martes, 22 de septiembre de 2015

Para toda la vida.

Para cuando quise darme cuenta, ya era tarde. Me había quedado atrapado en sus brazos, en cada roce de sus manos, en cada beso en la piel, en cada mirada, en cada sonrisa. No había perdido la noción del tiempo, simplemente éste no me importaba lo más mínimo, pues no había nada en el mundo que prefiriera estar haciendo que estar ahí. Nada.

Cada segundo que pasaba, era un segundo más que sentía que quería estar a su lado. Nunca antes había tenido tantas ganas de no separarme de alguien, nunca antes había sentido un cariño tan fuerte que parecía no poder controlarse por ninguna de las dos partes. No recuerdo un sólo instante en el que nuestras manos no buscaran alguna parte del otro, no recuerdo ni una sola mano que no estuviera ansiosa de acariciar. Fue simplemente un abrazo continuo entre dos almas.

Lo que pasó en ese banco, a esas horas, es algo muy difícil de explicar. Yo creo que rocé la absoluta felicidad durante casi 4 horas... aun sabiendo que iba a romperme justo después. Mientras escribo esto, aun puedo oler en mis manos el olor que dejó su piel en ellas, aun puedo recordar cada una de las palabras que hacen eco en mi cabeza. Y no es fácil, porque sé que es algo que no volveré a tener.

Ayer por la noche... descubrí que sí hay gente que es como yo, que sí hay gente que es como yo necesito que sea mi otra mitad, que si hay gente que puede hacerme 100% feliz, sólo hay que buscar. Ayer compartí con esa persona vida y tres cuartos, en tan sólo 4 horas de banco. Ayer por la noche me enamoré de alguien, y alguien se enamoró de mí... pero el miedo a volver a querer que vi en su mirada, le alejó sin remedio de mí.

Ayer por la noche, fue el mejor ayer por la noche que he tenido.
Ayer por la noche... te encontré, me encontraste, y nos encontramos. Para toda la vida. ¿Lo oyes? Para toda la vida.

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