de algún saliente de algún mueble de su habitación. Pero no, estaba ahí, ella lo tenía, y ahora lo llevaba puesto, colgando del cuello, más bonito que nunca. El caramillo de plata.
Y definitavemente apreció que no podía haberle regalado jamás nada mejor.


Me veo obligado a cortar el relato en tres partes... porque es complicado de recordar, de relatar y de estructurar. Así que... en uno o dos días, más ^^








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