Llevaba unos días perdido en el mundo. A decir verdad no sabía si estaba perdido o si simplemente no estaba. El tiempo va pasando, y cada día se supone que nos vamos formando y creando como personas. Con cada experiencia, con cada decisión que tomamos... Y eso está bien. Podrá asustar más o menos, podrá ser menos o más conveniente, pero es algo que nos pasa a todos y que es ineludible.
Sin embargo, yo creo que hay algo más importante que esa formación continua en una persona. Algo más valioso que el ir descubriendo como te cambia la vida... y es el ir descubriendo en qué no te cambia, qué nunca cambia.
Se suele decir, que uno no cambia si no quiere realmente. Y quizá ahí esté la clave del asunto. Cuando uno tiene una parte de sí fuertemente arraigada en él, cuando está convencido de que es algo que el quiere, que le hace ser más uno mismo... entonces eso nunca cambia y se mantiene.
Y es por eso que hoy estoy aquí, sentado en un lugar que debería haber abandonado hace ya varias horas, esperando una llamada que posiblemente nunca llegue... simplemente porque sé que si llegara, me arrepentiría de no estar aquí para recibirla, aunque llegue al final del día.
Porque hay veces que la posibilidad de compartir 5 minutos, vale más que el perderse medio día.
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