lunes, 12 de septiembre de 2016

Y entonces lo vi...

Y te vi, una vez de muchas otras, pero igual de especial como cada otra vez.
Te vi y te admiré, a ti y cada una de tus palabras y tus gestos... como cada vez.

Pero en esta ocasión vi que no eras tan guapa como un ángel, aunque yo lo había dicho antes.Observe que tu pelo no caía a todo momento por donde debía, tu piel tenía algunas imperfecciones, tu cuerpo no era el de una chica de revista de moda, que no todos tus sonidos al hablar eran armonía ni todas tus caras poesía.

Vi que no siempre decías lo más acertado, que a veces se te escapaba algún comentario que quizá deberías haber omitido, que a veces te tomabas ciertas cosas demasiado en serio, que no estaba de acuerdo en todo lo que decías.

Y entonces lo vi, lo vi como si no hubiera nada más que ver:
Esa no era la chica de la que yo me había enamorado años atrás. No lo era, no más.
Y sonreí, porque la chica de la que me enamoré había desaparecido... la chica por la que en su día habría enloquecido si me lo hubiera pedido ya no existía. La chica que cambió mi corazón había dejado de ser.
Ahora estaba delante de una mujer diferente, una mujer distinta y que había dejado atrás a la chica anterior. Y recordé aquello que un día dejé salir de mí, para ti, al lado de la estación. "No te quiero sólo por quien eres ahora, sino por la mujer que creo que puedes llegar a ser".

Y entonces sucedió tal y como yo supe desde ese día. Y me enamoré de esa mujer también, y de ese pelo que caía por donde le daba la gana, de esa risa, de esa piel con alguna manchita blanca, de esas curvas que le recorrían, de sus contestaciones, las buenas y las malas; de su ceño fruncido, de sus muecas, y de todo, todo ella.
Me enamoré de ella, e imaginé la mujer que podría ser en unos años, y la quise también. Y entendí que sin saberlo, mientras ella cambiaba yo cambié también, que cada uno siguió un camino distinto, que cada uno vivió lo suyo y parte de lo del otro también. Que cada uno cambió en un sentido, en una dirección... pero que siempre estuvimos ahí, sutilmente a veces, otras simplemente como un soplido. Que siempre estuvimos ahí, siempre lo íbamos a estar.


Nini.

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