Fuego
No sé qué me quemó más.
Si el color de su pelo
o la intensidad de su mirada.
Ni sé cuánto tiempo pasé,
horas, creo, ido en su balada.
A solas, mirándola en silencio,
sin más intención que admirarla.
A solas, como temiendo,
que de verla... se acabara.
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