jueves, 19 de noviembre de 2015

Un adiós

Apareció como tantas otras veces, sin avisar, cuando le venía en gana. Estaba yo tranquilamente sentado en la cama, recostando mi espalda en la pared y con la mirada perdida en el techo y ella se sentó a mi lado, mirándome de frente, ladeando la cabeza curiosa y sin poder ocultar su curiosidad. Hacía tiempo que no se pasaba, que no indagaba sobre mis razones y mis por qué, pero hoy estaba ahí, y no dudaba que iba a buscar respuestas.

- ¿Qué te trae hoy por aquí?- le pregunté, indiferente. En verdad, no era indiferencia lo que yo sentía, me gustaba saber que estaba ahí, pero no podía hacerle ver eso o si no ganaría poder sobre mí. Ella me miró, o más bien, me escudriñó arqueando una ceja. Después sonrió y fingió no saber lo que yo sentía. Puso las manos detrás de su cabeza, apoyándose también en la pared y poniendo sus piernas sobre las mías. Entorné los ojos, pero no me moví.

- ¿Por qué? Necesito que me digas el por qué, esta vez te aseguro que no lo entiendo - preguntó mirando ahora también al techo como yo. Parecía casi como si no fuera con nosotros la conversación. Me encogí de hombros levemente, tardé a penas unos segundos en responder.

- ¿Por qué, qué? - contesté sin ninguna esperanza de que se diera por vencida y cambiara de tema. Suspiró y me pegó en el hombro un golpe seco y sin maldad.

- Sabes perfectamente a lo que me refiero. ¿Por qué la dejaste ir así sin más? ¿Por qué no hiciste nada? Podrías haber ido a verla, podrías... podrías haber intentado convencerla para que no se marchara...¡podrías haber intentado cualquier cosa! - exclamó, aunque sin alterarse- Es que tan poco significaba par..  - No le dejé terminar la frase, levanté la mano rápidamente con el índice levantado y frunciendo el ceño, pero sin apartar la vista del techo. No quería llorar.

- No te atrevas. No te atrevas siquiera a insinuar que no significaba tanto para mí. Tengo cada uno de los recuerdos clavados en el alma, y sabes perfectamente que ella es la razón de que tú existas y estés aquí. Y te necesito y te quiero como el aire que respiro, así que... - tragué saliva - así que cállate y no digas más tonterías-  
Ella se mordió el labio de abajo un poco avergonzada y bajó el tono de voz...

- Entonces, explícame por qué- me volvió a preguntar, mirándome a mí esta vez. Y como si los soles de sus ojos pudieran atraer mi mirada, giré la cara yo también.

- ¿Por qué? - le miré con la mirada llena y vacía - pues porque ella lo habría querido así, de mí. Si quiere volver, volverá con o sin mi ayuda, pero no volverá por mucho que vaya y se lo pida. Así que....

- Así que... ¿qué? - preguntó ella asustada. Tragué saliva, era difícil pronunciar esas palabras.

- Así que se acabó. Fue ella la que dio el adiós, y sólo ella tiene derecho a cambiarlo por un hasta pronto - sentencié, como si no hubiera absolutamente nada más que decir al respecto. Ella se quedó callada y me miró durante largos segundos, parecía que eso iba a ser todo. Pero aún tenía una pregunta más.

- ¿Y si alguna vez te necesita?- arqueo de nuevo una ceja, aguardando mi respuesta.
Sonreí, volví a mirar al techo, contento.

- Ahí estaré, hasta el final de los días-

Y cuando volví a mirar, ella ya se había marchado, aunque su presencia seguía exactamente a mi lado.


~Quiero aprender de ti~

lunes, 2 de noviembre de 2015

Despierta.

Ésta va a ser una entrada difícil, quizá la más difícil para mí de todas las que he escrito.

Hoy han pasado dos acontecimientos a priori inconexos, pero que juntos han tenido un impacto en mí mayor al que ha tenido cualquier desamor. Sin dramas ni chorradas, me ha hecho corregir una parte dañina de mí mismo, me ha hecho cambiar.
Hoy una persona nueva ha entrado en mi vida, y otra ha decidido decirme adiós, literalmente hablando.

Nada más verme hoy, mi prima me ha puesto su bebé de 3 meses en los brazos. "Es tu tio Raúl" ha dicho. Nunca antes había cogido un recién nacido, y menos uno tan cercano en cuanto a familia se refiere. Ha sido tenerlo en los brazos, sentir algo tan pequeño y frágil, que está lleno de vida... y se me han roto todos los esquemas mal montados que tenía en la cabeza y me ha venido a la mente la persona que, horas más tarde, me iba a decir adiós definitivamente. He visto como uno puede estar tan ciego ante sí mismo, que es capaz de destrozar las cosas que más aprecia por simples tonterías que no tienen ninguna importancia. He visto que hacemos muchas más cosas mal que bien, y esto es precisamente porque pocas veces nos da por corregirnos y aprender.
Perdonadme si no escribo como otras veces, si se tambalean las palabras y algunas frases no terminan de encajar. Pero es que lo que escribo normalmente no me vale hoy para expresarme, y realmente lo tengo que expresar.

No se trata de seguir a ciegas en la misma dirección, eso no es determinación, eso es estupidez. Las curvas se inventaron para dar los giros necesarios. En la carretera y en la vida, si no todo sería linea recta. No se trata, repito, de seguir siendo uno mismo a toda costa, sino de mantener tu actitud y tu originalidad siempre que no te haga daño a ti mismo. No hay que tener miedo a cambiar cosas que pensábamos que eran inamovibles y que tenían que ser parte de nosotros sí o sí. 


Desde aquí, quiero decir 3 cosas que creo que pueden ser importantes para personas, y que ojalá me hubiera aplicado a mí mismo hace tiempo:

1- Sopesa bien las cosas que importan y las que no. El corazón no es una balanza reglamentaria, está trucada por tus emociones y desvirtúa el resultado. Porque te duela en el corazón, no significa que sea algo realmente importante, y de la misma manera, porque no sientas nada, no significa que tengas que prestarle atención. 

2- Cuida a la gente que te importa. No hoy y dentro de 3 semanas. No llamando de repente  e intentando tener un detalle especial. Cuando dos personas se importan mutuamente lo único importante es que se tengan en consideración. Importan más los hechos que las palabras, e importa mucho más ver un cambio en alguien, que escuchar un gracias. Nadie es perfecto, es cierto, pero la actitud lo es todo ante los errores y la vida. 

3- Nunca olvides que "demasiado tarde" sólo vale para describir el pasado. Nunca el presente, y mucho menos el futuro. "Demasiado tarde" es la excusa de los que se niegan a cambiar, o peor aún, reconocer que deben cambiar. Puede ser demasiado tarde para dejar de beber antes de vomitar, pero no es demasiado tarde para controlar la próxima vez. Puede ser demasiado tarde para corregir una acción que ya has hecho, pero no es demasiado tarde para pedir perdón y enmendar el error. Quizá los resultados no son los mismos que si hubieras actuado -antes de-, pero sigue habiendo resultados, no lo olvides.

Así que despierta, si es que estás dormido, como hasta hace unas horas lo estaba yo.



Una última vez, te tengo que dar las gracias.