jueves, 14 de mayo de 2015

Dolor.

- ¿Cómo puedes vivir así?- me preguntó despertándome de mi sueño. No le tuve en cuenta el que me hubiera despertado, me giré y me puse boca arriba con los brazos sobre el pecho, dando un pequeño suspiro mientras mi mirada se clavaba en el techo. Ni siquiera la miré.

-Así, ¿cómo?- pregunté, aun a sabiendas de lo que quería decir. Pero con ella nunca se sabía, a veces era de una manera, y a los pocos minutos de otra. Impredecible, alocada y siempre, siempre sincera.
Ella frunció el ceño, como si el simple hecho de que le preguntara le hiciera pensar que me burlaba de ella. - Pues así, con tantos silencios, con tantas palabras por decir. ¡Ya sabes! Con esos pensamientos que nunca sacas por miedo, con tanto...dolor. - Trago saliva para decir esa última palabra. 

Me recorrió por todo el cuerpo, como si la palabra se me clavara en cada uno de sus recovecos. Dolor. Hice una pequeña mueca y por primera vez en mucho tiempo me sentí incómodo hablando con ella. Me giré dándole la espalda, y medité durante unos segundos la respuesta.
- No lo sé.- dije al fin. Pestañeé lentamente mientras cogía aire. - No tiene importancia. Supongo que cada uno es como es, y mi corazón funciona de una manera muy particular. Tiene sus más y sus menos, como todo. Pero me hace sentir único y fiel a mi manera de sentir... - ella me interrumpió. - ¡Pero el dolor! ¿No te molesta?- preguntó inquieta y a punto de patalear en el suelo. Noté la rabia y el malestar en su voz, y por una milésima de segundo deseé poder girarme y abrazarla.
Y entonces lo entendí, lo entendí todo. Su dolor, mi dolor. Entendí qué hago aquí, por qué me muevo, qué me hace sentir más yo, entendí por qué no quiero dejar de ser quien soy.


Le miré poniéndome de nuevo boca arriba. Sonreí un poco y devolví la mirada al techo. Me puse serio, como aquel que sabe que lo que dice no sólo lo piensa, lo siente. Como aquel que sabe que lo que va a decir, tiene un significado que abarca más que una sola realidad. -Eso a penas duele. Dolor, dolor real, es saber que estás triste, y no ser capaz de hacerte sonreír-.

Cerré los ojos sin esperar su contestación. No esperaba una tampoco, y no importaba. Dijera lo que dijera, yo iba a seguir siendo el mismo. Porque hay dolor y dolor, y sólo uno mismo sabe cuál le compensa.

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