Así empezó
- Si te giras, te beso. - Le dijo él, mirándola a escasos centímetros de distancia, la cara apoyada en su cama, mientras ella estaba tumabada boca arriba y a veces le daba por girarse para encontrarse con su mirada.
Él se moría por besarla, y ella lo sabía. Ella quería que la besara, y él lo sabía también. Pero sin embargo, pese a repetir la misma amenaza hasta 3 veces, no llegó a besarla. Y ganas no le faltaba a ninguno, y besos tampoco, pero a veces el corazón de una persona tiene tantas heridas que las cicatrices se convierten en miedo, que el dolor del pasado se convierte en duda.
"La beso, a la próxima la beso, de verdad" pensó él hasta en 3 ocasiones. No hubo un cuarto pensamiento similar, no hubo otra auto-promesa incumplida. Y no la hubo, porque ese día sí hubo un héroe, sí hubo un valiente. Ella se giró, él la miró... y ella misma, sin dejarle amenazar en vano, le besó. Le besó y le quitó el miedo, le besó y le curó cien heridas, le besó y cerró cicatrices que no recordaban ya qué era sentirse listas. Le besó, y todo, desde aquel momento, cambió. Y aunque ella en ese momento no supo lo que ese beso acarrearía, arriesgó. Y ganó, ella. Y ganó, él.
Y hoy, más de dos años después, no hay ni un sólo día en el que él no la mire y la admire, y de gracias por aquel día en el que ella fue, lo que él no pudo ser. Valiente.
Te quiero, cielo.
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